miércoles, 3 de junio de 2015

LOS ORÍGENES DE CARLOS GARDEL. Capítulo XII.

 Cuando Silva Cabrera estudió lo que muchos consideran las pruebas de la nacionalidad francesa y advirtió que tales pruebas no demostraban nada, tomó otro camino: visitó Tacuarembó, lugar donde el cantor siempre dijo haber nacido. Allí recogió información, aunque confusa, y observó que especialmente la gente de edad avanzada no quería tocar el tema. Esta gente, nacida en los últimos años del siglo XIX, en la década de 1960 veía al periodista, como a un extraño que de pronto irrumpía en medio de la parsimoniosa calma de la ciudad de Tacuarembó para destapar cosas casi olvidadas y que, según muchos creían, estaban definitivamente enterradas. Todavía en las últimas décadas del siglo XX, mucha gente mayor que conocía algo sobre el tema hablaba con ciertas reservas; así lo atestigua María Selva Ortiz, socióloga y psicoanalista nacida en Tacuarembó en 1969, en su libro “El silencio de Tacuarembó” publicado en 1995:
“... En mi casa muchas veces se había hecho referencias al tema y en particular mi abuela y mi tía abuela conocían supuestamente detalles de la historia. Creo recordar que la historia se mencionaba dentro de un tono de reserva, de recato, que llevaba más o menos implícita la necesidad del secreto, de la cautela propia de las cosas más o menos prohibidas. Y sin quererlo, supongo, me sumaba a esa suerte de conspiración del silencio. (...) Todavía sigue existiendo inconscientemente el miedo, la desconfianza; es un tema en cierta forma tabú”.
“Los mensajes que llegan a Avlis (Silva Cabrera) –continúa María Selva Ortiz- vienen envueltos en un mar de confusiones, ya que por una parte se le brinda información deliberadamente falsa y en otras se le niega tajantemente y sin explicaciones. Asimismo, personas que han podido ‘olfatear’ algo de la historia, emiten su propia versión como verdad indiscutida, creándole de este modo una obvia confusión.
Visto entonces con malos ojos, salvo naturales excepciones que son las que permitirán ir acercándose poco a poco a la verdad, Avlis no dejará nunca de ser ‘un extraño que traía objetivos no muy claros’ y por ende, en cada caso, el discurso era acomodado según las circunstancias por sus interlocutores, cuando no le era negado el diálogo en forma terminante. Lo que es real, es que Avlis terminó abriendo una brecha en el grupo que se le oponía y los pequeños detalles que menos importaban, los datos aparentemente mas insignificantes, fueron debilitando poco a poco las defensas presentadas y acaso por el vulgar procedimiento de ‘sacar de mentira verdad’, incluso los más cautos y prevenidos empezaron a dejar abiertos canales de información que lentamente fueron permitiendo reconstruir la tan secreta historia, con el máximo nivel de aproximación que es posible en cualquier historia más o menos lejana”.
Hallándose en esta tarea, Silva Cabrera recibe una carta enviada por un antiguo vecino de Tacuarembó, don Ambrosio Colombo, quien entre otras cosas, le dice:
“No busque más: Gardel nació en Tacuarembó y es hijo de Carlos Escayola”.
Con este dato, Avlis sintió que había encontrado la punta de la madeja y, creyendo poder llegar a la solución definitiva del problema, comenzó a indagar más profundamente.
Hubo mucha gente mayor que coincidió en comentarle que el Dr. Mateo Parisí, esposo de Amabilia Escayola, segunda hija del Coronel, había dicho públicamente, y en varias ocasiones, después de la muerte de Gardel:
“¿De donde sacaron eso de Gardel francés?... ¡Si yo mismo le arreglé a Escayola el problema de su hijo para que se lo llevara la francesa!”.
A partir de allí, Avlis comenzó a buscar a los descendientes de aquella familia para saber cuánto había de verdad en todo esto.
Repercusión del adulterio
Después del adulterio cometido por Carlos Escayola con su cuñadita María Lelia, de 14 años, esta familia, frente al “¿Que dirán?” de la sociedad de la época, no encontró mejor salida que ocultar todo. Pero estas cosas no se ocultan fácilmente. La gente de la estancia “Santa Blanca”, en la que alojaron al niño dejándolo al cuidado de Manuela Casco, comenzó a comentar, en secreto, lo que había ocurrido y de esta manera, todo Tacuarembó se fue enterando, sin dudar de la veracidad del hecho debido a la fama que el Coronel tenía para llevar a cabo ese tipo de aventuras. Nadie hablaba, pero todos lo sabían. Se trataba pues, de una más de sus numerosas “travesuras” a las que todos estaban acostumbrados, pero ésta difería notablemente de las demás por hallarse implicada en ella una menor de edad que para colmo de males era su cuñadita y, al mismo tiempo, su ahijada. La repercusión de este hecho, por aquellos años, fue tan grande como el temor que inspiraba Escayola. Por ello, todavía en la década de 1960, Silva Cabrera se encontró con gente que en su infancia había oído hablar del hecho y, por tradición oral, tenía alguna idea, por lo general confusa, de lo que había ocurrido.
