CXXVI- CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA -126
CARNE DE CABARET
La octava sesión de grabaciones correspondiente al año 1920 comienza con tres registros del tango de Pacífico V. Lambertucci (1891-1976) y Luis Roldán (1894-1943) titulado “Carne de cabaret”. De estos tres registros, solamente se editó el logrado en último término.
“Carne de Cabaret”, aunque es hoy un tango olvidado, en su momento tuvo un gran éxito.
“Carne de Cabaret”, aunque es hoy un tango olvidado, en su momento tuvo un gran éxito.
Pacífico Víctor Lambertucci nació en Buenos Aires; fue pianista, compositor y aunque formó parte de diversos grupos, no actuó nunca en orquestas de renombre. Compuso su primer tango en 1908, se titulaba “El espectro” y nunca llegó a publicarlo. Siete años más tarde, hacia 1915, Lambertucci compone su segundo tango, “Alma criolla”, que se anima a publicar.
En 1920 crea “Carne de cabaret”, con letra de Luis Roldán, que además de obtener un gran éxito es llevado al disco por Gardel. Luego, Lambertucci compuso con letra propia el tango “Buena suerte” que el cantor tenía intenciones de llevar al disco si el autor le permitía hacer algunos retoques en la letra. Por tal motivo Gardel le encargó a Mauricio Godard, gerente de la empresa grabadora, que cuando lo viera a Roldán le preguntara si podía hacer algunas reformas en la letra. Pero el autor respondió que el tango estaba bien como estaba y que nada había que reformar. Carlos Gardel entonces decidió entonces no grabarlo.
Además de los temas mencionados, Lambertucci compuso también:
Además de los temas mencionados, Lambertucci compuso también:
-“Gacé”
-“Nelly”
-“Martirios”
-“Tu pecado”
-“El flechazo”
-“Llegó el final”
-“La costurerita”
-“En la noche de tus ojos”
-“Nelly”
-“Martirios”
-“Tu pecado”
-“El flechazo”
-“Llegó el final”
-“La costurerita”
-“En la noche de tus ojos”
En la letra de “Carne de cabaret” nos encontramos con un vocablo de origen inglés, ESPLÍN, proveniente de SPLEEN, que es un estado mental de particular apego a los sentimientos de tristeza, tedio, melancolía, pesadumbre, etc., que llega incluso a impulsar a quien lo padece, en casos muy extremos, al suicidio.
Por esa época, hasta bien entrada la década de 1930, el ESPLÍN era algo muy frecuente en Europa y en Buenos Aires que vivía a la sombra de todo lo que ocurría, sucedía o se ponía de moda en Europa.
Tengamos en cuenta que Europa ya había soportado el terrible flagelo de la primera guerra mundial con tantos muertos que no había quien no tuviera un pariente o conociera por lo menos una víctima. Si bien en Europa constantemente se entablaban conflictos armados, nunca antes se había desatado una guerra de semejante magnitud.
Por esa época, hasta bien entrada la década de 1930, el ESPLÍN era algo muy frecuente en Europa y en Buenos Aires que vivía a la sombra de todo lo que ocurría, sucedía o se ponía de moda en Europa.
Tengamos en cuenta que Europa ya había soportado el terrible flagelo de la primera guerra mundial con tantos muertos que no había quien no tuviera un pariente o conociera por lo menos una víctima. Si bien en Europa constantemente se entablaban conflictos armados, nunca antes se había desatado una guerra de semejante magnitud.
El ESPLÍN es una especie de necesidad casi inevitable (para quien lo padece) de vivir con angustia y sufrimiento muy parecida a la hipocondría. Para decirlo de una forma más sencilla, se trata de una perturbación mental que, supuestamente, impulsa al enfermo a “disfrutar” de las dolencias que padece, o cree padecer, incluso exagerándolas.
Se trata entonces de un pozo depresivo del que difícilmente se sale sin ayuda médica. En los años de la década de 1920, era tan poco lo que se sabía al respecto que mucha gente pasaba gran parte de su vida (cuando nó, toda la vida) sumida en el ESPLÍN. Al finalizar la década de 1920 comenzaron a aumentar en forma alarmante los suicidios por causa de ese desconocido ESPLIN. Refiriéndose a esa época, Enrique Santos Discépolo diría en su tango “Cafetín de Buenos Aires”
Se trata entonces de un pozo depresivo del que difícilmente se sale sin ayuda médica. En los años de la década de 1920, era tan poco lo que se sabía al respecto que mucha gente pasaba gran parte de su vida (cuando nó, toda la vida) sumida en el ESPLÍN. Al finalizar la década de 1920 comenzaron a aumentar en forma alarmante los suicidios por causa de ese desconocido ESPLIN. Refiriéndose a esa época, Enrique Santos Discépolo diría en su tango “Cafetín de Buenos Aires”
En tu mezcla milagrosa,
De sabihondos y SUICIDAS,
Yo aprendí filosofía,
Dados, timba y la poesía;
Cruel, de no pensar más en mí.
De sabihondos y SUICIDAS,
Yo aprendí filosofía,
Dados, timba y la poesía;
Cruel, de no pensar más en mí.
La letra de “Carne de cabaret” trata sobre la vida de una mujer que ha sido prostituida por un hombre que la explota sin miramientos terminando con su vida en un hospital. Por entonces en Buenos Aires eran frecuentes los secuestros y desapariciones de mujeres jovencitas de los barrios humildes que con la ilusión de salir de pobres eran fácilmente engañadas y prostituidas, tal como más adelante veremos en otros tangos mucho más explícitos acerca del accionar de estos siniestros personajes.
(CONTINUARÁ)
No hay comentarios:
Publicar un comentario