XXIX- CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA
FLOR DE FANGO
La única sesión de grabaciones de 1918, finaliza con el registro del
tango “Flor de fango” interpretado por Carlos Gardel. La letra pertenece
a Pascual Contursi y la música corresponde al tango “El desalojo” de
Augusto Umberto Gentile (1891-1932), pianista y compositor nacido en
Roma. Solía reemplazar su segundo nombre, Umberto, por Alberto ya que
aquel no era de su agrado. Tocaba piano, guitarra, acordeón y bandoneón
de oído y, cuando componía, habitualmente algún amigo le llevaba al
pentagrama sus creaciones. Comenzó a componer en 1913 y Gardel le llevó
al disco dos tangos de su autoría: “Flor de fango” y “Desdichas”
Augusto Gentile, no integró jamás orquesta alguna ni hizo giras, ni
actuó en radios, ni teatros. En tal sentido, no debe ser confundido con
el Augusto Gentile que integró el “Cuarteto vocal Buenos Aires”, ni
tampoco con el bandoneonista que tuvo orquesta, actuó por radio y luego
viajó a París, con quienes ni siquiera tenía parentesco alguno.
El
autor de “Flor de fango”, dirigió una empresa grabadora en Porto Alegre,
propiedad de un tal Leonetti y trabajó para Max Glücksmann. Fue un
tenaz luchador por el logro del derecho autoral y, en tal sentido, fue
dirigente gremial.
Con respecto al tango “Flor de fango”,
Contursi cuenta en él la historia de muchas jovencitas que pretendían
cambiar su vida miserable por otra alegre y plena de abundancias. La
muchachita de este tango nació en “un conventillo alumbrado a querosén”
y, a los 14 años, decidió alcanzar a cualquier precio, aquello que sus
padres aún no habían logrado: “hacer la América”.
Los inmigrantes
llegaban con ese objetivo y muchos de sus hijos quedaban marcados por un
inconsciente deseo de “venganza”. Aquella “venganza” contra la vida
consistía en hacer fortuna rápidamente para vivir como no habían podido
vivir sus padres; para ello, frecuentemente las hijas se volcaban a la
prostitución y los varones al delito. En tal sentido, Carlos de la Púa,
en su libro “La crencha engrasada” (editado en 1928) sintetizó en un
poema toda la tragedia que por aquella época padecieron muchos de los
desposeídos que, llegados de Europa en busca de una vida mejor, fueron
víctimas de las circunstancias sociales de la época:
L
OS BUEYES
Vinieron de Italia, tenían 20 años,
Con un bagayito por toda fortuna;
Y, sin aliviadas, entre desengaños
Llegaron a viejos sin ventaja alguna.
Mas nunca a sus labios los abrió el reproche.
Siempre consecuentes, siempre laburando,
Pasaron los días, pasaban las noches:
El viejo en la fragua, la vieja lavando.
Vinieron los hijos, ¡todos malandrinos!
Vinieron las hijas, ¡todas engrupidas!
Ellos son borrachos, chorros, asesinos
Y ellas, las mujeres, están en la vida.
Y los pobres viejos, siempre trabajando,
Nunca para el yugo se encontraron flojos;
Pero a veces, sola, cuando está lavando,
A la vieja el llanto le quema los ojos.
Carlos de la Púa
La desdichada heroína de “Flor de fango” abandona el conventillo “justo
a los 14 abriles” para entregarse a las farras y a “las delicias de un
gotán”, es decir, a las delicias o sensaciones relacionadas con el sexo
que, por aquella época, sentía la juventud al bailar un tango con el
roce de sus cuerpos, cosa que hasta entonces no había ocurrido nunca con
otra danza.
Si bien por entonces se bailaban el vals y otros
géneros, algunos desde la década de1850 en adelante, las parejas de
danzarines se unían tomándose de las manos o rodeando sus cuerpos, pero
siempre, en todos los casos, había un espacio entre los miembros de la
pareja danzante. El tango, en cambio, es la primera danza en la que los
cuerpos se tocan y bailan pegados uno al otro. Ello motivó grandes
escándalos e incluso la condena como danza inmoral por parte de la
Iglesia.
En la milonga “Un bailongo”, cuya letra pertenece a Andrés
Cepeda, se puede apreciar la descripción de un baile en las orillas de
Buenos Aires donde los bailarines salen a danzar un tango con sus
cuerpos pegados:
Los acordes resonaron
Del bandoneón armonioso,
Cada hembra con su mozo
Salieron como pegaos
Porque el baile había empezao
Con un tango perezoso.
Andrés Cepeda
El tango perezoso era el tango de compás machacón, pesado y lento, lo
que permitía a los bailarines apreciar el roce de sus cuerpos.
