lunes, 29 de junio de 2015

Oscar Orozco, apuntes biográficos.

 Vamos a iniciar este capítulo con la breve biografía de Oscar Orozco que quedé debiendo en la publicación anterior.

Oscar Orozco

El tan mentado Oscar Orozco, nació en la ciudad de Paysandú el 6 de junio de 1878 pero pasó gran parte de su vida en una estancia conocida como “El Romerillo”, que se hallaba ubicada en el Departamento de Maldonado.
Orozco le dedicó los versos de “El tirador plateao” a su novia, la señorita Delia Rodríguez, ni bien comenzó el siglo XX ya que ambos contrajeron enlace el 30 de agosto de 1903.
Orozco era un hombre que tenía estudios secundarios completos, era Perito Mercantil, titulo muy importante para aquella época y, por tal motivo llegó a ser miembro en el Tribunal de Cuentas de la República Oriental del Uruguay.
Ocupó además, a lo largo de su vida y bajo distintos gobiernos otros puestos de gran importancia en la vida pública de su país.
Falleció en la ciudad de Montevideo, el día 26 de junio de 1937, cuando acababa de cumplir 59 años de edad.
A pesar de los reiterados reclamos realizados por las hijas de Oscar Orozco, éste nunca fue legalmente reconocido como el autor de las décimas “El tirador Plateado”.

