jueves, 28 de mayo de 2015

LOS ORÍGENES DE CARLOS GARDEL. Capítulo X.

Aproximadamente en enero de 1904 Gardel vuelve a viajar a Tacuarembó. Ese año, en Argentina, había elecciones que fueron programadas en tres fechas distintas: la de diputados el 6 de marzo, la de senadores (en la Capital) el 13 del mismo mes, y la de electores de presidente el 10 de abril. De esta manera, a fines de enero o, a más tardar, al comenzar febrero, Gardel ya se encuentra de regreso en Buenos Aires cantando en reuniones políticas según se infiere de las declaraciones de muchos de sus contemporáneos.
Carlos Dedico (1882-1942), importante cronista de turf, autor teatral, periodista y letrista (autor del tango “Paquetín, Paquetón”), le contó a Francisco García Jiménez:
(A Gardel) “lo conocí en 1904 en el club de la calle Cevallos cuando llegó con el caudillo (Constancio) Traverso y allí cantó para los acólitos de (Pedro) Cernadas, Benito Villanueva y otros dirigentes del Partido Conservador que era el de sus amigos Traverso, del Abasto”.
Don Pedro Cernadas era el caudillo conservador del barrio de Balvanera considerado como uno de los más capaces para “manejar”, “controlar” y “dirigir” cualquier elección para obtener “resultados satisfactorios”.

“El Melenas”

Por aquellos años era común que la gente del liberalismo conservador estuviese vinculada al turf. Incluso eran propietarios de caballos y disponían de todo un plantel de gente empleada para realizar las tareas propias de esas actividades. Esta gente, que políticamente se relacionaban de muchas maneras con los distintos gobiernos del conservadorismo liberal que se iban sucediendo mediante el fraude institucionalizado, solían festejar pomposa y ruidosamente los triunfos que obtenían sus caballos. Refiriéndose a estos festejos, José Razzano comentó:
“En 1904, en la confitería ‘La Fazenda’ del Abasto, Benito Villanueva ofreció un festín por el triunfo, en el mes de abril, de su potranca “Magnética” y allí estuvo “El Melenas” cantando y chacoteando con la gente mayor del ambiente turfístico”.
El hoy prácticamente desconocido apodo “El Melenas” que tenía por entonces el cantor, se debía (como ya lo hemos comentado) a que frecuentemente solía usar el cabello algo largo para la época y no se había inventado aún la gomina.

Charles finaliza la escolaridad primaria

Durante el año 1904, Charles Romualdo Gardes cursa el 6º grado finalizando el ciclo primario al cumplir 14 años de edad, en el Colegio San Estanislao ubicado en la calle Tucumán N° 2646. Las notas escolares de Charles eran muy elevadas. Según se puede constatar en el boletín de calificaciones del último año, tenía diez puntos en todas las materias. Estas notas atribuidas al cantor, después de su muerte, obligaron a Armando Defino a ponderar la aplicación al estudio que supuestamente tenía Gardel. Así, por ejemplo, en su libro “La verdad de una vida”, dice: “
Se distinguió por su aplicación obteniendo notas máximas en todas las materias. El chico era despierto y estudioso”.
Ésto que Defino expresa en su libro es lo que se vio obligado a afirmar siempre, ya que él era el primer interesado en demostrar que Charles y Carlos eran una misma persona. Pero las faltas de ortografía y los errores de sintaxis del cantor no corresponden a los de una persona que en edad escolar sacó las máximas notas.
En contraposición a lo que obligadamente debía afirmar Armando Defino, los errores gramaticales que Gardel dejó en su innumerable correspondencia a lo largo de su carrera, confirman las afirmaciones de doña Berta cuando, olvidando que debía cuidarse de lo que decía, definía al cantor en su infancia como a un chico callejero al que no le gustaba estudiar. Se suma a esto, el hecho de que jamás se halló documento o testimonio que pueda certificar de alguna forma que Gardel finalizó el ciclo primario. Además, cualquier docente con cierta experiencia, observando la correspondencia de Gardel, comprobará fácilmente que pertenece a una persona que asistió a la escuela lo indispensable como para leer y escribir con cierta discreción y nada más.
No obstante, no se puede abrir juicio sobre su escasa instrucción con la mentalidad actual. Se debe tener muy presente que en el ambiente social de la época, y hasta alrededor de los primeros años de la década de 1940, la mayor parte de los chicos en edad escolar no finalizaba el ciclo primario en Argentina.
El bajísimo nivel de escolaridad, que por entonces había, era caldo de cultivo para la generación de conductas basadas en el temor y la desconfianza, elementos muy arraigados en ciertas capas sociales donde los valores eran la viveza (para ocultar la desconfianza) y la guapeza (para ocultar el miedo). Era pues, aquella, una sociedad muy primitiva en la que, al primer descuido y por el motivo menos pensado, podían emerger de improviso los instintos primarios. De ahí que en las orillas o arrabales de Buenos Aires, tal como lo documentan infinidad de letras de tangos de aquella época, casi a diario, se producían hechos de violencia y actos delictivos.