La
muchacha de “Flor de fango”, entregada ya a las farras, sintió que
además de los goces que le brindaba el tango, le “gustaban las alhajas,
los vestidos a la moda y las farras de champán”.
La supuesta
heroína de este tango, andaba PELECHADA, es decir, vestida con ropas
elegantes y caras. Pelechar significa progresar materialmente, cosa que
se nota fácilmente en el cambio de ropas que ya no son pobres, baratas y
sencillas. Tener buen peleche significa vestir ropas lujosas o caras.
Se llama NIÑA BIEN (o niño bien) a la persona joven proveniente de una
familia adinerada que, por tal motivo, también es conocida, en el Río de
la Plata, como FAMILIA DE BIEN o simplemente FAMILIA BIEN.
Se
dice que las familias bien, tienen un buen pasar, es decir, “pasan la
vida” sin mayores inconvenientes. En las últimas décadas del siglo XIX y
comienzos del XX, el medio de transporte más seguro, cómodo y rápido
era el tren, motivo por el que a quien tenía un buen pasar vulgarmente
se decía que tenía o llevaba un BUEN TREN. Esta muchacha, no era una
niña bien, pues provenía de una familia que vivía humildemente; pero se
hacía acompañar por una sirvienta para pasar por una NIÑA BIEN ante
quienes al verla, la envidiaban porque creían que llevaba o tenía un
BUEN TREN de vida, es decir una existencia desahogada y sin problemas:
Anduviste PELECHADA,
De sirvienta acompañada
Pa’ pasarla é NIÑA BIEN.
Fuiste por mucho envidiada
Porque llevabas BUEN TREN.
En su loca carrera por aparentar una vida lujosa, esta muchacha se hizo
CHACADORA, es decir, se dedicó a robar dinero u otros valores a los
hombres que conquistaba. El vocablo CHACADORA es una deformación (por
inversión de las dos primeras sílabas) de CACHADORA que, entre otras
cosas, significa “burladora”.
Disponiendo de dinero, alhajas,
departamento, automóvil, etc, esta joven pasó a ser la SEÑORA, eufemismo
por concubina, de un comerciante MISHÉ, voz del “argot” con la cual se
designa al hombre que paga los favores, caprichos y antojos de una
mujer. A uno de estos hombres, sin ningún miramiento, lo arruinó y dejó
AMURADO, ésto es abandonado, en la mesa de un café:
Te hiciste CHACADORA,
Luego fuiste la SEÑORA
De un comerciante MISHÉ
Que lo dejastes arruinado
Y sin ni medio, AMURADO
En la mesa de un café.
Originalmente se denominaba TONADILLERA a toda mujer que se dedicaba a cantar tonadillas.
La tonadilla originariamente era un género con coplas subidas de tono
que se cantaban en ciertos burdeles (con pistas y escenario) de las
afueras de la ciudad. En los teatros del centro, hubo tonadillas y
tonadilleras que llegaron a ser muy célebres; pero se trataba de
canciones y cancionistas refinadas que poco y nada tenían en común con
las de los arrabales… Esta muchacha, dedicada a tal actividad, descubre
que se encuentra sola en el mundo y sin consuelo porque le falta, desde
siempre, el “amor de madre”. Su desgracia es debida a la indiferencia
sufrida en los primeros años de su vida por parte de sus padres que
vivían ocupados más en los problemas materiales de la vida que en las
cuestiones relacionadas con los afectos:
No tenías en el mundo ni un consuelo,
El amor de madre te faltó.
Luego comienza la caída, motivo que la impulsa a liquidar sus alhajas
para evitar (o demorar) su derrumbe: alquila una pieza de pensión hasta
que al fin, para sobrellevar su fracaso, se hace tonadillera:
Te hiciste TONADILLERA
Pasastes ratos extraños
Y a fuerza de desengaños
Quedaste sin corazón.
Contursi, tras recordar que “las delicias de un tango la arrastraron
del bulín”, responsabiliza a los (falsos) “amigos” que la ENGRUPIERON.
Engrupir, es un verbo que deriva del vocablo grupo surgido a fines del
siglo XIX para designar ciertas personas que integraban una banda de
malhechores, sin llegar a serlo, por una paga, con la finalidad de
amedrentar a las víctimas ante el numeroso “grupo” de la banda, es decir
que estos personajes, que no eran delincuentes propiamente dicho, iban
con ellos para hacer grupo o de grupo. De ahí en más comenzó a llamarse
grupo a cualquier mentira, y de todo aquel que engañaba, para sacar
algún provecho, se decía que engrupía. También se dice engrupido al que
se engaña a sí mismo y cree ser lo que no es. Estos “amigos” engañaron y
perdieron a esta mujer como persona (la corrompieron) noche tras noche,
en las desenfrenadas orgías en que participaba:
Los amigos te ENGRUPIERON
Y ellos mismos te perdieron
Noche a noche en el festín.
