lunes, 14 de diciembre de 2015

La exaltación del gaucho


XLVIII- CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA
Al mismo tiempo que Ricardo Rojas (1882-1957) proponía “restaurar el nacionalismo” ante la avalancha descontrolada de inmigrantes europeos (la mayoría italianos), Leopoldo Lugones en 1913 dio una larga serie de conferencias en el Teatro Odeón de Buenos Aires a la que, debido a su gran autoridad, asisten el Presidente de la Nación Roque Sáenz Peña, todo el gabinete ministerial y las más altas magistraturas legislativas y judiciales además de los descendientes de la oligarquía terrateniente, y responsable, por su complicidad y silencio, con el gigantesco genocidio perpetuado en la República Argentina. Luego dichas conferencias fueron publicadas en el diario “La Nación”…
Lugones no sólo afirma que el poema “Martín Fierro” de José Hernández es el “poema nacional” por excelencia sino que también rescata la figura del gaucho que rápida y oficialmente pasa de ser considerado un “vago mal entretenido y enemigo de la civilización” (palabras de Sarmiento) a ser el “arquetipo” de la argentinidad.
La difusión que tuvo esta nueva valoración del gaucho ejerció una influencia muy grande en la sociedad. En poco tiempo, en las escuelas, se comenzó a relatar la intervención del gaucho en las guerras de la independencia cosa hasta entonces totalmente ignorada. Esta circunstancia facilitó el aumento y la multiplicación de gran cantidad de sociedades gauchescas (hoy llamadas peñas) y un creciiento significativo de la cantidad de artistas dedicados al cultivo de la música folclórica, por entonces llamada “música nativa”.
La gran exaltación del gaucho (que pasó de delincuente a héroe nacional) hizo que en las fiestas patrias muchos hombres salieran a pasear por la Avenida de Mayo y otras importantes arterias de la ciudad de Buenos Aires, vestidos con ropas gauchescas. Lo llamativo fue que muchos inmigrantes, especialmente italianos, vestidos de gauchos, también salieran a festejar fechas como el 25 de mayo ó el 9 de julio sin saber bien de que se trataba.
Muchos hijos de esta gente, no sólo cultivaron las tradiciones gauchas sino que era frecuente verlos en días domingos y festivos con ropas gauchescas.
La gran mayoría de los niños nacidos a comienzos del siglo XX tuvieron, cuando grandes, un gran apego por la cultura gauchesca. De hecho mi padre y sus hermanos formaron parte de aquella generación con tales características. Inclusive uno de mis tíos, mayor que mi padre, perteneció por años a una sociedad tradicionalista de la ciudad de Buenos Aires, corría carreras de sortija y andaba casi siempre a caballo y vestido de gaucho.
Pero no todo fue así. Muchos inmigrantes que dedicaron su vida al trabajo sin poder salir de pobres lograron que sus hijos buscaran otros caminos más directos y rápidos para abandonar la pobreza. Esta circunstancia fue expuesta desgarradoramente por Carlos de la Púa (1898-1950), cuyo verdadero nombre era Carlos Raúl Muñoz y Pérez, periodista y poeta al que apodaban “El Malevo Muñoz”, en su magistral poema titulado “Los bueyes”…
Vinieron de Italia, tenían veinte años,
Con un bagayito por toda fortuna
Y, sin aliviadas, entre desengaños,
Llegaron a viejos sin ventaja alguna.
Mas nunca a sus labios los abrió el reproche.
Siempre consecuentes, siempre laburando,
Pasaron los días, pasaban las noches
El viejo en la fragua, la vieja lavando.
Vinieron los hijos. ¡Todos malandrinos!
Vinieron las hijas. ¡Todas engrupidas!
Ellos son borrachos, chorros, asesinos,
Y ellas, las mujeres, están en la vida.
Y los pobres viejos, siempre trabajando,
Nunca para el yugo se encontraron flojos;
Pero a veces, sola, cuando está lavando,
A la vieja el llanto le quema los ojos.
Carlos de la Púa
Había comenzado a surgir un nuevo personaje en la ciudad de Buenos Aires que irremediablemente será documentado en muchísimas letras de tangos de la época y que iremos viendo con mayor detalle a medida que aparezcan en las obras grabadas por Carlos Gardel.
(CONTINUARÁ)

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