Carlos Gardel. Las investigaciones

lunes, 29 de junio de 2015

Oscar Orozco, apuntes biográficos.

 Vamos a iniciar este capítulo con la breve biografía de Oscar Orozco que quedé debiendo en la publicación anterior.

Oscar Orozco

El tan mentado Oscar Orozco, nació en la ciudad de Paysandú el 6 de junio de 1878 pero pasó gran parte de su vida en una estancia conocida como “El Romerillo”, que se hallaba ubicada en el Departamento de Maldonado.
Orozco le dedicó los versos de “El tirador plateao” a su novia, la señorita Delia Rodríguez, ni bien comenzó el siglo XX ya que ambos contrajeron enlace el 30 de agosto de 1903.
Orozco era un hombre que tenía estudios secundarios completos, era Perito Mercantil, titulo muy importante para aquella época y, por tal motivo llegó a ser miembro en el Tribunal de Cuentas de la República Oriental del Uruguay.
Ocupó además, a lo largo de su vida y bajo distintos gobiernos otros puestos de gran importancia en la vida pública de su país.
Falleció en la ciudad de Montevideo, el día 26 de junio de 1937, cuando acababa de cumplir 59 años de edad.
A pesar de los reiterados reclamos realizados por las hijas de Oscar Orozco, éste nunca fue legalmente reconocido como el autor de las décimas “El tirador Plateado”.

2- YO SE HACER

La segunda obra que Carlos Gardel lleva al disco corresponde a unas décimas de Andrés Cepeda tituladas “Hernández”. Cuando Carlos Gardel decide grabarlas y les pone música de cifra, registra la obra bajo el titulo “Yo se hacer”.
Este poema, al igual que su autor, merece un detenido estudio para comprender el real significado del mismo y la singular vida que llevó su creador.
La música de “Yo se hacer”, algunos años más tarde, Carlos Gardel la usará para interpretar la cifra “El pangaré”.
El payador Francisco Bianco (1894-1960), en 1959, según lo publicado en la importante obra “Carlos Gardel y los autores de sus canciones” de Orlando del Greco, editorial Akian, 1990, donde no se menciona la fuente que publicó estas expresiones, definió a Andrés Cepeda diciendo:
“Un paisano del pueblo de Brandsen” (al que) “le dio por recorrer los paisajes del Gran Buenos Aires, en donde se puso a tono con amigos orilleros de todo ambiente”,
En efecto, Andrés Cepeda nació en Coronel Brandsen el 18 de mayo de 1869 y desde muy joven, aún adolescente, se instaló en las orillas de Buenos Aires (como solían hacer muchos paisanos). Tras delinquir en varias oportunidades, comenzó a ser perseguido por la policía, pasando la mayor parte de su vida prófugo o preso en la “Penitenciaría Nacional” donde escribió la mayoría de sus versos que los estilistas de la época popularizaron por los arrabales y barrios porteños apartados.
De este autor, que en las últimas décadas del siglo XIX comenzó a ser conocido como “El poeta carcelario” o, también, como “El loco Cepeda”, Gardel grabó siete obras:
1- Yo se hacer (cifra)
2- Es en vano (canción)
3- La mariposa (décima)
4- Pobre madre (décima)
5- El almohadón (décima)
6- Un bailongo (milonga)
7- El poncho del olvido (décima)
A raíz de su actividad delictiva, Cepeda usó varios nombres durante su corta vida. En el hampa porteña y en los sumarios policiales aparece mencionado también como Andrés Romero o Manuel González.
En 1906, tratando de aliviar su situación, Cepeda le escribe al Jefe de Policía de Buenos Aires la siguiente carta:
“Sr. Jefe de Policía de la Capital, Coronel Ramón Falcón. Presente.
Respetable Sr :
Con el respeto que su distinguida persona merece, el que suscribe se permite molestar la atención de Vuestra Señoría con estas líneas, las cuales persiguen el sólo fin de manifestar a Vuestra Señoría lo siguiente:
Sr. Jefe, cuatro años y meses hace que, debido a una disposición policial, recorro las comisarías del Municipio a los efectos del reconocimiento y como comprendo que ya no queda un solo agente ni empleado que no esté cansado de verme en todos los calabozos, vengo humildemente a manifestárselo a Vuestra Señoría abrigando la esperanza de que tomará en consideración lo conocido que soy y se apiadará de mí pues, como digo, durante el tiempo que menciono, solamente horas logré permanecer libre.
Debo hacer presente que desde que existe esta disposición, sólo unos cuantos desgraciados estamos sujetos a ella, motivo por el cual sólo servimos de incomodidad en las comisarías; pero como tal vez Vuestra Señoría ignora ésto, me permito hacerlo notar como también digo que la mayoría de los que andamos en la gira no estamos en la galería pública como yo que sólo pesa sobre mí una condena de Juez por tentativa de estafa. Por estas razones, y sin discutir los actos de su mando solicito a Vuestra Señoría se digne ordenar me dejen cumplir mi arresto en el Depósito de Contraventores, favor que sabré agradecer eternamente pues, como digo, yo solo de estorbo sirvo en las comisarías. Dios guarde a Vuestra Señoría por muchos años.
Firmado: Andrés Cepeda... 12 de septiembre de 1906”.
El coronel Falcón, a pesar de los deseos de Cepeda, sólo vivió tres años más. En efecto, el 14 de noviembre de 1909 mientras Falcón regresaba del funeral de otro policía acompañado de su secretario Lartigau, en la esquina de las calles Quintana y Callao, Simón Radowitzky, un joven anarquista de 18 años recién llegado de Rusia, actuando solitariamente, arrojó una bomba de fabricación casera contra el carruaje en que viajaba Falcón, quien murió pocas horas más tarde.
Radowitzky fue uno de los más célebres presos del penal de Ushuaia, donde fue condenado a reclusión perpetua por la muerte de Falcón.
El motivo del asesinato del jefe de policía fue la brutal represión que éste ordenó contra los trabajadores que el 1° de mayo de 1909 participaban de un acto en memoria de los mártires de Chicago. La policía reprimió con tropas de infantería y caballería; tras una hora de combates se registraron (según cifras oficiales) ocho muertos y más de cuarenta heridos. Falcón ordenó clausurar todos los sindicatos y detuvo a 16 líderes durante la semana, llamada Semana Roja por la dureza de la persecución.
El movimiento obrero respondió declarando una huelga general, a la que se sumó el Partido Socialista, exigiendo la renuncia de Falcón. La columna de manifestantes que el 4 de mayo acompañó a los muertos sumó más de 80.000 personas, pero la presión policial logró detener la huelga.
Radowitzky fue indultado tras 21 años de cárcel y abandonó la Argentina para ir a luchar en el bando republicano durante la Guerra Civil Española. Murió en México, trabajando en una fábrica de juguetes, a los 65 años de edad.
Andrés Cepeda, que acumuló, en sus cuatro décadas de vida, 23 entradas, tenía una gran facilidad para improvisar y escribir versos. Fue guitarrero y cantor; y, aunque, no tuvo oportunidad de grabar discos, fue un personaje casi legendario que dio mucho que hablar por aquella época. Murió en Buenos Aires el 30 de marzo de 1910.
El periódico “La Nación”, al día siguiente, cuenta que murió peleando
contra varios en el Paseo Colón, entre Méjico y Venezuela, frente al café “La Loba Chica”. El velatorio, realizado en la calle San Juan, entre Solís y Entre Ríos, se vio interrumpido por la policía que detuvo a la mayoría de los asistentes.
Al igual que otros poemas de Cepeda, “Yo se hacer” es una protesta contra las injusticias sociales de la época. El personaje central de la obra, es un gaucho que no comprende la causa por la que las tareas que sabe hacer no le sirven para ganarse la vida dentro del contexto de la nueva organización social y así, sin posibilidades de trabajo ni escuela, se siente “un desgraciado de este suelo en que es nacido”.
La nueva organización social del país comenzó con el exterminio de casi la totalidad de la población autóctona, esto es, indios y gauchos, porque, según el régimen imperante, no se adaptaban al trabajo y en especial a la disciplina que al régimen le convenía, es decir, obedecer en silencio, sin protestar. Y ante la necesidad de mano de obra se decidió traer gente de Europa, en lo posible, ingleses porque según Juan Bautista Alberdi (el padre de la Constitución Argentina) eran trabajadores silenciosos y, por sobre todo, “gente apta para vivir en libertad”.
A medida que se diezmaba la población gaucha e iba aumentando la población europea, la gente autóctona tenía cada vez menos posibilidades de trabajar ya que se prefería antes al extranjero que al argentino. Esa imposibilidad para trabajar y ganarse la vida a pesar de los conocimientos para las tareas rurales que tiene el gaucho es lo que expresa Andrés Cepeda en su poema “Hernández” (en alusión al autor de Martín Fierro) que Carlos Gardel llevó al disco bajo el título “Yo se hacer”.
(CONTINUARÁ)
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viernes, 26 de junio de 2015

