sábado, 16 de enero de 2016

MI NOCHE TRISTE (3a parte)

LXI- CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA

MI NOCHE TRISTE (3a parte)

En algunas zonas de España a partir de mediados del siglo XVIII, comenzaron a instalarse en algunos pueblos ciertos refugios llamados COTARROS. La finalidad de estas instalaciones, que se fueron multiplicando con el paso del tiempo, era dar albergue a los pobres, a los vagabundos y a cualquier persona sin hogar para que pueda pasar la noche, especialmente durante los crudos inviernos europeos. Se trataba de desprolijas habitaciones en las que se guarecían los necesitados… Cuando en Argentina se decidió cambiar la población autóctona por anglosajones (segunda mitad del siglo XIX), Buenos Aires recibió una avalancha de europeos (fundamentalmente de italianos y españoles). Vinieron los más pobres e ignorantes, los anglosajones brillaron por su ausencia. Los españoles trajeron el vocablo COTARRO y lo usaron para referirse a las habitaciones de los conventillos en que se alojaban.
La misma suerte corrieron los tanos que con su itálico acento incorporaron el vocablo, pero que sus hijos (tal vez creyendo que sus padres pronunciaban mal) transformaron la expresión COTARRO en COTORRO…
Cuando voy a mi COTORRO
Y lo veo desarreglado
Todo triste, abandonado
Me dan ganas de llorar…
CAMPANEANDO
En el mundo cristiano el vocablo CAMPANEAR significaba “avisar”. Porque todas las iglesias, desde muy antiguo, avisaban mediante sus campanarios, además de la hora, los acontecimientos de relevancia que ocurrían: un casamiento, un bautismo, una misa, la despedida a un muerto, etc….
En Buenos Aires, ciudad super poblada para aquella época y sin posibilidad de trabajo ya que prácticamente no había industrias (acá no se fabricaba nada, todo se importaba de Inglaterra), muchos hijos desocupados de inmigrantes, comenzaron a organizarse para realizar atracos (que ellos llamaban “trabajo” o “laburo”). Uno de los componentes de la organización era el que vigilaba la zona para “avisar” sobre la posible presencia de policía o testigos en las cercanías. Ese personaje era el que hacía de campana y, de hecho, se lo llamaba CAMPANA. De esta forma el verbo CAMPANEAR pasó a ser, en el habla del bajo pueblo, sinónimo de mirar, observar, espiar, etc…
Me detengo largo rato
CAMPANEANDO tu retrato
Pa´ poderme consolar.
BULÍN
En todo lo que rastreado a través de los años nunca hallé una explicación convincente acerca del origen del tan difundido vocablo lunfardo BULÍN. Casi todos los investigadores hablan de la posibilidad de que BULÍN surja de una expresión de origen francés que usaban los albañiles de ese país para referirse a ciertos huecos que hacían en las paredes durante la construcción y en el que los pájaros construían sus nidos. ¿Pero cómo vino al Río de La Plata este vocablo si nunca llegaron a estas regiones la cantidad suficiente de albañiles franceses como para dejar esa voz en el habla popular?
La referencia más antigua que he encontrado del vocablo BULÍN apareció en 1879 en un artículo del diario La Nación en el que se publica lo que aparentemente puede llegar a ser la primera versificación en lunfardo que se conoce:
Estando en el BOLÍN polizando
Se presentó el mayorengo:
A portarlo en cana vengo,
Su mina lo ha delatado.
Pero ocurre que en lugar de BULÍN, el vocablo era originariamente BOLÍN. Asimismo podemos ver que lo que después fue “apolillando”, al principio fue “polizando”. Estos cambios en los vocablos lunfardos fueron muy frecuentes, acabamos de ver, por ejemplo que “cotorro” en un comienzo era “cotarro”; en la actualidad se llama “gato” a la prostituta nocturna mientras que, en tiempos de Gardel, gato era el más inútil de la banda de delincuentes (generalmente un discapacitado: rengo, manco, tuerto, etc) que era utilizado para abrir y cerrar el portón o la puerta cuando sus camaradas venían en busca de refugio con el botín del “laburo”.
De todas formas tanto el vocablo “cotorro” como bulín se refieren a una habitación generalmente habitada por un hombre sólo o una pareja sin hijos. Una pareja de la que ahora, según “Mi noche triste”, se ha ido la mujer y él recuerda lo adornado y alegre que tenía al BULÍN en contraste con el abandono en el que está viviendo.
Ya no hay en el bulín
Aquellos lindos frasquitos
Adornados con moñitos
Todos de un mismo color.
El espejo está empañado
Y parece que ha llorado
Por la ausencia de tu amor.
LA ILUSIÓN Y LOS RECUERDOS
Según se desprende del relato, este individuo, cuando la mujer salía por las noches a atender a los clientes, él no cerraba la puerta del bulín. Es decir, no le echaba llave para que ella, cuando regresaba a altas horas de la madrugada, pudiera entrar mientras él dormía. Ahora, solo y sin la mujer, confiesa que no puede cerrar la puerta porque tiene la ilusión de que puede o va a volver.
De noche, cuando me acuesto
No puedo cerrar la puerta
Porque dejándola abierta
Me hago ilusión que volvés.
Esa enfermiza ilusión provoca que durante el día trate de vivir de la misma forma que vivía cuando ella estaba.
Siempre llevo bizcochitos
Pa´ tomar con matecitos
Como si estuvieras vos
CATRERA
Deformación despectiva de CATRE, vocablo traído por ciertos portugueses testaferros al Río de La Plata durante los siglos XVI y XVII cuando venían a realizar ciertos negociados de contrabando y pasaban varios días alojados en lugares paupérrimos (para gastar lo menos posible) con la única finalidad de concretar la operación sin la participación de la corona española. Esa notable característica de estos portugueses hizo que durante muchos años se usara la palabra portugués como sinónimo de “amarrete”.
Estos portugueses contrabandistas con tal de gastar la menor cantidad de dinero pagaban unos pocos pesos por un lugar vacío donde dormir y traían consigo una cama desplegable, que ellos denominaban CATRE, que tiene cuatro patas que se abren y se pliegan como las hojas de una tijera y que sobre dos maderas o bastidores horizontales se extendía una gruesa arpillera sujeta con tachuelas.
Estos portugueses eran enviados desde Brasil (que era una colonia portuguesa) con una suma fija como pago a sus tramitaciones, motivo por el cual trataban de gastar lo menos posible.
El CATRE fue usado luego por el gaucho cuando dejó de dormir sobre las mantas o las matras tiradas en el suelo.
En Buenos Aires, las clases bajas comenzaron a llamar CATRE a la cama y CATRERA a la cama desvencijada o en malas condiciones de conservación.
CABRERA
Cabrera es el femenino de CABRERO que proviene de varios milenos atrás cuando la civilización se comenzó a dividir en agricultores y pastores. A aquellos pastores que cuidaban cabras se los llamaba CABREROS y vivían en constante lucha contra los agricultores quienes cuidando sus plantaciones espantaban a las cabras muchas veces de forma violenta. De esta forma surgió el primer conflicto importante entre los agricultores y los ganaderos. Y así, el vocablo CABRERO y su femenino CABRERA pasaron a ser sinónimo de persona muy enojada.
En el caso de “Mi noche triste”, el enojo o malestar, el hombre abandonado lo transfiere a la CATRETRA.
Y si vieras la CATRERA
Como se pone CABRERA
Cuando no nos ve a los dos.
(CONTINUARÁ)

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