XCIX- CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA
MI CHINA
El fado es uno de los géneros musicales más tradicionales de Portugal, sobre todo de Lisboa y Coimbra.
El fado de Coimbra alcanzó la cumbre de su popularidad durante las
décadas de 1910 y 1920; lo cantaban los estudiantes en la Universidad de
Coimbra, una de las universidades más antiguas de Europa..
El
origen del fado es muy impreciso y, entre las diversas teorías, hay
quienes defienden la de la procedencia árabe a raíz de la invasión de la
península Ibérica por los Mosulmanes en el año 711; invasión que duró
ocho siglos. Otros estudiosos consideran que nació en los barrios
habitados por la población negra en la época de la abolición de la
esclavitud.
Pero si bien se ignora su origen, el fado se enriqueció
con las tradicionales canciones melancólicas populares portuguesas, con
los himnos religiosos y con las melodías brasileñas introducidas por
estudiantes brasileños que acudían a la Universidad de Coimbra.
Esta manifestación poética, músical y vocal, colorida y sentimental, se acompaña por lo general con la popular guitarra.
El fado experimentó un gran impulso con el regreso de la corte a
Portugal desde Río de Janeiro en 1821, ya que constituía el espectáculo
preferido del pueblo y de la nobleza. En las primeras décadas del siglo
XIX, Lisboa poseía diversas casas de fado que también eran las
residencias de los fadistas (cantantes de fado). A fines del mismo siglo
entró a formar parte de las fiestas y reuniones aristocráticas y
literarias.
El fado sobrevivió a la República y a la primera Guerra
Mundial. Sin embargo, en la década de 1930 atravesó un periodo de
crisis durante el cual fue rechazado por varios sectores de la cultura y
del periodismo hasta que la revista “Juventude” decidió salir en su
defensa. Durante ese período el fado se refugió en los poblados
marginales de Lisboa como el barrio Alfama, por ejemplo.
El carácter
del fado es más bien melancólico y cuando los portugueses lo llevaron a
Brasil, se convirtió en la MODINHA, forma típica del canto brasileño
que conserva la melancolía del fado, además de cierta tristeza en la
mayoría de los casos. Aunque el fado decayó en su popularidad, ha
disfrutado de un nostálgico renacimiento desde la década de 1950.
En el Río de la Plata, el fado se conoció con la masa de inmigrantes
europeos provenientes de Portugal, que venían a probar fortuna por estos
lares.
La popularidad del fado en el Plata al comenzar el siglo XX
fue tan grande, que muchas canciones de ese género, debidas a músicos y
letristas locales, trataban temas criollos como si se tratara de un
género musical nuestro.
En la primera sesión de grabaciones del año
1920, el Dúo Gardel-Razzano registra un fado con las características
mencionadas, compuesto por Juan Carlos Rodríguez, con letra de Luis
Roldán.
Juan Carlos Rodríguez (1895-1928) nació en Buenos Aires y
fue pianista, compositor y director. Inició sus estudios en el
“Conservatorio Gaito” y luego sus padres lo llevaron a España donde, en
el “Conservatorio Nacional de Barcelona”, realizó estudios de piano y
armonía con el célebre maestro Amadeo Vives (1871-1932). Luego viajó a
París donde se destacó por su talento y en 1914 retornó a la Argentina
ingresando como pianista en la orquesta del maestro Augusto P. Berto
(1889-1953) cuando el mencionado director grababa con su conjunto para
el sello Atlanta y actuaba en distintos cafés de Buenos Aires.
Más
tarde, Juan Carlos Rodríguez pasa a formar parte de la orquesta de Juan
Maglio “Pacho”, que registraba sus versiones para Columbia y actuaba en
el Armenonville y algunos otros locales. Rodríguez formó luego su propia
orquesta con la que actuó durante varios años en el elegante “Cabaret
Parisién” ubicado sobre la Avenida Alvear de Buenos Aires. También actuó
en el teatro Solís de Montevideo al ponerse allí en escena una obra de
su autoría. Con su agrupación orquestal grabó discos para los sellos
Atlanta y Víctor.
Actuó en los cafés “Guaraní” de la calle Lavalle y
“Germinal” de la calle Corrientes en Buenos Aires. También realizó
actuaciones radiales por las emisoras “Brusa” y “Nacional”.
En 1917
compuso su primer obra, el tango “¡Quiero papita!”. Luego, entre 1919 y
1924, además del fado “Mi China”, grabado por el Dúo Gardel-Razzano,
compuso una gran cantidad de tangos y otros géneros criollos.
En
1925 fue famoso su tango “Criollazo” (hoy olvidado) y al año siguiente
publicó “Mandria” con letra de Francisco Brancatti y Juan Velich, su
obra más conocida.
En 1927 obtuvo uno de los primeros premios en el
concurso de discos Nacional, realizado en el “Palace Theatre”, con el
tango “Queja indiana”, con letra de Juan Velich que Gardel llevó al
disco ese mismo año.
Luis Roldán (1894-1943), el letrista del
fado “Mi china” nació en la ciudad de Buenos Aires y fue periodista;
trabajó para varios periódicos y revistas, pero su actividad más
importante la realizó, a lo largo de tres décadas, para el diario
“Crítica” donde publicó innumerables versos y notas sobre la canción
popular firmando con el seudónimo “Luis Candela”.
Desde muy joven,
Luis Roldán escribió letras para canciones criollas; pero cuando Pascual
Contursi escribió la letra del tango “Mi noche triste”, decidió
volcarse a ese género haciendo la letra para el tango de Osmán Pérez
Freire “Maldito tango” con el que adquirió popularidad y cierta fama y
renombre.
Pero su prestigio se afirmó recién en 1928 cuando hizo la
letra de la famosa canción “Amapola” del compositor español José La
Calle.
La primer composición de Luis Roldán data del año 1915 y fue
el estilo “Mas criolla que un amargo” con música de su propia autoría.
De las muchas obras que publicó, además del fado “Mi china”, Carlos Gardel le llevó al disco los tangos:
-“Carne de cabaret”
-“La tristeza del bulín”
-“¡Muchachos me caso!”
Luis Roldán colaboró con Villoldo al poner letra a su canción “Mentira”
en 1918 y con otros compositores importantes de ese entonces como
Adolfo Carabelli a quien le hizo la letra para su shimmy “La chica del
autobús”.
Como autor teatral, escribió la comedia “El madrigal”,
estrenada por Elías Alippi y la revista “Quevedo en el Florida”, con
César Bourel, Mario Bellini y Raúl Doblas.
En el fado “Mi china”
hallamos el vocablo TOTORA que es una hierba alta, que crece en las
zonas húmedas y era utilizada para hacer los techos de los ranchos, las
cubiertas de carros y carretas, asientos e incluso embarcaciones, hasta
comienzos del siglo XX.
También encontramos el vocablo gauchesco
PRENDA con el que se solía hacer referencia a la mujer joven y bonita
por el simple hecho de que los jóvenes quedaban PRENDADOS, es decir, muy
atraídos por sus encantos.
En un ranchito de TOTORA
Bajo la sombra de los sauzales
Vive una PRENDA tentadora
Que derramando a raudales
Por su boca encantadora
Se parece a los zorzales.
(CONTINUARÁ)