La supuesta autoría de Orozco

Después de lo comentado en el capítulo anterior, continúan tres décimas que guardan un orden y un estilo adecuados como para afirmar que pertenecen a un mismo autor y que ese autor considero a de ser Juan “Torora”. De estas tres décimas, la sexta, en la publicación de “El Fogón”, conserva las mismas particularidades estilísticas que las dos que le preceden; ésto hace suponer que las tres pertenecen a “Torora” y que, por consiguiente, “El tirador plateao” es más extenso que la versión que conocemos habitualmente por la grabación realizada por Carlos Gardel. Ésta sería una de las décimas (posiblemente haya otras) de la mencionada obra que el cantor no incluyó en su interpretación:
Sos el pihuelo machazo
De mis fuertes nazarenas,
Sos consuelo de mis penas,
Sos argolla de mi lazo.
Sos el pasador lindazo
Que trenzo con finos tientos,
Sos los alegres acentos
Que a mi guitarra querida,
Pa pasar mejor la vida,
Arranco en tristes momentos.
En esta décima, en la que se puede apreciar sin lugar a dudas que contiene la misma esencia y el mismo estilo literario de los versos cantados por Carlos Gardel, encontramos expresiones tales como pihuelo (o pigüelo), que es la parte de las espuelas que sostienen las rodajas que, cuando tienen dimensiones grandes, por lo común
diez o mas púas, reciben el nombre de nazarenas debido a su semejanza con la corona de espinas de Jesús de Nazareth.
Según muchos investigadores y estudiosos de las tradiciones gauchas, un par de espuelas nazarenas comunes podían llegar a pesar algo más de 2 Kg el par e incluso, en ciertos casos de excepción, solían alcanzar un peso de hasta 3 kilogramos el par.
Tomando en cuenta estos datos, podemos percibir con mayor cla-ridad el sentido de los versos:
Sos el pihuelo machazo
De mis fuertes nazarenas
Versos que, en lenguaje llano, podría ser expresado diciendo
“Sos el enérgico sostén de mi fortaleza”.
PIHUELO es la pieza metálica que soporta y donde giran las rodajas de la espuela
El PASADOR es el anillo labrado con el que se suele adornar la bombilla en su cuello y que, tanto en el Norte uruguayo como en el Sur de Brasil es construido por el mismo gaucho “con finos tientos” trenzados. De esta manera, y conociendo todos estos detalles, los versos…
Sos el pasador lindazo
Que trenzo con finos tientos
significan, usando el lenguaje espontáneo y frecuente del gaucho, aproximadamente, algo así como:
“Sos linda porque yo te hago linda”.
De acuerdo con lo que vamos viendo, el estilo literario de Juan Escayola, alias “Torora”, es muy abundante en tropos, artificio éste que no aparece en ninguna de las otras estrofas.
Pero además, como si todo lo dicho fuera poco, la última décima difiere totalmente de las restantes debido a que fue escrita, o por lo menos recopilada, por una tercera persona, nada menos que por el payador Juan Pedro López, y pertenece a la cifra “Para quererte nací”, que fue musicalizada por Francisco Martino, tal como se puede comprobar en las versiones que Gardel realizó de esa obra:
Quisiera desparramar
Florcitas en tu camino,
Para que tu pie divino
No se fuera a lastimar.
Yo te quisiera explicar
Pero a explicarte no acierto,
Que tú sos el cielo abierto
Donde quisiera subir
Pa allí quedarme a vivir
Como pampa en el desierto.
Juan Pedro López
Por todo lo comentado, lo único que parece pertenecer a Oscar Orozco no es otra cosa que un “rejunte” de décimas de varios autores con estilos literarios muy distintos. En los versos publicados en “El Fogón”, aparentemente, lo único que podría haber escrito Oscar Orozco es la tercer décima debido a que las desprolijidades literarias coinciden con las que fueron publicadas en el almanaque del año 1952 editado por el “Banco de Seguros del Estado del Uruguay”.
El estudioso Horacio Loriente, de Montevideo, me hizo llegar un artículo suyo publicado en la edición del 16 de marzo de 1977 del prestigioso diario “El País” de Montevideo, donde dice refiriéndose a Oscar Orozco:
“Su coterráneo Juan Escayola fue motivo de confusión al escribir versos con el mismo título, que nada tienen que ver con lo que cantó Gardel”.
Esta afirmación, Loriente la hace sin ningún tipo de evaluación, análisis literario o explicación que justifique tal aseveración. Parecería ser que no ha percibido las enormes diferencias de estilo literario, muy propias de las personalidades de cada uno de los autores. Ésta circunstancia hizo que en uno de mis tantas excursiones por Uruguay, lo fuera a entrevistar a su casa donde conversamos largamente sobre estas cosas que estoy exponiendo. Y aunque yo me dirigía a él con cierta timidez, ya que desde muy joven leía sus interesantísimas publicaciones, se mostró muy interesado en el tema porque, según él, nunca nadie había hecho un “estudio tan gramatical” (sic.) del asunto.
La publicación que hizo el “Banco de Seguros del Estado del Uruguay”, en realidad, consiste en un conjunto de estrofas que Oscar Orozco tomó en forma parcial del poema de Juan “Torora” y les antepuso dos décimas suyas para dedicárselas a su novia.
Las diferencias literarias entre las dos primeras décimas y el resto de la obra son enormes.
Tal como se puede observar, no es cuestión de encontrar versos simplemente sino de analizarlos debidamente y establecer diferencias. Es algo primario e inocente considerar que tal o cual obra pertenece a alguien por el mero hecho de que apareció editada con su nombre en alguna publicación muy antigua.
En definitiva, en el poema “Retruco”, para entender claramente todo lo comentado, las tres primeras décimas son las que corresponderían a Oscar Orozco, mientras que las que se encuentran escritas en mayúsculas pertenecerían a Juan “Torora” y la última décima es del payador Juan Pedro López (o fue recopilada por él) que en el año 1900, cuando esto fue publicado en “El fogón, contaba con 14 años de edad.
Retruco
Casi ni pegué sentada
Cuando bombeando “El Fogón”,
Leí tamaña canción
A “Un Oriental” dedicada.
Y en la trama delicada
De los versos camperazos,
Sentí sonidos de lazos,
Sentí ruidos de caronas,
Armonías de bordonas.
Y chasquidos de chirlazos.
Como creo soy galante
Y paisano de una pieza,
Con la mayor gentileza
Quiero salir adelante.
Ya la brisa murmurante
Le pide mi inspiración,
Que la ayude en la ocasión
Para cantar a la china
A la morocha divina
Que inflama mi corazón.
No me puedo acostumbrar
A estar lejos de ti,
Y a no comer camoatí
De aquel que me solés dar.
Y aura te quiero endilgar
Pa que veas mi fino amor,
Con todo esmero y primor
Como sólo tú mereces,
Todo lo que le pareces
A tu gaucho payador.
SOS EL TIRADOR PLATEAO
QUE A MI CHIRIPÁ SUJETA,
SOS EJE DE MI CARRETA,
SOS TUSE DE MI TOSTAO
SOS EL PAÑUELO BORDAO
SOS MI GACHITO CANTOR,
SOS LA PRENDA MAS MEJOR
DE MI CHAPEAO DE PASEO,
SOS YAPA DE MI SOBEO
Y TRIENZA DE MI ARRIADOR.
SOS LA MATA DE CULANDRILLO
QUE CRECE EN MI MANANTIAL,
SOS VAINA DE MI PUÑAL,
SOS LA PARVA DONDE TRILLO.
SOS ALA DE MI LOMILLO
DE TRABAJO BRASILEÑO,
SOS YESCA DE MI YESQUERO,
SOS PAÑO DE MI BOMBACHA,
SOS POTRANCA CRIADA GUACHA,
POR ESO TANTO TE QUIERO.
SOS EL PIHUELO MACHAZO
DE MIS FUERTES NAZARENAS,
SOS CONSUELO DE MIS PENAS,
SOS ARGOLLA DE MI LAZO.
SOS EL PASADOR LINDAZO
QUE TRENZO CON FINOS TIENTOS,
SOS LOS ALEGRES ACENTOS
QUE A MI GUITARRA QUERIDA,
PA PASAR MEJOR LA VIDA,
ARRANCO EN TRISTES MOMENTOS
Quisiera desparramar
Florcitas en tu camino,
Para que tu pié divino
No se fuera a lastimar
Y te quisiera explicar
Pero a explicarte no acierto,
Que tú sos el cielo abierto
Donde quisiera subir,
Pa allí quedarme a vivir
Como pampa en el desierto.
Quedo debiendo la biografía de Oscar Orozco que irá al inicio de la próxima entrega.
(CONTINUARÁ)
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lunes, 22 de junio de 2015

El tirador plateado

 VOCABULARIO – El tirador plateado


CHAPEAO: Los domingos o días festivos, al salir de paseo, el gaucho usaba monturas y correajes con lujosos adornos de chapas de plata repujadas que eran verdaderas obras de arte. A ese grupo de ornamentos se lo llamó chapeado o chapeao.
En el Norte urugu
En Entre Ríos, al chapeao se lo llama “herraje” y, para referirse a las monturas y correajes lujosos se habla de “herrajes de paseo”.
Cuando el gaucho le dice a la china:
ayo (Tacuarembó, Rivera y Departamentos vecinos), debido a la existencia de minas de oro, el chapeao contenía también finísimas combinaciones de oro y plata.
Sos la prienda mas mejor
De mi chapeao de paseo
Le está diciendo que ella es
“lo mejor que él tiene en su vida para lucir”.
YAPA y SOBEO: El lazo, que se construye con dos tiras de cuero o tientos retorcidos entre sí, tanto en la mesopotamia argentina, como en el Uruguay y el Sur de Brasil, recibe el nombre de sobeo.
El extremo del lazo, que sujeta a la argolla, se llama yapa y de su buena construcción depende la eficacia del lazo (FIGURA 1).
La yapa debe permitirle a la argolla cierta libertad de movimiento y al mismo tiempo ser ajustada y segura para que no tome juego y dañe al lazo cuando hace fuerza. A la expresión:
Sos yapa de mi sobeo
para darle una forma idiomática más sencilla, común y corriente habría que desarrollarla diciendo:
“sos el extremo que sujeta la argolla de mi lazo de cuero retorcido”
con lo cual, además de ser una expresión demasiado extensa, se pierde el sentido literario y el encanto poético, porque con el tropos del octosílabo mencionado el gaucho le quiere decir a su china:
“sos lo mas importante para mi vida”.
En la Provincia de Buenos Aires, el sobeo es llamado “lazo pampa”, mientras que en Cuyo se llama “chileno” y en Méjico, “reata”.
El término yapa, a través del tiempo, se confundió con la expresión “ñapa” con que se designaba al obsequio que daban los pulperos a los chicos y a las chinitas después de una compra. Esta confusión dio lugar a la aparición de la frase “¡y de yapa!” que aún hoy se usa con el significado de “¡y además!”. Finalmente, entre los indígenas del Norte argentino, el vocablo ¡yapa! equivale a nuestra expresión ¡vamos!.
ARRIADOR o arreador): Es una especie de rebenque largo para estimular a los animales. Su chasquido en el aire es una amenaza que el ganado rápidamente aprende a obedecer (FIGURA 2).
El arreador, que el gaucho puede emplear también para su defensa personal como arma contundente, se fabrica con tientos finos trenzados. La expresión:
Sos trenza de mi arriador
tiene un sentido mucho más profundo de lo que en primera instancia parece, debido a que la trenza es lo que chasquea amenazante sobre las cabezas de los animales y lo que en última instancia golpea para lograr su objetivo, es decir, hacer avanzar al ganado en una dirección determinada. Mediante este tropos, el gaucho nos indica que su rumbo en la vida está marcado por el amor de la china que se halla representada por la mencionada trenza.
CULANDRILLO: Es un helecho, conocido también bajo los nombres “cabello de ángel” y “cabello de Venus”; crece en lugares muy húmedos (cerca de manantiales se lo suele encontrar en abundancia) y su nombre, pronunciado correctamente, es culantrillo (FIGURA 3).
El culantrillo era entre los gauchos una planta muy apreciada debido a sus propiedades medicinales. Con una infusión de culantrillo se calmaban los dolores del cuerpo y el decaimiento general que sobrevenía después de un largo arreo con mal tiempo, bajo la lluvia o en días muy húmedos. Los versos:
Sos la mata ‘e culandrillo
Que crece en mi manantial
encierran un profundo y puro amor que en la obra se encuentra representado por el manantial que alimenta y robustece los sentimientos de la china la que, a su vez, como el culantrillo, calma los dolores en la vida del gaucho.
Las expresiones amorosas que tiene este poema de Juan “Torora” hacen referencia también a lo sexual cuando dice:
Sos vaina de mi puñal,
Sos la parva en que yo trillo
Es muy importante tener en cuenta la trascendencia que tenía el culantrillo dentro de la cultura gauchesca.
En general, las chinitas frecuentemente solían beber “te de culantrillo” toda vez que tenían la sospecha de que podían haber quedado embarazadas pues, según se creía y se solía comentar secretamente entre las mujeres, la mencionada infusión de culantrillo favorecía la menstruación.
TRABAJO BRASILERO: Desde el Sur del Brasil hasta el Norte del Uruguay, es decir, de Río Grande do Sul a Tacuarembó, durante el siglo XIX y comienzos de XX, era frecuente, en las tareas rurales, el trabajo de sol a sol prácticamente sin descanso, solo se paraba al mediodía para comer algo liviano y, cada dos o tres horas (según las disposiciones del patrón) para tomar agua.
ALA DEL LOMILLO: Se llama lomillo a la silla de montar. Se fabrican distintos tipos de sillas según el uso que se les va a dar.
Desde el lomillo caían, a cada lado del caballo, dos paños, generalmente de arpillera, pintado y bordeado con flecos de colores en la parte inferior, a los que las chinas bordaban las iniciales de sus hombres.
Estas arpilleras eran conocidas como las alas del lomillo y representaban el amor de las chinas debido a la dedicación que ellas ponían para grabar las iniciales y otros adornos. Por ello pasaron a ser el símbolo del amor:
Sos ala de mi lomillo
De trabajo brasilero
(CONTINUARÁ)
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Gardel estilista

I- CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA

Gardel estilista

Por esta época inicial, Carlos Gardel expresa su arte desde una forma muy particular aunque muy propia del Río de la Plata: el estilismo. Esto consistía en una improvisación melódica destinada a cantar versos memorizados. Es importante tener claro que un estilista interpretaba versos escritos por un poeta popular o por el mismo estilista. La música en cambio, dependía pura y exclusivamente del cantor; incluso cada poema podía llegar a tener infinidad de melodías, todas improvisadas en el mismo momento en que el artista se disponía a cantar. Se decía entonces que cada intérprete tenía su propio estilo para cantar una obra determinada. De ahí que en el contrato firmado con Tagini, Gardel no dice ser cantor sino que es “improvisador de música popular”.
Hasta entonces, el canto consistía en improvisar versos sobre una melodía fija o con muy pocas variantes como lo eran la cifra (usada hasta alrededor del año 1870) y la milonga, que desplazó a la cifra en el arte de payar. 
Pero desde 1890 en adelante, poco a poco las jóvenes generaciones iban imponiendo lo contrario; y así, el canto fue durante algún tiempo una improvisación melódica cuyas formas dependía de la capacidad y del sentido estético de cada artista para improvisar la melodía del canto.
Más adelante veremos con mayor detalle la historia y las diferentes estructuras del estilo desde 1920 en adelante.
Los llamados, en esa época que estamos transitando, estilistas, no deben ser confundidos con los “estilistas” que vinieron después de 1915 aproximadamente dedicados a cantar estilos con música compuesta y estudiada de antemano. 
Los primeros estilos, si bien eran entonados con melodías simples (muchas veces monótonas) no dejaban de tener una interpretación seria y profunda por parte del cantor.

1- EL TIRADOR PLATEADO

El primer tema que Gardel lleva al disco corresponde a unas décimas que yo entiendo pertenecen a Juan “Torora”, seudónimo de Juan Escayola, destacado cultor nativo y uno de los primeros cantores que aparecieron en Uruguay en momentos en que la payada estaba aún en su pleno apogeo. Según lo que veremos más adelante, la autoría de esta letra fue disputada por los descendientes de Oscar Orozco quienes aseguraban que éste ha sido el verdadero autor. Sin embargo, el estudio de esta letra, tomando como base los versos grabados por Gardel y los que se exponen de Oscar Orozco, confirman, cómo luego veremos, que el verdadero autor no es Orozco.
Juan “Torora”
Nació en Paysandú el 5 de diciembre de 1871; era hijo único de Benjamina Méndez y Juan Gualberto Escayola, hermano del coronel Carlos Escayola. Hacia 1891, cuando “Torora” se hallaba radicado en la ciudad de Minas, escribió las décimas tituladas “Sos mi tirador plateao”. Mas tarde, en Montevideo, coparticipa en la fundación de la revista “El Fogón”. 
En el año 1897 Aparicio Saravia (1855-1904), jefe del Partido Blanco, organizó una revuelta contra el dictador Idiarte Borda (1844-1897) que fue asesinado. Durante todo el tiempo que duró el movimiento sedicioso, Juan “Torora” participó como cantor entreteniendo las tropas en los campamentos.
Durante aquel año (1897), Carlos Gardel, aún adolescente, se encontraba, según lo referido oportunamente, en Uruguay y, es muy posible que, durante sus andanzas, haya recogido la obra “Sos mi tirador plateao”, que luego utilizaría para realizar la primer grabación de su vida; esto pone en evidencia que la mencionada obra formó parte del repertorio de Gardel desde el comienzo mismo de su carrera como cantor.
Durante el transcurso del año 1900, Juan “Torora” retorna a su Paysandú natal y allí se convierte en uno de los principales impulsores de la fundación de la “Sociedad Nativista Los Gauchos”. 
“Torora” murió el 18 de agosto de 1941, a los 73 años de edad, y debió ser muy popular en el interior uruguayo porque en la plaza Artigas de Paysandú, su ciudad natal, hay un busto que lo recuerda.
Vocabulario de “El tirador plateado”
TIRADOR: Es un cinturón ancho de cuero, provisto de bolsillos, utilizado por los gauchos. En los bolsillos guardaban el dinero, el pañuelo y otras cosas de uso cotidiano. 
Hasta iniciado el siglo XX, en el tirador también se guardaba el yesquero.
Estos tiradores eran adornados con monedas de todo tipo y de cualquier país. Los más lujosos cargaban monedas de plata y eran llamados tiradores plateados (FIGURA 1).
No se debe confundir este tirador con el delantal de cuero de carpincho usado por los gauchos de Entre Ríos que también era llamado tirador. 
El estilo “Sos mi tirador plateao” comienza con la siguiente expresión:
Sos el tirador plateao
Que a mi chiripá sujeta
Es ésta la primer figura poética o, más propiamente, el primer tropos de los tantos que aparecen a lo largo de estos versos. Su sentido o significado es:
“Sos lo mas lindo y valioso que a mis arrebatos de hombre sujeta”
Simbolizando así, con el tirador, a la mujer y, con el chiripá, al hombre.
En la actualidad mucha gente llama “rastra” al tirador. Sin embargo, la rastra es el adorno que se coloca sobre el tirador como si se tratara de una gran hebilla en la que aparecen las iniciales del gaucho, la cabeza de un caballo, una herradura, una tranquera u otro tipo de adorno hermosamente labrado (FIGURA 1).
CHIRIPÁ: Para protegerse del frío, los indígenas se abrigaban con dos mantas cuadradas: una con un agujero en el centro, llamada poncho, y otra que pasaban por entre las piernas, llamada chiripá, y que sujetaban a la cintura con una faja, sobre la cual se colocaba el tirador. El vocablo chiripá proviene del quechua y significa “para el frío”: Chiri: frío y paj: para. Es decir que el nombre originario de esta prenda tenía el sonido J al final: Chiri-paj, que el gaucho convirtió en chiripá. 
Los gauchos sujetaban el chiripá a la cintura por medio del tirador, aunque muchos, al igual que los indios, preferían hacerlo con una faja y luego, sobre la misma, colocarse, el tirador como si sólo se tratara de un adorno. En la FIGURA 2 podemos ver dos tipos de chiripá.
El chiripá paulatinamente fue abandonado por la bombacha. Sin embargo, hasta la década que va de 1890 a 1900, todavía en la campaña uruguaya, especialmente en el Norte, se seguía usando en los días de fiesta y/o domingos, mientras que la bombacha era de uso cotidiano, para realizar las tareas propias del campo. En la FIGURA 3 vemos a dos gauchos orientales usando bombachas.
Estos versos pertenecen a esa época de transición, es decir, cuando se estaba pasando del uso del chiripá a la bombacha, motivo por el que, en el octavo verso de la segunda décima, se hace también referencia a la bombacha:
Sos paño de mi bombacha
En general, los chiripás que usaban los gauchos eran en su mayoría importados de Escocia, se vendían en las pulperías y no eran costosos. En algunas regiones del Norte de mi país (Argentina) se lo llama chiripa en lugar de chiripá. Éste vocablo chiripa no debe ser confundido con la misma palabra usada en el Río de la Plata como sinónimo de casualidad en el momento en que alguien hace algo bien sin habérselo propuesto; en ese caso solemos decir “Le salió de chiripa”. 
Toda la obra es una sucesión de figuras poéticas o tropos de una admirable sencillez y profundidad, destinados a exaltar los valores humanos de la mujer amada y lo que ella representa para el gaucho. 
Nos encontramos también con esta expresión profunda y simple:
Sos eje de mi carreta
Con este tropos, el gaucho reconoce en la china al soporte y causa principal que le permite transitar los caminos de su tortuosa y pesada vida que queda simbolizada por la carreta.
TUSE Y TOSTAO: El caballo tostao (o tostado) es aquel cuyo pelaje es de color café tostado. Se trata de un animal resistente y muy activo. Los gauchos decían de él:
Ah! mi pingo tostao… antes muerto que cansao
El tuse es la calidad y tipo de pelo. El animal que posee un tuse suave y parejo es muy apreciado, más aún cuando tiene el pelaje que el gaucho prefiere. En la FIGURA 4 puede apreciarse a un caballo “tostao”. 
Los animales que tienen el tuse áspero y desparejo no son apreciados para el uso personal y son destinados exclusivamente para el trabajo. En otras partes de América, el tuse es llamado tuso o, también, tusa. En los versos de Juan Escayola, la expresión:
Sos tuse de mi tostao
significa aproximadamente:
“Sos suave y oscura como a mi me gusta”.

