Continuando con el estudio acerca de la familia Escayola.
Blanca Delia quedó soltera y Clara María se casó con Laudeliano Vázquez y tuvieron tres hijos: Laudeliano Julio y Carlos Alfredo, abogados, y Jorge Raúl, médico. Los tres fueron entrevistados por el investigador Dr. Eduardo Paysee González, autor del libro “Páginas abiertas” donde reproduce parcialmente una carta que le envió Carlos Alfredo Netto en respuesta a algunas inquietudes:
“Con relación al planteo que me hicieras, con mi hermano Laudeliano (...), coincidimos en que es importante que se conozca la vida de nuestro antepasado y no tenemos ningún tipo de problema en figurar en tu obra. (...). Tanto mi madre, como mi abuela, como mis tías abuelas, consideraban a Carlos Gardel de la familia. Para mi abuela (se refiere a Clara Escayola, la hija menor del primer matrimonio del Coronel) siempre fue un hermanastro y ella lo consideraba tal. El día que tuvo noticia de la muerte de Gardel, fue un día de duelo y llanto para la familia. En cuanto a si mi abuela tuvo algún trato con Gardel, mi hermano mayor cree que no, pues nunca se lo hicieron saber”.
De los cinco hijos varones del matrimonio formado por los primos Clara Escayola y Julio Netto, uno de ellos, Julio Carlos, se mantuvo relacionado con el cantor, con quien hablaba en privado. El historiador uruguayo Ramón González, amigo de muchos componentes de la familia, fue testigo de uno de los encuentros entre Carlos Gardel y su sobrino Julio Carlos Netto en un café de la calle Corrientes en el año 1914.
Elodina Escayola, hermana menor del Coronel, nacida en 1847, enviudó en 1870 del estanciero Gervasio Netto y tiempo después formó pareja con Olayo Sosa, otro estanciero del que no se tienen mas datos pues, aunque hacían vida en común, no se casaron. Se sabe que era de Paysandú y tuvieron cinco hijas que llevaron el apellido de la madre: Manuela, Elodina, María, Bonifacia y Amanda. Con los años, tres de estas hijas, Amanda, Manuela y Elodina, se radicaron en el paraje “Laureles del Queguay”, ubicado en la localidad de Tambores, donde tenían un almacén con despacho de bebidas, salón de baile y sala de juegos. Gardel mantuvo buena relación con estas primas e incluso, con una de ellas, esa relación llegó a ser de carácter sentimental. Algunos historiadores dicen que fue con Manuela mientras que otros consideran que fue con Elodina. La madre de estas tres mujeres, Elodina Escayola, se radicó en la calle Cerro (actual Bartolomé Mitre) Nº 23, de la capital uruguaya, con María (otra de sus cinco hijas) donde murió en noviembre de 1900. Su hija Bonifacia, que vivía en Paysandú, al saber de la muerte de su madre cayó en un estado depresivo tan agudo que la llevó al suicidio en 1901.
Juan Gualberto Escayola (1841-?), uno de los dos hermanos varones del Coronel, nació en Paysandú, se casó con Benjamina Méndez y tuvo un sólo hijo, Juan (1871-1944), poeta y cantor popular de Paysandú conocido con el alias de “Torora”; es autor de los versos “Sos mi tirador plateao”, a los que Gardel puso música de estilo y los llevó al disco en distintas épocas de su carrera.
Segundo Escayola (1843-?), el otro hermano del Coronel, actuaba como administrador de la estancia “Santa Blanca” hasta que contrajo enlace con Elvira Fernández en Paysandú y a partir de allí se pierde su rastro. Según me informara, en agosto de 1999, “Cerito” Escayola (docente de Tacuarembó), sobrino nieto del “Pato” Escayola y, en consecuencia de Carlos Gardel, los descendientes de esta rama radicada en Paysandú, se cambiaron el apellido Escayola por “Scayola” (sin la “E” inicial) y se desconoce si tuvieron o no descendencia.
