sábado, 23 de mayo de 2015

LOS ORÍGENES DE CARLOS GARDEL. Capítulo IX

Los cambios de opinión de Berta

Berta, para el diario “El Debate” de Montevideo del 12 de agosto de 1935 (a menos de dos meses de la muerte del cantor) declaró acerca de las condiciones de Gardel para el estudio:
“Carlitos no quería ser nada; era un muchacho callejero. Y era díscolo, travieso, pero de alma noble (...). No quería aprender nada. Me tenía siempre suspirando”.
Según el Dr. Eduardo Paysse González, en su valioso libro “Paginas abiertas”, al día siguiente, 13 de agosto, en el mismo periódico, Berta insiste diciendo:
“Carlitos era un vagabundo de chico, no quería estudiar, andaba en la calle todo el día”...
Un año después de estas manifestaciones, cuando Armando Defino, falsificando un testamento, había logrado mediante sus escabrosos embrollos hacer creer a mucha gente que Carlos Gardel y Charles Romuald Gardes eran una misma persona, Berta comienza a darle al cantor un carácter más acorde con el niño francés y, en 1936, dice para la revista “La Canción Moderna”:
“Cuando terminó 6º grado con las mejores calificaciones no quiso estudiar más”.
Siguiendo las directivas de Armando Defino, Berta Gardes intenta fusionar las dos personas en una sola y, muchas veces, comete errores, especialmente con las épocas que a cada uno de los personajes le tocó vivir ya que, entre ambos, existía una diferencia de aproximadamente siete años.

Teatro Victoria

Durante el transcurso del año 1902, el joven Gardel comienza a trabajar como utilero (oficio que le era totalmente desconocido) en el “Teatro Victoria”.
Este teatro fue construido por los ingenieros Arnaldi y Castaño en el año 1886 e inaugurado a mediados de 1889 bajo el nombre de Teatro Onrubia. Se encontraba ubicado en la calle Victoria (hoy Hipólito Irigoyen) y San José. Fue utilizado como cantón durante la revolución de 1890 y en 1895 cambió su nombre por el de “Victoria”, iniciando sus actividades con esta nueva denominación el 15 de junio de ese año; y aunque durante los años correspondientes a la década de 1890 presentó en su escenario artistas y obras de importancia, a partir del año 1900 comenzó a perder gran parte de su prestigio. En 1934, cambió su nombre por el de teatro “Maravillas” y en 1945 fue demolido.

Teatro Ópera

Durante su breve período en el teatro Victoria, Carlos Gardel realizó un aprendizaje mínimo de utilería que le sirvió para pasar luego a un teatro de gran jerarquía como lo era el “Teatro Ópera”.
El cantor siempre dijo que aprendió el oficio de utilero para tener oportunidad de ver y escuchar de cerca a los grandes cantantes líricos. Así, por ejemplo, para la revista “El canta claro” del 24 de noviembre de 1933 declaró con respecto a estas tareas teatrales que realizara en sus inicios:
“…yo nunca había clavado un clavo en mi vida, pero era tal el entusiasmo porque me dejaran el teatro, que días después clavaba con mas arte que le clavo al sastre…”
De manera que no es por casualidad que al iniciarse el mes de mayo, ayudado, tal vez, por la influencia de sus amigos conservadores, el cantor se encuentra trabajando en el Teatro “Ópera” mientras espera el anunciado debut del barítono Tita Ruffo.
El empresario Antonio Pestalardo inició la construcción del “Ópera” en 1871, cuando Buenos Aires era azotada por la epidemia de fiebre amarilla. La construcción se hizo en base a los planos que el arquitecto francés Emilio Landois, radicado en Buenos Aires desde 1840, había presentado en 1855 para la construcción del Teatro Colón que finalmente se hizo con los planos presentados por el ingeniero Pellegrini.
El 30 de marzo de 1871, el diario “El Nacional”, refiriéndose al teatro Opera, comenta:
“El nuevo teatro que se construye en la calle Corrientes, entre Suipacha y Esmeralda, se halla muy adelantado. Después de haber aglomerado un número inmenso de materiales durante los días en que mas cruelmente nos azotaba la epidemia se han empezado con toda actividad los trabajos, levantándose arcos y paredes que desde ya dejan ver por su magnífica construcción, qué será este nuevo Coliseo, debido al señor Pestalardo.
Personas que han visto los planos nos aseguran que este teatro será muy superior al Colón en lujo y comodidades.
Desde luego se tendrá presente ante todo las condiciones acústicas que quedaron olvidadas en la construcción del Colón”
El periódico se refiere al viejo Teatro Colón inaugurado en 1857. El actual, fue inaugurado en 1908.
“En cuanto a las comodidades, cada palco tendrá un gabinete para las señoras, y las lunetas serán al estilo europeo, es decir butacas. El edificio tendrá las correspondientes galerías para el establecimiento de cafés, billares, confiterías y demás negocios de esta naturaleza”.
El 25 de mayo de 1872 es inaugurado el Ópera y de inmediato comenzó a disputarle la supremacía al viejo Colón. Acerca de su inauguración, el diario “El Nacional” comentó:
“El aspecto de la sala es lujoso en extremo, el oro reluce y serpentea en todas partes... La escena es ancha y tiene mucho fondo, tal vez tenga más abertura que el Colón, pero menos profundidad. (...) Los comedores son bastos y el teatro es en general cómodo y bien distribuido... Tenemos derecho a mostrarnos orgullosos de poseer un nuevo y brillante coliseo mas en Buenos Aires”.
En 1886, a catorce años de inaugurado, el teatro “Ópera” cierra sus puertas para ser remodelado interior y exteriormente. Luego de tres años, el 10 de mayo de 1889 (a ocho meses del cierre del viejo teatro Colón), vuelve a la actividad.
Hasta la inauguración del actual teatro Colón, en 1908, el teatro “Ópera” fue prácticamente la única sala que concentró casi toda la actividad lírica de la ciudad de Buenos Aires.

