sábado, 25 de abril de 2015

LOS ORÍGENES DE CARLOS GARDEL. Capítulo IV.

  Durante la década de 1960, Erasmo Silva Cabrera entrevistó a Juan Antonio Magariños Pittaluga. Este hombre, que había sido representante de artistas y corredor del Banco de Seguros del Estado, fue también Secretario del Presidente de la República Oriental del Uruguay, Dr. Baltasar Brum (1883-1933), durante el período en que éste ejerció la primera magistratura (1919-1923).
Magariños Pittaluga (que tenía mucha amistad con Gardel y el cantor lo llamaba “Maga”) le contó al ya mencionado Silva Cabrera:
“Alrededor de 1921 cuando Gardel y Razzano vinieron a actuar a Montevideo, como tantas otras veces, estábamos en la tarde tomando mate en la pieza de una pensión de la calle Rincón (...) donde se encontraba también el boxeador José Lecture. En determinado momento Carlos me preguntó con uno de esos graciosos vocablos que él siempre tenía a flor de labios:
--Che, “Maga”, vos ¿en que te ‘revolvés’ ? (¿De que vivís?)
--Soy Intendente de la Intendencia General del Ejército y la Armada.
--Ahí tenés: vos trabajás allí y yo soy hijo de un militar.”
El 25 de octubre de 1933, en horas del mediodía, Gardel se hallaba en Paysandú en compañía del ya mencionado Magariños Pittaluga y del ingeniero José Fosalba conversando y mateando, según se puede observar en una fotografía donde el cantor aparece de traje y sombrero (como quien está de paso), sentado en una reposera y tomando mate.
El nombrado Magariños Pittaluga, en un momento dado de la conversación, mientras tomaban mate, interrogó a Gardel, refiriéndose a la gira que éste se hallaba haciendo por Uruguay:
--“¿Que vas a hacer ahora Carlos?
-- Mirá no se. Estoy esperando una llamada telefónica de Perico (se
refiere a su apoderado en Uruguay, Pedro Bernat).
-- Puede ser que vaya a un teatro de Rivera.
-- Entonces podés hacer doblete en Tacuarembó (sugiere Magari-
ños)
-- No, allí no voy (responde Gardel muy serio)
-- ¿Por que no, si te queda de paso?
-- Vos sabés porqué no voy”.
Y el cantor, dando por cerrada la conversación, continuó tomando mate.
Se debe tener en cuenta que en el año 1933 la única sala de espec-táculos en Tacuarembó era el Teatro Escayola.

EL TEATRO ESCAYOLA

De acuerdo a una nota presentada ante el gobierno de la República Oriental del Uruguay por intermedio de su apoderado, el señor Pedro Castelli... “…el coronel Carlos Escayola solicita se den una prórroga a los años vencidos para la construcción del Teatro”.
El Gobierno, a cargo ahora del general Máximo Tajes responde:
“En atención a lo aconsejado por el Fiscal se resuelve acceder una
prórroga de dos años. Montevideo, 19 de octubre de 1888”.
Recordemos que Escayola, el 14 de noviembre de 1883, en Montevideo... “se presentó manifestando que varios propietarios y hacendados, habían concebido la idea de construir un edificio para Teatro en la Villa de San Fructuoso, cotizándose por acciones”.
En efecto, esto se llevó a cabo de la forma que el mismo coronel Es-cayola informa en una solicitada que fue publicada por el diario “El Comercio” el día 20 de junio de 1888; se había recolectado por 45 acciones, a 100 pesos cada una $ 4.500; que el interés producido por ese dinero en 4 años, colocado al uno y medio por ciento mensual y sin capitalizar sumaba $ 3.240, con lo cual sumaba un total de $ 7.740.
Con esta suma de dinero lograda a lo largo de cuatro años apenas si se podía iniciar la obra. Esta dificultad suscitó algunos inconvenientes pues ya se había obtenido la prórroga solicitada y el proyecto del Teatro no podía esperar más.
Hasta los amigos y partidarios del Coronel Escayola veían la construcción del Teatro como algo imposible de realizar.
Pero Escayola, sabiendo que el proceso político contra él, por el asesinato, en septiembre de 1886, de los hermanos Royano ya va llegando a su fin, y previendo que el Presidente de la Nación, lo menos que hará es pedirle la renuncia al cargo de Jefe Político de Tacuarembó y, con ello, perderá el de Jefe de Policía (cosa que ocurrirá en enero del próximo año), con el único fin de mantener en alto su reputación y prestigio de hombre fuerte e importante en San Fructuoso, poniendo todo su ímpetu y energía en la construcción del Teatro agrega, de su propio dinero, la cantidad que faltaba para poder iniciar la obra.
Con este prestigioso emprendimiento, Escayola logró enmudecer a sus enemigos mas declarados.
El costo total de la obra fue de $ 25.000, lo que representaba una suma fabulosa para la época.

NUEVAMENTE LA FIEBRE DEL ORO

La Compañía Francesa del Oro del Uruguay nombra un nuevo director y administrador para trabajar en Minas de Corrales; se trata del ingeniero Juan Belquien quien, con maquinarias modernas, adquiridas en los Estados Unidos, intentará continuar con la explotación de las minas. Y, sorpresivamente, apenas instaladas las máquinas, comenzaron a dar excelentes resultados: en un mes se extrajo una cantidad tan abundante de oro que renació en la zona la fiebre del oro. Puede decirse, en general, que en todas las minas se obtenía una importante cantidad de oro. Con este golpe de suerte, San Fructuoso recupera su auge económico y el cabaret “La Rosada” vive una nueva época de éxito y esplendor.

TERCER MATRIMONIO DE ESCAYOLA

En el mes de enero de 1889, tal como lo adelantáramos, el presidente Máximo Tajes, separa de los cargos de Jefe Político y Jefe de Policía al coronel Carlos Escayola, por el asesinato de los hermanos Royano, maniobra que el Coronel llevara a cabo en el mes de septiembre de 1886. Este hecho dio lugar a numerosas denuncias de importantes vecinos de Villa San Fructuoso lo que motivó la reapertura de un expediente para retomar el caso y efectuar las investigaciones correspondientes.
Durante el transcurso de este año (1889), la Iglesia le otorga al coronel Carlos Escayola, que por entonces contaba con 44 años de edad, la autorización solicitada por él, durante el año anterior, para poder contraer enlace con su ahijada María Lelia Oliva, de sólo 20 años de edad.
De esta manera, y ese mismo año, María Lelia y el Coronel contraen enlace, siendo ésta la tercera y última boda de Escayola.
De este matrimonio nacerán cinco hijos, algunos de los cuales, a pesar del gran hermetismo, reconocerían finalmente su parentesco con el cantor.
Durante el transcurso del año de la boda (1889), María Lelia Oliva da a luz a los mellizos Julio César y Juan Carlos.
Como es natural, todos los hijos de este tercer matrimonio del Coronel con María Lelia resultan ser hermanos enteros de Carlos Gardel.

ROMUALDO LÓPEZ

Durante varios años, Minina Flor siguió al frente de “La Rosada”. Esta mujer y Berta fueron las protagonistas de un violento incidente cuando Minina amenazó a Berta con descubrir sus secretos amores con un tipógrafo del diario “El Heraldo” y Berta, le partió la cabeza con una plancha. La tal Minina Flor, a instancias de Escayola, no la denunció como pretendía hacerlo y el Coronel ocultó el suceso.
Berta Gardes, en el cabaret “La Rosada”, se había relacionado sentimentalmente con Romualdo López, un lugareño que se desempeñaba como tipógrafo en el diario “El Heraldo” de Tacuarembó.
El dueño de la imprenta y director del mencionado periódico era Clelio Oliva, uno de los hermanos varones de las hermanas Oliva y, por lo tanto, cuñado de Carlos Escayola. De este dato han dado testimonios el escritor Francisco Pintos y sus primas Olimpia y Juana Pintos, dos hermanas que se desempeñaron como maestras y que fallecieron a los 90 y 91 años de edad respectivamente, en Montevideo. Estas tres personas fueron entrevistadas por el periodista Erasmo Silva Cabrera a lo largo del año 1960.
Otro indicio, sobre la existencia del tal Romualdo en la vida de Berta, lo dio Cátulo Castillo en una nota publicada en la revista mensual “Buenos Aires Tango”, de mayo de 1971, donde, hablando de Gardel, comenta que “...doña Berta, su madre (sic), respetaba un recuerdo elogioso de un famoso Romualdo -don Romualdo- ligado a su epopeya de allí en Tacuarembó, donde supo vivir en mocedades épicas”.

PRIMERAS OCUPACIONES DE “CARLITOS”

Durante el año 1889, “Carlitos”, que era ya un pibe con alrededor de seis o siete años, comienza a realizar algunas tareas propias de su edad por la zona rural del Departamento de Tacuarembó. En forma casi permanente se lo puede ver haciendo mandados y diligencias según el testimonio de don Marcos Javier Estévez, antiguo vecino de la región que, además, fue uno de los testigos de la inscripción del nacimiento de Irineo Leguisamo en Arerunguá, localidad que se halla a unos 60 Km. al Oeste de la actual Ciudad de Tacuarembó, antes Villa San Fructuoso.
En 1960, el señor Estévez, ya anciano, al ser entrevistado por Silva Cabrera, declaró haber conocido a “Carlitos”... “Haciendo mandados de guricito por Curtina”.
Es importante aclarar que la localidad de Curtina, se halla ubicada a unos cuantos kilómetros al Sur de Valle Edén. Es muy posible que el chico recorriera esa distancia en carro, volanta o sulky e incluso que se alojara hasta finalizar con los mandados que se le encargaban en alguna estancia de la zona, tal como lo continuaron haciendo durante mucho tiempo (tanto en Uruguay cómo en Argentina) los chicos nacidos y criados en zonas rurales.

  Hacia el mes de marzo de 1890, cuando finaliza el mandato del general Máximo Tajes, toca a su fin el triste y lamentable período militar iniciado en 1876.
Durante estos desoladores catorce años de funestas dictaduras fue cuando surgió a la vida pública y se encumbró el coronel Carlos Escayola.
Ahora, ante los cambios que seguramente se avecinan en todo el Uruguay, una gran inquietud comienza a apoderarse del exhombre fuerte del Departamento de Tacuarembó al ignorar que posición ocupará en el futuro cuando se vaya normalizando la vida del país.

Berta y Minina

Entre los meses de mayo y junio de ese año (1890), Carlos Escayola advierte las relaciones sentimentales que unen a Berta y Romualdo, el tipógrafo del diario “El Heraldo”, periódico dirigido por Clelio Oliva, cuñado del Coronel, e incluso se entera que Berta se encuentra embarazada.
Escayola (refiriéndose al golpe que le dio a Minina Flor) amenaza a Berta con hacerla detener si es que no cumple con la condición de alejarse del lugar llevando con ella al niño nacido en la estancia “Santa Blanca” y que, desde hace algún tiempo, tiene a su cuidado.
Berta, amenazada de muerte, no debía revelar nunca el nombre de la madre de ese niño.
Por su parte, el joven Romualdo López, enfrenta el embarazo de Berta, recurriendo a su propio padre, en busca de ayuda, y éste amenaza a su hijo con quitarle la criatura ni bien nazca debido a la desordenada vida que lleva la futura madre.
Al mismo tiempo, Carlos Escayola deja de pagar el alquiler de la casa que Berta habita en 25 de Agosto y Treintaitrés, en Tacuarembó. Y así, ante tantos inconvenientes, totalmente desamparada, embarazada y amenazada con ser detenida, Berta decide alejarse de San Fructuoso con la idea de retornar a su Francia natal.
Berta se lleva al niño con la orden de hacerlo desaparecer no sólo de Tacuarembó sino también del Uruguay. Tengamos en cuenta que para la mentalidad y la situación que vivía el Coronel, era importante deshacerse de aquella criatura porque ahora se hallaba casado con la madre y él era el padre. Por todo ello es que Carlos Escayola le hace semejante propuesta a Berta quien, forzada por la situación que vive, acepta y viaja hacia Montevideo con el niño indocumentado.
En el libro “El tango y su rebeldía”, su autor, Andrés Chinarro, cuenta:
“Pepe Guerriero, flautista de la guardia vieja, me señaló hace muchos años con carácter de secreto, que doña Berta no era la madre de Gardel, sino su madre adoptiva...”