La cárcel de Ushuaia

Esta situación dio lugar, dentro de la organización social, a un conjunto de leyes cada vez más severas para poder controlar tales desmanes. Una de esas leyes, la Nº 3335 (del año 1895), castigaba con reclusión en el Sur a quien con dos delitos anteriores cometiera un tercero en reincidencia, aunque ellos no fueran graves. La característica de esta ley, aunque hoy parezca cosa de leyenda, logró que por entonces fuera cosa muy frecuente saber de alguien que, por las cuestiones más impensadas, se hallara, o se hubiese hallado, preso en el Sur.
En el libro “Las Cárceles”, publicado por el Centro Editor de América Latina, su autor, Carlos Cúneo, cita al ingeniero Castello Muratgia, constructor y primer director que tuvo el penal de Ushuaia, quien hizo el siguiente relato:
“En aquel tiempo, el teniente coronel don Pedro T. Godoy siendo gobernador de Tierra del Fuego, empeñado en dar un primer impulso al territorio desierto, trató de sacar provecho de la ley que acababa de ser sancionada... para conseguir que fueran algunos brazos a Ushuaia, donde había fracasado toda tentativa de inmigración, hizo que algunos correccionales que purgaban sus condenas en la Penitenciaría Nacional para gozar de los beneficios de una vida relativamente libre y de un trabajo remunerado, solicitaran su traslado a Tierra del Fuego”.
Era tan grande la necesidad de poblar el Sur argentino, en especial con gente que tuviera conocimientos, aunque sólo fuese mínimos, de oficios, que el gobernador, aprovechando la ley 3335, intentó suplir la falta de mano de obra con reclusos de la cárcel de Ushuaia inaugurada en 1902.