El registro de barítono

El día 21 de mayo de 1902, se presenta en el “Ópera” el gran barítono Tita Ruffo (1878-1953). Este cantante lírico estudió en Roma y en Milán, debutó en 1898 y en muy corto plazo llegó a ser considerado como uno de los más grandes barítonos de todos los tiempos.
Carlos Gardel, que en la canción popular admiraba a Arturo Navas, quien poseía una voz particularmente matizada con tonalidades abaritonadas (según ya hemos comentado), en el campo del canto lírico siempre mostró una gran predilección por el registro de barítono; de ahí su particular anhelo por ver y oír de cerca al gran Tita Ruffo.
Si tomamos en cuenta que a lo largo de su carrera, Gardel trabajó permanentemente su voz para poder alcanzar el registro de barítono, podemos afirmar que consideraba a ese registro como el más adecuado para el canto masculino, según su personal sentido estético del canto popular.

El canto polifónico

Desempeñándose como utilero en el teatro Ópera, al joven Carlos Gardel le llama la atención (y queda fascinado) por el canto polifónico, esto es, cuando dos o más cantantes entonan al mismo tiempo una melodía distinta cada uno e incluso, en ciertas oportunidades, entonando también letras diferentes. Como ocurre, por ejemplo, en la ópera Atila (1846) de Giussepe Verdi (1813-1901) donde dos coros cantan al unísono con letras y músicas diferentes
La polifonía apareció en Europa durante el transcurso del siglo XI, es decir, entre los años 1000 y 1100 teniendo un gran desarrollo a partir del siglo XV (1400 al 1500).
La diversidad de formas que se fueron observando para realizar estas combinaciones de melodías simultáneas, fue originando, a través del tiempo, el desarrollo de las leyes y las reglas que musicalmente las rigen.
Este grupo de normas de carácter técnico y estético propio de la polifonía, recibe el nombre de “contrapunto” y, tal como iremos viendo a lo largo de nuestra historia, Carlos Gardel, que gustaba del arte de los grandes cantantes líricos, poco a poco fue volcando muchos de los recursos propios de la ópera al canto popular. Y una de las últimas experiencias que intentó realizar en ese sentido, fue precisamente la del canto polifónico que su prematura muerte no le ha permitido desarrollar en la forma debida. En efecto, cuando ocurre la catástrofe de Medellín, Carlos Gardel se encontraba en la etapa inicial del canto polifónico aplicado a la música popular y, hasta entonces, solamente había realizado experiencias a dos voces dejando unos breves testimonios ejecutados muy a la ligera, en medio de los apurones propios de los estudios cinematográficos y, casi, sin ensayo previo o con un ensayo mínimo ante la brevedad de los tiempos disponibles durante los rodajes con artistas que no eran cantantes. Uno de esos ejemplos se puede apreciar en la interpretación de “El día que me quieras” en la película de igual nombre y la que vamos a escuchar correspondiente a la película “Espérame” donde Gardel desarrolla una melodía en contrapunto mientras Goyita Herrero canta la habanera “Por tus ojos negros”.