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miércoles, 17 de junio de 2015

CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA. Capítulo II.


El Terceto Gardel-Razzano-Martino

Debe tenerse muy en cuenta que estas “actuaciones” eran vividas por sus protagonistas, más que como una gira artística, como una aventura. Por ello cuando le cuentan a Razzano los pormenores de aquel viaje, éste se anima e integra entusiasmadísimo al conjunto que entonces se convierte en el terceto que había sugerido Enrique Falbi.
Después de los ensayos, y antes de largarse a recorrer el interior de
la Provincia de Buenos Aires, los tres jóvenes cantores, debutan en un festival a beneficio que se lleva a cabo en la Casa Suiza, ubicada en la calle Rodríguez Peña N° 254 de la ciudad de Buenos Aires. El conjunto actúa allí con un gran éxito, bajo el rubro “Terceto Nacional Gardel-Martino-Razzano”.

Saúl Salinas

Esa misma noche se hace presente en el festival el cantor y guitarrero cuyano Saúl Salinas apodado “El Víbora”, debido a su penetrante mirada. Había nacido en Trinidad, Provincia de San Juan, en el año 1882 y sus primeras andanzas, antes de venir a Buenos Aires, fueron por las provincias cuyanas (San Juan, Mendoza y San Luis), también La Rioja y, probablemente, Chile.
Era conductor de coches de plaza, oficio que abandonaba temporalmente cada vez que realizaba una gira artística. Luego, en su pueblo natal, trabajó atendiendo una casa de venta de discos y finalmente tuvo un café.
A partir de 1910, Saúl Salinas formó dúo con otros cantores, entre ellos: Juan Sarcione, Augusto Di Giuli, Pedro Garay, el mismo Francisco Martino, Juan Raggi, Marambio Catán, Alfredo Gobbi y Emilio Sola.
Carlos Marambio Catán atribuía la afición que tenía Saúl Salinas por el canto a dúo, a la influencia que ejercían por aquella época los, por entonces, muy conocidos dúos mejicanos “Abrego-Picaso” y “Rosales-Robinson” cuyas grabaciones escuchaba cuando se desempeñaba como vendedor de discos en su pueblo natal.
Por razones relacionadas con el negocio del disco, Saúl Salinas se acerca hasta la ciudad de Buenos Aires donde se le presenta la oportunidad de grabar cantando solo o a dúo para el ya famoso sello Columbia Records.

Gardel graba en Columbia

Saúl Salinas había conocido a Carlos Gardel en una reunión de canto y guitarra en el año 1911 y quedó tan impactado por su voz que lo presenta a la empresa Columbia para que grabe sus interpretaciones. De esta forma la “Casa Tagini”, representante de la empresa fonográfica “Columbia Récords” en Buenos Aires, con estudios en la Avenida de Mayo 601 al 611, y con local de venta de aparatos reproductores, cilindros y discos, contrata a Carlos Gardel con exclusividad por cinco años. El contrato es firmado el 2 de abril de 1912, con el compromiso de registrar 15 temas, de los cuales uno quedó sin editar. El mencionado contrato dice textualmente:
“Entre Don José Tagini, comerciante de Buenos Aires, por una parte, y el Señor Carlos Gardel, de profesión cantor y escritor de versos y prosas, e improvisador de música, con residencia en Buenos Aires, por la otra, se ha convenido de celebrar el presente contrato, a saber:
1º- El Señor Carlos Gardel cede al Señor José Tagini todos los derechos y acciones sobre las composiciones siguientes, de las cuales es propietario y autor: Pobre flor, La mariposa, Es en vano, Brisas de la tarde, El almohadón, A Mitre, Mi madre querida, Sos mi tirador plateao, Yo se hacer, La mañanita, El prisionero, A mi madre, Me dejaste, Mi china cabrera, y El sueño; declarando en este mismo acto no haber vendido o cedido ningún derecho perteneciente a las piezas arriba mencionadas a ninguna compañía o persona que se ocupe de la explotación de discos o cilindros o demás dispositivos para máquinas que reproduzcan o transmitan los sonidos de la voz humana.
2º- El Señor Gardel se compromete que no actuará ni cantará en su propio nombre ni con el nombre de otro para uso de otras compañías fonográficas, éstas, mientras estén en posesión literarias o músicales durante el término de cinco años contando desde la fecha de este contrato.
3º- Las composiciones a que se refiere en la cláusula primera las cede el Señor Gardel al derecho de su impresión y reproducción de discos, cilindros y otros dispositivos que reproduzcan o trasmitan los sonidos de la voz humana, en esta República o fuera de ella, por el precio de $180.oo moneda nacional curso legal, que recibe en el acto de firmar el presente contrato, entendido que dicho monto de ciento ochenta pesos moneda nacional de curso legal es como única y completa compensación que el Señor Tagini paga, sea por concepto de derechos como autor, apartándose por consiguiente, el Señor Gardel, de todos los derechos que estas composiciones tienen, para su reproducción en máquinas que reproduzcan o trasmitan los sonidos de la voz humana.
4º- Este contrato autoriza al Señor Tagini y sus compradores, a los fabricantes que él autoriza, a hacer de los discos o demás dispositivos que se impresionen, el uso que crea más conveniente, pudiendo dar audiciones públicas, pagas o gratuitas, donde lo crea oportuno; vender y explotar dichos discos o demás dispositivos bajo cualquier marca de comercio que le convenga en su interés, y también se concede al Sr. Tagini el derecho de cambiar título de las piezas y traducirlas en parte o en su totalidad, en cualquier forma.
5º- Queda autorizado, igualmente, el Señor Tagini a solicitar y obtener el registro de las piezas citadas.
Sigue sello Ley de $1.oo, Nº 504006 a nombre de él o del autor, según viera conveniente, por importar esta cesión una referencia completa de derechos de autor en el punto que la Ley respectiva pueda solicitar la anotación de esta cesión en la forma que sea mas conveniente para aprovechar su interés, inclusive el de llevar este documento a escritura pública, como tendrá derecho el Señor Tagini, al solicitar y obtener el registro legal de dichas piezas depositando el original que se entrega en este acto, debidamente firmado, o el mismo disco o dispositivo que juzgue conveniente. Además el Señor Gardel se hará responsable de cualquier caso legal que pueda sobrevenir. Para constancia, se firman dos ejemplares de un mismo tenor y a un solo efecto en Buenos Aires, el día 2 de abril de 1912”.
Es muy posible que estas 15 grabaciones se hayan realizado en abril de 1912 e incluso en el mismo día 2 en que se firmó el contrato en el que, según se puede observar, todavía en el año 1912, el cantor carecía de documentos personales, ya que los únicos datos de identificación que allí se hallan son:
“Carlos Gardel, de profesión actor nacional, escritor de versos y prosa, improvisador de música popular (con residencia en Buenos Aires)”.
Como vemos, no se determina un domicilio y ello estaría indicando que el cantor no vivía con doña Berta.
En efecto, Gardel por esta época dormía en casa de sus amigos y compinches de aventuras. Los más habituales eran dos: Benito Bianquet, el que fuera luego famoso bailarín de tangos a quien su madre, desde muy niño, le puso por apodo “El Cachafaz”, vocablo de origen italiano que se aplicaba a las personas pícaras, traviesas y desenfadadas; el segundo compañero de aventuras, por esa época, era conocido como “El Flaco”, que en realidad se llamaba Alfredo Carozzi y del que no se tienen demasiadas noticias.
Volviendo a las grabaciones realizadas en el sello Columbia resulta interesante destacar el simple hecho de que si durante los cinco años establecidos en el contrato no hubo otro convenio con la misma empresa, anulando o reformando el contrato anterior para grabar mas discos, es porque en realidad aquellas grabaciones no tuvieron el éxito esperado, muy por el contrario, nos habla bien a las claras del fracaso comercial que tuvieron.
Lo más probable es que los mencionados discos no despertaron el interés del público debido a la notable pobreza en el acompañamiento musical, pues Gardel no dominaba la guitarra lo suficiente como para estar a la altura de su arte y la guitarra era algo tan importante por aquellos años que no era tolerable que un “cantor nativo” (como se llamaba por entonces a los folcloristas) tuviera un acompañamiento tan pobre.
Estas placas discográficas aparecieron a la venta en Buenos Aires, recién durante el mes de marzo de 1913, según lo anunciaba la popular revista Fray Mocho en la edición correspondiente al mencionado mes.
Resulta en extremo curioso que en aquel anuncio apareciera Carlos Gardel (con su fotografía), que recién se iniciaba, al lado de artistas veteranos como Arturo Mathon y José Betinotti.
(CONTINUARÁ)

Foto de Armando Lofiego.
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viernes, 12 de junio de 2015

CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA. Capítulo I.

Aparece José Razzano

Hacia el año 1911, Carlos Gardel ya se había convertido en el cantor del Abasto y paraba, como ya hemos visto, en el famoso café O’Rondeman. Al mismo tiempo en Balvanera había otro cantor, José Razzano, que paraba en el café de Moreno y Entre Ríos conocido como el “Café del Pelado” debido a la calvicie de su propietario.

José Razzano había nacido en Montevideo (en la calle Policía Vieja Nº 14) el 25 de febrero de 1887. Era hijo de Nicolás Razzano, Italiano, carpintero, y Josefina Martino, italiana. A los dos años de edad fallece su padre y viaja con su madre a Buenos Aires radicándose en Balvanera Sur; allí forma parte del coro de la Iglesia Jesuítica y en 1901, contando con 14 años de edad, con la esperanza de triunfar como cantor criollo, viaja a su Montevideo natal en compañía de Roberto Cassaux (otro adolescente que con los años llegaría a ser un importante actor), quien realiza monólogos cómicos. La aventura llega a su fin cuando en la capital uruguaya quedan sin dinero. Otro amigo, Samuel Castriota (1890-1932), los rescata enviándoles dinero gracias a un premio de la Lotería Nacional que había ganado.