Los medios de transporte

Los viajes, por el interior de la República Oriental del Uruguay, por lo general, se hacían, por aquellos años, en carruajes cerrados de cuatro ruedas, tirados por dos caballos. Estos vehículos eran destinados al transporte de pasajeros y podían llevar hasta seis personas con sus equipajes. Si bien estos coches tenían cierta elegancia estética, el andar denotaba una gran rusticidad y dureza en su construcción. En efecto, en lugar de elásticos, el habitáculo en que se alojaban los pasajeros se encontraba montado sobre cuatro lonjas gruesas y anchas de cuero, una al lado de cada rueda; estos soportes de cuero recibían el nombre de sopandas.
Las cuatro sopandas le otorgaban a la carrocería una cierta movilidad con respecto a las ruedas que seguían las imperfecciones del terreno. El uso corriente de vehículos con tales características dio lugar a que, por extensión, se los llamara precisamente con ese mismo nombre: sopandas. Y así, comúnmente, se hablaba de viajar en sopanda o abordar (o tomar) una sopanda para ir a tal o cual lugar.
Tomando en cuenta lo reducido del país, los ferrocarriles, en el Uruguay no tuvieron un gran desarrollo, y mas aún en aquellos tiempos. De Montevideo a Tacuarembó hay algo mas de 400 Km. y el tren solamente llegaba hasta Paso de los Toros; pero además era cosa muy habitual que hicieran el itinerario con poca frecuencia y en forma irregular. Esto dio lugar, hasta bien entrado el siglo XX, a la permanencia de empresas dedicadas a llevar pasajeros, cargas generales, encomiendas y correspondencia, que funcionaban por medio del sistema de postas en las que se descansaba, se comía, se pasaba la noche o varias días (en caso de mal tiempo) y se renovaban los caballos por otros descansados para continuar el viaje que, desde Montevideo hasta Tacuarembó, en la época que estamos ubicados, solía durar alrededor de una semana; todo dependía del estado del tiempo y de los caminos. En las sopandas solían viajar generalmente las familias y las mujeres; los hombres solos, por lo general, cabalgaban utilizando las postas para descansar y renovar los caballos.
En Argentina, también existió el sistema de postas, aunque el vehículo más frecuentemente usado fue la diligencia, capaz de transportar una docena, o más, de pasajeros con sus equipajes, algunas encomiendas pesadas adicionales y gran cantidad de correspondencia. Estas diligencias, en general tiradas por seis o más caballos, solían cubrir largas distancias a gran velocidad, mientras que las sopandas al contar sólo con dos caballos, recorrían sus trayectos con cierta calma, tratando de conservar las energías.
Las postas argentinas estaban más alejadas entre sí y, este sistema, todavía en uso durante el período que estamos tratando, fue paulatinamente reemplazado por las líneas férreas.
En cuanto a las cargas pesadas, o de grandes dimensiones, eran trasladadas en enormes carretas tiradas por varias yuntas de bueyes (por lo menos tres) cubriendo grandes distancias (de 500 a 1.000 Km) y, llevando en arreo, una cantidad de bueyes, por lo menos, igual a los que iban uncidos para renovarlos todos los días.
En cambio, cuando se trataba de transportar elementos de menor tamaño y peso, el transporte que se utilizaba eran rústicos carros tirados por una sola yunta de bueyes siempre que el viaje no fuese muy extenso, por lo general, menos de 50 Km. Estos carros eran conocidos con el nombre de “carretones”.
“Carlitos” en Montevideo
Cuando Berta Gardes salió de Tacuarembó, llevando consigo al niño indocumentado del coronel Escayola y María Lelia, lo hizo con la aparente finalidad de viajar con él a Europa. Pero, al llegar a la capital uruguaya, tenía ya tomada la firme decisión de embarcarse sola hacia su país natal para que su hijo nazca en Francia. Por este motivo, intenta dejar al hijo del Coronel internado en alguna institución dedicada al cuidado y protección de la infancia. Sin embargo, Berta Gardes no puede lograr ese objetivo debido a que cuando pretende internar al pequeño en una organización oficial conocida como el “Consejo del Niño”, tropieza con serios inconvenientes ante la total ausencia de documentos y, tal vez, por sugerencia de algún miembro de la mencionada institución, Berta tramita desde la capital uruguaya un asentamiento parroquial en Tacuarembó que le permitirá obtener, cinco años más tarde, un certificado de identificación.
Ante la demora en las tramitaciones para obtener desde Montevideo el mencionado asentamiento parroquial en Tacuarembó, Berta Gardes deja el niño en manos de su amiga Anais Beaux, para que ésta continúe con las diligencias destinadas a su internación, y se embarca hacia Francia, donde desea dar a luz a su hijo.

Anais tutora de “Carlitos”

Anais Beaux (recordemos que se trata de una de las dos amigas con las que Berta Gardes llegó de Francia) se encuentra radicada en un conventillo del Barrio Sur de la Capital uruguaya donde vive con Fortunato Muñiz, un argentino que habrá de ser el compañero de toda su vida.
El testimonio fundamental de que aquel niño quedó radicado en Montevideo a cargo de Anais y Fortunato, lo dio la señora Juana Gil de Daneri, que era la esposa del dueño del diario “La Democracia” (de la República Oriental del Uruguay). Esta mujer, de profesión mo-dista, al comenzar la década de 1960, ya nonagenaria, le contó a Sil-va Cabrera que atendió muchas veces a Berta quien le había confesado estos hechos aunque sin aclararle nunca que Gardel no era hijo suyo.
Todo parece indicar que Anais Beaux no estaba de acuerdo con Berta Gardes acerca de la idea de internar al pequeño en la por entonces muy prestigiosa institución oficial llamada “Consejo del Niño”.
Este desacuerdo se deduce fácilmente por la actitud que asume Anais; cuando Berta se embarca: no interna al niño y lo tiene a su cuidado esperando el regreso de su amiga.

Nace Charles Romuald Gardes

Tas la muerte del cantor, Berta Gardes declaró al periodismo que en aquel viaje a Europa la acompañaba el futuro padre de la criatura. Lo extraño es que cuando el niño nació haya sido anotado como hijo natural, circunstancia ésta que torna más que dudosa su declaración. Lo cierto es que el hijo de Berta, según consta en el “Acta de Nacimiento”, llega al mundo en Toulouse, Francia, el día 11 de diciembre de 1890 y de inmediato es anotado, como hijo de padre desconocido, con el nombre de Charles Romuald Gardes.
El mismo día en que el niño nació fue bautizado, figurando, erróneamente, en el “Acta de Bautismo”, como fecha de nacimiento el día 10 de diciembre. Esta confusión entre 10 y 11 de diciembre, muy posiblemente se deba a que el parto se produjo a las dos de la mañana del día 11 y al bautizarlo se hayan tomado las dos primeras horas de ese día como pertenecientes a la noche del día anterior. Era éste un error frecuente por aquellos tiempos.
En la actualidad, para poder afirmar que Charles Romuald Gardes y Carlos Gardel son una misma persona, en lugar de una copia fiel del “Acta de Nacimiento”, se muestra una copia literaria del Acta de Na-cimiento para no poner en evidencia que en el libro de actas no se asentó aún la fecha de su defunción. Y esta falta no es por un descuido del Registro de las Personas de Francia. La fecha de defunción no figura sencillamente porque para Francia, Carlos Gardel no es Charles Romuald Gardes de quien, hasta el día de hoy, se desconoce cuando y donde falleció.
Las copias literarias
Es muy importante dejar bien en claro que una copia literaria es aquella en la que se transcriben los datos de un documento, generalmente el mismo día en que es solicitada.
De esta manera, si bien nos confirman, en este caso, el nacimiento de Charles Romuald Gardes, no podemos enteramos de otros datos que pueden llegar a ser muy importantes y quedan ocultos. Por ejemplo, con una copia literaria del “Acta de Nacimiento” de Charles Romuald Gardes nos queda oculto que la fecha de defunción del mismo no figura anotada en el margen del documento original. Y no figura porque para Francia, Charles y Carlos, como ya dijimos, no son la misma persona. Si lo fueran, tal como lo pretende la Historia Oficial de Argentina, en lugar de una copia literaria del Acta debería ser exhibida una copia fiel donde debería constar la fecha de fallecimiento.
De ser así se podría (para completar la investigación) obtener también el “Acta de Defunción” en la que se establece que Charles Romuald Gardes, nacido en Toulouse el 11 de diciembre de 1890, murió en Medellín el 24 de junio de 1935.
Es cosa muy común y corriente que las publicaciones tendenciosas, cuando hablan de Gardel, no muestren jamás la copia del Acta de Nacimiento de Charles Romuald Gardes para no poner en evidencia lo que estamos comentando.
Los escribas de la Historia Oficial, para demostrar (lo indemostrable) que Gardel es francés, auto-titulándose investigadores, sin conocer nada sobre metodología de la investigación, solicitan en el Registro Civil de Toulouse una copia literaria como la que se muestra en la ilustación que sigue, en este caso, fechada el 6 de febrero de 1965.
Este, u otros certificados similares solicitados en distintas fechas, son presentados al público lector como si se tratara del “Acta de na-cimiento” del cantor. Debido a que rara vez alguien se pone a leer la escritura de esta supuesta “prueba”, y menos aún en francés. El hombre común cree que se trata de un documento importante sin sospechar, ni por asomo, que ha sido vilmente engañado.
Tras la muerte de Gardel, ni bien se le cambió la nacionalidad, fueron frecuentes los engaños, ocultamientos y falsificaciones.


Foto de Armando Lofiego.
Acta de nacimiento del francés Charles Romuald Gardes

lunes, 20 de abril de 2015

LOS ORÍGENES DE CARLOS GARDEL. Capítulo III.

 El presidente de la Nación visita Tacuarembó

En 1885 el Jefe Político de Tacuarembó, Carlos Escayola, invita al presidente de la República Oriental del Uruguay, general Máximo Santos, para que visite el Departamento a su cargo. Según los relatos efectuados por el historiador tacuaremboense Ramón González, que por aquel tiempo era un niño, la llegada a San Fructuoso del presidente de la Nación, que por otra parte era amigo personal de Escayola, produjo una gran conmoción entre los pobladores. Por la noche, se realizó una gran fiesta a puertas cerradas en “La Rosada”, uno de los dos lujosos cabarets de Villa San Fructuoso, propiedad de Carlos Escayola, donde se solían organizar reuniones y festejos a los que concurrían muchos caballeros de la clase alta de la región, luciendo sus levitas y lustrosas galeras de alta copa.

Cierre de la Compañía del Oro

En 1885, después de muchas gestiones y cabildeos, ante la casi repentina merma en la producción de oro, se provoca un grande y serio desconcierto entre los ejecutivos de la Compañía Francesa del Oro quienes ante tal circunstancia deciden finalmente suspender las actividades.
El fracaso de la empresa, cuyos directivos bajo ningún punto de vista esperaban un período de tiempo tan reducido en la producción del metal precioso, provocó serios y graves enfrentamientos entre los componentes de la planta directiva que terminaron en graves conflictos y pleitos en los tribunales de París; uno de los ejecutivos, Mister Chanlier, que fue condenado a prisión... acabó suicidándose.
Ya sobre el final de 1885, Villa San Fructuoso comienza a recuperar su habitual calma pueblerina y, aunque los trabajos fueron luego parcialmente reactivados por el técnico Samuel Fraser Owen con maquinarias mucho más modernas y efectivas, traídas de los Estados Unidos, ya nunca más se pudo restablecer la febril tarea minera y, en consecuencia, el ingeniero L’Olivier no mostró ningún interés por retornar a esas actividades.

La amistad de Gardel con Leguisamo y su madre

En tanto, aquel niño nacido en Valle Edén, que cuenta ya con dos años de edad aproximadamente, continúa a cargo de Manuela Casco, lavandera de la estancia “Santa Blanca”.
El cantor, ya famoso, no olvidó nunca a doña Manuela Casco a quien le hacía llegar dinero, como un acto de generosa gratitud, por su dedicación para con él en los primeros años de su vida. Al respecto, el periodista Erasmo Silva Cabrera dijo:
“No puedo omitir la confidencia que me hiciera inadvertidamente la señora Blanca Alonso. No hablábamos de Gardel; el tema era los tiempos de nuestra infancia, los recuerdos de nuestros padres.
Recordó que el suyo se llamaba Jacinto Alonso, que había nacido en San Gregorio de Polanco y que durante muchos años fue dueño de un almacén de ramos generales en la estación Pampa del Departamento de Tacuarembó, que aún persiste. Por allí (rememoró) solía pasar Irineo Leguisamo, portador de los dineros que Gardel le enviaba regularmente a una viejecita del lugar. (...) Su padre siempre comentaba la generosidad de Gardel para con quien -según se decía- lo había criado o tal vez fuera su madre”.
Ya hemos comentado que Gardel conoció a Leguisamo y a su madre al mismo tiempo cuando el futuro jockey era un niño muy pequeño. Según el investigador Silva Cabrera a partir de ese día nació una gran amistad entre los tres y a través de las conversaciones que este periodista mantuvo con la mamá del luego famoso jinete, había existido una gran comunicación. No me constan las conversaciones o diálogos entre el mencionado reportero y la mamá de Irineo, pero me llama mucho la atención el hecho de que Silva Cabrera llegara a creer que Leguisamo era hijo de Carlos Gardel, conclusión que hizo pública en uno de sus libros.
El jockey se solía enojar mucho con su madre a raíz de los comentarios que ésta hacía dando lugar a pensar, o al menos sospechar, que la relación entre Gardel y ella iba más allá de una profunda amistad.
Es muy posible que ante esta circunstancia Leguisamo, cuando tras la muerte de Gardel era reporteado, declarara siempre que conoció al cantor en un hipódromo al poco tiempo de iniciar su carrera en el turf.

El coronel Escayola

Durante el gobierno de Máximo Santos (1882-1886), gobierno ejercido despóticamente contra los opositores, abundaron los asesinatos, las torturas y las proscripciones a punto tal que estallaron varios motines y levantamientos subversivos que finalmente culminaron con la revuelta de “El Quebracho” (sobre el arroyo del mismo nombre en el Departamento de Paysandú), brutalmente sofocada el 31 de marzo de 1886.
Pocos días antes, el 5 de marzo, por designación de Máximo Santos, Escayola recibió el rango militar de coronel. El Presidente le pagaba así a su amigo, que no tenía rango de ninguna clase, ni era tampoco militar, el apoyo que siempre le había brindado. De manera que, además de ser el Jefe de Policía de Tacuarembó (debido al cargo de Jefe Político que ejerce desde hace 10 años), Escayola comienza a tener también cierta influencia dentro de las instituciones militares. Ahora, con el cargo de coronel, se muestra mucho más duro, autoritario e inflexible y dueño de vidas y bienes, como los señores feudales de la antigüedad.
De inmediato, puso al frente del diario “El Heraldo” a Clelio Oliva, su cuñado, para que lo defienda de los ataques del diario “El Comercio” exaltando sus gestiones como gobernante del Departamento de Tacuarembó.
En septiembre de 1886, son apresados dos enemigos de Escayola, los hermanos Royano, que fueron víctimas de una maquinación preparada por el propio Coronel para eliminarlos: dejó que los Royano escaparan y luego, aplicando lo que por entonces se conocía como la “Ley de Fuga”, son perseguidos y baleados, provocando una gran conmoción en Villa San Fructuoso.
Atentado contra Santos
Las denuncias que desde la oposición se fueron haciendo, dieron lugar a que el Juez letrado, Sr. Loriente, abriera un nuevo expediente condenando la corrupción, el poder sin límites y las injusticias. Expedientes que, por influencia de Santos, caían en el olvido si es que no desaparecían.
El 17 de agosto de 1886, el general Santos, es invitado a una función de gala, en el Teatro Cibils de la ciudad de Montevideo, por la soprano italiana Eva Tetrazzini (1862-1938) que protagonizaba la ópera “La Gioconda”. Cuando Santos va a ingresar al teatro, el teniente Gregorio Ortiz le disparó un tiro a quemarropa, destrozándole el rostro al Presidente, aunque salvó su vida. Ortiz intentó huir a pie pero, a las pocas cuadras, ante la evidencia de que iba a ser alcanzado, se suicidó pegándose un tiro en la cabeza.
Tres meses más tarde, el 18 de noviembre, el Presidente Santos presenta su renuncia y diez días después, el 28, se embarca rumbo a Europa con el propósito de atender su grave estado de salud.
El alejamiento de Santos, deja al coronel Escayola sin respaldo.
A partir de entonces, el extenso período militar padecido por la República Oriental del Uruguay, tras largos años de penurias por las dictaduras militares, va llegando a su fin debido, fundamentalmente, al lógico desgaste que sufre toda organización dedicada a algo que no es lo específico para su existencia. Así lo alcanza a entender el sucesor de Santos, general Máximo Tajes (1852-1912), quien en forma gradual comienza a reducir el autoritarismo reinante para dar lugar a la intervención de los partidos políticos que, a partir de marzo de 1890, iniciarán una larga sucesión de gobiernos civiles.
Durante el gobierno de Máximo Tajes fueron reanudadas las varias veces interrumpidas investigaciones sobre autoritarismo y corrupción consiguiendo el Juez reunir una gran cantidad de pruebas y testimonios que le permitieron volver a retomar el proceso contra Carlos Escayola.
El expediente había sido “cajoneado” por el general Máximo Santos y, habiéndose verificado gravísimas irregularidades, el presidente Tajes decide la separación del coronel Carlos Escayola de los cargos de Jefe Político y Jefe de Policía del Departamento de Tacuarembó en enero de 1889.