Tita Rufo

Durante el breve paso de Carlos Gardel trabajando como utilero en el “Ópera”, era frecuente que sus compañeros le pidieran que cantara; y cuando esto ocurría, el cantor se largaba a entonar arias o fragmentos de las obras que escuchaba y aprendía allí mismo, imitando a los grandes cantantes líricos de la época.
Un día en que se hallaba en esta situación desbordado por el entusiasmo, fue escuchado por el gran Tita Ruffo quien, maravillado por la calidad y la textura de su voz abandona su camarín y sale en busca del dueño de aquella voz. Cuando lo halla, se queda escuchando hasta que Gardel finaliza el aria y el gran barítono, tras felicitarlo, le da algunas indicaciones y consejos de carácter técnico para mejorar su emisión y poder sortear así, con relativa facilidad, algunos fraseos complicados.

Gardel cochero

Paralelamente a sus tareas en el “Ópera”, se lo encuentra al joven Gardel vendiendo diarios por la zona de Palermo. Allí comienza a relacionarse con la gente de los studs cercanos al hipódromo. Por esta época, dice el investigador Ricardo Ostuni en su libro “Repatriación de Gardel”:
“...solía dormir en las casas de Alfredo De Ferraris, de Benito Bianquet (“El Cachafaz”) y de otros amigos de la noche”.
En 1960, el Dr. Pedro Baldassarre (hijo) declaró que su padre conoció a Carlos Gardel en 1902 en el stud donde alojaba sus caballos, y comenzó a dialogar de inmediato con él debido a que, al llegar el Dr. Baldassarre (padre), el cantor se hallaba montado sobre una de sus potrancas.
Pedro Baldassarre (hijo) agrega que en la segunda mitad de 1902, el cantor le pidió empleo a su padre y éste le dio el puesto de cochero para conducir la volanta en la cual, entre otras tareas, debía llevar a sus hijos Miguel y Pedro (que es quien nos relata esto) a sus lugares de estudio.
Estas declaraciones de Pedro Baldassarre (hijo), fueron confirmadas por el testimonio de Julio De Caro quien declaró que hacia 1902, el joven Carlos Gardel conducía la volanta del Dr. Pedro Baldassarre.
La familia Baldassarre tenía su residencia sobre la calle Corrientes a la altura del Abasto, y Gardel además de conducir el vehículo, se encargaba del cuidado, limpieza y alimentación de los caballos, como correspondía a todo cochero de familia. En el año 1960, entre las muchas cosas que, a su muerte, dejó José Razzano se encontró un manuscrito firmado por Carlos Gardel, en un papel que ostenta como membrete, la siguiente leyenda:
“Emilio Baldassarre. Venta de potros. Guardia Vieja 953”.
En el mencionado papel, el cantor había escrito la letra de la canción “El poncho del olvido” que más adelante, en 1912, llevaría al disco al ser contratado para el sello Columbia.
Esta etapa fue de importancia en la carrera de Gardel ya que eran asiduos visitantes de los Baldassarre, Arturo Navas, José Betinotti, y los hermanos Munilla entre otros. Y, como ya sabemos, Navas era, para Gardel, el rumbo a seguir en la canción rioplatense.