En 1903, Razzano ya comienza a ser conocido como cantor criollo en diversos centros gauchescos como “El Pacará” y “Los Pampeanos”. Integra también algunos conjuntos filodramáticos junto a los mencionados amigos Samuel Castriota y Roberto Cassaux. También comienza a cantar en los cafés de barrio y en los comités logrando cierto renombre que lo lleva a registrar sus primeros discos, para el sello “Víctor”, en 1910. Hallándose en esta actividad se relaciona con José Franco, los hermanos Petray, Estela Diana, Ada Cornaro, Julio Guillán Barragán, Amaro Giura y otros personajes que con el tiempo llegarían a ser destacadas figuras en el teatro y la canción.

El primer encuentro

El día 6 de julio de 1935, cuando todavía la muerte de Carlos Gardel era un hecho reciente, la popular revista “Antena” publica una nota realizada por Héctor Battes en la que José Razzano cuenta que...
“Las primeras noticias que tuvo de Gardel fueron en el Mercado de Abasto y en La Boca”... Recuerda además que “un individuo llamado Luis “El Cochero”, que gozaba fama de guapo, le propuso un día ir a casa de un señor Gigena para que le diera una zamarreada a cierto cantor llamado “El Morocho” de quien se decía no tener rival...”

Ante esta propuesta, José Razzano comenta textualmente:
“Al principio me negué pero después accedí y conjuntamente con Luis y Américo De Santis, un muchacho que tenía una voz hermosísima, fui a casa de Gigena. Allí fui presentado a Gardel...”.
Efectivamente, cumpliendo con aquella tradicional costumbre practicada desde muy antiguo por los payadores, José Razzano enfrenta a Carlos Gardel con el objeto de medir las condiciones de cada uno y determinar cuál es el mejor.

La confrontación es llevada a cabo en la casa de un pianista de apellido Gigena (de quien no se tienen más datos) que había ofrecido su domicilio particular para efectuar el encuentro. La casa de Gigena se hallaba ubicada en la calle Guardia Vieja detrás del Mercado del Abasto. Otro personaje, llamado Luis Pellicer (de quien tampoco se conocen más datos), se encargó de las gestiones necesarias para organizar y llevar a cabo la reunión. En la casa de Gigena había por lo menos treinta personas, cuando llegaron Luis Pellicer y José Razzano. Gardel ya estaba allí.

Luego que ambos cantores fueron presentados, José Razzano inició el enfrentamiento entonando los versos de la cifra “Entre colores”.

Entre colores de grana,
Rey del espacio celeste,
El sol asoma en el Este
Con majestad soberana

Carlos Gardel le respondió desgranando los versos del estilo “El Sueño”.

Anoche mientras dormía,
Del cansancio, fatigado,
No se que sueño adorado
Cruzó por la mente mía.

La concurrencia aprobó la labor de ambos y la velada concluyó con un empate según contó José Razzano. Pero a cualquiera que haya escuchado las primeras grabaciones de ambos cantores le resultará muy extraño que se haya declarado un empate ya que es muy notoria la superioridad de Gardel, no sólo sobre Razzano sino además sobre todos los cantores populares de la época según se puede comprobar en los registros que han dejado para la posteridad.

Por esa época a José Razzano lo llamaban Pepe y, como oportunamente veremos después de 1925 comenzó a tener problemas con la voz y, en 1930, por su figura y por su voz ya lo llamaban el Viejo.
Enrique Cadícamo escribió una letra según la cual le decían el Oriental, pero investigando la mentalidad del hombre medio de la época, a ningún uruguayo por entonces se lo llamaba así en mi país. Por esa época para la gran mayoría (y hasta bien entrada la década de 1960) un oriental era un japonés por ejemplo y no un uruguayo. Los que tenemos algunos años recordamos que hasta alrededor de 1950, en Buenos Aires, se hablaba de Montevideo cada vez que se hacía referencia al Uruguay y la inmensa mayoría de los porteños y bonaerenses ignoraba que nuestro país vecino se llamaba República Oriental del Uruguay. Inclusive cuando se escuchaba a Radio Colonia, por ejemplo, se solía decir que era una radio de Montevideo haciendo alusión al Uruguay. Por entonces Montevideo y Uruguay, aquí en mi patria, prácticamente eran “sinónimos”.

El apodo de Oriental dado a José Razzano fue un invento de Enrique Cadícamo para establecer solapadamente una diferencia de origen entre ambos cantores, pues si a Razzano lo llamaban el Oriental y cantaban juntos, eso indicaría que Gardel no lo era. Esto se conjuga con la muy conocida inclinación que tenía Cadícamo para creer o apoyar la idea del francesismo de Gardel.
José Razzano, Pepe, pasó a ser apodado El Viejo debido el deterioro general de su figura y en especial de su voz. Cátulo Castillo dejó documentada esta circunstancia en la letra del tango “A Homero” de Aníbal Troilo:

¿No ves que Pepe esta noche,
No ves que el Viejo esta noche
No va a faltar a la cita?...

El deterioro de la voz de Razzano lo podemos comprobar en la grabación que llevó a cabo del tango Zaraza en el año 1929. A esta interpretación le sigue la que realizó Charlo en el mismo año. Es interesante comparar ambas versiones para diferenciar entre lo que es cantar bien y lo que es rebuscárselas como pueda.
También se puede comparar con esta grabación excelente de Ignacio Corsini, hecha el mismo año que la de José Razzano y la de Charlo, en 1929.

Segundo encuentro con Razzano

La tradicional costumbre, toda vez que se efectuaban este tipo de enfrentamientos, imponía que ahora Carlos Gardel le devolviera la gentileza a José Razzano, debido a que el primer encuentro se produjo en “territorio” de Gardel.
Por tal motivo la segunda reunión es organizada para ser llevada a cabo en la casa del señor Enrique Falbi que, justamente, estaba ubicada en Moreno y Entre Ríos, próxima al “Café del Pelado”.
Entre los allí presentes se encontraba también el cantor y zapateador gauchesco Francisco Martino (que era primo de Razzano) el cual intervino para matizar la reunión entonando algunas canciones de su repertorio.

Francisco Martino

Este importante personaje de la música del Río de la Plata, nació en la ciudad de Buenos Aires el 6 de junio de 1884 y era hijo de don Domingo Martino y doña Brígida Orofino.
Francisco Martino fue guitarrero, cantor, bailarín y autor de famosas canciones, muchas de las cuales fueron llevadas al disco por Carlos Gardel. No hubo rueda criolla ni conjunto gauchesco en todo Buenos Aires que no haya contado con su presencia e intervención a partir del año 1900 en adelante.
Desde muy jovencito se inició en el arte del zapateo, el canto y la guitarra. Era cosa muy frecuente hallarlo luciendo sus habilidades en centros gauchescos como “Los Leales” y/o “Los Pampeanos” (instituciones que hasta hace unos pocos años se encontraban unificadas como un solo centro criollo conocido como “Leales y Pampeanos”), ambas organizaciones se hallaban ubicadas en Barracas al Sur (hoy ciudad de Avellaneda); en tiempos de Gardel se encontraba ubicada en la calle Sarmiento y muy próxima al teatro Municipal Roma.
A esas concurridas y animadas veladas tradicionalistas solían acudir importantes y renombrados personajes que mantenían y fomentaban la cultura gauchesca tales como Julio Guillán Barragán, Santiago Roca, Amaro Giura, Domingo Lombardi, Florencio Iriarte, Nicandro Reyes, Florentino Hernández y muchos otros cultores de no menor importancia.

Separación de Escayola

Mientras tanto, en la ciudad de Montevideo, ese año (1911), el coronel Carlos Escayola y la cantante Pilar Madorell se separan después de varios años de convivencia sin haber formalizado matrimonio. Recordemos que esta mujer, que fue una cantante lírica, se unió al Coronel después de la muerte de María Lelia Oliva, en 1905, y que, virtualmente, fue la madre de Carlos Segundo Escayola, el menor de los hijos del Coronel y hermano menor (entero) de Carlos Gardel.

Ciudad de Tacuarembó

A partir de 1912, Villa San Fructuoso, cabecera del Departamento de Tacuarembó, recibe el mismo nombre del Departamento y pasa a ser Ciudad de Tacuarembó. Sin embargo, el nombre Tacuarembó no logrará desplazar, durante muchos años, al de San Fructuoso. La nominación Ciudad de Tacuarembó sólo es usada en las tramitaciones oficiales y/o legales, pues todo el mundo continúa llamando a aquella población por su nombre primitivo.
En el diccionario enciclopédico “La Fuente” editado en Barcelona en 1934, podemos comprobar que el nombre San Fructuoso aún perduraba, pues donde dice Tacuarembó, cuando se refiere a la ciudad, hallamos el siguiente comentario:
“Ciudad del Uruguay, capital de este Departamento, 16.000 habitantes. Llámase también San Fructuoso”.
Además, en un mapa de Uruguay del mismo diccionario, la capital del Departamento de Tacuarembó todavía (en 1934) figura con el antiguo nombre de San Fructuoso.

La piedra movediza

A poco de comenzar el año 1912, el 29 de febrero, Buenos Aires se conmueve ante una noticia que parecía increíble. La revista “Caras y Caretas”, del mes de marzo de ese año, informa:
“Tandil está de duelo. El famoso peñasco, cansado, sin duda que el público lo contemplara como a un mono sabio, y aburrido de que el comercio lo explotara como imán de turistas, renunció tristemente a su gloria. Renunció al goce de la fama y abandonando para siempre su pequeño punto de apoyo, se suicidó rodando hasta el abismo. Allí, humildemente, como cuadra a todos los caídos se mezcló a la anónima multitud de piedras y cascotes que lo circundaban”.
Efectivamente, el 29 de febrero de 1912, alrededor de las 17 horas, la mole se desbarrancó sin que nadie la viera caer. Todo el pueblo dormía la siesta y despertó sobresaltado por el estruendo. La mayoría corrió a comprobar si aquel estrépito se debió a la piedra. Muchos, al no verla en su lugar, se largaron a llorar.
Tan importante era esa piedra que hablar de Tandil incluía siempre la mención de aquel fenómeno.
En esa época de grandes conflictos sociales circularon en Buenos Aires versiones según las cuales, la caída del peñasco, podía haber sido un atentado de los obreros de las canteras. El gobierno haciéndose eco de tales comentarios ordenó la detención de muchos de ellos. Mientras tanto, un experto en minerología del museo de la ciudad de La Plata trató de hallarle alguna explicación al fenómeno, pero sin éxito. Los detenidos fueron liberados por falta de pruebas.