2- YO SE HACER

La segunda obra que Carlos Gardel lleva al disco corresponde a unas décimas de Andrés Cepeda tituladas “Hernández”. Cuando Carlos Gardel decide grabarlas y les pone música de cifra, registra la obra bajo el titulo “Yo se hacer”.
Este poema, al igual que su autor, merece un detenido estudio para comprender el real significado del mismo y la singular vida que llevó su creador.
La música de “Yo se hacer”, algunos años más tarde, Carlos Gardel la usará para interpretar la cifra “El pangaré”.
El payador Francisco Bianco (1894-1960), en 1959, según lo publicado en la importante obra “Carlos Gardel y los autores de sus canciones” de Orlando del Greco, editorial Akian, 1990, donde no se menciona la fuente que publicó estas expresiones, definió a Andrés Cepeda diciendo:
“Un paisano del pueblo de Brandsen” (al que) “le dio por recorrer los paisajes del Gran Buenos Aires, en donde se puso a tono con amigos orilleros de todo ambiente”,
En efecto, Andrés Cepeda nació en Coronel Brandsen el 18 de mayo de 1869 y desde muy joven, aún adolescente, se instaló en las orillas de Buenos Aires (como solían hacer muchos paisanos). Tras delinquir en varias oportunidades, comenzó a ser perseguido por la policía, pasando la mayor parte de su vida prófugo o preso en la “Penitenciaría Nacional” donde escribió la mayoría de sus versos que los estilistas de la época popularizaron por los arrabales y barrios porteños apartados.
De este autor, que en las últimas décadas del siglo XIX comenzó a ser conocido como “El poeta carcelario” o, también, como “El loco Cepeda”, Gardel grabó siete obras:
1- Yo se hacer (cifra)
2- Es en vano (canción)
3- La mariposa (décima)
4- Pobre madre (décima)
5- El almohadón (décima)
6- Un bailongo (milonga)
7- El poncho del olvido (décima)
A raíz de su actividad delictiva, Cepeda usó varios nombres durante su corta vida. En el hampa porteña y en los sumarios policiales aparece mencionado también como Andrés Romero o Manuel González.
En 1906, tratando de aliviar su situación, Cepeda le escribe al Jefe de Policía de Buenos Aires la siguiente carta:
“Sr. Jefe de Policía de la Capital, Coronel Ramón Falcón. Presente.
Respetable Sr :
Con el respeto que su distinguida persona merece, el que suscribe se permite molestar la atención de Vuestra Señoría con estas líneas, las cuales persiguen el sólo fin de manifestar a Vuestra Señoría lo siguiente:
Sr. Jefe, cuatro años y meses hace que, debido a una disposición policial, recorro las comisarías del Municipio a los efectos del reconocimiento y como comprendo que ya no queda un solo agente ni empleado que no esté cansado de verme en todos los calabozos, vengo humildemente a manifestárselo a Vuestra Señoría abrigando la esperanza de que tomará en consideración lo conocido que soy y se apiadará de mí pues, como digo, durante el tiempo que menciono, solamente horas logré permanecer libre.
Debo hacer presente que desde que existe esta disposición, sólo unos cuantos desgraciados estamos sujetos a ella, motivo por el cual sólo servimos de incomodidad en las comisarías; pero como tal vez Vuestra Señoría ignora ésto, me permito hacerlo notar como también digo que la mayoría de los que andamos en la gira no estamos en la galería pública como yo que sólo pesa sobre mí una condena de Juez por tentativa de estafa. Por estas razones, y sin discutir los actos de su mando solicito a Vuestra Señoría se digne ordenar me dejen cumplir mi arresto en el Depósito de Contraventores, favor que sabré agradecer eternamente pues, como digo, yo solo de estorbo sirvo en las comisarías. Dios guarde a Vuestra Señoría por muchos años.
Firmado: Andrés Cepeda... 12 de septiembre de 1906”.
El coronel Falcón, a pesar de los deseos de Cepeda, sólo vivió tres años más. En efecto, el 14 de noviembre de 1909 mientras Falcón regresaba del funeral de otro policía acompañado de su secretario Lartigau, en la esquina de las calles Quintana y Callao, Simón Radowitzky, un joven anarquista de 18 años recién llegado de Rusia, actuando solitariamente, arrojó una bomba de fabricación casera contra el carruaje en que viajaba Falcón, quien murió pocas horas más tarde.
Radowitzky fue uno de los más célebres presos del penal de Ushuaia, donde fue condenado a reclusión perpetua por la muerte de Falcón.
El motivo del asesinato del jefe de policía fue la brutal represión que éste ordenó contra los trabajadores que el 1° de mayo de 1909 participaban de un acto en memoria de los mártires de Chicago. La policía reprimió con tropas de infantería y caballería; tras una hora de combates se registraron (según cifras oficiales) ocho muertos y más de cuarenta heridos. Falcón ordenó clausurar todos los sindicatos y detuvo a 16 líderes durante la semana, llamada Semana Roja por la dureza de la persecución.
El movimiento obrero respondió declarando una huelga general, a la que se sumó el Partido Socialista, exigiendo la renuncia de Falcón. La columna de manifestantes que el 4 de mayo acompañó a los muertos sumó más de 80.000 personas, pero la presión policial logró detener la huelga.
Radowitzky fue indultado tras 21 años de cárcel y abandonó la Argentina para ir a luchar en el bando republicano durante la Guerra Civil Española. Murió en México, trabajando en una fábrica de juguetes, a los 65 años de edad.
Andrés Cepeda, que acumuló, en sus cuatro décadas de vida, 23 entradas, tenía una gran facilidad para improvisar y escribir versos. Fue guitarrero y cantor; y, aunque, no tuvo oportunidad de grabar discos, fue un personaje casi legendario que dio mucho que hablar por aquella época. Murió en Buenos Aires el 30 de marzo de 1910.
El periódico “La Nación”, al día siguiente, cuenta que murió peleando
contra varios en el Paseo Colón, entre Méjico y Venezuela, frente al café “La Loba Chica”. El velatorio, realizado en la calle San Juan, entre Solís y Entre Ríos, se vio interrumpido por la policía que detuvo a la mayoría de los asistentes.
Al igual que otros poemas de Cepeda, “Yo se hacer” es una protesta contra las injusticias sociales de la época. El personaje central de la obra, es un gaucho que no comprende la causa por la que las tareas que sabe hacer no le sirven para ganarse la vida dentro del contexto de la nueva organización social y así, sin posibilidades de trabajo ni escuela, se siente “un desgraciado de este suelo en que es nacido”.
La nueva organización social del país comenzó con el exterminio de casi la totalidad de la población autóctona, esto es, indios y gauchos, porque, según el régimen imperante, no se adaptaban al trabajo y en especial a la disciplina que al régimen le convenía, es decir, obedecer en silencio, sin protestar. Y ante la necesidad de mano de obra se decidió traer gente de Europa, en lo posible, ingleses porque según Juan Bautista Alberdi (el padre de la Constitución Argentina) eran trabajadores silenciosos y, por sobre todo, “gente apta para vivir en libertad”.
A medida que se diezmaba la población gaucha e iba aumentando la población europea, la gente autóctona tenía cada vez menos posibilidades de trabajar ya que se prefería antes al extranjero que al argentino. Esa imposibilidad para trabajar y ganarse la vida a pesar de los conocimientos para las tareas rurales que tiene el gaucho es lo que expresa Andrés Cepeda en su poema “Hernández” (en alusión al autor de Martín Fierro) que Carlos Gardel llevó al disco bajo el título “Yo se hacer”.
(CONTINUARÁ)

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