La Ley de Residencia

La época que nos hallamos comentando era de una gran explotación y sometimiento al trabajo. Las jornadas laborales llegaban, en general, a 12 horas diarias, o más, con breves períodos de descanso y un sueldo escaso. La mayoría de los obreros en Buenos Aires, eran extranjeros y vivían hacinados con sus familias numerosas, en piezas de conventillos.
Entre esta gente había quienes tenían cierta veteranía como obreros en Europa y comenzaron a organizar sindicatos para presionar a los “patrones” con el objeto de lograr un sistema de trabajo más humano, esto es, reducir las jornadas laborales, cobrar salarios dignos, no perder los días por enfermedad, etc.
Ante la insensibilidad del régimen conservador dictatorial imperante, los obreros iniciaron la lucha con el único poder que poseían: la huelga. El Gobierno, valiéndose de la fuerza policial e incluso del Ejército, como siempre ocurre bajo estos regímenes inhumanos, apoyó a los “patrones” y reprimió a los obreros que murieron por centenares. La violencia oficial generó más violencia aún y los sindicatos pusieron en marcha una sucesión de atentados en los que murieron algunos hombres “importantes”. Bajo el imperio de este tipo de gobiernos, se llamaba “importante” a toda persona adinerada, muchas veces, con fortunas amasadas mediante la inhumana explotación de seres humanos.
La reacción oficial no se hizo esperar. Teniendo en cuenta que casi todos los dirigentes obreros, como la mayoría de los trabajadores, eran inmigrantes europeos, el gobierno sanciona una de las leyes más violentas e inhumanas: la Ley 4144 que imponía extrema vigilancia sobre las actividades de los extranjeros debido a los episodios de violencia que iban en aumento.
La mencionada ley, fue conocida como “Ley de Residencia de Extranjeros”, o simplemente “Ley de Residencia”, que en su artículo 1º disponía:
“El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida de todo extranjero cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público”.
Cuando el 6 de septiembre de 1930 se instaura nuevamente el liberalismo criollo, ya no por el fraude sino mediante un golpe de estado a cargo del tristemente célebre general Uriburu, la cruenta “Ley de Residencia” se vuelve a aplicar con todo su rigor. En 1933, cuando mediante la trampa electoral asumió el poder el general Justo, como en los mejores tiempos de Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca, y muchos otros supuestos patriotas, aparece un tango que habla de esa ley contra el pueblo trabajador extranjero, conocida también como “Ley Patronal” ya que había sido pergeñada para proteger los intereses de los “patrones”. Esta ley, contra la que el diputado socialista Alfredo Palacios luchó durante muchos años por su derogación, tenía como objetivo desmembrar como castigo a las familias de inmigrantes ya que sólo eran deportados los “contraventores”, las esposas y los hijos quedaban en Buenos Aires. De esta manera las mujeres aconsejaban a sus maridos que no se metieran en problemas porque de ellos dependía la alimentación de la familia.
De esta forma cobarde y canallesca nuestros “próceres” pretendían ahogar las protestas y reclamos para seguir con el viejo sistema de esclavitud encubierta al que siempre fue tan afecto el conservadorismo liberal y cipayo que nunca quiso saber de gastos por cuestiones humanitarias como la salud, un salario digno, la previsión social, la justicia, e infinidad de etcéteras.
La funesta “Ley de Residencia” otorgaba tres días de plazo para salir del país a todo inmigrante que perturbara el orden público o cuya conducta comprometiera la seguridad nacional y, violando todas las garantías constitucionales, otorgaba facultades a discreción para juzgar y aplicar las penas que en cada caso pudieran corresponder. La arbitrariedad fue siempre norma bajo el imperio del despótico liberalismo.
Por entonces era Presidente de la Nación el general Julio Argentino Roca, un siniestro militar que llegó al gobierno por segunda vez mediante el fraude electoral y cargando con un triste pasado de asesinatos masivos e intrigas palaciegas.

Gardel busca documentarse

Ante el clima que vivía Buenos Aires al dictarse la “Ley de Residencia”, Gardel trata su caso de indocumentado con el Dr. Baldassarre (su empleador) para solicitar por un tiempo el abandono del empleo y viajar a Montevideo donde, de alguna forma, intentará tramitar algo que le permita acreditar su identidad.
En la capital uruguaya Gardel no logra ningún tipo de documento que acredite su identidad. No obstante, consigue con fecha 10 de diciembre de 1902 un certificado donde aparece como Carlos Escayola, nacido en 1884 y que, según consta en el Registro Civil de Montevideo, es un duplicado del original tramitado en 1895.
De este certificado dijimos en aquel momento que posiblemente el original haya quedado en manos de Berta y, dada la escasa, casi nula, comunicación que había entre ambos, el cantor, a los 18 años, o había olvidado que Berta lo tenía o prefirió viajar a Uruguay para conseguirlo antes que hablar con ella. De ahí que, en 1902 halló el camino facilitado y rápidamente obtuvo un duplicado del papel que le había sido otorgado siete años antes.
Con ese duplicado, el cantor retorna a Buenos Aires y retoma su empleo de cochero. El Dr. Baldassarre (hijo) confirmó al periodismo que el cantor regresó de la capital uruguaya trayendo un documento de identidad (sic.).
Este certificado expedido por el Registro Civil de Montevideo, Carlos Gardel no lo habrá de utilizar nunca porque usurpó el apellido paterno sin ningún tipo de documentos probatorios.
De todas maneras, si le pedían documentos en cualquier operativo de rutina, quedaba provisoriamente cubierto hasta tanto lograra algún documento argentino.
Les dejo a la barra gardeliana el tango “Al pie de la Santa Cruz” donde se cuenta la aplicación de la ley con que se protegía la feroz voracidad de los insaciables “patrones”.



