domingo, 22 de enero de 2017



CXLIII- CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA -143

LA TUPUNGATINA

La sexta sesión de grabaciones del año 1921 se inicia con el registro de la zamba de Cristino Tapia titulada “La tupungatina” a cargo del Dúo Gardel-Razano.
En el habla popular de Cuyo, se denomina TUPUNGATINA a la persona nacida en el Departamento Tupungato en la Provincia de Mendoza.
Este departamento tiene una extensión de 3.000 Km2 y, en tiempos de Gardel, contaba con alrededor de 4.000 habitantes; hoy, su población supera los 10.000 habitantes.
También lleva el nombre de Tupungato la cabecera de este Departamento, fundada en 1858, que hoy cuenta con más de 2.000 habitantes.
Según la letra de esta zamba, los lamentos amorosos que en ella se expresan, van dirigidos a una chinita de esa zona. La estructura estrófica de la obra nos da la pauta de que se trata de una canción muy antigua que, tal vez, fue recopilada por Cristino Tapia (1892-1972).
La letra de “La tupungatina” está formada por tres cuartetas con versos endecasílabos sáficos, lo que nos da la certeza de la intervención de alguien que, como Tapia, contaba con ciertos conocimientos naturales (o intuitivos si se prefiere) para arreglar la obra embelleciéndola en caso de que ésta, como se supone, haya sido un motivo popular anónimo.
Los versos endecasílabos sáficos llevan acento en la cuarta, sexta y octava sílabas. En este caso particular dicha acentuación no es literaria sino musical, es decir, la melodía es la que pone los acentos en los lugares mencionados.
En la canción popular, además del sáfico, se usan también el endecasílabo enfático que va acentuado en la primera y sexta sílabas; el endecasílabo heroico donde los acentos recaen en la segunda y en la sexta sílabas; y el endecasílabo melódico que va acentuado en la tercera y sexta sílabas. En todos los casos la sexta sílaba va siempre acentuada. Y cada uno de estos cuatro tipos de endecasílabos se eligen de acuerdo al carácter que se le desea dar a la obra.
Los endecasílabos sáficos, aunque muy poco frecuentes en la canción popular, son usados en letras y poesías que tratan sobre los sufrimientos relacionados con los sentimientos. El nombre Sáfico, se debe a que la invención de esta forma literaria pertenece a Safo, poeta griega que vivió entre los años 625 y 580 antes de Cristo. Su fama hizo que Platón se refiriera a ella dos siglos después de su muerte como la décima musa. Nació en la isla de Lesbos y aunque no se sabe mucho acerca de su vida, perteneció al parecer a una familia noble y fue contemporánea del poeta lírico Alceo de Mitilene (630 a.C-580 a.C.) de quien se supone fue su amante. También se dice que se casó con un hombre rico de la isla de Andros y que tuvo una hija llamada Cleis.
Los fragmentos que hoy se conservan de sus poemas indican que Safo enseñó su arte a un grupo de mujeres jóvenes, con las que mantuvo una estrecha relación y para las que compuso sus odas nupciales cuando la abandonaron para casarse. El poeta griego Anacreonte, que vivió entre los años 572 a.C. y 485 a. C, es decir, una generación posterior a Safo), afirmaba, en referencia a este grupo, que Safo sentía un amor sexual por las mujeres; de ahí proceden los términos lesbianismo (Safo nació en la isla de Lesbos) y safismo, que aluden a la homosexualidad femenina.
Safo escribió nueve libros de odas, epitalamios o canciones nupciales, elegías e himnos, pero apenas se conservan algunos fragmentos de todos ellos. Entre estos se destaca la Oda a Afrodita, citada por el erudito Dionisio de Halicarnaso (60 a. C.- 7 a. C.). En el siglo XX se descubrió un papiro con nuevos fragmentos de sus poemas.
La poesía de Safo se caracteriza por la exquisita belleza de su dicción, su perfección formal, su intensidad y su emoción. Muchos poetas griegos posteriores asimilaron la influencia de Safo, como Teócrito (310a C.- 250 a C.).
No se sabe a ciencia cierta cuando murió Safo, se calcula que tenía alrededor de 45 años. En sus últimos poemas se describe a sí misma como una anciana que goza de una vida tranquila, pobre y en armonía con la naturaleza. Cuando esta mujer, a los 32 años de edad, intervino en las luchas políticas de su país fue desterrada a Sicilia. Al retornar a Grecia fundó una escuela literaria donde educó a las hijas de las más distinguidas familias. Su poesía tuvo gran fama en la antigüedad y fue muy imitada. A través de los siglos, algún que otro poeta popular intentó usar su particular y compleja manera de acentuar los versos de once sílabas. Es importante observar que los endecasílabos comunes llevan sólo dos acentos, mientras que los sáficos, llevan siempre tres. A veces los endecasílabos comunes al colocarles música se convierten, por la acentuación melódica, en sáficos.
Los versos que van a continuación corresponden a la letra de la zamba “La tupungatina”… obsérvese la necesidad de la estructura sáfica debido al carácter de la obra:
Ya me voy para los montes... ¡y adiós!
A buscar yerba de olvido y dejarte
A ver si con esta ausencia pudiera
En relación a otro tiempo olvidarte.
Es mi vida tolerando martirios
Y jamás pienso mostrarme cobarde.
Arrastrando una cadena tan fuerte
Hasta que mi triste vida se acabe.
Cuando haya sanao el tiempo mis penas,
No hay mal que por bien no venga aunque tarde,
Cuando no haya tierra, ni aguas, ni cielo,
Se acabarán mis tormentos cobardes.
Armando Lofiego
(CONTINUARÁ)
La tupungatina (tonada) Intérprete: Dúo Gardel-Razzano Más información: http://www.gardel.org/La%20tupungatina Letra y Música: Cristino Tapia…
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