Dúo Gardel-Martino

La caída de la piedra de Tandil era, como es de imaginar, el comentario obligado de los porteños de ese tiempo; algunos hasta se negaban a creer que aquel hecho fuera cierto y a raíz de ello se tejían las más variadas fantasías.
El suceso era muy reciente cuando, en medio de ese clima tan particular, José Razzano y Carlos Gardel se encuentran por segunda vez.
Para la revista “Antena” del 6 de julio de 1935, Razzano, acerca de aquel día, cuenta:
“Enrique Falbi, muy afecto también al canto, se enteró por los comentarios que yo hacía con Martino de lo bien que cantaba Gardel... y nos propuso que realizáramos una gira por el interior asegurándonos que tendría éxito”.
Falbi, que se desempeñaba como inspector de una compañía de seguros, ofrece a los cantores sus conocimientos del interior de la Provincia de Buenos Aires para que hagan una gira y, tras ganar cierta popularidad, de regreso, en la Capital, algún empresario se interesaría por contratarlos. Pero Razzano desiste porque su madre está enferma y no quiere alejarse. Yo no sé si era cierta la excusa que ponía Razzano; pero sospecho que si estaba impactado por “lo bien que cantaba Gardel”, escuchando las grabaciones de esa época realizadas por Razzano, lo más probable es que no se haya animado. Y de hecho, el Dúo Gardel-Razzano no se formó mediante un acuerdo entre ambos cantores, ya que, como iremos viendo, fue surgiendo por abandono de los integrantes de un cuarteto hasta que dejaron a ambos cantores solos cuando ya Razzano se había ido acostumbrando a cantar con Gardel.

Ante la evasiva de Razzano, Gardel y Martino aceptan la idea de Falbi y comienzan a ensayar. Y así, bajo el rubro “Dúo Gardel-Martino”, ambos cantores se largan a recorrer algunos pueblos del interior de la Provincia de Buenos Aires, realizando una gira que duró varios meses y de la que lamentablemente no han quedado testimonios periodísticos u otras evidencias que sirvieran para establecer fechas, lugares que recorrieron y locales en que actuaron. El debut se produjo en Chivilcoy  para pasar luego a Bragado, 9 de julio y otros pueblos hasta llegar a General Pico, en lo que era por entonces la Gobernación de La Pampa (hoy Provincia de La Pampa). Desde ese lugar, sin pena ni gloria, regresaron a Buenos Aires.
Y para finalizar este capítulo, cómo prueba de mis afirmaciones, aquí les dejo la voz de José Razzano en una grabación del año 1911 para el sello ERA.
(CONTINUARÁ)
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sábado, 6 de junio de 2015

LOS ORÍGENES DE CARLOS GARDEL. Capítulo XIII.

 Continuando con el estudio acerca de la familia Escayola.


Blanca Delia quedó soltera y Clara María se casó con Laudeliano Vázquez y tuvieron tres hijos: Laudeliano Julio y Carlos Alfredo, abogados, y Jorge Raúl, médico. Los tres fueron entrevistados por el investigador Dr. Eduardo Paysee González, autor del libro “Páginas abiertas” donde reproduce parcialmente una carta que le envió Carlos Alfredo Netto en respuesta a algunas inquietudes:
“Con relación al planteo que me hicieras, con mi hermano Laudeliano (...), coincidimos en que es importante que se conozca la vida de nuestro antepasado y no tenemos ningún tipo de problema en figurar en tu obra. (...). Tanto mi madre, como mi abuela, como mis tías abuelas, consideraban a Carlos Gardel de la familia. Para mi abuela (se refiere a Clara Escayola, la hija menor del primer matrimonio del Coronel) siempre fue un hermanastro y ella lo consideraba tal. El día que tuvo noticia de la muerte de Gardel, fue un día de duelo y llanto para la familia. En cuanto a si mi abuela tuvo algún trato con Gardel, mi hermano mayor cree que no, pues nunca se lo hicieron saber”.
De los cinco hijos varones del matrimonio formado por los primos Clara Escayola y Julio Netto, uno de ellos, Julio Carlos, se mantuvo relacionado con el cantor, con quien hablaba en privado. El historiador uruguayo Ramón González, amigo de muchos componentes de la familia, fue testigo de uno de los encuentros entre Carlos Gardel y su sobrino Julio Carlos Netto en un café de la calle Corrientes en el año 1914.
Elodina Escayola, hermana menor del Coronel, nacida en 1847, enviudó en 1870 del estanciero Gervasio Netto y tiempo después formó pareja con Olayo Sosa, otro estanciero del que no se tienen mas datos pues, aunque hacían vida en común, no se casaron. Se sabe que era de Paysandú y tuvieron cinco hijas que llevaron el apellido de la madre: Manuela, Elodina, María, Bonifacia y Amanda. Con los años, tres de estas hijas, Amanda, Manuela y Elodina, se radicaron en el paraje “Laureles del Queguay”, ubicado en la localidad de Tambores, donde tenían un almacén con despacho de bebidas, salón de baile y sala de juegos. Gardel mantuvo buena relación con estas primas e incluso, con una de ellas, esa relación llegó a ser de carácter sentimental. Algunos historiadores dicen que fue con Manuela mientras que otros consideran que fue con Elodina. La madre de estas tres mujeres, Elodina Escayola, se radicó en la calle Cerro (actual Bartolomé Mitre) Nº 23, de la capital uruguaya, con María (otra de sus cinco hijas) donde murió en noviembre de 1900. Su hija Bonifacia, que vivía en Paysandú, al saber de la muerte de su madre cayó en un estado depresivo tan agudo que la llevó al suicidio en 1901.
Juan Gualberto Escayola (1841-?), uno de los dos hermanos varones del Coronel, nació en Paysandú, se casó con Benjamina Méndez y tuvo un sólo hijo, Juan (1871-1944), poeta y cantor popular de Paysandú conocido con el alias de “Torora”; es autor de los versos “Sos mi tirador plateao”, a los que Gardel puso música de estilo y los llevó al disco en distintas épocas de su carrera.
Segundo Escayola (1843-?), el otro hermano del Coronel, actuaba como administrador de la estancia “Santa Blanca” hasta que contrajo enlace con Elvira Fernández en Paysandú y a partir de allí se pierde su rastro. Según me informara, en agosto de 1999, “Cerito” Escayola (docente de Tacuarembó), sobrino nieto del “Pato” Escayola y, en consecuencia de Carlos Gardel, los descendientes de esta rama radicada en Paysandú, se cambiaron el apellido Escayola por “Scayola” (sin la “E” inicial) y se desconoce si tuvieron o no descendencia.
El acercamiento que fue logrando Silva Cabrera con los hermanos de Gardel, y en especial con el menor de todos, Carlos Segundo Escayola, permitió reconstruir poco a poco el árbol genealógico del cantor incluyendo además algunos amigos de la familia y parientes lejanos.
Los hijos del primer matrimonio de Escayola
En su primer matrimonio, Escayola tuvo dos hijas. La mayor de ellas, Clara Escayola (1870-1939), en el año 1888 contrajo enlace con Julio Netto (1867-?), quien era su primo, y tuvieron ocho hijos.
Gregoria Amabilia Escayola, la segunda hija (1871), se casó en 1886 con el abogado Mateo Parisí y no tuvieron descendencia.
Parisí no tuvo nunca inconveniente alguno en tratar, al menos entre los componentes de la familia, el tema Gardel e inclusive contó detalladamente las tratativas realizadas con Berta cuando ésta recibió al niño indocumentado, y las gestiones que él mismo hubo de realizar para entregarle a la Gardes, de parte del Coronel, los 3.000 pesos, con la finalidad de lograr que ésta se instale en Buenos Aires y se encargue del pequeño.
Los relatos de este abogado se mantuvieron, durante muchos años, dentro del círculo familiar. Pero en la misma medida en que el cantor iba ganando fama a lo largo de su extensa carrera, renacían una y otra vez aquellos comentarios que había hecho el Dr. Parisí en el seno de aquella familia, pasando así, estos hechos, al conocimiento de las nuevas generaciones de la familia Escayola e incluso a los más allegados a la misma.
Los hijos del segundo matrimonio de Escayola
Durante su segundo matrimonio, Carlos Escayola tuvo seis hijos: Natalia Aidina Escayola (1874-?), la mayor.
María Escayola (1875-?), la segunda, quien nunca trató el tema Gardel y en la familia, se la recuerda prohibiendo a sus hermanos que escuchen al cantor, inclusive exigiendo que apagaran la radio toda vez que en ella sonaba la voz de Gardel.
Héctor Escayola (1877-?) admirador de Gardel; asistió a muchas de sus actuaciones en Uruguay y trató con él, según el testimonio de Carlos Segundo Escayola.
Blanca Escayola (1878-?) siempre se mostró renuente a hablar del tema Gardel, aún en el seno de la propia familia.
Oscar Escayola (1880-?) al igual que su hermana Blanca, aparentemente, nunca quiso hablar del tema.
Washington Escayola (1883-?), el menor, fue ahijado del general Máximo Santos, presidente del Uruguay; se casó con Manuela Santos y una hermana de Manuela se casó con Roberto Aubriot Barboza (1882-1942). Mediante este lejano parentesco Aubriot Barboza y Carlos Gardel fueron muy amigos y el cantor, muchas veces, se alojó en la casa que éste tenía en la calle Soriano de Montevideo cuando actuaba en la capital uruguaya.
Carlos Gardel grabó todos los tangos que Roberto Aubriot Barboza le hizo llegar con letras de su autoría: “Quimera”, “Juventud”, “Como la mosca”, “El Quinielero”, “Incurable”, y “As de cartón”.
No se ha encontrado aún ningún tipo de información acerca de las vidas de estos seis hijos correspondientes al segundo matrimonio del coronel Escayola. Por los escasos datos que se han obtenido relacionados con ellos, no sólo se desconoce si se han casado o no, sino que tampoco se sabe nada acerca de sus vidas y si tuvieron o no descendencia. Posiblemente el señor Gonzalo Vázquez Gabor (joven integrante de esta numerosa familia) pueda agregar y/o corregir algunos datos.
Los hijos del tercer matrimonio de Escayola
Tras mucho investigar datos de la familia Escayola, Silva Cabrera terminó relacionándose con Carlos Segundo Escayola (el hijo menor del coronel Escayola) nacido el 10 de junio de 1901 de su tercer matrimonio con María Lelia Oliva. Este hombre, que tenía un notable parecido físico con Carlos Gardel era muy culto y apreciado en el ambiente teatral y musical de Montevideo donde se hallaba radicado cuando Silva Cabrera fue a entrevistarlo.
Carlos Segundo Escayola no negó conocer desde jovencito que sus padres eran también los padres de Carlos Gardel; pero siempre se mostró reacio a tratar el tema. En sucesivas entrevistas, a pesar de su hermetismo, brindó alguna que otra información y, al mismo tiempo, fue conectando al periodista con otros miembros de la familia que, a su vez, fueron aportando más datos.
Carlos Segundo Escayola falleció en 1978, cuando contaba con 77 años de edad; era viudo desde hacía varios años y tuvo una hija actriz que murió muy joven y un hijo que fue piloto y aviador militar.
María Lelia Escayola (1899- ?), hermana de Carlos Segundo y de igual nombre que su madre, contrajo enlace con Arturo Meneses.
Tuvieron un hijo del mismo nombre que el padre. Esta mujer, era la más pequeña de las dos mujeres nacidas en el último matrimonio de Escayola y la menor de todas las hijas que tuvo el Coronel.
Celia Escayola (1891- ?), según las declaraciones de su hermana María Lelia, ambas solían recibir entradas para asistir a las actuaciones de Carlos Gardel cada vez que el cantor se presentaba en un teatro importante del Uruguay. Celia contrajo enlace con Alberto Zufriategui y tuvieron sólo un hijo de nombre Carlos.
Julio César y Juan Carlos Escayola (1889- ?) los hijos mayores de este matrimonio, eran mellizos: Julio César, se casó con Aurea López y tuvieron dos hijos: Heber, músico que tras actuar un tiempo en Uruguay se radicó en Alemania, y César, que permaneció soltero, no tuvo hijos y fue profesor de Literatura en el Liceo Oficial de Tacuarembó y Jefe de Policía del Departamento desde 1947 hasta 1955. Este último, en una reunión organizada por Silva Cabrera en Tacuarembó en el año 1960 admitió que Gardel era tío suyo y que su abuelo, el coronel Escayola, era el padre del cantor.
César Escayola, por su parte dijo: “Cuando niño, como había oído decir en la familia que era sobrino de Gardel, recorriendo el dial en casa de mis tías, expresé que iba a oír a mi tío nombrándolo. Fue entonces que una de ellas, se levantó bruscamente del asiento y sin darme explicación alguna, apagó el receptor”.
Los datos aportados por esta numerosa familia, algunas veces en
forma espontánea y muchas otras con cierto recelo y cautela (cuando no se negaban a hablar), poco a poco fueron proporcionando los testimonios mínimos necesarios como para ir reconstruyendo gran parte de la primera etapa en la vida de Carlos Gardel, totalmente ignorada y desechada, sin ningún tipo de explicaciones por la Historia Oficial.