Mateo Parisí

En 1886 contrae enlace Clarita, la hija mayor del coronel Carlos Escayola y de su primer esposa, Clara Oliva.
Durante los festejos de la boda con Julio Netto, hijo de Elodina Escayola (por entonces, el casamiento entre primos, en las clases altas, era cosa muy frecuente), aprovechando la misma velada, se celebra también el compromiso nupcial entre Amabilia (hermana de la anterior) y el abogado Mateo Parisí (1855-1937).
A partir de entonces, este abogado uruguayo y descendiente de una familia de origen francés, se encargará de todos los asuntos legales de la familia.

Fallece Blanca Oliva

Ya por entonces, había comenzaba a decaer muy notablemente la salud de Blanca Oliva quien, a pesar de los cuidados que le prodigaban, envejecía prematuramente y en forma cada vez más acelerada. Finalmente, el 31 de diciembre de 1886, tras una penosa agonía Blanca fallece quedando, Escayola, viudo por segunda vez.
Blanca Oliva, al morir, contaba con 37 años de edad y dejaba seis hijos: Natalia (nacida en 1874), María (en 1875), Héctor (en 1877), Blanca (en 1878), Oscar (en 1881) y Washington (en 1883). Este último era el ahijado del general Máximo Santos.

Manuela Casco

Desde el mismo día de su nacimiento, por disposición de Carlos Escayola, “Carlitos” estuvo en manos de Manuela Casco, la lavandera de la estancia “Santa Blanca”, para que lo cuide.
El niño crecía cada vez más apegado a su cuidadora que era a su vez amiga de María Lelia y la mantenía al tanto de la evolución de su hijo. Escayola, por su parte, no veía bien la conexión existente entre madre e hijo a través de la cuidadora y por tal motivo, en 1886, dispone que el niño pase a manos de Berta, planchadora de la estancia, que siempre fue rechazada por María Lelia, rechazo que le aseguraba al Coronel la rotura del vínculo entre madre e hijo.
Es importante destacar que ninguno de los integrantes de la familia Escayola-Oliva, se hallaba dispuesto a reconocer, como solía ser habitual por esa época, a aquel niño como a un miembro más de dicha familia. La aceptación, según los prejuicios de entonces, sería involucrarse en el vergonzoso escándalo que con tanta preocupación trataban de ocultar. Ninguno se interesaba por lo que pudiera sentir María Lelia. Para todos, ella nunca había parido.
Aquellos primeros años de vida fueron para “Carlitos”, por su relación con Manuela Casco, de afirmación afectiva, pero esta unión fue rota en forma abrupta. Y esto se manifestó en Gardel, ya adulto, a través de una personalidad con profundos períodos de tristeza y angustia según las declaraciones de aquellos que lo conocieron bien de cerca.
La vida sentimental del cantor revela la búsqueda incesante de una mujer (la madre perdida) sin poder entablar una relación verdadera y definitiva. Todas sus relaciones tenían un solo fin, el desahogo sexual. De ahí en más se hacía evidente su “incapacidad de entrega” para amar verdaderamente.

  Carlos Escayola decide retirar al niño de la estancia “Santa Blanca” y traerlo con Berta al pueblo debido a que nadie, de su círculo familiar, quería pisar la estancia. “Carlitos” sale de “Santa Blanca” pero, junto con él, va Manuela Casco, que ya no quería desprenderse del niño y el niño tampoco de su tutora. Ante tal circunstancia Escayola opta por alojar a Manuela y al niño en una casa de piedra que les alquila ubicada en las calles Artigas y Zabala, de Villa San Fructuoso.
Poco tiempo después, Berta también abandona la estancia y se radica en una casa que le alquila Carlos Escayola, ubicada entre las calles 25 de agosto y Trentaitrés, en la zona céntrica de San Fructuoso y no repara en gastos.

Berta no maneja dinero, pero tiene cuentas corrientes en varios negocios para comprar todo aquello que necesite. Así lo testimonió el señor Joaquín Diego Roca quien, después de la tragedia de Medellín, cuando aún nadie decía que Gardel era francés, comentó que… “Hasta hacía muy pocos años se había conservado en el almacén de su padre la libreta de aquella mujer, costeada por Escayola”.

El padre de Joaquín Diego Roca estaba asociado a otro notable comerciante de Tacuarembó, el señor Roura, y el comercio que ambos explotaban era conocido como “Almacén Roca-Roura”.
Berta Gardes comienza a trabajar en el cabaret “La Rosada” donde, desde un comienzo las relaciones entre ella y Minina Flor son de suma tensión.

Minina le encomienda a Berta la tarea de planchadora y no le permite el trato directo con el público. Sin embargo Berta logra su propósito y ese mismo año pasa a integrar el plantel del personal femenino a cargo de los invitados. Para ello tuvo que negociar con Escayola el hacerse cargo de la tutoría de “Carlitos”.

Para esta época, los “amores” entre Berta y el coronel Escayola son comentados por todo Villa San Fructuoso y éste le contrata a Berta una sirvienta para que cuide al niño durante las horas en que ella, por las noches, trabaja en el cabaret.

“CARLITOS”

En el año 1887, el coronel Carlos Escayola adquiere una nueva estancia a la que bautiza con el nombre de su primer esposa, “Santa Clara”.
Recordemos que “Carlitos”, el hijo adulterino del Coronel y María Lelia había nacido en la “Santa Blanca”; recordemos también que María Lelia, a esta altura de los acontecimientos, cuenta ya con 18 años de edad y que el nacimiento de este niño, que ya tiene alrededor de cuatro años, no ha sido anotado en el Registro Civil.
Al mencionado niño, por el simple hecho de ser el hijo del coronel Carlos Escayola (aunque nadie se anima a hablar abiertamente sobre el espinoso asunto), todos aquellos que conocen los pormenores de su origen, lo llaman “Carlitos”.

BENITO RECANATTI

Ese año (1887), Escayola se pone en contacto con el escultor Italiano Benito Recanatti con el fin de encargarle un busto con la imagen de su segunda esposa. El mencionado escultor, una vez terminada la obra, habrá de viajar desde Italia al Uruguay para entregarlo personalmente y supervisar además su colocación ya que el Coronel ha dado la autorización para que se levante el panteón que aún hoy se encuentra próximo a la entrada del cementerio de Tacuarembó.
Tras la travesía marítima, Benito Recanatti toma el tren en Montevideo hasta el final del recorrido, que por entonces era Paso de los Toros, y desde allí, viaja en sopanda hasta Villa San Fructuoso.
LAS PROPIEDADES DEL CORONEL
La estancia “Santa Clara” (y algunas veces también la “Santa Blanca”), es usada por Escayola como lugar de reclusión clandestina de sus enemigos políticos. Estas dos estancias son inversiones efectuadas con el creciente capital logrado, mientras acumula poder en sus funciones públicas. Incluso, recordemos que también es de su propiedad el famoso cabaret, instalado en Tacuarembó, dotado de escenario, pista de baile, sala de juegos y prostíbulo, conocido como “La Rosada”, donde los franceses que trabajaban en la “Compañía Francesa del Oro del Uruguay”, y otros aventureros que llegaban en busca de riquezas, tenían su reducto de diversiones nocturnas.
En la “Santa Blanca”, que era la estancia más visitada por Escayola, se organizaban grandes festejos con fines políticos y electoralistas.
Ramón González (1875-1961), importante escritor, historiador y periodista uruguayo, oriundo de Tacuarembó (uno de sus libros de textos se usó durante años en las escuelas de Tacuarembó) le comentó al periodista Erasmo Silva Cabrera sobre el coronel Escayola:
“Al igual que toda la familia (hermanos, hijos y sobrinos), era un entusiasta de la guitarra y, en la estancia, en rueda de pericones y gatos que organizaba con los peones, cantaba versitos con mucho gracejo acompañándose siempre con su guitarra”.

LA DOCUMENTACIÓN DE GARDEL

Es importante destacar que 1887 es el año que Gardel adoptará en toda su documentación legal (y tramitaciones, y compromisos formales) como año de su nacimiento a partir del 8 de octubre de 1920 cuando obtenga su “Registro de Nacionalidad Uruguaya” (expediente Nº 10.052) en que ha de expresar al amparo de su libre voluntad, y personalmente, su origen uruguayo en total acuerdo con la Ley de Organización Consular del 21 de mayo de 1906 y su reglamentación del 17 de enero de 1917.
Observando el mencionado documento, se puede comprobar que el cantor no sólo expresó su condición de ciudadano uruguayo sino también ser hijo de Carlos, uruguayo, fallecido, lo que para entonces (1920) era cierto, y de María, de la misma nacionalidad y fallecida, lo que también era real. Al no contar con la Partida de Nacimiento u otros documentos que prueben fehacientemente su identidad, su declaración debió ser avalada por dos testigos uruguayos, éstos fueron Juan Laguisquet (un funcionario policial) y José Razzano (por entonces compañero del Dúo Gardel-Razzano).
Es en esta circunstancia que el cantor aprovecha para quitarse algunos años aunque, él mismo, nunca supiera exactamente cuantos. Uno de los testigos, José Razzano, que siempre afirmó que Gardel era uruguayo, luego de la muerte del cantor, tras largas y reñidas disputas con Armando Defino, comenzó a decir que Gardel era francés.

Iguales datos acerca de su nacionalidad uruguaya figuran cuando el 13 de diciembre de 1932, por intermedio del Consulado Argentino en Niza (Francia), Carlos Gardel obtiene el pasaporte N° 02421, último documento tramitado en vida por el cantor y hallado con quemaduras entre sus ropas. En el mencionado documento se puede leer:

“Apellido y nombre del portador: Carlos Gardel. Nacionalidad: Argentina, naturalizado. Nacido en Tacuarembó. Uruguay. Día: 11 de diciembre de 1887. Domiciliado actualmente en Niza”.

En la hoja siguiente, aparecen la fotografía y la firma del cantor. Éstos, y otros documentos, sin explicación alguna, fueron tasados como falsos por quienes quieren a toda costa que Gardel sea francés. Sin embargo, hasta el día de hoy, el Estado Argentino no halló motivo para considerarlos ilegales. Esto significa que la Nación Argentina por un lado, al no haber hecho nunca objeción alguna, reconoce como legal la documentación del cantor y por otro lado acepta la naciónalidad francesa declarada en un testamento, a todas luces fraudulento, presentado por Armando Defino. Con esta dualidad, mí país (Argentina) pone en evidencia el fraude cometido contra el fisco con el fin de que la herencia vacante de Carlos Gardel quede en manos de la mujer que lo recogió en su infancia haciéndolo pasar por el verdadero y desaparecido hijo de ésta: Charles Romuald Gardes. Pero nadie vaya a creer que Armando Defino se arriesgó a realizar esta operación de bondadoso que era… para que la vieja no quede en banda… no. Entre ambos arreglaron, mediante un testamento, que Defino sería el heredero de todos los bienes de la vieja cuando ella muriera.

Por más que los medios de información continúen, aún hoy, batiendo el parche de la fraudulenta nacionalidad francesa de Carlos Gardel, nuestro país cometió la torpeza de aceptar dos identidades para una misma persona durante el corrupto gobierno del general Justo.

