sábado, 22 de agosto de 2015

Nace el dúo Gardel-Razzano

XX- CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA

NACE EL DÚO GARDEL-RAZZANO

Aquella aventura artística que había comenzado con un desbordante entusiasmo iniciando una gira como cuarteto y transformado luego en terceto, en el pueblo de Los Toldos, Partido de General Viamonte, se convirtió finalmente en un dúo que, con muy poco ánimo, trató de continuar sus presentaciones por la campaña bonaerense.
En la década de 1940, recordando esas semanas en que Carlos Gardel y José Razzano quedaron solos, este último aseguró que habían seguido cantando por algunos pueblos más, aunque ya no recordaba cuales eran.
La gira entró así en su breve etapa final: fueron muy aplaudidos pero prácticamente no ganaron ningún dinero y ahora, los dos solos, tenían dificultades para actuar; las salas pueblerinas no mostraban el mismo interés por contratarlos como cuando eran tres.
Según las crónicas periodísticas que hemos estado viendo sobre esta gira, el terceto no parecía tener, desde el comienzo, una definición clara acerca de cuáles serían las expresiones de nuestro arte que iban a abarcar. Se puede comprobar fácilmente que el periodismo al principio hablaba más de las ejecuciones guitarrísticas que de las canciones. Es posible que el público se haya mostrado mas entusiasmado con el canto que con la música y, a medida que la gira iba avanzando, nuestros artistas comenzaron a dejar de lado las ejecuciones instrumentales para dedicarse exclusivamente al canto. Estas ejecuciones, seguramente no serían muy buenas que digamos, pero llamarían poderosamente la atención debido a la falta de oportunidad que por ese tiempo había en los pueblos de provincia para escuchar este tipo de música a cargo de varios ejecutantes de la guitarra.
Tengamos en cuenta que no existía aún la radio y que los prejuicios de la época alejaban a los puebleros, mucho más que en la ciudad de Buenos Aires, de las reuniones gauchescas que era donde podían ser apreciadas estas manifestaciones musicales. En estos pueblos, mucho antes que en la Capital Federal, nuestra música fue calificada despectivamente por la tilinguería lugareña como “música de ranchos”. Y si no era ejecutada por artistas de reconocido mérito que llegaran desde Buenos Aires, prácticamente nadie se interesaba por estas expresiones. De ahí, que los periódicos locales hablaran como si Gardel y los demás artistas fueran de cierta importancia en nuestra Capital aclarando además que ya habían grabado discos, tarea considerada como índice de reconocimiento del artista; el disco era por entonces el único medio de difusión y de comunicación de que disponía el artista para llegar a su público.
Cada uno de los integrantes del terceto cumplía un rol determinado: Gardel se destacaba fundamentalmente como cantor; Razzano, mas empresario que artista, era el encargado de cerrar las tratativas para las actuaciones y, además de actuar, manejaba la organización económica del grupo; finalmente, Martino era el músico del conjunto que al comienzo de la gira debió haber influido para que el conjunto tuviera un rasgo más instrumental que cantable pues Martino era mas guitarrero que cantor. Las preferencias del público (y en ésto seguramente tuvo mucho que ver la voz de Gardel) volcó el conjunto hacia el canto. Cuando Martino abandonó en Los Toldos, el grupo ya se había volcado al canto con exclusividad y es muy posible que por tal motivo Martino los haya dejado solos a Gardel y Razzano.
De este modo imprevisto nació el Dúo Gardel-Razzano que tanto llamaría la atención a lo largo de muchos años. Es importante destacar que durante esta gira, Gardel y sus compañeros eran contratados, más que nada, por el impacto que causaban sobre un escenario tres personas con sus guitarras, cosa por entonces desconocida.
Los payadores, cuando subían a un escenario para enfrentarse en contrapunto, casi siempre eran dos y, por entonces, carecía de sentido que dos hombres subieran a un escenario con sus instrumentos para no enfrentarse. Por ello cuando Gardel y Razzano pretenden continuar la gira, por otros pueblos de la provincia, comienzan a tener dificultades para obtener permisos o contratos de actuación en los salones, clubes y cines del interior. Esto hace que después del abandono de Francisco Martino, en Los Toldos, el dúo retorne un tanto desorientado y decepcionado a la Capital donde cada uno de sus integrantes, intentará abrirse camino en forma individual.
Francisco Martino siguió ligado a los cantores, en especial a Carlos Gardel, a través de la gran amistad y confianza que los unía y también por medio de los cruces en los escenarios como iremos viendo en su momento.

FRANCISCO MARTINO

Durante el año 1917 (ó, tal vez, 1918), Francisco Martino integra junto a Ángel Greco un dúo criollo que perduró hasta el año 1921. En 1922, integrando la compañía teatral Muiño-Alippi, viaja a España como bailarín y cantor. También realizó actuaciones, durante largo tiempo, en muchos escenarios de la República Oriental del Uruguay.
Francisco Martino falleció en Buenos Aires el 25 de mayo de 1938. De las obras que como autor y/o compositor le pertenecen, Carlos Gardel grabó las siguientes:
-“El sueño” (estilo)
-“Maragata” (tonada)
-“Mis espuelas” (estilo)
-“Cariñito mío” (tango)
-“La pueblerita” (zamba)
-“Soy una fiera” (milonga)
-“Ámame mucho” (tonada)
-“La catedrática” (milonga)
-“Para quererte nací” (cifra)
-“Mi pañuelo bordao” (tonada)
-“Sanjuanina de mi amor” (tonada)

LA PRIMER LÍNEA SUBTERRÁNEA

En la primera década del siglo XX el tráfico vial en Buenos Aires había aumentado en forma importante. En 1903 circulaban 4.791 coches (con caballos) y 60 automóviles, mientras que, diez años mas tarde. en 1913, había 6.211 coches (con caballos) y 7.438 automóviles.
Debido a este rápido aumento del rodado, se consideró imprescindible la creación de nuevas formas de transporte masivo.
De esta forma el 15 de septiembre de 1911 comenzó la construcción de la primera línea de transporte subterráneo lo que implicó la contratación de 1.500 obreros. La línea obtendría su actual denominación, Línea “A”, recién el 17 de febrero de 1939. Fue la primera línea de subtes en toda América Latina y en todo el hemisferio Sur.
El primer tramo fue inaugurado el 1° de diciembre de 1913 por Victorino de la Plaza, vicepresidente de la Nación, y al día siguiente fue habilitado al público que masivamente, deseoso por conocer como era eso de viajar por “debajo de la tierra”, provocó algunas aglomeraciones que obligaron a la intervención policial para mantener el orden. Ese día viajaron aproximadamente unas 170.000 personas.
Cada estación tenía una longitud de 100 m y poseía frisos de un color determinado para facilitar su identificación, teniendo en cuenta el alto nivel de analfabetismo que existía en la época.
El subterráneo fue, por aquel entonces, una demostración ante el mundo, por parte del régimen conservador, de un poderío económico inexistente ya que la población trabajadora vivía hacinada en piezas de conventillos y con sueldos miserables que apenas si alcanzaban para comer. Se trataba pues de una gran ostentación económica para parecer un país rico frente al resto de los países de América incluyendo a Estados Unidos.
Los obreros, cuando reclamaban alguna mejora, eran salvajemente reprimidos tal cómo era la costumbre del régimen liberal imperante.
Por entonces, los porteños usaban para viajar, los tranvías y los coches tirados por caballos conocidos como Victorias y más adelante, vulgarizados con el nombre de “Mateos”.
(CONTINUARÁ)

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