Charles cursa el 4º grado


Aunque, como ya lo hemos aclarado con anterioridad, no se han hallado ni documentos ni testimonios correspondientes al año lectivo de 1902 con los que se pueda demostrar que Charles Romuald Gardes cursó su 4º grado y tampoco, documentación o testimonio alguno acerca del año 1903, durante el cual se supone que ha cursado el 5º grado; pero existe sí, un certificado según el cual el mencionado Charles Romuald Gardes completa su ciclo escolar primario en el año 1904.
Este último documento es el que servirá para dar como algo sobreentendido que dicho alumno debió entonces cursar los años anteriores (de los que aún no se han hallado testimonios documentales) en algún establecimiento educativo. 

El Pacará


En vísperas de los festejos del carnaval de 1903, el cantor, que ya en ciertos círculos, comenzaba a ser conocido, acepta una invitación de la Agrupación Nativista “El Pacará” para integrar la comparsa que están preparando con la finalidad de intervenir en un concurso organizado por el periódico “La Prensa” y en el cual finalmente esta agrupación (El Pacará) resultó ser la ganadora.

Carola Angelini


En 1903, Berta Gardes se muda a Corrientes 1557, y con ella van a vivir Anais Beaux y su esposo Fortunato Muñiz. Muchos estudiosos afirman que allí también vivió Carlos Gardel, pero la realidad es otra. Sus visitas a esa casa, tal vez hayan sido más habituales que de costumbre a partir del día en que, a una casa vecina (Corrientes 1551), se mudó la familia Angelini cuya hija, la jovencita Carola Angelini, era pretendida por el cantor. 
Pero el padre de la muchacha se opuso a esa relación por considerar que Gardel era un “compadrito”. 
Muchos años después, en 1962, Erasmo Silva Cabrera, entrevista a Carola Angelini, casi octogenaria, y ésta, recordando aquellos tiempos, comentó: 

“Nos veíamos a veces, un poco a escondidas, al pasar... Carlitos tendría entonces alrededor de 20 años”. 

Se desconoce hasta que momento del año 1903 Carlos Gardel continuó trabajando como cochero de la familia Baldassarre. Tampoco se sabe cuando dejó de vender periódicos. En cambio se supone, y con fundamento, que continuó durante algún tiempo más desempeñándose como utilero en el Teatro “Ópera” con la finalidad de escuchar cantar a los grandes artistas líricos. Mientras tanto, paralelamente a estas actividades se lo solía encontrar, cada vez con mayor frecuencia, cantando en cafés y comités conservadores.

La foto de Campo de Mayo


El día 15 de abril de 1903 se realiza un almuerzo en Campo de Mayo con la participación de hombres del conservadorismo, muchos, vinculados al régimen del Presidente Roca y otros, directamente, funcionarios del gobierno. De esa reunión quedó una fotografía en la que aparecen, entre otros, el Dr. Joaquín V. González; el coronel Pablo Ricchieri; el general Garmendia; los coroneles Montes de Oca, Gramajo y Toscano; los comandantes Marambio Catán y Conesa; los mayores Ruiz Díaz y García; el Dr. J. Villanueva y otros no identificados; todos de pié y detrás del payador José Betinotti (con bigotes) que, también de pié, posa en primer plano pulsando la guitarra. 