1887

El 15 de julio de 1984, para el periódico “Tiempo Argentino”, en un reportaje realizado por Osvaldo Ardizzone, Isabel del Valle declaró que tenía 14 años cuando conoció a Gardel agregando: “Me llevaba 20 años justitos”.
Si tenemos en cuenta que Isabel nació en 1907, es fácil deducir que se conocieron en 1921; que Gardel, 20 años mayor, tenía 34 años y, en consecuencia, el año de nacimiento del cantor, era el mismo que estableció en toda su documentación: 1887. Esto coincide con una carta que Carlos Gardel le escribió a José Razzano desde España, en la que le pedía que hablara con Isabel para terminar con la relación sentimental que los unía porque él no se animaba a encarar la situación:
“En tocante a Isabel, vos tenés que arreglar este asunto en cualquier forma. Vos habrás hablado con mi vieja y seguramente comprenderás que no puede ser. Primero está la voluntad de mi mamá pues como comprenderás soy su único hijo y por lo tanto su consuelo y compañero y en cambio ella tiene su familia, es joven y tiene mucho porvenir, en cambio yo voy a cumplir 40 años y además yo tengo espíritu de dar vueltas todavía y que, en esta forma, no le resulto y por lo que es más serio, que a mi vieja no le gusta su modo de ser, que vos mismo se lo harás comprender”.
Aunque la carta (como es habitual en la correspondencia de Carlos Gardel) no ha sido fechada, se sabe, de todas maneras que corresponde al 11 de noviembre de 1927 porque en otro pasaje de la misma, el cantor hace el siguiente comentario:
“Te escribo a dos días de mi debut en Barcelona”, debut que se produjo el 13 de noviembre de 1927.
Si a fines de ese año Gardel dice “voy a cumplir 40 años”, es porque tomó como referencia el año 1887, que hizo figurar en toda su documentación, como año de su nacimiento.
Máximo Sáenz fue un escritor y periodista uruguayo muy popular en Argentina y Uruguay en la década de 1920, sobre todo escribiendo crónicas hípicas costumbristas bajo el seudónimo de Last Reason en el diario Crítica y en la revista El Gráfico, ambas publicaciones de Buenos Aires y muy difundidas en Argentina.
Este periodista ha dejado un testimonio interesante que determina a 1887 como el año de nacimiento del cantor. Efectivamente, a menos de veinte días de la muerte del cantor, para la por entonces muy importante y difundida revista (ya desaparecida) “Leoplán” de Buenos Aires, en su edición correspondiente al día 10 de julio de 1935, comentó:
“Un día, hace ya cinco años (es decir, en 1930), en una fiesta de amigos, le pregunté (la edad). 43... sin grupo... Me estoy haciendo viejo”, fue la respuesta dada por Gardel que, como siempre se supo, vivía permanentemente preocupado por su aspecto físico y por su edad.
En la edición del 20 de julio de 1936 de la revista “Novela” (ya desaparecida), José Razzano, el compañero del memorable dúo con Gardel, le manifiesta al periodista que fue a entrevistarlo con motivo del primer aniversario del accidente de Medellín, refiriéndose a la edad del gran cantor:
“A propósito de su edad debo advertirle a usted, contra lo que actualmente se dice, que Gardel nació el 11 de diciembre de 1887 y que era 10 meses menor que yo”.
Hay muchos otros testimonios que lo dan al cantor como nacido en 1887. Para no extendernos demasiado, vamos a mencionar sólo algunos de los más claros e importantes por tratarse de testimonios brindados por gente que conoció y trató muy de cerca al cantor.
Así, por ejemplo, el maestro director Terig Tucci (1897-1973), que acompañó a Carlos Gardel al frente de su orquesta en todas las películas y grabaciones llevadas a cabo en la ciudad de Nueva York durante los años 1934 y comienzos de 1935, en su libro titulado “Gardel en Nueva York”, dice: “En 1935 Gardel tenía, según él mismo, 48 años de edad”.
La misma referencia al ya mencionado año 1887 se puede apreciar en la popular revista “Antena”, en su edición correspondiente al 18 de marzo de 1933, donde, en un reportaje que se le hizo al cantor, éste declara:
“Tengo 45 años. Así pues, me encuentro en la mejor edad ya que ella es la que señala la plenitud de las facultades artísticas”.
Por otra parte su colega y amigo, el cantor Ignacio Corsini, que había nacido en el año 1891, declaró que Carlos Gardel, en una oportunidad en que se hallaban conversando acerca de las edades, le dijo textualmente: “Soy cuatro años mayor que vos” con lo que nuevamente, como es fácil deducir, surgió la referencia, por parte de Gardel, al año 1887, es decir, al año que legalmente había adoptado como año de su nacimiento.
Existe otro documento de cierta importancia que Gardel obtuvo en París el 16 de marzo de 1931 para poder cantar en Francia pues, sin esa autorización (que es conocida como Carta Lavable), al ser extranjero, no podía trabajar en aquel país.
En el mencionado documento, el cantor declara ser uruguayo, nacido en Tacuarembó, el 11 de diciembre de 1887, e hijo de Carlos, nacido en Salto, Uruguay, lo cual no es cierto porque Carlos Escayola, según hemos comentado oportunamente, era oriundo de Montevideo; no obstante, esta referencia podría ser considerada como un error del cantor.
Lo que no se puede considerar un error es que haya declarado además ser hijo de María Martínez, nacida en Mendoza. Este insólito dato motivó una infructuosa búsqueda por la ciudad de Mendoza entre los descendientes de las María Martínez de aquella época por parte del investigador Erasmo Silva Cabrera, con la finalidad de disipar las dudas a que pudiera dar lugar pues, aunque se desconocen los motivos que el cantor pudo haber tenido para dar lugar a la declaración de ese nombre, todo hacía suponer, naturalmente, que había falseado el nombre materno y en lugar de declarar María Oliva nacida en Tacuarembó expresó María Martínez nacida en Mendoza.

ESCAYOLA EN BUSCA DE SU TERCER MATRIMONIO

En 1888, el coronel Carlos Escayola, viudo por segunda vez desde el año 1886, decide contraer enlace en terceras nupcias. Su nueva esposa habrá de ser María Lelia Oliva, la menor de las hermanas Oliva, aquella con la que, alrededor del año 1883, según ya hemos relatado ampliamente, Escayola había tenido aquel niño cuyo nacimiento nunca fue denunciado. Aquel hijo adulterino, para cuando Carlos Escayola decide contraer enlace por tercera vez, contaba ya con alrededor de cinco años de edad.
La Iglesia Católica, que poseía un gran predicamento sobre las costumbres y tradiciones de aquella época, no permitía la unión matrimonial entre personas emparentadas no sólo biológicamente, sino también vinculadas espiritualmente. Por este motivo, cuando se presentaba un caso con tales características, era cosa indispensable tramitar, y obtener, un permiso especial por parte de la Iglesia. La mencionada institución religiosa, tras estudiar el caso, podía o no conceder la aludida autorización de la boda.
Entre el Coronel y María Lelia existía un lazo espiritual muy grande: eran padrino y ahijada respectivamente; de ahí la necesidad de solicitar, por parte de los futuros contrayentes, la mencionada autorización eclesiástica.
Ese año (1888) se casa con su primo, Julio Netto, la hija mayor del primer matrimonio de Escayola de nombre Clara igual que su madre.

FROILÁN AGUILAR

Cuando Carlos Gardel se encontraba conversando entre gente de su confianza, y muy especialmente entre sus compatriotas, solía comentar, con relativa frecuencia y cuando salía el tema debido a la curiosidad de alguno, ser descendiente de un militar.
Todo hace suponer que el cantor algo debió hablar al respecto con su guitarrista José María Aguilar (también uruguayo) porque el hermano de éste, Froilán Aguilar (1896-1974), también guitarrista y uruguayo, cuando en 1962 recibió en su casa la visita de los investigadores Horacio Loriente y Erasmo Silva Cabrera, con mucho cuidado y una gran cautela, no sólo comentó que el gran cantor había nacido en el Departamento de Tacuarembó sino también que su padre había sido un militar.
Pero, Froilán Aguilar estaba convencido de buena fe que la madre del cantor era Berta Gardes. Es importante aclarar esto, porque muchos allegados al cantor, aún sabiendo que era hijo de un militar, solían creer con frecuencia que también lo era de doña Berta pues, el cantor, nunca confesó claramente y en la intimidad sobre quien era su madre. Solamente hizo vagas referencias, en especial durante su infancia y adolescencia, negando que Berta Gardes fuera su madre.
Con respecto al estudioso e investigador Horacio Loriente (que conoció y trató a Erasmo Silva Cabrera) quiero, a manera de homenaje, comentar que en mi juventud yo era un ávido lector de las columnas que publicaba en una revista de Buenos Aires dedicada al tango, si no recuerdo mal, en la revista “Cantando”. Y cuando tuve una audición radial, a raíz de un amigo en común, comencé a tener intercambio de datos y opiniones por carta e inclusive (ya anciano) fui a visitarlo a su casa en Montevideo y muchas de las cosas que aquí cuento las he aprendido con él.
 (CONTINUARÁ)


Foto de Armando Lofiego.
Horacio Loriente y Armando Lofiego

viernes, 10 de abril de 2015

LOS ORÍGENES DE CARLOS GARDEL. Capítulo II.

Nace Carlos Gardel


Tenemos ya un panorama claro del ambiente social, laboral e inclusive político que se vivía en el Departamento de Tacuarembó. Panorama que en la misma medida que vayamos avanzando con esta historia iremos completando y ampliando cada vez más.
En medio de las circunstancias que se vivían en Tacuarembó y zonas adyacentes se destacaba la personalidad de Carlos Escayola; un hombre de aspecto elegante y de carácter fuerte, lindando casi con lo despótico por su carácter dominante, tanto en el poder político como en el seno de su propio hogar.
Entre los pobladores de la zona, en ese tiempo era lo que se dice un hombre importante. Inclusive en Tacuarembó hay hoy una calle que lleva su nombre.
Pero en la intimidad de su vida privada era un personaje muy particular, en primer lugar porque era muy proclive a las aventuras amorosas, como solían serlo casi todos los hombres de cierta fama o nombradía por aquella época. En general era un hombre muy seductor y eso le valía el gran éxito que tenía no solamente entre las mujeres de Tacuarembó sino además entre la población femenina de Montevideo y de Buenos Aires.
Por otra parte era un hombre muy generoso con sus amantes, a punto tal que a lo largo de su vida fue dilapidando la mayor parte de su fortuna complaciendo los gustos y caprichos de muchas de sus mujeres. Sus biógrafos e historiadores han coincidido siempre en calcular que llegó a tener alrededor de 50 hijos naturales.

Pero este hombre poseía además interesantes y definidas inclinaciones artísticas; algunas de ellas se hallaban orientadas hacia la música, las cuales hicieron que fuera un discreto ejecutante de la mandolina y del piano; en tanto, otras predisposiciones lo impulsaban hacia las actividades teatrales, motivo que lo llevó a dirigir algunos conjuntos vocacionales e inclusive hasta a participar como actor en algunas representaciones teatrales. Hacia el año 1880 llevaba a cabo estas actividades como director y actor en un galpón ubicado en la calle Artigas, de Villa San Fructuoso.

Ocurrió que en 1883 (año más o año menos) Carlos Escayola mantuvo relaciones sexuales con su cuñadita María Lelia, dejándola embarazada. La niña, que según ya hemos visto era su ahijada, contaba por entonces tan sólo con 14 años de edad y, para ocultar el enorme escándalo que sobrevendría en la sociedad de aquel tiempo, tanto Escayola como la familia Oliva, escondieron a María Lelia en la estancia “Santa Blanca” donde permaneció recluida hasta el alumbramiento.
A raíz de este trágico acontecimiento, Blanca, la segunda esposa de Escayola y hermana de la niña, intenta suicidarse.
La joven investigadora María Selva Ortiz, en su libro “El silencio de Tacuarembó”, publicado en 1995, cuenta que su abuela Bárbara Calcagno de Ortiz, nacida en 1897, le contaba:

“Yo iba todas las tardes a aprender a bordar con la hija de Mariquita Piquillen de Machado, y un día hablando ella nos contó de las relaciones del Coronel con Juana Sghirla... también (nos contó) que siendo muy joven María Lelia había tenido un hijo de su padrino y que la habían llevado a la estancia ‘Santa Blanca’ a tenerlo... Mi abuela siguió contándome -dice ahora María Selva Ortiz- que cuando llegó a su casa, se lo contó a su tía que quedó muy enfadada con Mariquita ¡Como va a estar removiendo esas historias! Comentó indignada la tía. Su tía era muy amiga de la familia Oliva-Sghirla y además su esposo era masón, igual que el Coronel.
Mi abuela cree recordar que tenía alrededor de 13 años y Mariquita ya era una señora mayor, que tenía fama de conocer las historias de todo lo que sucedía en la Villa”.

La estancia en la que María Lelia quedó confinada hasta el nacimiento del niño se encuentra ubicada en Valle Edén, localidad que se halla a unos 10 Km. al Suroeste de la ciudad de Tacuarembó correspondiente a la segunda sección judicial y originariamente era, propiedad de Gervasio Netto, cuñado de Escayola, ya que este estanciero en 1865 se había casado con la menor, y única mujer, de los tres hermanos de Carlos Escayola: Elodina Escayola (1847-1890).

Las madres solteras


Tal como ocurre hoy, las madres solteras inscribían a sus hijos con su propio apellido; pero este niño no fue anotado y, en consecuencia, no existe documento que certifique su llegada al mundo.
Por entonces, las madres solteras o abandonadas por sus hombres, eran más frecuentes que en la actualidad pues, aunque resulte increíble, para muchos hijos, el padre era una figura más imaginaria que real. Los varones criados sin la figura paterna formaban con la madre una pareja simbiótica, como lo muestran las canciones antiguas donde la “viejita” era todo. La mayoría de los hijos varones sin padre, desarrollaban sentimientos, muchas veces, tan confusos que llegaban a comparar el amor de la madre con el amor de la mujer. Cuando oímos en viejos tangos expresiones como “te quiero mas que a mi madre” o cosas por el estilo, no significa que el autor escribió una tontería, sino que el personaje de la letra es uno de los tantos hombres formados sin padre. De hecho, puede observarse la ausencia del padre en casi todas las canciones de esos años. El padre, en la canción rioplatense comienza a asomar a partir de la década de 1940. Si lo hubo antes, fue sólo en forma muy excepcional. Esta ausencia era cierta en la vida real. De ahí los problemas afectivos de muchos varones de entonces. No ocurría lo mismo con la mujer que crecía con el ejemplo de la actitud femenina de la madre ante la vida. Por ello, difícilmente a una mujer le pasara por la cabeza la idea de decirle a su hombre “te quiero mas que a mi padre”.
Independientemente de la calidad de las letras (que a veces dejan bastante que desear) es importante estudiar los testimonios que dan las canciones populares sobre la vida y la intimidad de cada pueblo y de cada época. No hay documento más valioso ni testimonio más importante que el de la música popular cuando se quieren conocer valores y problemas de una sociedad a través de su Historia.


Aquel niño cuyos padres fueron Carlos Escayola y María Lelia Oliva, una niña de 14 años, nacido a causa de una relación incestuosa, con el paso de los años sería el extraordinario cantante popular Carlos Gardel y pasearía por el mundo las canciones, la música y la cultura de ambos lados del Plata.



 Valle Edén


El Valle Edén forma parte del entorno de la Sierra de los Tambores. Los cerros albergan gran cantidad de especies de aves, destacándose las calandrias, los dormilones y los zorzales; estos últimos, muchas veces, han llegado a ser una verdadera plaga. El hecho de que Gardel, siendo muy jovencito, casi un niño, haya cantado por esos lugares fue lo que motivó el apodo de “zorzalito”, en alusión al ave que poblaba abundantemente aquella zona. En efecto, el gran cantor cuando niño pasaba el tiempo cantando en cuanta oportunidad se le presentaba. A veces, cuando se encontraba en el poblado y los mayores lo invitaban a cantar lo llamaban: “¡vení zorzalito cantate algo”. Y el “zorzalito”, cuando comenzaba a cantar, no había forma de pararlo.
Cuando años más tarde, ya mozo y en Buenos Aires, se lo presentaron a Betinotti y éste lo oyó cantar, expresó:
“¡Ma que zorzalito… esto es un zorzal!”.
Luego la Historia Oficial inventaría que fue el payador José Betinotti quien lo apodó “zorzal”, para evitar así, toda referencia, hasta la más mínima, al origen uruguayo del gran cantor.
Frente a la estación ferroviaria de Valle Edén, había una antigua pulpería, muy concurrida y conocida como “La Pulpería de Alberti”. En ella, Carlos Gardel cantó en sus comienzos, cuando era aún un desconocido sin imaginar siquiera la fama que llegaría a alcanzar a nivel internacional.
Aquella vieja pulpería ha sido remodelada para convertirse en un notable museo totalmente dedicado a la voz y la memoria del gran cantor tacuaremboense.
Julio
Después que el niño nació en la estancia Santa Blanca, Escayola ordenó llamarlo Julio. Pero ya todos le decían Carlos o, mejor dicho, “Carlitos”, debido a que pronto corrió el rumor como reguero de pólvora de que era hijo del Coronel. El nombre Julio sólo fue conocido por sus íntimos amigos, uno de ellos, Pedro Bernat, su representante en el Uruguay quien, a manera de broma dio el aludido nombre al cronista del diario “La Tribuna Popular” de Montevideo quien encabezó la noticia del debut de Gardel, durante el mes de septiembre de 1929, diciendo:
“Mañana debuta Julio Carlitos Gardel”.
Carlos Escayola era masón y entre sus amistades de la política, el silencio fue la consigna y se sometieron a ella cumpliendo así con una de las reglas básicas de la hermandad.
Tras el parto de María Lelia, nunca más se lo vio a Escayola junto a su esposa Blanca Oliva quien no volvió a dirigirle la palabra a su hermanita. Por otra parte, el resto de la familia nunca más quiso viajar a “Santa Blanca” donde “Carlitos” quedó a cargo de la lavandera de la estancia: doña Manuela Casco.