Antecedentes policiales

Gardel tenía ya registrados antecedentes y detenciones policiales siendo, tanto en la Capital Federal como en la Provincia de Buenos Aires, un viejo conocido de la policía por la variedad de datos filiatorios falsos que siempre intercalaba en sus declaraciones y por su carencia de documentos. El 11 de septiembre de 1904, por ejemplo, según consta en el Registro 1614 de la Oficina Central de Identificación de la ciudad de La Plata, la Policía de la Provincia de Buenos Aires detiene al cantor quien dice llamarse Carlos Gardez (con zeta final) y ser hijo de Carlos y Berta (el nombre del padre es invariable en sus declaraciones a lo largo de toda su vida... Siempre dirá ser hijo de Carlos), se hace pasar por francés, y dice tener una residencia en el país de 13 años y 6 meses, dato que ubica su llegada a la Argentina en marzo de 1890 (cuando todavía Charles Romualdo Gardes no había nacido), y dice vivir en Uruguay 162, Buenos Aires, dando el domicilio anterior de Berta que desde hace un año vive en Corrientes 1557. Es probable que al no recordar el nuevo domicilio de Berta haya dado el anterior.
Mientras tanto (como ya hemos visto) durante el mencionado año (1904) Charles se halla cursando el 6º grado obteniendo diez puntos en todas las materias.
Para conseguir la liberación del cantor, intervino, tal vez, como tantas otras veces, el poder político a través de la influencia de los hermanos Traverso y, por intermedio de ellos, de Alberto Barceló, caudillo e intendente conservador de Avellaneda (los pagos de mi infancia y juventud) y hombre de mucha influencia en la Provincia de Buenos Aires. Esta circunstancia, en el expediente, fue disimulada asentando que el 17 de septiembre, es decir, seis días después de su detención…
“fue entregado a su señor padre”.
En el mismo documento se informa que su detención se produjo en Florencio Varela por “haber fugado”, seguramente de alguna comisaría de la zona, aunque esto no está debidamente aclarado en el expediente policial.
Para enfrentar estos enredos con la policía, el cantor contaba casi siempre, como ya dijimos, con la influencia política de sus amigos. Se cuenta que por medio de las mencionadas influencias, Alberto Barceló le hizo otorgar una cédula de identidad falsa que lo daba a Gardel como nacido en Avellaneda.
Otros autores afirman que no fue el caudillo Alberto Barceló sino Cristino Benavídez, el Jefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires. De todas formas, lo cierto es que esa cédula de la que durante muchos años se habló, y aún se habla, nunca nadie la ha mostrado o publicado. Si algún amigo tiene alguna foto del citado documento toda la "barra gardeleana" le agradeceríamos mucho que nos lo haga conocer.
A fines del año 1904, el cantor vuelve a ser apresado, esta vez, por participar en una pelea entre varios. A raíz de esa “trifulca” resultó un hombre muerto al que el cantor ni siquiera conocía, según le contó al oficial Eduardo Villanova.
El haber registrado antecedentes con anterioridad a este hecho, lo hizo pasible a la aplicación de la ley 3335, que establecía, por la participación en una pelea colectiva con una víctima fatal, una sanción de tres años de prisión como mínimo. Las disposiciones legales establecían además que la buena conducta podía acortar la pena en un tercio, es decir, reducirla a dos años.
Por esta época, fines del año 1904, según la propia Berta Gardes, su hijo Charles Romualdo, que acaba de finalizar la escuela primaria, comienza a trabajar “en los mas variados oficios”: primero es empleado en la Cartonería Pagliani de la calle Cangallo y, luego, en la imprenta Cúneo de Florida y Córdoba.
Mientras tanto, en la República Oriental del Uruguay, con motivo de la Revolución Nacionalista, en 1904, el coronel Carlos Escayola es designado Comandante Militar del Departamento de Tacuarembó. Pero su gestión es muy breve: abarca todo el mes de abril y, luego, en una segunda etapa, ejerce el mencionado cargo, desde junio hasta septiembre de ese mismo año.