Amigos gardelómenos:
Con el capítulo 42 finalizaré esta serie de publicaciones tituladas “LOS ORÍGENES DE CARLOS GARDEL” en la que expuse lo que entiendo es el verdadero origen de nuestro máximo cantante criollo. Pero, si no se oponen, o no los canso, continuaré publicando todo lo concerniente a su vida y su carrera artística con cuanta aclaración haga falta (y yo conozca) acerca de sus grabaciones, actuaciones y circunstancias en las que le tocó desarrollar su maravilloso arte que aún hoy nos continúa deslumbrando a los amantes del canto criollo. Asimismo comentaré, con la mayor claridad posible, el significado de las letras de las obras que ha grabado en orden cronológico y el medio social y político en que se desarrollaron los hechos que tratan tales letras.
La comunicación permanente con mis semejantes, a lo largo de mi vida, me ha ido demostrando que es muchísima la gente que no entiende, o entiende a medias, el significado, el motivo y el mensaje de muchas obras registradas por el genial cantor. Todo esto hará que por momentos tengamos que viajar en el tiempo a través de la Histora, a veces muchos siglos, para captar el significado de ciertas expresiones o las diversas formas musicales que han dado origen a los distintos géneros que interpretó Gardel.
Por tal motivo me parece oportuno avisarles que después del capítulo 42 voy a iniciar lo que considero la etapa más interesante de nuestro relato por la cantidad de factores a tener en cuenta. A partir de entonces comenzará una nueva numeración de capítulos, que llegarán hasta la catástrofe de Medellín, bajo el título “CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA”. Este aviso lo repetiré, por las dudas, al publicar los capítulos 41 y 42 para que todos estén prevenidos.
Con la esperanza de haber sido lo suficientemente claro (caso contrario háganmelo notar) reúno a toda la barra gardelista derramada por el globo en un cordialísimo y afectuoso saludo. Sólo espero poder llegar hasta el final de esto que me he propuesto compartir, especialmente con los más jóvenes. Una persona es joven cuando sabe vivir plenamente cada etapa de su vida.

La documentación histórica

La Historia Oficial, basada exclusivamente en el acta de nacimiento de Charles Romuald Gardes y el falso testamento “ológrafo” que confeccionó (o hizo confeccionar) Armando Defino, ignora los testimonios que a lo largo de los años fueron brindando muchos componentes de esta familia que acabamos de examinar. Sin embargo, sin estudio previo, ni análisis comparativo, ni método investigativo alguno la Historia Oficial de mi país (Argentina) acepta cualquier afirmación verbal siempre y cuando ésta asevere que Carlos Gardel es francés y, además, se ocupa de difundir la inocente premisa de que el pasado solamente se reconstruye en base a documentos.
Si de esta forma reconstruyéramos la historia de la llamada “Campaña del Desierto” en Argentina, por ejemplo, llegaríamos a la conclusión de que el general Roca no ha sido otra cosa que un extraordinario benefactor de la humanidad al terminar exitosamente con sus planes de genocidio, pues los testimonios (que no coinciden para nada con los partes de campaña e informes oficiales de los hechos) no deberían ser tomados en cuenta, según esta extraña clase de historia y de historiadores.
Otro ejemplo, mucho más reciente y conocido por todos, podría ser el de la banda de militares asesinos que tomó el poder en marzo de 1976, que no fue condenada por documentos, ya que, prácticamente, éstos no existían (los hicieron desaparecer), sino por los testimonios orales que, debidamente analizados, fueron las pruebas suficientes para su condena.

De manera que la Historia Oficial no es inocente toda vez que pretende hacernos creer que un testimonio oral no tiene el mismo valor que un documento. Tanto uno como otro tienen las mismas probabilidades de ser falsos (cómo el testamento que fabricó Armando Defino); por ello, uno y otro, siempre que se trabaje con seriedad, deben ser sometidos a los mismos procesos analíticos para poder darles o no credibilidad; tengamos en cuenta que al fin y al cabo un documento, que no es más que un testimonio escrito, puede tener los mismos errores y las mismas trampas o malas intenciones que un testimonio oral.

Claro está que siempre resulta mucho más sencillo y brinda una mayor tranquilidad coincidir con la Historia Oficial; especialmente porque los que adhieren a ella en forma incondicional, por las cuestiones más diversas, suelen ser los más incapacitados para obtener conclusiones por su propia cuenta e inclusive para investigar y, como consecuencia, sólo atinan a unir sus voluntades colmadas de intolerancia para formar una especie de inquisición en contra de la libertad no sólo de pensamiento sino también para establecer sobre qué temas se puede o no hablar y hasta que es lo que se debe, o no, decir en cada caso. Según esta arcaica filosofía, por llamarla de algún modo, lo que no se ajusta a lo que ha sido de antemano establecido, a veces hasta por la costumbre o la inacción, no es una interpretación distinta; para este tipo de “estudiosos”, simple y sencillamente, en el mejor de los casos, es una interpretación errónea.

No es posible considerar que los integrantes de la familia Escayola se hayan puesto todos de acuerdo para mentir a lo largo de tantos años. Los que no quisieron hablar, tampoco desmintieron a otros miembros y allegados a dicha familia que a lo largo del tiempo se fue ramificando, perdiendo contacto entre sí muchos descendientes que ni siquiera se conocen. Pero todos, de alguna forma, algunos con molestia otros con agrado, fueron asumiendo el hecho de que Carlos Gardel fue un antepasado suyo.

La madre de Carlos Escayola, Bonifacia Medina, había enviudado de su primer marido, Raymundo Jiménez, poco antes del nacimiento de su hija María Candelaria en 1839. Al año siguiente cuando se casa con Juan Escayola, éste le da su apellido a aquella hija que con los años pasaría a ser la esposa del general brasileño Antonio De Souza Netto con quien tuvo cuatro hijos según hemos visto ya. Estos hijos y los hijos de estos hijos, que forman una rama aparte, conocían, y conocen, que Carlos Gardel es un lejano pariente de ellos que integra el árbol genealógico de los Escayola.
Nadie podrá suponer que toda esta gente tiene algún interés en ésto, pues desde el punto de vista económico no son necesitados, y desde el punto de vista de la figuración social tampoco. Por otra parte, no sólo nunca se les ocurrió reclamar nada sino que debieron ser prácticamente obligados a hablar ante la presión ejercida en primer término por Erasmo Silva Cabrera y luego por todos los periodistas, investigadores, historiadores y estudiosos que continuaron el camino abierto por éste. Además, es imposible que todos los miembros de esta numerosa familia se hayan puesto de acuerdo, en forma tan rápida, cuando inesperadamente comenzaron a ser entrevistados. Inclusive, las declaraciones de unos y otros no suelen ser ni siquiera parecidas sino, más bien, complementarias ya que cada cual dio a conocer una versión acorde con la rama de su ascendencia. Dicho esto de una manera más sencilla: las declaraciones de toda esta gente (que no es poca) son lo suficientemente distintas, y al mismo tiempo complementarias, como para no desecharlas arbitrariamente.

Amigos gardelómanos:
Aquí finalizaré esta serie de publicaciones tituladas “LOS ORÍGENES DE CARLOS GARDEL” en la que expuse lo que entiendo es el verdadero origen de nuestro máximo cantante criollo. Pero, si no se oponen, o no los canso, continuaré publicando todo lo concerniente a su vida y su carrera artística con cuanta aclaración haga falta (y yo conozca) acerca de sus grabaciones, actuaciones y circunstancias en las que le tocó desarrollar su maravilloso arte que aún hoy nos continúa deslumbrando a los amantes del canto criollo. Asimismo tataré de comentar, con la mayor claridad posible, el significado de las letras de las obras que ha grabado en orden cronológico y el medio social y político en que se desarrollaron los hechos que tratan tales letras. La comunicación permanente con mis semejantes, a lo largo de mi vida, me ha ido demostrando que es muchísima la gente que no entiende, o entiende a medias, el significado, el motivo y el mensaje de muchas obras registradas por el genial cantor. Todo esto hará que por momentos tengamos que viajar en el tiempo a través de la Historia, a veces muchos siglos, para captar el significado de ciertas expresiones o las diversas formas musicales que han dado origen a las formas actuales de los distintos géneros que interpretó Gardel.