¿En que año nació Gardel?


Dadas las circunstancias en que nació Gardel, aún no hay acuerdo entre los investigadores acerca del año en que se produjo su llegada al mundo. Para algunos, el hecho, ocurrió en 1882 y, aunque nada se ha probado, existen importantes testimonios que dan como posible que tal suceso pudiera haber ocurrido en ese año. Al respecto la madre del jockey Irineo Leguisamo dijo haber conocido al cantor en el año 1907 al visitar Valle Edén acompañada de su hijo Irineo. Lo vio en casa de una señor llamado Juan Puig y, desde ese momento, se entabló una larga amistad entre el cantor, el niño Irineo y la madre que siempre aseguró que el cantor era un año menor que ella. Doña Tomasa había nacido en 1881 y, cuando conoció al cantor en 1907, tenía 26 años de edad. Ésto indicaría que Gardel habría nacido en 1882 y que, en aquel momento, contaba con 25 años de edad o los cumpliría durante el transcurso de ese año. En cuanto a Irineo Leguisamo tenía, en 1907, cuatro años, o estaba por cumplirlos; había nacido el 20 de octubre de 1903 y era hijo de padre desconocido. Doña Tomasa, aunque era su madre, debido a los prejuicios sociales de la época, figuraba ser su tutora hasta que, según acta Nº 44 del Departamento de Tacuarembó, esta mujer procedió al reconocimiento de su hijo el 14 de noviembre de 1935 cuando el jockey contaba con 32 años de edad.
Este reconocimiento tardío, sólo resulta explicable si se tiene en cuenta que tres meses antes, el 13 de agosto, inesperadamente apareció un “testamento de Gardel” con una madre francesa y una historia falsa de la que la señora Leguisamo conocía la verdad.
Interrogada en 1960 por el periodista Erasmo Silva Cabrera sobre si Gardel era francés, contestó airadamente:
“¿Gardel francés? ¡Que va a ser francés! Gardel es de Tacuarembó. Lo llamaban el Zorzalito por Tambores, siendo mozo”.
Cuenta el investigador Nelson Bayardo que tras la aparición del “testamento de Gardel”, ante el temor de que pudiera surgirle a Irineo otra madre, doña Tomasa, después de 32 años, tomó sus precauciones ante la riesgosa profesión del jockey reconociéndolo como su hijo.
Coincidiendo con las declaraciones hechas por doña Tomasa Leguisamo, el actor Fernando Ochoa manifestó públicamente, que José Razzano le aseguró que Gardel al momento de morir tenía 52 años de edad. Si tomamos en cuenta que el cantor cumplía años en el mes de diciembre y murió en el mes de junio, las palabras de Fernando Ochoa, al igual que las de Tomasa Leguisamo, lo dan al cantor como nacido en 1882.
También el periodista Pedro Bernat, amigo y representante del cantor en el Uruguay, decía que Carlos Gardel nació en el año 1882, según se puede deducir de las declaraciones que hizo para el diario “La Mañana”, de Montevideo, publicado al día siguiente de la muerte del cantor:
“Había nacido en la segunda sección judicial del Departamento de Tacuarembó... Fallece a los 52 años”.
La viuda de Bernat fue entrevistada por Erasmo Silva Cabrera a poco de iniciada la década de 1960 y ésta, refiriéndose a su esposo dijo:
“Perico decía siempre que Gardel era uruguayo”.
Pero por la cautelosa y reticente circunspección con que se expresaba la viuda de Pedro Bernat, Erasmo Silva Cabrera aseguraba que la señora callaba muchas otras cosas:
“Ella sabe mucho mas, pero es evidente que no desea hablar”.
Pedro Bernat, además de periodista, era representante de artistas y apoderado de Carlos Gardel en los asuntos relacionados con el Uruguay.
Hacia finales del año 1934, viajando con rumbo a Montevideo con el, por entonces, charlista español Federico García Sanchiz (1886-1964), de quien también era su representante, Pedro Bernat pasa por la ciudad de Nueva York donde hace un alto para quedarse unos días con el fin de saludar a Gardel que se hallaba filmando en dicha ciudad.
En una carta que el cantor le dirigió a Defino, quedó documentado el afecto y estima que Gardel sentía por Bernat:
“Está ahora conmigo el viejo amigo Perico Bernat. El hombre yiró por toda América con Sanchiz y se apareció una madrugada por estos pagos. Se va el sábado para Montevideo y le agradezco la sorpresa, ya que sigue siendo el excelente amigo de siempre”...
La viuda del popular actor Enrique Muiño, cuando fue entrevistada por Erasmo Silva Cabrera, comentó que un día llegó hasta su casa el actor Elías Alippi manifestando haber descubierto que Gardel era mayor que él. Elías Alippi había nacido en 1883 lo cual indicaría que el cantor era nacido en 1882 ó, tal vez, antes, aunque esto último resulta ser muy poco probable.
La mayor parte de los testimonios que se han encontrado acerca del año de nacimiento de Carlos Gardel, se hallan agrupados entre los años 1882 y 1884. No obstante ello, se ha tropezado con el hallazgo de algunos otros datos desperdigados de los que se puede deducir la posibilidad (aunque sólo sea mínima) de que pudiera corresponder a otros años apartados del período 1882-1884.
En el prestigioso diario “El Imparcial” de la ciudad de Montevideo, en su edición del 13 de julio de 1930, el por entonces muy conocido periodista teatral uruguayo Segundo Bresciano publicó una nota en la que aseguraba:
“Gardel es uruguayo, nacido en Tacuarembó”.
Una semana después de la muerte del cantor, el 1º de julio de 1935, en el diario “El Debate”, también de Montevideo, Bresciano decía que Gardel...
“En 1930 nos expresaba tener 50 años”.
Este dato lo daría como nacido en 1880 cosa que resulta imposible ya que no coincidiría con la cronología del cantor. De todas maneras es importante esta declaración como un testimonio más sobre la falta de certeza que Gardel tenía acerca de su propia fecha de nacimiento. De ahí que, según sus estados de ánimo, declaraba distintos años para fijar el de su natalicio. Pero lo realmente importante es que, invariablemente, el cantor determinó siempre su nacimiento antes del año que adoptó en su documentación legal, es decir, antes de 1887. Además, en el mencionado diario “El Debate”, Segundo Bresciano reproduce la crónica publicada en 1930 en “El Imparcial” explicando que Gardel le pidió que no dijera su origen; pero que luego, ante la insistencia del periodista, el cantor, un tanto contrariado le manifestó:
“Ponga lo que quiera pero no diga que yo se lo dije”...
Luego, en la misma nota, Bresciano agrega que Gardel al morir, tenía 48 años.
Otro testimonio que se aparta del período 1882-1884, es el de Francisco Martino (amigo de Gardel desde sus comienzos como cantor) cuando para el periódico “La Nación” de Buenos Aires, el mismo día del accidente de Medellín comentó:
“Lo fui a despedir cuando partió para Estados Unidos (sic). Gardel me dijo: fíjate vos Pancho, yo haciendo el galán a los 47 años”.
Este testimonio lo presenta al cantor como nacido en 1886, es decir, alejado del período 1982-1884 en sentido contrario al testimonio anterior. Pero observemos que Francisco Martino, estando en Buenos Aires, declaró que Gardel partió hacia los Estados Unidos cuando en realidad el cantor se embarcó rumbo a Europa para luego, desde el
Viejo Mundo, dirigirse hacia Nueva York. Estos involuntarios errores en las declaraciones hablan de la permanente necesidad de contrastar entre sí la mayor cantidad de testimonios posibles que puedan ser hallados para, de esta manera, obtener alguna conclusión que resulte común, o lo más común, a todos.
Cuantos mas testimonios se obtengan, mayor será la posibilidad de certeza que tendrá el investigador.
Los testimonios citados, mas aquellos que continuaremos citando a lo largo de este estudio, tienen en común algo muy importante: Carlos Gardel nació varios años antes del año 1890 que fue el año en que nació el francés Charles Romualdo Gardes, es decir, el auténtico hijo de Berta Gardes, nacido en Francia y luego misteriosamente desaparecido.

 Máximo Santos

El día 1º de marzo de 1882, en Uruguay, presenta su renuncia el presidente Vidal y ese mismo día asume el poder su Ministro de Guerra y Marina el general Máximo Santos, primer capitán general en la historia de Uruguay y amigo personal de Carlos Escayola. El nuevo presidente, al igual que Escayola, es masón y, en mayo de 1882, otorga la personería jurídica a la Masonería del Uruguay.
El 14 de julio de 1882 promulga la ley según la cual el Presidente de la República habrá de llevar una banda como distintivo de su alta jerarquía. Según esa ley...
“La banda tendrá los colores de la patria. La parte superior se llevará colocada sobre el hombro derecho y la inferior en el costado izquierdo. La expresada banda, en lo que ocupa el centro del pecho, tendrá una placa bordada en oro con el escudo nacional”.
Esto nos está indicando que antes de la llegada al poder del presidente Santos, ningún mandatario de Uruguay había usado banda presidencial.
Durante el mandato del general Santos (1882-1886) fue absuelta la deuda de guerra con el Paraguay devolviéndole los trofeos; se desterró el bandolerismo y la delincuencia, pero no pudo eliminarse la corrupción administrativa que, por el contrario, fue incrementando en forma alarmante.
El gobierno actuó, muchas veces, al margen de la ley y fueron comunes y frecuentes los ataques a la Prensa, a los enemigos políticos y las elecciones fraudulentas. Los maestros y la policía quedaron sin cobrar sus sueldos durante largos meses mientras se hacían grandes fiestas y desfiles militares.
El club “El Progreso”
El 25 de agosto de 1882 (aniversario de la declaración de la independencia uruguaya del Brasil), con motivo de la fecha patria, se organizó un desfile militar que asombró a todo la población de San Fructuoso. El presidente de la República, a pedido de Escayola, envió un contingente de granaderos a caballo. La policía local estrenó un nuevo uniforme y a los acordes marciales de dos bandas se cerró el desfile.
Ese mismo día Escayola funda el Club Social “El Progreso” que es inaugurado con un almuerzo para las autoridades e invitados especiales. A partir de entonces, San Fructuoso cuenta con un lugar para realizar reuniones, conferencias, conciertos, espectáculos de teatro, etc. Hasta los mismos enemigos políticos de Carlos Escayola estuvieron de acuerdo en contar con un Club Social.
Entre otras facetas personales de Escayola, se destacan el ejercicio de la presidencia en instituciones de conjuntos carnavalescos durante tres años consecutivos y de la dirección de Compañías Vocacionales de Teatro cuya sede era un galpón que estaba donde hoy se levanta la Escuela Técnica de Tacuarembó.
Testimonios que dan a Gardel como nacido en 1883
Hay también testimonios muy importantes que determinan el año de nacimiento del cantor en 1883. Uno de esos testimonios es el de José Plaja, quien fuera el profesor de inglés de Carlos Gardel durante los años 1934 y 1935.
Este profesor fue puesto a disposición de Gardel por la empresa Paramount con el objeto de hacerle filmar películas en ese idioma, por la aceptación que el cantor tuvo en los Estados Unidos a través de sus actuaciones radiales, por parte del numeroso público de aquel país, a pesar del idioma, y por la enorme colectividad latinoamericana radicada. La aceptación del arte de Gardel llegó a ser tan grande por el pueblo yanqui que, para su regreso de la gira fatal a Nueva York, ya le habían preparado algunos guiones para filmar en inglés.
El profesor José Plaja era de origen español y cuando fue entrevistado en su casa de Barcelona, entre otras muchas cosas, declaró que Gardel…
“cuando llegó a Nueva York, ya había cumplido los 50 años.”...
Si tenemos en cuenta la aseveración de Plaja, Gardel, que llegó a la ciudad de Nueva York el 28 de diciembre de 1933 con 50 años cum-plidos, resulta ser nacido en el año 1883. Este comentario de José Plaja coincide ampliamente con las declaraciones realizadas por Manuel Pizarro, músico argentino que realizó casi toda su carrera en Europa, especialmente en Francia. Este bandoneonista y director declaró:
“(Gardel) Salió de aquí (refiriéndose a París) para los Estados Unidos habiendo cumplido los 50 años”.
Aunque algo impreciso, Cátulo Castillo parece confirmar la posibilidad de que Carlos Gardel haya nacido en el año 1883 en una serie de notas publicadas en la revista “Radiofilm” donde decía que el cantor...
“se había convertido en galán del cine yanqui cuando ya pasaba los 50”.
Recordemos que el cantor filmó en los Estados Unidos durante los años 1934 y ‘35.
También hubo periódicos que, al día siguiente de la catástrofe de Medellín, afirmaron que Carlos Gardel contaba con más de 50 años de edad al morir. Al respecto citaré como ejemplo lo que publicaron dos diarios importantes de mi país:
“Sus amigos dicen que pasaba el medio siglo” (diario “El Día” de la ciudad de La Plata).
“Amigos íntimos de la infancia aseguran que se quitó unos años” (diario “La Nación” de Buenos Aires).