Gardel en Montevideo

En medio del ambiente violento que se vivía en la ciudad de Buenos Aires, sabiendo además que no podrá obtener su Cédula de identidad por no tener asentada su llegada al mundo y por contar con antecedentes penales, Gardel opta por volver a Uruguay.
En marzo de 1907 se halla viviendo en el Barrio Sur de Montevideo donde, una noche, junto a otros compañeros ocasionales, se ve envuelto en un lío de proporciones a causa del desorden provocado en un almacén del “bajo” ubicado en la esquina de Camacuá y Brecha. La denuncia fue efectuada por el vecino Adolfo Scarcella en la comisaría 2ª lo que motivó la apertura de un expediente que quedó radicado en el Juzgado del Crimen Nº 5 de la Capital uruguaya. En aquel expediente, el señor Scarcella declaró que “conocía a todos, menos a Carlos”.
En realidad, nadie conocía el apellido del involucrado “Carlos”; es más, no tenía nombre ni apellido, y al iniciarse el expediente aparece mencionado como Carlitos. Luego, a medida que el expediente crece, aparece como Gardares, mas adelante Garders y, finalmente, Garderes, entre otras variantes por el estilo. Tal vez el cantor no se animara a usar directamente el apellido Gardes, cosa que comenzará a hacer recién después de 1910.
En la declaración que se le toma, fechada el 2 de abril de 1907 y firmada por el cantor, se lee que ese día ante el Juez...
“Comparece una persona quien interrogado dijo llamarse: Carlos Garderes, ser Oriental, de 20 años de edad, soltero, empleado de la empresa La Comercial y domiciliado en Recinto 185”.
Efectivamente, por ese entonces Carlos Gardel había conseguido trabajo en la Compañía de tranvías eléctricos “La Comercial” que había sido fundada recientemente, a fines de 1906. Este dato fue además confirmado por el señor Reyes Haro, fallecido en la década de 1960 en la ciudad de Tacuarembó (ex San Fructuoso), quien declaró haber conocido al cantor como guarda de tranvías en Montevideo.
Gardel tendría por entonces alrededor de 24 años y tal vez éste sea el primer documento en el que, al declarar 20 años, aparece haciendo referencia a 1887 como año de su nacimiento. Los historiadores e investigadores, en general coinciden en que el cantor se quitó algunos años para no aparecer como mayor de 22 lo que le permitiría lograr atenuantes.
Después de estos acontecimientos, el cantor se muda a un conventillo que se hallaba ubicado en la calle Daymán Nº 299 (luego Julio Herrera y Obes Nº 1071).
Allí, en su nuevo asentamiento, los vecinos con los cuales el cantor convive en el antiguo caserón, ignoran totalmente su nombre, motivo por el que lo apodan el “Morocho de la Canilla”. Este curioso mote se debe a que el cantor se aloja en un cuarto que se encuentra ubicado justo frente a la única canilla que existe en todo el conventillo. Ésto lo ha contado uno de los muchos amigos que Carlos Gardel tenía en el Uruguay, don Lorenzo Bicain, durante un reportaje que fue publicado, en el año 1976, en el segundo número de la revista “Noticias” de la ciudad Buenos Aires.
El hecho de que permanentemente Carlos Gardel sea mencionado con apodos circunstanciales o, en el mejor de los casos, simplemente como “Carlitos”, nos está indicando claramente que se trata de una persona muy reservada para con sus cosas particulares y que no da lugar a que nadie le averigüe nada hasta tanto él no tenga cierta confianza y seguridad en los individuos con los que se relaciona.
Silva Cabrera en su libro “Carlos Gardel, El gran desconocido” (publicado en Montevideo en 1967), asevera que el prontuario del cantor en la capital uruguaya, según las declaraciones de algunos funcionarios policiales, tenía el Nº 34.350; pero de él sólo ha quedado la carátula numerada, sin la documentación pertinente en su interior. Mateo Berisso, ex-funcionario del archivo policial de Montevideo, declaró que el prontuario... “fue pedido por la superioridad y no volvió”. Estas “desapariciones” de documentos policiales, tanto en Montevideo como en Buenos Aires, se comenzaron a producir cuando el cantor comenzó a cobrar gran notoriedad en la década de 1920.

