LXX- CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA
HUGO WAST
El autor de la novela “Flor de durazno” fue Gustavo Martínez Zuviría quien firmaba con el seudónimo Hugo Wast, autor al que siempre se lo menciona cuando se habla de esta película muda rodada en 1917 en la que interviene Carlos Gardel… ¿Pero quién era este escritor?En realidad fue una persona muy discutida y hasta contradictoria. Hugo Wast (1883-1962), nació en Córdoba y cultivó la narrativa costumbrista provinciana, alcanzando sus novelas una amplia difusión en la mayor parte de América Latina. En el año 1905, Hugo Wast publicó “Alegre”, su primer obra, a la que le siguieron “La que no perdonó”, “Novia de vacaciones”, “Desierto de piedra”, “Flor de durazno” (publicada en 1911), “La casa de los cuervos” (de 1916), “Valle Negro” (de 1918), “Myriam la conspiradora”, “El Jinete de fuego” (de 1926), “Tierra de jaguares” (de 1927) y “El camino de las llamas” (de 1930). Escribió también “Don Bosco y su tiempo”, “El kahal”, y un libro de impresiones autobiográficas titulado “Las espigas de Ruth”, además de otras obras de carácter sentimental y dramático de evocación histórica o contemporánea.
Wast fue también profesor de economía, diputado, miembro de la Academia Argentina de Letras y estuvo al frente de la Biblioteca Nacional desde 1931 hasta 1954. Las grandes convicciones católicas y nacionalistas de este escritor determinaban todos los actos de su vida. Así, por ejemplo, en el prólogo de su libro “El kahal” llega al extremo de afirmar que la expresión muera el judío es sinónimo de viva la patria.
Bajo la presidencia del general Ramírez, en 1943, es nombrado Ministro de Justicia e Instrucción Pública, cargo que ocupó poco tiempo, sólo hasta 1944, pues el gobierno, ante el avance de los sucesos de la segunda gran guerra europea, se vio obligado a romper relaciones con Alemania. En su renuncia argumentó que no era su deseo que Argentina “se embandere y que nuestros soldados vayan a morir en tierras extrañas sin saber por qué, a las órdenes de jefes extranjeros que nos desprecian y a la sombra de banderas de todos los colores”.
Hugo Wast, que apoyaba la política alemana antijudía, durante el breve período de su gestión, persiguió a las organizaciones estudiantiles que se manifestaban en contra y fueron cesanteados maestros y profesores judíos; se implementó además la enseñanza de la religión católica en las escuelas, motivo por el cual los alumnos no católicos eran concentrados en un salón aparte para estudiar moral. En su libro “Vocación de escritor”, Hugo Wast afirma: “Una novela, por el solo hecho de representar la vida, enseña, bien o mal, aunque su autor no lo haya pretendido. No es un cuadro ni una estatua, es toda una cadena de principios y de consecuencias que se transmiten al lector como incitaciones al bien o al mal. Por consiguiente el novelista no tiene derecho de escribir cualquier cosa, so pretexto de arte”.
Como podemos apreciar, el escritor entendía que la literatura tenía exclusivamente una misión de carácter pedagógico y de formación espiritual; pero, lo que es peor aún, es que él mismo determinaba que era lo que debía llegarle al lector pues: “Por arriba de la libertad del artista están los deberes del hombre para consigo mismo, para con la sociedad, para con Dios”. De ahí que sus obras se hallaran siempre cargadas de mensajes moralizantes, de acuerdo a lo que él entendía por moralidad.
“Flor de Durazno”, al igual que muchas de sus novelas, tiene un tinte lírico y sentimental importante para la época. Muchos de sus libros, dirigidos a los niños y a los adolescentes, fueron declarados textos de lectura obligatoria en las escuelas, especialmente promovidos por la Iglesia.
Aunque las ideas de Wast estaban presentes en toda su producción, aparecieron directamente explícitas en cuatro de sus obras que conforman la tetralogía antisemita del autor: la ya mencionada “El kahal”, “Oro”, “Juana Tabor” y “666”. En el primero de los libros mencionados, afirma Hugo Wast, refiriéndose a la crisis de la década de 1930: “Es una vasta maniobra judía, para ahogar la civilización cristiana”, agregando además que “los escritores judíos han descompuesto la sangre del mundo cristiano inyectándole el veneno del liberalismo. El liberalismo en finanzas, el liberalismo en política, que es el sufragio universal; el liberalismo en religión, es decir, la enseñanza obligatoria y atea”.
Hugo Wast mostró siempre cierta aversión hacia Mariano Moreno, el fundador de la Biblioteca Nacional. Y llegó a tal punto que, siendo director de la misma, en 1937 escribió varias páginas con la finalidad de “demostrar” que el verdadero creador de la mencionada institución había sido el fraile Luis José Chorroarín (1757-1823), profesor y rector del colegio de San Carlos, de Buenos Aires, y primer director de la Biblioteca Nacional.
De igual modo que sus obras y su función como ministro de Justicia e Instrucción Pública, Hugo Wast fue cuestionado también como director de la Biblioteca Nacional, incluso le fue exigida, en nota publicada en los diarios, su renuncia por un grupo de intelectuales: “El señor Hugo Wast no sería peligroso si se limitara a esa simple actividad del caramelo literario. Pero aparte de sus lacrimógenas virtudes de novelista exhibe la exasperación de su totalitarismo falangista y sus despropósitos contra Mariano Moreno, prócer liberal que osó fundar la Biblioteca”.
Uno de los hombres que mas criticó a Hugo Wast fue César Tiempo (1906-1980) quien dejó clara su posición en un trabajo cuyo título lo decía todo: “La campaña antisemita del director de la Biblioteca Nacional”.
Hugo Wast falleció en 1962, cuando contaba con 79 años de edad. Seis años después, en 1968, fue creada la “Fundación Hugo Wast” que, en su estatuto, describía de esta manera al autor de “Flor de durazno”: “Ilustre católico, notable escritor, fervoroso patriota, estadista constructivo y ejemplar padre de familia”.
Y en esto último fue efectivamente un gran padre de familia ya que tuvo doce hijos, varios de los cuales siguieron la carrera militar. El teniente coronel de igual nombre, Gustavo Martínez Zuviría, que participó con Mohamed Alí Seineldín en el levantamiento de Villa Martelli, es familiar suyo.
Muchas novelas de Hugo Wast fueron traducidas al alemán, al italiano y a otros idiomas menos difundidos como el noruego.
En 1983, al cumplirse el centenario del natalicio de Hugo Wast, Cayetano Lisiardi, entonces ministro de Educación de la dictadura militar, puso el nombre de este escritor a la sala de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional. El nombre de dicha sala, junto con su material fue trasladado luego al actual edificio de la Biblioteca.
Después del atentado a la AMIA, los miembros de Investigaciones de Ciencias Sociales decidieron cambiar el nombre de Gustavo Martínez Zuviría, de la mencionada hemeroteca... “por el nombre de alguna figura destacada de la cultura argentina y mas ecuménica que el que le fuera impuesto”.
(CONTINUARÁ)
Hugo Wast (1883-1962)
No hay comentarios:
Publicar un comentario