domingo, 4 de diciembre de 2016

HISTORIA DE LA “GRIETA” - 1

Después de la Revolución de Mayo (1810), surgieron en Argentina, básicamente, dos corrientes ideológicas con el afán de gobernar : Unitarios y Federales.
Los UNITARIOS querían concentrar todo el poder sobre la ciudad de Buenos Aires para representar y negociar los intereses de todo el país con el extranjero.
Los FEDERALES en cambio, querían intervenir con iguales derechos a través de los gobiernos respectivos de cada Provincia y tenían el apoyo popular del gauchaje.
Uno de los primeros federales fue el coronel Manuel Dorrego a quien, en agosto de 1827, la Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires lo eligió gobernador y, por mandato del Congreso, quedó encargado de las relaciones exteriores. La reacción de los unitarios no se hizo esperar, el general Juan Lavalle, al año siguiente, lo derroca, lo fusila y ocupa su lugar como gobernador. 
Los unitarios usaron siempre la violencia, la estafa y la mentira para imponer sus ideas y su sistema de gobierno. Tanto fue así que en poco tiempo se ganaron el mote de Salvajes.
“Viva la Santa Federación… mueran los Salvajes Unitarios”, fue la consigna popular que la Historia Oficial (según se enseñaba hasta hace algunas décadas) atribuía al gobernador Juan Manuel de Rosas, sin explicar en lo más mínimo la razón del calificativo “Salvaje”.
Rosas fue el gobernador Federal que mayor tiempo se mantuvo en el poder, gobernó durante tres décadas con un gran apoyo popular (en especial del bajo pueblo) hasta que fue derrocado… ¿Cómo pudo ser que se mantuviera en el poder tanto tiempo si era un asesino, un sangriento tirano, según dijeron siempre, los mañosos historiadores unitarios trocados luego en CONSERVADORES?... ¿Por qué no lo derrocaron antes?... nada de eso comenta o explica la tendenciosa Historia Oficial…
Es sistema educativo, por miedo (o terror) a que las ideas Federales quedaran arraigadas en el pueblo, se ocupó en describir a Rosas como a un tirano sanguinario. Facilitó esta operación, el enorme aluvión de extranjeros con que se repobló nuestro país tras el gigantesco genocidio perpetrado por los unitarios contra los aborígenes y los gauchos. Ya para esa época, el descrédito de los unitarios, ante tantas matanzas, era tan grande que comenzaron a cambiar de nombre y pasaron a llamarse CONSERVADORES pues, al parecer, querían adueñarse y conservar la tierra, las riquezas mal habidas, ciertas costumbres, etc… todo menos la población originaria y gauchesca porque ellos la consideraban una raza inferior.
Los inmigantes, mayoritariamente europeos, ignorantes de estos hechos, aceptaron durante varias generaciones las ideas de esta fabulosa campaña anti popular que trataba de ocultar la cobarde y triste guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, la heroica batalla de la Vuelta de Obligado contra las fuerzas invasoras de Inglaterra y de Francia unidas para penetrar por la fuerza nuestros ríos interiores, etc… 
Todavía hoy, la inmensa mayoría de los argentinos, además de desconocer muchas de estas cosas, no saben, ni se explican porque causa el general San Martín dejó su sable a Rosas en reconocimiento a su acendrado patriotismo. Nada de esto y de muchas otras cosas, hasta hace pocos años se conocían. Y aún hoy son muchos los que las desconocen. 
Yo, que ejercí la docencia a nivel secundario durante más de 50 años, y conocí muy bien el ambiente educativo, puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que la gran mayoría de los docentes ignoran nuestra historia o que, en el mejor de los casos, la tienen parcial y confusamente prendida con “alfileres”… Sólo un muy pequeño porcentaje tiene autoridad para hablar sobre lo nuestro en todo sentido. Para el resto, lo nuestro no sólo no es importante sino que, además, es despreciable sencillamente porque es nuestro.
Pero nadie vaya a creer que los inmigrantes europeos de aquella época la pasaron mejor que los actuales inmigrantes de países vecinos de nuestra América. Todo lo contrario, fueron maltratados, explotados, despreciados y asesinados a mansalva toda vez que se manifestaban por lograr jornadas de trabajo más reducidas (8 horas) y ganar un sueldo más digno. Sin embargo hoy, muchos de aquellos asesinos son recordados y homenajeados con estatuas y con sus nombres en calles, plazas, pueblos, ciudades, etc… 
Y por hoy la dejó aquí; en la próxima entrega comenzaré a hablar de las obras que llevaron a cabo estos tristes tilíngos argentinos (considerados próceres) al servicio de las potencias extranjeras… si es que no me pasa nada.
Armando Lofiego
(CONTINUARÁ)

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