Los hermanos de Escayola
El general brasileño Antonio De Souza Netto encabezó una sublevación con la finalidad de obtener la independencia de Río Grande do Sul del resto de Brasil. Dicha independencia perduró a lo largo de diez años (1835-1845) dando lugar a la República Riograndense. Pero esa emancipación no podía durar mucho tiempo; las tropas leales al Imperio de Brasil, finalmente, tras muchas negociaciones, lograron restituir ese Estado a su soberanía y el general Souza Netto, se radicó en el Uruguay dedicándose a la cría de ganado. Allí, contrajo enlace con María Candelaria Escayola (1839-?), hija del primer matrimonio de Bonifacia Medina (1816-1897) quien enviudó estando embarazada y casi de inmediato se casó con Juan Escayola quien le dio el apellido a la niña y luego tuvieron cuatro hijos, uno de los cuales fue Carlos Felipe Escayola.
María Candelaria Escayola y el general Antonio De Souza Netto tuvieron dos hijas: María Antonia (1865-?) quien se casó con Domingo Mendilharzu, y Teotonia que en 1901 se casó con Carlos Gaillard.
Cuando Argentina, Uruguay y Brasil, sirviendo a los intereses de Inglaterra, conformaron la llamada “Triple Alianza” con la finalidad de arrasar al Paraguay, que era por entonces la nación suramericana más y mejor desarrollada, Antonio De Souza Netto es convocado para el enfrentamiento armado. Pero es herido de bala en la batalla de Tuyutí y enviado a un hospital de Corrientes donde muere varios meses mas tarde.
Un pariente de este militar, el estanciero Gervasio Netto, también brasileño, contrajo enlace en 1865 con la hermana menor del Coronel, Elodina Escayola (1847-1900). Tuvieron tres hijos: Tertuliano, Emilia y Julio. Tertuliano Netto (1865-?), que estudió en la ciudad de Montevideo y luego se fue a perfeccionar a Francia, en 1887 se casó con Consuelo Larriera Varela oriunda de San José y hermana del pianista Carlos Larriera Varela y de Diego Larriera Varela, profesor de escuela secundaria, y autor de la letra del tango “Yo también como tú”.
Tertuliano y Consuelo no tuvieron hijos. Diego Larriera Varela, según lo que venimos comentando, era cuñado de Tertuliano Netto el que a su vez era primo de Gardel y, mediante este lejano parentesco, Diego Larriera Varela logró que el cantor le grabara el mencionado tango “Yo también como tú”.
Después de Tertuliano, nació Emilia quien se casó con Javier Mendívil y tampoco tuvieron hijos. Un hermano de Javier, el general Domingo Mendívil, fue Ministro de Defensa en los años de la década de 1930, durante el gobierno del Dr Gabriel Terra. El general Mendívil, a través de su lejano parentesco político con el cantor, fue el que acordó con él la posibilidad de ofrecer un recital privado en la residencia del Presidente de la Nación. Corría el año 1933 y en ese acto, Gardel y el Presidente Terra tuvieron oportunidad de conversar en privado pues, según comentó luego el general Mendívil en el seno de su familia, el presidente al finalizar la reunión le dijo:
“Gardel me contó sobre su vida; pero yo hice como que no sabía nada”.
De manera que si el Dr. Terra conocía la historia de Gardel de antemano, seguramente era porque el general Mendívil ya se la había contado.
Después de Emilia nació Julio Netto quien se casó con su prima Clara Escayola y tuvieron ocho hijos, cinco varones: Carlos Alberto, Samuel, Raúl, Julio Carlos y Alfredo (todos casados y con hijos); y tres mujeres: María Celia, Blanca Delia, y Clara María. La primera, María Celia, al igual que su madre, también se casó con un primo: José María Parisí.
En los pueblos del interior (tanto de Uruguay como Argentina y en todos los países latinoamericanos), hasta mediados del siglo XX aproximadamente, eran muy frecuentes los casamientos entre primos cuando eran escasas las posibilidades de relación para formar pareja. A veces el parentesco era más lejano, lo cual disminuía la probabilidad de dar a luz hijos con ciertas taras mentales vulgarmente conocidos (al menos en el Norte de mi país) como “opas”. La impunidad que tenían estas familias, por su poder político y económico, les permitía deshacerse fácilmente de los niños que nacían con tales problemas.
Las dificultades para formar pareja la sufrían mas las familias de elevado nivel económico y social ante la escasez de elementos humanos de la misma condición.

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