Gardel en Tacuarembó

Antes de finalizar 1907, Gardel parte de Montevideo hacia Tacuarembó y se instala provisoriamente en la casa de un amigo llamado Juan Puig, de Valle Edén, su pago natal. Permanece radicado allí alrededor de seis meses. En esa casa conoce a Tomasa Leguisamo quien concurre a ella, como era su costumbre habitual, acompañada de su hijo Irineo, de tres años de edad, para visitar a doña Natividad Clavijo, cuñada de Juan Puig.
A partir de ese encuentro ocasional, se entabla una duradera amistad entre Gardel, el niño Irineo y su madre doña Tomasa, que nació en 1881 y siempre dijo que el cantor era un año menor que ella, dato que lo ubicaría como nacido hacia 1882 ó, tal vez, 1883.
Mientras está alojado en la casa de Juan Puig, Gardel canta en pulperías y almacenes rurales por las escasas propinas que podían darle los parroquianos.
De esta forma, cantando de pago en pago, y tratando con gente de la más humilde condición social, el cantor llega a Villa San Fructuoso y canta en el café de don Pedro Correa.
El historiador Ramón González, en 1960, le contó a Erasmo Silva Cabrera que durante esta época en San Fructuoso, el cantor entrevistó a su padre, el coronel Escayola, y que el encuentro terminó con un violento incidente en el que Gardel recibió un tiro en una pierna por lo que debió ser atendido en el Hospital Maciel. Este relato la ratificó Tomasa Leguisamo, quien se enteró del hecho por boca del propio Gardel, agregando además que el cantor se acercó para entrevistar a su padre en busca de alguna recomendación que le permitiera trabajar en algo bueno y estable, debido al conocimiento e influencia social que Escayola poseía.
Después de este terrible altercado, ya repuesto, Carlos Gardel decide abandonar Villa San Fructuoso y aparece cantando por otras localidades rurales del Departamento de Tacuarembó y se radica durante un tiempo en el paraje Laureles del Queguay, ubicado en la localidad de Tambores donde mantiene un romance con una muchacha llamada Laura Medeiros.

Laura Medeiros

Silva Cabrera fue el primer investigador que mencionó el idilio de Gardel con Laura Medeiros en Tambores. De ese romance perduró una relación amistosa durante muchos años con “el señor Medeiros”, padre de Laura, a quien el cantor, en 1930 cuando ya era un famoso y veterano triunfador, le dedicó una fotografía con estas palabras:
“Al señor Medeiros afectuosamente, Carlos Gardel”.
Esto fue confirmado en 1997 cuando en Mevir, un barrio de la localidad de Tambores, se halló aquella foto en la vivienda de la familia Medeiros. Esta foto además de probar la relación entre Gardel y Laura Medeiros, prueba también el vínculo del cantor con el Departamento de Tacuarembó y en particular con la mencionada localidad de Tambores donde solía pasar prolongadas temporadas. Y ahora me viene a la memoria que hace unos 15 años, cuando personalmente estuve en Tambores y conversé con un señor de edad muy avanzada, primero me dijo que era mentira que Gardel haya estado alguna vez en Tambores; pero luego comenzó a titubear mientras se agarraba la frente y me decía que le parecía que sí, que algo sintió decir cuando era muy chico (esto fue en 1999 ó 2000).
Es importante resaltar el tesón del joven Gardel por lograr algún trabajo honesto y estable a pesar de la situación en que se halla como persona indocumentada. Y con esa finalidad, casi obsesiva, en 1908 abandona Tacuarembó, recorre algunas localidades (no determinadas) de Paysandú y retorna a Montevideo.

Barrio Sur de Montevideo

En el año 1908, el cantor trabaja como peón electricista en un edificio en construcción llamado “La Mutua”, donde luego se instaló la empresa de ómnibus “ONDA”, frente a la Plaza Libertad, y pasó a ser luego una dependencia del Palacio de Justicia.
Isabel del Valle, la supuesta “novia” del cantor, dijo que, paseando por la ciudad de Montevideo con Gardel, éste le señaló un edificio diciéndole que él había trabajado allí; pero erróneamente Isabel señaló al Palacio Salvo, que fue construido bastante tiempo después.
Casi todos los días, al dejar sus tareas como peón electricista, el cantor suele cenar en una fonda ubicada en Soriano e Ibicuí, cerca del conventillo en el que vive. Según Isabel Méndez de Torneé, vieja vecina del Barrio Sur, era cosa común verlo cantando en los cafés de ese barrio, por modestas propinas como incipiente cultor de temas camperos. En ese barrio montevideano, el cantor mantiene amoríos con Celia Velázquez, una muchacha que conoció durante sus andanzas por Tacuarembó y se vino tras él hasta la Capital uruguaya.

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