Entre los que están detrás de Betinotti, el primero de la izquierda, joven, con rancho de paja, fumando un habano, con la cabeza algo inclinada y de estatura baja, es Carlos Gardel. 
En efecto, a pesar de la mala calidad de la imagen, al observar con detenimiento una ampliación de ese rostro, no cabe duda al respecto, más aún si se tiene en cuenta que desde un comienzo, el cantor siempre se vinculó con la gente del liberalismo conservador y concurría a cuantos asados y banquetes se realizaban. Por otra parte, por aquellos años era frecuente verlo al cantor con rancho de paja y, al igual que los hombres de la clase alta, fumando habanos.
La presencia de Gardel allí prueba una vez mas que no nació en 1890 (por lo tanto no era francés) y que, en 1903, tenía unos 20 años de edad. Por otra parte, resulta muy sospechoso que tras este descubrimiento del periodista Silva Cabrera en aquella foto, que publicó por primera vez en 1965 Francisco García Jiménez en su, por entonces, conocido libro “El tango, historia de medio siglo 1880/1930” (Editorial EUDEBA), la misma, no se volvió a publicar hasta septiembre de 1999 (es decir treintaicuatro años más tarde) cuando apareció en el fascículo Nº 2 de la serie coleccionable “Los tangos del siglo”, pero cuidadosamente recortada en el extremo izquierdo que, casualmente, es donde aparece Gardel.

Ema Estévez


Por esos años, en ciertos ambientes, quienes tenían confianza con el cantor, lo llamaban “El Melenas”, un apodo que no ha trascendido y que se debía a su cabellera abundante cayendo a ambos costados de la cara. Pues bien, según cuenta José Razzano… 

“Una madrugada cayó “El Melenas” con algunos reseros y matarifes a un caserón de los Corrales Viejos y cantó para Ema Estévez (una muchacha que cumplía sus 15 años) y también para los invitados”.

Después de la muerte del cantor, Ema Estévez le contó a Francisco García Jiménez que en aquella fiesta bailó con “El Melenas” y que hubo entre ellos una corriente de simpatía. 
Ese año (1903) el cantor ya registra antecedentes policiales debido a las razias que a horas avanzadas se hacen en los locales en que canta y donde suelen armarse trifulcas de las que en general suele salir “bien parado” debido a su vinculación con el conservadorismo.

Charles cursa el 5º grado


Mientras tanto, Charles Romuald Gardes, que al finalizar el año 1903 cumplirá 13 años de edad, se supone que se encuentra cursando el 5º grado debido a que, en el año siguiente, 1904, ha quedado documentada la finalización de su ciclo primario.

Nuevo viaje a Tacuarembó


Benito Villanueva, nacido en Mendoza en 1854, hizo una gran fortuna con prósperos negocios y, siendo diputado durante la presidencia de Miguel Juárez Célman en 1890, fue llevado por el general Julio Argentino Roca a la presidencia de la cámara en 1901. En 1904 era presidente del comité del P.A.N. (Partido Autonomista Nacional) de Buenos Aires. Ese mismo año (1904), Benito Villanueva logra que el Presidente de la Nación, el general Roca, le conmute la pena de prisión que le fue dictada al homicida José Traverso, alias “Cielito”, por la pena de destierro, ante las presiones ejercidas por su hermano Constancio Traverso quien (como ya vimos) planteó el asunto sin rodeos: 

“O largan a mi hermano o me vuelco al otro partido”. 

El “otro partido”, la Unión Cívica Radical, lo encabezaba Hipólito Yrigoyen.

La conmutación de pena se logró debido a la fecha cercana de las próximas elecciones ya que Constancio Traverso era un caudillo con suficiente capacidad y habilidad para “conseguir” fácilmente abundante cantidad de votos que permitían, junto con similar “labor” ejercida por otros caudillos no menos notorios, que el conservadorismo continuara en el poder. 
Recordemos de paso que cuando “Cielito” fue liberado, Carlos Gardel lo acompañó hasta el Departamento de Tacuarembó para darle alojamiento en la casa de unas primas del cantor que vivían en el paraje Laureles del Queguay, en la localidad de Tambores, próxima a Valle Edén. Con respecto a este viaje de Gardel a Uruguay, Edmundo Guibourg dijo para la revista “Buenos Aires Tango” Nº 31 (de Buenos Aires) correspondiente al mes de agosto de 1985: 

“...Se fue para Tacuarembó donde se encontró con uno de los hermanos Traverso que estaba fugitivo por haber sido acusado (sic) de la muerte de un cajetilla en el Pabellón de las Rosas (sic)”.


Edmundo Guibourg no sólo parece ignorar que se trataba de una conmutación de pena sino, además, el lugar en el que ocurrió el hecho de sangre. Pero no ignora que el cantor se hallaba vinculado a Tacuarembó. Lo penoso es que nunca quiso preguntarse sobre los motivos de esa vinculación.

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