Berta Gardes

Esta mujer es muy importante en nuestra historia. Llega al Uruguay en el año 1883 procedente de Francia, con 18 años de edad, en compañía de dos amigas compatriotas suyas: Anais Beaux y Odaline Ducasse de Capot, esta última, con su hijo Esteban Cirilo Capot, un bebé nacido en enero de 1882.
Al morir Gardel, el músico de la Banda del Parque de Artillería, José Colom Contreras, confirmó este hecho declarando para el diario “Crítica”, y otras publicaciones, que conoció a Berta y a Odaline cuando vivían en un conventillo ubicado en Talcahuano 64 y supo por ellas que “habían venido juntas de Francia a Montevideo”.
En la capital uruguaya, se alojan en el Hotel de Inmigrantes muy dis-puestas a conseguir trabajo. Leían cuanto anuncio periodístico podían. Berta contestó a un pedido de planchadora para Minas de Corrales y fue aceptada. A pesar de la gran distancia entre Montevideo y Tacuarembó (400 Km.), Berta se mostró conforme sabiendo que en ese lugar había muchos franceses.
Sus amigas, se quedaron en Montevideo radicadas en una pensión económica ubicada frente al teatro Solís.
Víctor L’Olivier, desde Minas de Corrales, le encarga a Escayola (que está por viajar hacia allí), que espere la llegada de las diligencias a San Fructuoso para recoger a Berta, la nueva planchadora que viene a tomar el empleo, para que la guíe hasta las minas. De esta forma, Escayola se relaciona con Berta mientras viajan juntos.
Al llegar a destino, el ingeniero L’Olivier le da a Berta ocupación como planchadora de las ropas de los operarios.
A partir de entonces, por las noches, Escayola comienza a visitar a Berta Gardes en su alcoba de Minas de Corrales. Esta mujer, que jugará un papel importante en esta historia, había nacido en Toulouse, Francia, el 14 de junio de 1865 y era hija de Vítal Gardes (1837-1905) y de Helene Cinégonde Jeanne Camarés (1839-1931).
Hay muchas referencias acerca de la llegada de Berta Gardes a la República Oriental del Uruguay mucho antes que a mí país.
Así, por ejemplo, el Dr. Pedro Baldassarre manifestó que ella le contó que... “antes de llegar a Buenos Aires estuvo en el Uruguay”.
A su vez, Fernando Ochoa declaró:
“Berta me contó que en su juventud iba y venía de Buenos Aires a Montevideo, regresando definitivamente a la Argentina cuando estalló la revolución en el Uruguay”.
La Revolución a la que hace mención Fernando Ochoa estalló en el año 1904 y fue la última guerra civil y la más sangrienta que se vivió en Uruguay. Esta revuelta determinó, entre otras consecuencias, un nuevo orden imponiendo los valores urbanos e intelectuales, encarnados por José Batlle y Ordóñez, sobre la cultura del caudillismo rural imperante desde la independencia hasta aquel momento, representado por Aparicio Saravia.
Berta, después de la catástrofe de Medellín, al llegar de Francia, dijo al periodismo que... “vino en plena juventud a Montevideo”.
Al morir Berta, en 1943, la revista “Radiolandia” comentó:
“Vino al Río de la Plata, primero a Montevideo, luego a Buenos Ai-res”.
Dos días después de la muerte de Gardel, el periódico “El Debate” afirma que Berta también estuvo, antes que en Buenos Aires, en Tacuarembó. En efecto, en un artículo titulado “Quien le da la noticia a la vieja” se lee:
“Allá en un rincón de Toulouse, en Francia, está la madrecita de Gardel, esa viejecita que en su lejana mocedad vivió en nuestro Tacuarembó ...”
Estos y otros testimonios, descalifican totalmente la afirmación que se suele hacer en el sentido de que Berta Gardes, cuando llegó por primera vez de Francia, se radicó en Buenos Aires. Semejante mentira es una maniobra más, una de las tantas, para desvincular al cantor del Uruguay.
Berta en casa de Escayola
Durante el transcurso del año 1883 se enferma de gravedad y finalmente fallece la vieja planchadora de los Escayola-Oliva. Una gran preocupación e intranquilidad se percibe entre los integrantes de aquella familia ante la pérdida de una empleada de muchos años y de tanta confianza en la residencia de esta familia, preocupación que motivó al ingeniero Víctor L’Olivier el inocente y espontáneo ofrecimiento de una “buena planchadora francesa” que él tiene trabajando en Minas de Corrales. La aceptación de Blanca Oliva y el cauteloso silencio guardado por Carlos Escayola (para no dar lugar a sospechas sobre su relación con Berta, ya que era bien conocida su inclinación hacia el “sexo débil”), silencio que fue interpretado como una señal de aprobación, permitió que a los pocos días Berta Gardes comenzara a trabajar en el ámbito de aquella numerosa e importante familia de Tacuarembó.
El Teatro Escayola
Finalizando ya el año 1883, Carlos Escayola adquiere, en sociedad con otras personas importantes de Tacuarembó (importantes quiere decir con plata), el terreno en el que hará construir el teatro que aún hoy se halla en pie aunque, desde hace ya varias décadas, ha dejado de funcionar como sala de espectáculos.
El local está ubicado en la calle 25 de mayo 163, frente a la plaza 19 de Abril, donde hoy funciona la imprenta Rego, pues, desde el año 1980 a la fecha (creo que todavía continúa), en el edificio, Guillermo Rego instaló la mencionada imprenta.
El documento en el que se puede constatar la adquisición del mencionado terreno por parte de Carlos Escayola, en sus tramos más destacadas, dice textualmente lo siguiente:
“En Montevideo, a catorce días del mes de noviembre de mil ochocientos ochenta y tres, el Poder Ejecutivo de la República representado en este acto por el Excelentísimo señor Presidente Brigadier Don Máximo Santos y su excelencia el Sr. Ministro Secretario de Estado en el Departamento de Gobierno Doctor Don Carlos de Castro, por ante mí el Escribano Auxiliar de Gobierno, dice: “(...) que el Jefe Político del Departamento de Tacuarembó, Don Carlos Escayola, se presentó manifestando que varios propietarios, comerciantes y hacendados habían concebido la idea de construir un edificio para Teatro en la Villa de San Fructuoso, cotizándose por acciones y pidiendo que el Gobierno contribuya con el terreno necesario en que haya de levantarse el edificio (...)”.
Respondiendo a esta solicitud, se accede a ella mediante una Resolución cuyo texto en la parte más importante dice:
“Concedido bajo la condición de que la construcción del Teatro, tenga lugar dentro del plazo de dos años y para su debida escrituración pase a la escribanía de Gobierno y Hacienda. (...) Por tanto: llevando su Excelencia a efecto lo acordado por la presente Escritura Pública, hace donación a favor de Don Carlos Escayola del terreno y edificio de que se ha hecho mérito con el fin indicado y con la condición impuesta”.
El documento se prolonga en consideraciones legales que si bien pueden ser de mucha importancia desde el punto de vista jurídico, no guardan ninguna relación, ni aportan nada que haga al interés específico en lo que a nuestra historia se refiere.


El hijo menor

En el año 1883 nace Washington, el hijo menor de Blanca Oliva y Carlos Escayola, siendo su padrino el presidente de la República Oriental del Uruguay, Máximo Santos. Este padrinazgo era una prueba más de la amistad que Escayola mantenía con el presidente de la Nación; amistad que era aprovechada para amedrentar a sus enemigos políticos.

Manuela Bentos de Mora

En ese mismo año (1883), por orden de Carlos Escayola, Manuela Bentos de Mora, con 15 años de edad (de acuerdo a lo que decían sus documentos porque representaba tener 20 años o algo más), es obligada a contraer enlace con Marcos Suárez, de 24 años, para tapar los escándalos que hacía la muchacha afirmando, en medio de ciertas reuniones, hallarse embarazada del patrón. La boda fue llevada a cabo el día 8 de noviembre del mencionado año.
Vean ustedes la enorme influencia y dominio que ejercía Escayola sobre las personas; era el amo y señor de Tacuarembó y disponía sobre las voluntades y las cosas como un señor feudal del Medioevo.
Al poco tiempo de comenzar con sus investigaciones el periodista Erasmo Silva Cabrera, creyó erróneamente que la Bentos de Mora era la madre de Carlos Gardel.
Lo cierto es que Manuela y Marcos debieron contraer enlace por imposición del patrón, Carlos Escayola, y, de acuerdo con las anotaciones que figuran en el Registro Civil, fueron padres de 6 hijos: Luisa, la mayor (que fue anotada en 1885 y muy posiblemente haya sido hija de Carlos Escayola), Mauricio (anotado en 1886), Gilda (en 1889), Victoria (en 1891), Doroteo (en 1892) y Zenona (en 1893). Doy los años en que fueron anotados debido a que era, por entonces, algo muy frecuente hacer las anotaciones en el Registro Civil fuera de tiempo, a veces con diferencias de años entre el registro y el nacimiento de la criatura.
Manuela Bentos de Mora falleció el 7 de mayo de 1938 en el paraje de la 6ª sección de Tacuarembó, conocido como La Aldea. Según las anotaciones registradas estaba por cumplir los 70 años.
Testimonios que dan a Gardel como nacido en 1884
El periódico “Noticias Gráficas” de Buenos Aires, en su publicación correspondiente del 24 de junio del año 1954, decía, ya por aquel entonces, al referirse a Carlos Gardel:
“Siempre creímos que tenía 45 años al morir, pero documentos hallados posteriormente revelan que había nacido en 1884, vale decir que tendría 51 años”.
Es una pena que no haya sido mencionada la fuente en la que obtuvo esta información el mencionado diario argentino ya en el año 1954.
El importante músico y director, que acompañó al cantor al frente de una gran orquesta durante un ciclo de audiciones radiales realizado en Nueva York, Hugo Mariani, manifestó para el diario “Clarín” de Buenos Aires, en su edición del 24 de junio de 1949, que Carlos Gardel en el año 1933, estando aún en Buenos Aires, le había confesado tener 49 años de edad.
En coincidencia con el músico Hugo Mariani, el periodista Manuel Sofovich (padre de los hermanos Gerardo y Hugo) declaró al diario “Noticias Gráficas” de Buenos Aires, el 9 de septiembre de 1953, que durante la cena de despedida que se le ofreció a Carlos Gardel el 19 de diciembre de 1933 en París con motivo de su próxima partida hacia los Estados Unidos, el cantor le reveló haber cumplido 49 años de edad en esos días. Armando Defino en su libro “Carlos Gardel, la verdad de una vida”, habla de esta cena en la que él también participó y, si bien menciona a varios concurrentes, ignora la presencia del periodista Manuel Sofovich.

José María Silva

Es muy importante el testimonio que ha dejado este fotógrafo uruguayo (uno de los mejores que tuvo el cantor) que vivió siempre en Montevideo. Nació en la capital uruguaya en 1897 y, a los 91 años de edad declaró para el diario montevideano, “La República” del 24 de junio de 1988:
“De las últimas que yo le saqué, que son del año ‘33, me encargó 100 copias de 18 por 24 a un peso cada una... todo completamente natural... eso sí, se retocaba, no la foto sino el negativo para sacar arrugas... 49 años tenía”.
José María Silva también creyó durante casi toda su vida que Carlos Gardel era francés; pero en 1994, con 97 años de edad, en un homenaje realizado al cantor en Tacuarembó, se expusieron las fotografías más célebres que este fotógrafo le tomara. El, por entonces, intendente del Departamento, Sr. Sergio Chiessa, le entregó una plaqueta a Silva quien declaró:
“Hasta hace dos años yo creí que Gardel era francés, pero en ese tiempo, leyendo las últimas publicaciones de estudiosos del tema, me fui convenciendo de que era realmente uruguayo de Tacuarembó, tal como sostiene mi hijo” (“El País” de Montevideo, edición del 3 de julio de 1994).
Recordando aquel día de 1933 en que Gardel le había confesado tener 49 años, José María Silva agregó:
“Eso no se me borró nunca de la memoria y aplicando la lógica tenemos que deducir entonces que es falsa la teoría del testamento ológrafo que dio a Gardel como fallecido a los 44 años en 1935”.
Si José María Silva, recién en 1992, cuando contaba con 95 años de edad, advirtió la patraña urdida, no se puede pretender que todo el enredo armado, para justificar la supuesta nacionalidad francesa, se comprenda y acepte en forma inmediata por quienes jamás se interiorizaron seriamente por este asunto.
Resulta más simple creer lo que todos creen; una creencia generalizada brinda al ignaro más seguridad, pues nada hay que explicar y mucho menos probar; es algo que todos “conocen” o, al menos, creen conocer y no se cuestiona. No es fácil entender el manejo que se hizo, cuando se creyó toda la vida y de buena fe que Gardel era francés.
Sucumbe la Compañía del Oro
Al promediar el año 1884, el rendimiento de las minas de oro comienza a decaer notable y aceleradamente. Esta circunstancia dio motivo a que se efectuaran algunos cambios en el personal directivo e incluso a la renuncia de su director Víctor L’Olivier quien, radicado en Villa San Fructuoso, contrae enlace el 17 de julio de 1884 con María Luisa Gaye (hija de don Pablo Gaye, francés, y de María Zamit, uruguaya)
En ese mismo año, Carlos Escayola le encarga los planos del Teatro y la dirección de la obra, al ingeniero L’Olivier, quien se desempeñó también como administrador en el Hospital Regional de San Fructuoso y dirigió varias construcciones del poblado.
Berta en la “Santa Blanca”
Después de transcurrido un año, desempeñándose como planchadora en la casa de los Escayola-Oliva, Berta Gardes entra y sale confianzudamente por la puerta principal. Por las noches, Escayola la va a “visitar” a su cuarto, ubicado en la parte trasera de la casa, y además la lleva al cabaret “La Rosada”. En ese establecimiento nocturno que, como sabemos, es propiedad de Escayola, la encargada, que la autora Susana Cabrera en su libro “Los secretos del Coronel” llama Minina Flor, la trata fríamente, con indiferencia; la ve como a una rival.
Mientras tanto Blanca, María Lelia y Juana Sghirla, han comenzado a sospechar de estas desapariciones nocturnas de Berta y, tras algunas discusiones, para evitar mayores problemas, Carlos Escayola la traslada, con sus cosas, a la estancia “Santa Blanca”.



domingo, 5 de abril de 2015

LOS ORíGENES DE CARLOS GARDEL. Capítulo I.

