domingo, 4 de diciembre de 2016

EL KAMELO DE JESÚS

Según el nuevo testamento Jesús dijo: 
“Es más fácil que un CAMELLO pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos”.
Esto ha sido muchas veces un tema desconcertante debido a un error de traducción.
El Papa Dámaso, que vivió entre los años 304 y 384, fue el Papa trigésimo séptimo. Dos años antes de morir, en el año 382, reunió los libros de la Biblia escritos en griego y en hebreo y nombró a Jerónimo Estridón (340-420), conocido hoy como San Jerónimo, para que tradujera al latín esos libros que conforman la Biblia.
La Biblia, así traducida, fue publicada por primera vez en el siglo IV y declarada, en el año 1546, como la versión única, auténtica y oficial por la Iglesia Católica Apostólica Romana.
Pero San Jerónimo erró la interpretación al traducir del griego al latín las tan conocidas palabras de Jesús: 
“Es más fácil que un CAMELLO pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos.”
Lo que en realidad dijo Jesús fue:
“Es más fácil que UNA SOGA pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos.”
Este error es debido a que SOGA en griego se dice KAMELO y San Jerónimo interpretó, al traducir, KAMELO por CAMELLO cuando, en realidad, en griego, el kamelo es una soga muy gruesa con la que se amarran los barcos a los muelles.
Tomando en cuenta esto, las palabras de Jesús (que siempre ponía ejemplos sencillos para que todos le entiendan) resultan fácilmente comprendidas, coherentes, y con un significado bien claro.
A lo largo de los siglos se han formulado muchas teorías, que nunca aclararon nada, acerca del significado de estas palabras dichas por Jesús. Ninguna autoridad eclesiástica se atrevió a reconocer públicamente el error después que esa traducción fue declarada oficial por la iglesia Católica Apostólica Romana. Y esto no debe llamar la atención, pues la misma institución, a pesar de la difusión y aceptación que tuvieron los descubrimientos de Galileo Galilei (1564-1642), tardó tres siglos y medio en reconocer que Galileo tenía razón cuando dijo que la tierra se movía alrededor del sol, por ejemplo.
Armando Lofiego

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