Por tal motivo me parece oportuno avisarles que después de este capítulo voy a iniciar lo que considero la etapa más interesante de nuestro relato por la cantidad de factores a tener en cuenta. A partir de entonces comenzará una nueva numeración de capítulos, que llegarán hasta el accidente de Medellín, bajo el título “CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA”. Este aviso lo repetiré, por las dudas, al publicar el capítulo 42 para que todos estén prevenidos.
Con la esperanza de haber sido lo suficientemente claro (caso contrario háganmelo notar) reúno a toda la barra gardelista derramada por el globo en un cordialísimo y afectuoso saludo. Sólo espero poder llegar hasta el final de esto que me he propuesto compartir, especialmente con los más jóvenes. Para mí son personas jóvenes todas aquellas que saben vivir plenamente cada etapa de su vida.
Armano Lofiego

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miércoles, 3 de junio de 2015

LOS ORÍGENES DE CARLOS GARDEL. Capítulo XII.

 Cuando Silva Cabrera estudió lo que muchos consideran las pruebas de la nacionalidad francesa y advirtió que tales pruebas no demostraban nada, tomó otro camino: visitó Tacuarembó, lugar donde el cantor siempre dijo haber nacido. Allí recogió información, aunque confusa, y observó que especialmente la gente de edad avanzada no quería tocar el tema. Esta gente, nacida en los últimos años del siglo XIX, en la década de 1960 veía al periodista, como a un extraño que de pronto irrumpía en medio de la parsimoniosa calma de la ciudad de Tacuarembó para destapar cosas casi olvidadas y que, según muchos creían, estaban definitivamente enterradas. Todavía en las últimas décadas del siglo XX, mucha gente mayor que conocía algo sobre el tema hablaba con ciertas reservas; así lo atestigua María Selva Ortiz, socióloga y psicoanalista nacida en Tacuarembó en 1969, en su libro “El silencio de Tacuarembó” publicado en 1995:
“... En mi casa muchas veces se había hecho referencias al tema y en particular mi abuela y mi tía abuela conocían supuestamente detalles de la historia. Creo recordar que la historia se mencionaba dentro de un tono de reserva, de recato, que llevaba más o menos implícita la necesidad del secreto, de la cautela propia de las cosas más o menos prohibidas. Y sin quererlo, supongo, me sumaba a esa suerte de conspiración del silencio. (...) Todavía sigue existiendo inconscientemente el miedo, la desconfianza; es un tema en cierta forma tabú”.
“Los mensajes que llegan a Avlis (Silva Cabrera) –continúa María Selva Ortiz- vienen envueltos en un mar de confusiones, ya que por una parte se le brinda información deliberadamente falsa y en otras se le niega tajantemente y sin explicaciones. Asimismo, personas que han podido ‘olfatear’ algo de la historia, emiten su propia versión como verdad indiscutida, creándole de este modo una obvia confusión.
Visto entonces con malos ojos, salvo naturales excepciones que son las que permitirán ir acercándose poco a poco a la verdad, Avlis no dejará nunca de ser ‘un extraño que traía objetivos no muy claros’ y por ende, en cada caso, el discurso era acomodado según las circunstancias por sus interlocutores, cuando no le era negado el diálogo en forma terminante. Lo que es real, es que Avlis terminó abriendo una brecha en el grupo que se le oponía y los pequeños detalles que menos importaban, los datos aparentemente mas insignificantes, fueron debilitando poco a poco las defensas presentadas y acaso por el vulgar procedimiento de ‘sacar de mentira verdad’, incluso los más cautos y prevenidos empezaron a dejar abiertos canales de información que lentamente fueron permitiendo reconstruir la tan secreta historia, con el máximo nivel de aproximación que es posible en cualquier historia más o menos lejana”.
Hallándose en esta tarea, Silva Cabrera recibe una carta enviada por un antiguo vecino de Tacuarembó, don Ambrosio Colombo, quien entre otras cosas, le dice:
“No busque más: Gardel nació en Tacuarembó y es hijo de Carlos Escayola”.
Con este dato, Avlis sintió que había encontrado la punta de la madeja y, creyendo poder llegar a la solución definitiva del problema, comenzó a indagar más profundamente.
Hubo mucha gente mayor que coincidió en comentarle que el Dr. Mateo Parisí, esposo de Amabilia Escayola, segunda hija del Coronel, había dicho públicamente, y en varias ocasiones, después de la muerte de Gardel:
“¿De donde sacaron eso de Gardel francés?... ¡Si yo mismo le arreglé a Escayola el problema de su hijo para que se lo llevara la francesa!”.
A partir de allí, Avlis comenzó a buscar a los descendientes de aquella familia para saber cuánto había de verdad en todo esto.
Repercusión del adulterio
Después del adulterio cometido por Carlos Escayola con su cuñadita María Lelia, de 14 años, esta familia, frente al “¿Que dirán?” de la sociedad de la época, no encontró mejor salida que ocultar todo. Pero estas cosas no se ocultan fácilmente. La gente de la estancia “Santa Blanca”, en la que alojaron al niño dejándolo al cuidado de Manuela Casco, comenzó a comentar, en secreto, lo que había ocurrido y de esta manera, todo Tacuarembó se fue enterando, sin dudar de la veracidad del hecho debido a la fama que el Coronel tenía para llevar a cabo ese tipo de aventuras. Nadie hablaba, pero todos lo sabían. Se trataba pues, de una más de sus numerosas “travesuras” a las que todos estaban acostumbrados, pero ésta difería notablemente de las demás por hallarse implicada en ella una menor de edad que para colmo de males era su cuñadita y, al mismo tiempo, su ahijada. La repercusión de este hecho, por aquellos años, fue tan grande como el temor que inspiraba Escayola. Por ello, todavía en la década de 1960, Silva Cabrera se encontró con gente que en su infancia había oído hablar del hecho y, por tradición oral, tenía alguna idea, por lo general confusa, de lo que había ocurrido.
Los hermanos de Escayola
El general brasileño Antonio De Souza Netto encabezó una sublevación con la finalidad de obtener la independencia de Río Grande do Sul del resto de Brasil. Dicha independencia perduró a lo largo de diez años (1835-1845) dando lugar a la República Riograndense. Pero esa emancipación no podía durar mucho tiempo; las tropas leales al Imperio de Brasil, finalmente, tras muchas negociaciones, lograron restituir ese Estado a su soberanía y el general Souza Netto, se radicó en el Uruguay dedicándose a la cría de ganado. Allí, contrajo enlace con María Candelaria Escayola (1839-?), hija del primer matrimonio de Bonifacia Medina (1816-1897) quien enviudó estando embarazada y casi de inmediato se casó con Juan Escayola quien le dio el apellido a la niña y luego tuvieron cuatro hijos, uno de los cuales fue Carlos Felipe Escayola.
María Candelaria Escayola y el general Antonio De Souza Netto tuvieron dos hijas: María Antonia (1865-?) quien se casó con Domingo Mendilharzu, y Teotonia que en 1901 se casó con Carlos Gaillard.
Cuando Argentina, Uruguay y Brasil, sirviendo a los intereses de Inglaterra, conformaron la llamada “Triple Alianza” con la finalidad de arrasar al Paraguay, que era por entonces la nación suramericana más y mejor desarrollada, Antonio De Souza Netto es convocado para el enfrentamiento armado. Pero es herido de bala en la batalla de Tuyutí y enviado a un hospital de Corrientes donde muere varios meses mas tarde.
Un pariente de este militar, el estanciero Gervasio Netto, también brasileño, contrajo enlace en 1865 con la hermana menor del Coronel, Elodina Escayola (1847-1900). Tuvieron tres hijos: Tertuliano, Emilia y Julio. Tertuliano Netto (1865-?), que estudió en la ciudad de Montevideo y luego se fue a perfeccionar a Francia, en 1887 se casó con Consuelo Larriera Varela oriunda de San José y hermana del pianista Carlos Larriera Varela y de Diego Larriera Varela, profesor de escuela secundaria, y autor de la letra del tango “Yo también como tú”.
Tertuliano y Consuelo no tuvieron hijos. Diego Larriera Varela, según lo que venimos comentando, era cuñado de Tertuliano Netto el que a su vez era primo de Gardel y, mediante este lejano parentesco, Diego Larriera Varela logró que el cantor le grabara el mencionado tango “Yo también como tú”.
Después de Tertuliano, nació Emilia quien se casó con Javier Mendívil y tampoco tuvieron hijos. Un hermano de Javier, el general Domingo Mendívil, fue Ministro de Defensa en los años de la década de 1930, durante el gobierno del Dr Gabriel Terra. El general Mendívil, a través de su lejano parentesco político con el cantor, fue el que acordó con él la posibilidad de ofrecer un recital privado en la residencia del Presidente de la Nación. Corría el año 1933 y en ese acto, Gardel y el Presidente Terra tuvieron oportunidad de conversar en privado pues, según comentó luego el general Mendívil en el seno de su familia, el presidente al finalizar la reunión le dijo:
“Gardel me contó sobre su vida; pero yo hice como que no sabía nada”.
De manera que si el Dr. Terra conocía la historia de Gardel de antemano, seguramente era porque el general Mendívil ya se la había contado.
Después de Emilia nació Julio Netto quien se casó con su prima Clara Escayola y tuvieron ocho hijos, cinco varones: Carlos Alberto, Samuel, Raúl, Julio Carlos y Alfredo (todos casados y con hijos); y tres mujeres: María Celia, Blanca Delia, y Clara María. La primera, María Celia, al igual que su madre, también se casó con un primo: José María Parisí.
En los pueblos del interior (tanto de Uruguay como Argentina y en todos los países latinoamericanos), hasta mediados del siglo XX aproximadamente, eran muy frecuentes los casamientos entre primos cuando eran escasas las posibilidades de relación para formar pareja. A veces el parentesco era más lejano, lo cual disminuía la probabilidad de dar a luz hijos con ciertas taras mentales vulgarmente conocidos (al menos en el Norte de mi país) como “opas”. La impunidad que tenían estas familias, por su poder político y económico, les permitía deshacerse fácilmente de los niños que nacían con tales problemas.
Las dificultades para formar pareja la sufrían mas las familias de elevado nivel económico y social ante la escasez de elementos humanos de la misma condición.
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