El nacimiento de Carlos Gardel  


El nacimiento de Carlos Gardel es tan oscuro y confuso que muchas veces se torna difícil seguir su rastro durante los primeros años de su vida debido a la abundante cantidad de datos intrincados, casi siempre mal relacionados entre sí, que se hace necesario manejar para poder ordenar el caos que tan generosamente han derramado los escribas de la Historia Oficial Argentina con el inconfesable propósito de borrar todo vestigio de su verdadero origen.
Esta primera etapa, en la vida de cualquier ser humano, es la más importante porque modela la personalidad vital; y de la capacidad que se tenga para desarrollar esa personalidad, dependerán el éxito, el fracaso o la mediocridad de cada uno. De ahí que no se puede ni se debe pasar por alto la oculta historia del nacimiento, infancia y adolescencia del más célebre cantante popular del Río de la Plata. Los estudiosos e investigadores del comportamiento humano han coincidido siempre en que toda conducta adulta, por compleja que ésta sea, tiene su justificativo y explicación profunda durante los primeros años de vida. Es por ello que, para iniciar la historia de nuestro personaje, tenemos que ubicarnos en el Uruguay de la segunda mitad del siglo XIX.

Carlos Escayola


El 23 de octubre de 1845, en la ciudad de Montevideo, nace Carlos Félix Escayola, hijo de Juan Escayola (1818-1851), español de Cataluña, carpintero, y de Bonifacia Medina (1816-1897), uruguaya, nacida en Minas, casada en 1840, en segundas nupcias, y con una hija, María Candelaria, de su primer matrimonio. Los abuelos paternos fueron Juan Antonio Escayola y Narcisa Carayemas, ambos, españoles; y los maternos, Basilio Medina, de Cerro Largo, y Manuela Mansilla, de Río Grande do Sul (Brasil).
Juan Escayola y Bonifacia Medina tuvieron cuatro hijos: Juan Gualberto, nacido en 1841, Segundo, en 1843, el ya mencionado CARLOS FÉLIX, en 1845, y Elodina, la única mujer, nacida en 1847.
CARLOS F. ESCAYOLA pasó su infancia y adolescencia en el Queguay, localidad perteneciente al Departamento de Paysandú, jugando a la taba “y rascando las cuerdas de una guitarra”. Era el niño mimado de las chicas “por su belleza y por su habilidad como guitarrista. No había milonga ni pericón conocido que él no tuviera en la punta de los dedos o en las uñas” según reza el ejemplar del periódico “El Comercio”, del 16 de noviembre de 1887, de Villa San Fructuoso, antiguo nombre de la actual ciudad de Tacuarembó.
El mencionado periódico disponía de un espacio titulado “Biografías de hombres célebres” y, en la fecha referida, había sido publicada una nota sobre Carlos Escayola que por entonces contaba con 42 años de edad, era coronel del Ejército y Jefe Político del Departamento de Tacuarembó.


 Carlos Escayola estudió en Paysandú y luego inició la carrera militar en Montevideo, abandonándola al poco tiempo. En 1864, durante el sitio de Paysandú, estuvo al lado del general brasileño Antonio de Souza Netto, casado con su medio hermana María Candelaria Escayola, y participó en la guerra de la Triple Alianza como secretario personal del citado general.
Cuando, en el año 1866, el general Souza Netto muere en Corrientes, Escayola, que por entonces contaba con 20 años de edad, se radica en Villa San Fructuoso, sobre la calle 18 de Julio Nº 134, frente al actual Hotel Tacuarembó. Al lado del domicilio de Carlos Escayola habitaba Juan Bautista Oliva (hijo de Marcos Oliva y de Clara Pittaluga), cónsul italiano en Tacuarembó que, además, era comerciante en un Almacén de Ramos Generales y Depósito de Lanas y Cueros, del que era propietario y se hallaba contiguo a su vivienda. De manera que Carlos Escayola y el señor Juan B. Oliva, con su almacén, eran vecinos y habitaban propiedades linderas sobre la calle principal de Villa San Fructuoso, población cabecera del Departamento de Tacuarembó.
Desde 1846, el cónsul italiano Juan B. Oliva estaba casado con Juana Sghirla, argentina, nacida en 1830 en Santa Fe (hija de Juan Sghirla y Blanca Balestra); tenían cuatro hijos, dos mujeres, Clara (1847-1871) y Blanca (1849-1886) y dos varones de los que no he podido obtener muchos datos, Clelio (que llegaría a tener una imprenta, y sería periodista y director del diario “El Heraldo” de Villa San Fructuoso) y Juan (que sería agrimensor).


Primer matrimonio de Escayola


En 1868, tras tres años de vecindad, Carlos Escayola contrae enlace con la mayor de las hijas del cónsul, Clara Oliva (1847-1871) de 21 años de edad; Escayola tiene por entonces 23. Un año más tarde, en 1869, nace María Lelia, la hija menor del cónsul, y de la que Carlos Escayola fue su padrino de bautismo. Al año siguiente, 1870, nace Clara, la primera hija de Escayola.
Desde su llegada a San Fructuoso, Escayola mantuvo una estrecha relación con sus suegros, a punto tal que una vez instalado en la casa lindera, casi de inmediato, hizo colocar una puerta para comunicar ambas viviendas.
En 1871, después de tres años de matrimonio, fallece la esposa de Escayola, dejándolo con dos hijas a cargo: Clarita (1870 - 1939) y Gregoria Amabilia (1871-?).
La esposa de Escayola, Clara Oliva (1847-1871), había sido una mujer muy hogareña y apenas si salía para acompañar a su marido con motivo de algún festejo de cierta importancia o alguna reunión familiar. Se desconocen las causas que provocaron el fallecimiento de Clara Oliva, quien, al momento de morir, tenía sólo 24 años de edad. Sobre las causas de su deceso, ningún investigador aportó dato alguno, por mínimo que éste fuera.
Clara Oliva (1847-1871) - Primer esposa de Carlos Escayola

 A Juana Sghirla, la suegra de Carlos Escayola, le agradaban las fiestas y reuniones, especialmente las que organizaba su yerno. Eran veladas musicales en las que Carlos Escayola tocaba la guitarra y a veces se sentaba con su suegra al piano para interpretar canciones de moda a cuatro manos. Ambos eran el centro de todas las reuniones, Doña Juana por su imponente belleza y Don Carlos por su temperamento dominante.
En la Villa de San Fructuoso se corrían rumores acerca de un secreto romance pasional entre ambos, incluso se decía que María Lelia, la última hija que dio a luz Juana Sghirla, no era hija del cónsul sino el fruto de las pasiones entre suegra y yerno.
Todo indicaría que, aparentemente, Clara Oliva, no llegó nunca a sospechar nada acerca del secreto romance que mantenían su esposo y su madre y, como es de imaginar, ni siquiera se enteró de los rumores que corrían en San Fructuoso.
La licenciada María Selva Ortiz es autora del libro “El silencio de Tacuarembó”, libro que tuve que ir a comprar en el Uruguay porque aquí, en Buenos Aires, por entonces, sospechosamente, no se conseguía. En la mencionada publicación, la autora nos da la siguiente semblanza de doña Juana Sghirla:
“Según versiones de la época, Juana Sghirla era una mujer de gran hermosura y no menor ambición, factor predominante en el casamiento de Carlos Escayola con sus tres hijas, acuciada por el interés de tener al Coronel a su lado, pues mantenía relaciones amorosas con su yerno, posiblemente antes del primer matrimonio de éste con Clara. Mujer carismática, de fuerte personalidad y gran poder, dirigió la vida de sus hijas de modo tal, que a través de sucesivos casamientos con Escayola, pudo mantener a su lado al Coronel”.

La viudez de Escayola


En el libro “Los secretos del coronel”, de Susana Cabrera, que recibí como regalo en una de las tantas visitas que hice a Tacuarembó porque en Buenos Aires, también sospechosamente, no se conseguía, la autora nos cuenta que tras la muerte de su esposa, Escayola organiza un viaje de olvido y distracción instalándose un tiempo en una estancia perteneciente al general Antonio de Souza Netto (del que fuera su asistente), ubicada en los límites con Brasil.
Cargadas las provisiones en carruajes y carretas, Escayola parte acompañado de amigos, varios guitarristas, algunas mujeres cuyos nombres quedaron en el olvido, varios sirvientes y una artista de teatro y varieté, de nombre Rosaura, que viaja en el carruaje de Escayola. Corre por entonces el año 1872. La caravana tardó en llegar a destino unas dos semanas debido a las múltiples paradas en estancias de amigos, fiestas y bailes que se organizaban casi todas las noches.
Al llegar a la estancia del fallecido general Antonio de Souza Netto, los esperaba el personal de la misma, según órdenes dispuestas por su viuda, María Candelaria, quien con sus hijas María Antonia y Teotonia se hallaba descansando en la ciudad de Montevideo.
El regreso, entre idas y venidas por los alrededores, paseos en volanta, visitas a los cabarets de los pueblos cercanos, presenciar yerras, riñas de gallos, etc., demoró un mes.
Tras la muerte de Clara, su hermana Blanca Oliva, se hizo cargo de sus sobrinas Gregoria Amabalia y Clarita. María Lelia, al ser de la misma edad que sus sobrinas, estaba siempre con ellas y, de hecho, fue quedando al cuidado de su hermana Blanca.
Carlos Escayola, por entonces importante caudillo local del Partido Colorado, no deseaba que las niñas salieran de la casa debido a la gran cantidad de enemigos políticos que tenía y a un irracional temor a los inmigrantes que, a partir de 1872, se fueron instalando en la Villa por iniciativa del Padre Andrés Bagnati que hizo traer de Italia mano de obra para plantar extensos viñedos y trabajar telares fabricando ponchos y mantas que fueron muy famosos en toda la región. Por su parte, Blanca Oliva se dedicaba a la cría de gusanos de seda que, una vez tejida, teñía con colores siguiendo las técnicas aprendidas del Padre Bagnati que era todo un experto en esa tarea. Esta labor se les enseñó a muchos niños de la época en las clases de manualidades, paralelas a las de catequesis, que dictaba Blanca Oliva que, tal vez por las habladurías del pueblo, guardaba un notable distanciamiento con Juana Sghirla, su madre, que se desempeñaba como vicepresidenta en la Comisión del Hospital de Villa San Fructuoso.
En ese año (1872), Carlos Escayola decide construir una casa de veraneo en San Gregorio, pueblo fundado por el hacendado José Gregorio Suárez sobre unas tierras que poseía en el Río Negro, donando, el 25 de agosto de 1852, cuatro solares para la creación de edificios públicos en los espacios que el Gobierno determine. La Junta Económica Administrativa de Tacuarembó propone que el pueblo se llame San Gregorio y se levante en las inmediaciones del llamado Paso de Polanco considerada la zona más adecuada. Este pueblo actualmente es conocido como San Gregorio de Polanco y allí Escayola compró un terreno frente a la playa para construir una casa de piedra y madera con pisos de mármoles que hará traer de Italia. Además hará levantar una pequeña capilla donde la familia y amigos celebrarán misa.
A poco de su retorno a Villa San Fructuoso, Escayola recibe en su casa la visita del escultor italiano Benito Recanatti, que le traía el busto en mármol de Clara Oliva encargado para el panteón que pensaba construir en el cementerio. Don Benito se hospedó directamente en la casa de Escayola, en la calle 18 de Julio, donde, después de terminar los bocetos del panteón y los perfiles de Juana y Blanca, anunció su regreso a Italia.
  Carlos Escayola (1845-1915). En sus años mozos

 Minina Flor


En el libro “Los Secretos del Coronel”, su autora, Susana Cabrera, menciona con este nombre a una mujer que realmente existió y que otros investigadores e historiadores no mencionan por su nombre aunque sí hablan de ciertos hechos que ésta protagonizó.
Personalmente, desconozco si Minina Flor era un nombre o un apodo verdadero o inventado por la autora Susana Cabrera para darle más realismo a su obra. Lo cierto es que esta joven mulata quinceañera, al igual que muchas otras, llegó de Brasil alrededor de 1877, para ejercer la prostitución, instalándose en una casa de piedra a orillas del río Zapucay donde se habían concentrado la mayoría de los buscadores de oro. Allí conoció a un portugués de apellido Bandeira que llegó con su esposa e instaló su carpa. La tal Minina se enamoró de él, dejó su “negocio” a cargo de una de sus pupilas y le prestó al hombre todos sus ahorros para comprar las máquinas que le permitirían extraer oro en grandes cantidades; pero la empresa fracasó y Bandeira abandonó a su mujer huyendo con Minina. La esposa sufrió un ataque de furia, destrozó los muebles y de un baúl cayó una fortuna en pepitas de oro que cargó en un carro y desapareció sin que jamás se supiera de ella. Un año después Minina Flor retorna a Minas de Corrales, abandonada por Bandeira y sin dinero.
Así aparece este olvidado personaje que, como veremos, tendrá bastante que ver con la parte inicial de nuestra historia.

Víctor L’Olivier


Los hermanos Biraben, comerciantes montevideanos, con negocios en Francia y vinculados a la colonia francesa, enterados de la existencia de las minas de oro, contrataron un experto en minas para examinar el terreno y obtener un informe acerca de las posibilidades que éste brindaba para su explotación. En el caso de que este experto aconsejara explotarlas se fundaría una sociedad con capitales extranjeros. Así fue como en 1877 llegó el ingeniero Víctor L’Olivier, graduado en el Politécnico de París, para estudiar la zona. Su nombre completo era Víctor Luis Alejandro María L’Olivier. Este hombre, al llegar, se instala en Cuñapirú, a unos 5 Km. de la mina San Pablo. Los fines de semana viaja hasta la Villa de San Fructuoso y se aloja en el Hotel Gaye. Allí, en la Villa, entabla amistad con Carlos Escayola, a punto tal que comenzó almorzando con él casi todos los domingos y terminó hospedándose en su casa.
Al año siguiente, cuando el ingeniero retorna a Francia con los informes sobre las minas, Escayola lo acompaña hasta Montevideo para despedirlo en el puerto. El joven ingeniero, durante su estada en Tacuarembó, estableció relaciones sentimentales con María Luisa Gaye.
Ya en París, presentó el resultado de sus investigaciones y tras el estudio llevado a cabo por los miembros de la Compañía Francesa del Oro, aconsejó la compra de la mina “San Pablo” (llamada luego Santa Ernestina) ubicada a 5 Km. hacia el Sureste de Cuñapirú y por la cual el Gobierno uruguayo cobró diez millones de francos, una cantidad fabulosa para la época.