Por entonces no se tenía, una conciencia clara sobre los efectos de las
drogas; incluso muchos médicos las recetaban porque resultaban
altamente efectivas para sobrellevar ciertas dolencias prolongadas o
incurables. Por tal motivo las drogas se vendían en las boticas como
cualquier otro remedio y se hallaban fácilmente al alcance de cualquier
persona... En la letra del tango “A media luz”, por ejemplo, se cuenta
que en un departamento de citas clandestinas ubicado imaginariamente en
Corrientes 348, 2º piso, había “como en botica, cocó”; cocó en el argot
francés, muy de moda por entonces, significa cocaína. Nuestra “Flor de
fango”, al convertirse en la “amiguita de un viejo boticario”, tiene
fácil acceso a la droga y por entonces los adictos eran vigilados por la
policía, tal como lo dice claramente el tango “El taita del arrabal”:
Pobre taita cuantas noches
Bien dopado de morfina
Atorraba en una esquina
Campaneao por un botón...
Luis Bayón Herrera y Manuel Romero
Esta vigilancia no se debía a una preocupación oficial por el cuidado
de la salud pública sino a que las pericias policiales demostraban que,
en la generalidad de los casos, los grandes delitos se cometían bajo los
efectos de algún estupefaciente. Así, por entonces, una persona
drogadicta era considerada peligrosa, o al menos muy sospechosa, de
llegar a cometer algún acto delictivo de gran magnitud. Es por ello que,
bajo amenaza de denuncia, el hijo de un comisario la chantajea y la
explota hasta dejarla en la ruina. Todo ésto, Contursi lo resume en una
sola cuarteta que, por esos años, era entendida con claridad debido a
que habitualmente las cosas se daban de esa manera.
Después fuiste la amiguita
De un viejo boticario
Y el hijo de un comisario
Todo el vento te chacó
A Pascual Contursi se lo recuerda siempre como al autor de la letra del
tango “Mi noche triste” porque éste fue el tema inicial del movimiento
que generó el tango-canción. Sin embargo, la obra más interesante de
Contursi, por el contenido testimonial de uno de los mas serios
problemas de la sociedad de entonces, es sin duda alguna “Flor de
fango”.
Pascual Contursi (1888-1932) fue un poeta popular,
guitarrero, cantor y autor teatral, nacido en la ciudad de Chivilcoy,
Provincia de Buenos Aires... Se radicó en Montevideo desde 1914 hasta
1917. Allí, adoptó la costumbre de escribir y cantar versos sobre la
música de los tangos danzantes de moda.
Alrededor del año 1915, al
aparecer el tango “Lita” de Samuel Castriota, Contursi le puso una letra
que fue la que inició el período del tango-canción. Desde entonces
“Lita” pasó a llamarse “Mi noche triste”.
Pero además de este tango y de “Flor de fango”, Carlos Gardel le grabó a Pascual Contursi estos otros temas:
-“Ivette”
-“La he visto con otro”
-“Caferata”
-“Ventanita de arrabal”
-“El motivo”
-“Bandoneón arrabalero”
-“Desdichas”
-“¿Que querés con esa cara?”
-“La cumparsita”
-“Puentecito de plata”
-“La mina del Ford”
-“Pobre corazón mío”
-“De vuelta al bulín”
Contursi escribió además numerosas obras teatrales, algunas de ellas
las escribió con la colaboración de otros importantes autores. La letra
“Flor de fango”, la redactó sobre la música del tango de Augusto
Gentile, compuesto en 1914, titulado “El desalojo”.
Pascual
Contursi viajó a París en dos oportunidades: 1921 y 1927. Durante la
segunda estadía en la ciudad luz escribió su última letra: “Bandoneón
arrabalero”. Poco después comienza a mostrar síntomas de alteraciones
mentales hasta que Gardel lo encuentra en la Place Pigalle tiritando de
frío mientras se quejaba porque sentía calor. Ante la gravedad de la
situación, el cantor envía un telegrama a los familiares de Contursi en
Buenos Aires, realiza los trámites para embarcarlo y lo envía por la
fuerza encerrado en un camarote, hacia Buenos Aires, donde, en 1929, es
internado en el hospicio de Las Mercedes, con serios trastornos
mentales. Allí permaneció, entre raptos de lucidez y locura, hasta su
muerte.
(CONTINUARÁ)