La Rosada


Villa San Fructuoso estaba por sufrir un rápido cambio: la gran cantidad de hombres que llegarían para trabajar en las minas, necesitarían un lugar de esparcimiento y mujeres para “atenderlos”. Carlos Escayola advirtió la posibilidad de realizar un gran negocio: abrir un cabaret.
Al finalizar 1878, el cabaret de Escayola estaba casi terminado. Se llamaría “La Rosada”, porque las instalaciones se hallaban pintadas de ese color, y estaría regenteado por una muchacha que es la que Susana Cabrera, en su libro “Los Secretos del Coronel”, menciona como Minina Flor. Por entonces ya había trascendido que los hermanos Biraben de Montevideo querían fundar en París una Compañía que se encargaría de enviar máquinas, personal especializado y hasta una usina.
Según los informes del ingeniero, la cuenca del oro se hallaba en el rincón de los arroyos Cuñapirú y Corrales, pero la franja seguía mas allá de Corrales, pasando por Cerros Blancos, hasta llegar a Caraguatá: aproximadamente unas 200 leguas cuadradas.
Pronto se comenzaría a vivir en la región, la fiebre del oro: una época de extranjeros que vendrían a radicarse, de obreros que buscarían trabajo, de carretas contratadas que transportarían materiales para la usina desde Durazno a Cuñapirú. Directivos y funcionarios franceses llegarían con sus familias a Minas de Corrales donde construirían viviendas confortables y lujosas.
Villa San Fructuoso se convertiría en el centro de todo aquel movimiento. Por allí pasarían maquinarias, inmigrantes y mujeres que llegarían para trabajar en “La Rosada” o continuar viaje a Minas de Corrales. Escayola, atento a todo, compró diez diligencias y, en poco tiempo, pasó a ser el dueño de una de las empresas de transporte más poderosas del país. Luego comenzó a adquirir casas viejas, que hacía reformar, para alquilarlas a los forasteros, transformándose en el propietario de una parte importante de San Fructuoso.
Al comenzar el año 1879, por encargo de Carlos Escayola, Minina Flor llega a San Fructuoso al frente de diez carretas transportando muebles, sillones, lámparas, cuadros, pianos, pianolas, alfombras, cajas de loza importada, etc... Regresaba de la ciudad de Montevideo con las compras para instalar a todo lujo el cabaret y llegaba a la Villa cuando ya había caído la noche, según lo convenido, para evitar las murmuraciones de la población.
La idea era muy acertada; el cabaret sería un gran éxito. Para su inauguración, Escayola invitó a los hombres más célebres de la zona e, igualmente, a los principales políticos de la ciudad de Montevideo.
De acuerdo con lo que se había previsto, el cabaret se abrió el 14 de julio de 1879, aniversario de la fecha patria de Francia. A las 23 hs de aquel sábado invernal fueron encendidos los faroles a cada lado de la puerta principal. Susana Cabrera nos hace este interesante relato de aquel día en su libro “Los Secretos del Coronel”:
“Una música de opereta recibía a los invitados vestidos de rigurosa etiqueta, algunos de ellos cubiertos con cuellos de piel o luciendo sombrero de copa y chalina blanca e indefectiblemente acompañados por el bastón de plata y oro. Al entrar, la sorpresa los hacía detenerse como aturdidos, la fascinación del lujo, la belleza y el despliegue de buen gusto, arrancaban exclamaciones de asombro, mientras la más joven de las pupilas (...) vestida con una túnica transparente (...) los conducía ceremoniosamente a sus respectivos lugares”.
A partir de ese día, muchas de las, hasta entonces, supuestas “personalidades notables” comenzaron a concurrir, por las noches, asiduamente a “La Rosada” sin la menor preocupación por el hecho de encontrarse destruyendo los valores morales que, como importantes políticos habían predicado durante el día; y, desde entonces, muchas mujeres de San Fructuoso comenzaron a soportar calladamente a sus maridos que solamente eran “ejemplares” durante el día.

La Compañía Francesa del Oro


Mientras tanto, los capitalistas franceses tratan con el Gobierno uruguayo la autorización para explotar las minas de Cuñapirú y de Corrales donde el oro es tan abundante que el historiador tacuaremboense Ramón González, aseguraba que, todavía alrededor de 1885, en su infancia, solía jugar a las bolitas, como otros chicos, usando pepitas de oro.
Entre los años 1878 y 1879, lograda la autorización del Gobierno, se funda en París la “Compagnie Française d’Or de l’Uruguay” (Compañía Francesa del Oro del Uruguay) que una vez instalada en Cuñapirú nombra Director General de la misma al ingeniero Víctor L’Olivier que, según algunos periodistas de la época “mandaba mas despóticamente que el Rey de Túnez”. Y así debió ser, pues en enero de 1880, ante los malos tratos, se produce una rebelión de obreros que es reprimida violentamente dejando como saldo un tendal de trabajadores gravemente heridos que mueren sin poder ser atendidos, otros son trasladados con urgencia al Hospital de San Fructuoso pero, en su mayoría, no llegan con vida. A raíz de estos episodios se crea una Comisión de Ayuda a la que Blanca Oliva convence de la importancia de pagarles los pasajes de regreso a Europa a las viudas.
Al comenzar diciembre de 1880 el ingeniero L’Olivier se compromete formal y socialmente a contraer enlace con María Luisa Gaye.


 Segundo matrimonio de Escayola


En 1873, pasados dos años del fallecimiento de su esposa Clara, Carlos Escayola contrae enlace, en segundas nupcias, con Blanca Oliva (1849-1886), la hermana de su primera esposa. La menor, María Lelia, tenía por entonces cuatro años de edad.
Ese mismo año (1873), es nombrado Presidente de la República Oriental del Uruguay, José Eugenio Ellauri (1834-1894).
Después de su casamiento con Blanca Oliva, Carlos Escayola continuó con su vida habitual dedicándose, cada vez más, a la política. Viajaba constantemente a Montevideo para entrevistarse con los caudillos más importantes del Partido Colorado. Su figura fue creciendo y en la Villa llegó a ser considerado un hombre de consulta hallándose permanentemente rodeado de amigos. Por las noches era cosa frecuente encontrarlo en las orillas del poblado de la Villa asistiendo y apostando en los reñideros de gallos, bebiendo y participando en interminables guitarreadas.
En 1874, Blanca Oliva da a luz a su primer hija, Natalia Aidina y, al año siguiente, a María.
El 15 de enero de 1875, el presidente José Eugenio Ellauri es derrocado por un motín militar y reemplazado, hasta completar el período presidencial, por Pedro José Varela (1837-1906) que asumió la Presidencia con el respaldo del ejército, el 22 de enero de 1875, y adoptó una política tan arbitraria e incongruente que prácticamente desembocó en una guerra civil. Deportó para La Habana (Cuba era aún colonia española) a sus enemigos políticos y agravó la situación financiera con la quiebra de los principales bancos del país. El 10 de marzo de 1876 fue obligado a renunciar y su año de gobierno ha quedado en la Historia como “El Año Terrible”.
Pedro Varela (1837-1906) es reemplazado por su Ministro de Defensa, el coronel Lorenzo Latorre (1840-1916), quien se inclina más por el ejercicio de un gobierno con características dictatoriales a lo largo de tres años hasta que, en 1879, es ungido Presidente Constitucional.
Durante el año 1877, Blanca da a luz a su tercer hijo varón, Héctor, y al año siguiente, 1878, tiene otra niña a la que bautizan con el mismo nombre que la madre: Blanca.
Aproximadamente, para esta época Escayola adquiere una estancia que es denominada con el nombre de su esposa: “Estancia Santa Blanca”. En esa propiedad, que se encuentra ubicada en la zona del denominado Valle Edén, Carlos Escayola hizo construir de inmediato un “mirador”, coronado por una gran sala con cuatro “ventanas-balcón” (una por lado), donde solían descansar durante las tardes de verano.

Manuela Bentos de Mora


En 1877, llega, para trabajar en la estancia Santa Blanca, Dominga Salina, cocinera y mujer de limpieza que trae consigo a una hija suya llamada Manuela Bentos de Mora la que habrá de desempeñarse como ayudante en las tareas que estarán a cargo de su madre.
Manuela Bentos de Mora nació el 17 de junio de 1868 y su padre, Benito Mora, entró a trabajar en la estancia poco tiempo después que su esposa e hija. Manuela contaba con 9 años de edad pero, posiblemente, como solía ocurrir por aquellos años en la mayor parte del mundo, anotaron su nacimiento tardíamente, pues representaba tener mucho más edad, alrededor de quince años.
Escayola en el poder
La Constitución de la República Oriental del Uruguay establecía por entonces un régimen de gobierno unitario y centralizado. Cada Departamento era gobernado por un Jefe Político y un organismo llamado Junta Económica Administrativa. Esta Junta era elegida por el pueblo mientras que el Jefe Político era nombrado por el Presidente de la República. En 1879, cuando Lorenzo Latorre “legitima” su situación y pasa a ser Presidente Constitucional, Escayola es “elegido” miembro de la Junta de Tacuarembó.
Latorre, contando al comienzo de su gestión con el apoyo popular, intenta una recuperación económica y moral del país. Pero la mayoría lo abandona cuando al finalizar ese año (1879) se apropia, sin explicación alguna, del 50 % del premio mayor de la lotería.
En 1880, ante la censura general, Latorre renuncia y lo reemplaza Francisco Antonio Vidal (1827-1889) para completar el período.
Ese mismo año (1880) nace el quinto hijo del segundo matrimonio de Carlos Escayola: Oscar.
En 1881, Manuel Suárez, Jefe Político de Tacuarembó, es obligado a presentar su renuncia ante ciertas irregularidades manejadas por la oposición, entre ellas la inexplicable desaparición de un vecino. En toda la Villa, ya se rumorea que el próximo Jefe Político será Carlos Escayola debido a la amistad que éste tiene con Máximo Santos, por entonces, Ministro de Guerra del Presidente Vidal. Y, en efecto, así ocurrió; ese mismo año (1881) Vidal designa a Escayola Jefe Político del Departamento de Tacuarembó. Inmediatamente su hermano Segundo Escayola pasa a ser el administrador de los bienes del flamante Jefe Político que ya no se podrá ocupar de sus propias cosas.
En 1883, Blanca Oliva da a luz a su sexto y último hijo: Washington.

Blanca Oliva (1849-1886), segunda esposa de Carlos Escayola

Los cambios sociales


La irrupción, prácticamente violenta de la actividad minera en aquella región, que hasta entonces era tranquila, serena y reposada, provocó grandes cambios no sólo por la febril y creciente actividad sino además por la influencia de las numerosas familias, parientes y amigos de muchos dirigentes de la empresa francesa que vinieron a radicarse en la zona.
El historiador Ramón González, oriundo de Tacuarembó y contemporáneo, durante su infancia, de muchos de los hechos que estamos relatando, ya anciano, en 1960, le contaba a Erasmo Silva Cabrera que a partir de entonces...
“Toda la región vive una época distinta. A diferencia de las hasta entonces costumbres locales en lo social y comercial, la época francesa trae (...) una manera de vivir europeizada”.
Para aquellos que no lo saben, aclaremos que Silva Cabrera tiene el enorme mérito de haber sido el primer (y por mucho tiempo el único) investigador que se animó a asegurar públicamente que Carlos Gardel era de origen oriental. Varios años más tarde comenzaron a aparecer otros que profundizaron aún más sus investigaciones e incluso corrigieron los errores que cometió. Pero él fue el que abrió los portales ocultos por las malezas de los prejuicios y los temores despejando el camino hacia la verdad. Todo esto lo llevó a cabo a partir de 1960 a pesar de las contras, obstáculos y problemas que se le fueron presentando, inclusive con muchos de sus compatriotas uruguayos que también estaban muy convencidos del francesismo del cantor a causa de las rastreras matufias realizadas tras la muerte del gran cantor por Armando Defino (último representante que tuvo Gardel en Argentina) con la finalidad de estafar al fisco y quedarse con todo.
Pero bajemos dos cambios y continuemos con nuestra historia.
Por aquel entonces, la zona de Tacuarembó era mencionada, no sólo en Uruguay sino también en el resto de América y en Europa, como la California suramericana y, toda la región, en muy poco tiempo, se fue transformando en un lugar de diversiones nocturnas no sólo para los hombres que trabajaban en la Compañía sino también para todos aquellos que, por su propia cuenta, intentaban obtener algún beneficio en las proximidades de la zona que era intensamente explotada por la empresa.
La “Compañía Francesa del Oro del Uruguay”, era una poderosa empresa con capitales europeos que tenía su casa central en París y que contaba, solamente en Tacuarembó, con mas de 1.000 obreros. Su actividad fue muy intensa: el camino que va de Durazno a Tacuarembó, calculo que más de 200 Km., era recorrido permanente e incesantemente por unas 2.000 carretas contratadas no sólo en el Uruguay sino también en el Sur de Brasil y en las Provincia argentinas de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires, para transportar en forma incesante los materiales destinados a mantener alimentada en forma constante la usina.
Esos materiales (toneladas de combustibles sólidos y líquidos) llegaban desde Montevideo a través del ferrocarril hasta la estación terminal en Durazno. Una vez ahí se pasaba la carga ferroviaria a grandes carretas que la continuaban transportando por primitivas huellas o sederos de tierra, prácticamente a campo traviesa, hasta llegar a la zona aurífera (la zona de las minas).
El ya mencionado historiador tacuaremboense Ramón González, ya muy anciano, en el año 1960, le contó a Erasmo Silva Cabrera:
“Por los años 1885/87 gentes de todas partes, acudían en procura del preciado tesoro (...). Y consecuencia de ello tuvo Tacuarembó por ese entonces dos lujosos cabarets, en los cuales se realizaban fiestas a las que no faltaba lo más selecto del sexo masculino del antiguo San Fructuoso, enfundados en levitas y jaquets de grandes faldones, y cubierta la cabeza con las galeras de alta copa. Uno de esos locales se llamaba La Rosada”.
Cuñapirú y Minas de Corrales (en el Departamento de Rivera), separadas entre sí por unos 9 Km. en dirección Norte-Sur, tenían como centro urbano más próximo, a Villa San Fructuoso (ciudad cabecera del Departamento de Tacuarembó) que se encontraba situada a 23 Km. de Cuñapirú y a 25 de Minas de Corrales. Estas distancias son aproximadas debido a que las he tomado mediante cálculos muy simples hechos con mapas. Si alguno de los amigos gardeleanos tiene valores más exactos y desee colaborar desde ya muy agradecido.
Lo cierto es que de esta manera, estas tres localidades fueron, durante varios años, los vértices del triángulo que encerraba la zona dedicada casi exclusivamente a la minería. (CONTINUARÁ)

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