El acercamiento que fue logrando Silva Cabrera con los hermanos de Gardel, y en especial con el menor de todos, Carlos Segundo Escayola, permitió reconstruir poco a poco el árbol genealógico del cantor incluyendo además algunos amigos de la familia y parientes lejanos.
Los hijos del primer matrimonio de Escayola
En su primer matrimonio, Escayola tuvo dos hijas. La mayor de ellas, Clara Escayola (1870-1939), en el año 1888 contrajo enlace con Julio Netto (1867-?), quien era su primo, y tuvieron ocho hijos.
Gregoria Amabilia Escayola, la segunda hija (1871), se casó en 1886 con el abogado Mateo Parisí y no tuvieron descendencia.
Parisí no tuvo nunca inconveniente alguno en tratar, al menos entre los componentes de la familia, el tema Gardel e inclusive contó detalladamente las tratativas realizadas con Berta cuando ésta recibió al niño indocumentado, y las gestiones que él mismo hubo de realizar para entregarle a la Gardes, de parte del Coronel, los 3.000 pesos, con la finalidad de lograr que ésta se instale en Buenos Aires y se encargue del pequeño.
Los relatos de este abogado se mantuvieron, durante muchos años, dentro del círculo familiar. Pero en la misma medida en que el cantor iba ganando fama a lo largo de su extensa carrera, renacían una y otra vez aquellos comentarios que había hecho el Dr. Parisí en el seno de aquella familia, pasando así, estos hechos, al conocimiento de las nuevas generaciones de la familia Escayola e incluso a los más allegados a la misma.
Los hijos del segundo matrimonio de Escayola
Durante su segundo matrimonio, Carlos Escayola tuvo seis hijos: Natalia Aidina Escayola (1874-?), la mayor.
María Escayola (1875-?), la segunda, quien nunca trató el tema Gardel y en la familia, se la recuerda prohibiendo a sus hermanos que escuchen al cantor, inclusive exigiendo que apagaran la radio toda vez que en ella sonaba la voz de Gardel.
Héctor Escayola (1877-?) admirador de Gardel; asistió a muchas de sus actuaciones en Uruguay y trató con él, según el testimonio de Carlos Segundo Escayola.
Blanca Escayola (1878-?) siempre se mostró renuente a hablar del tema Gardel, aún en el seno de la propia familia.
Oscar Escayola (1880-?) al igual que su hermana Blanca, aparentemente, nunca quiso hablar del tema.
Washington Escayola (1883-?), el menor, fue ahijado del general Máximo Santos, presidente del Uruguay; se casó con Manuela Santos y una hermana de Manuela se casó con Roberto Aubriot Barboza (1882-1942). Mediante este lejano parentesco Aubriot Barboza y Carlos Gardel fueron muy amigos y el cantor, muchas veces, se alojó en la casa que éste tenía en la calle Soriano de Montevideo cuando actuaba en la capital uruguaya.
Carlos Gardel grabó todos los tangos que Roberto Aubriot Barboza le hizo llegar con letras de su autoría: “Quimera”, “Juventud”, “Como la mosca”, “El Quinielero”, “Incurable”, y “As de cartón”.
No se ha encontrado aún ningún tipo de información acerca de las vidas de estos seis hijos correspondientes al segundo matrimonio del coronel Escayola. Por los escasos datos que se han obtenido relacionados con ellos, no sólo se desconoce si se han casado o no, sino que tampoco se sabe nada acerca de sus vidas y si tuvieron o no descendencia. Posiblemente el señor Gonzalo Vázquez Gabor (joven integrante de esta numerosa familia) pueda agregar y/o corregir algunos datos.
Los hijos del tercer matrimonio de Escayola
Tras mucho investigar datos de la familia Escayola, Silva Cabrera terminó relacionándose con Carlos Segundo Escayola (el hijo menor del coronel Escayola) nacido el 10 de junio de 1901 de su tercer matrimonio con María Lelia Oliva. Este hombre, que tenía un notable parecido físico con Carlos Gardel era muy culto y apreciado en el ambiente teatral y musical de Montevideo donde se hallaba radicado cuando Silva Cabrera fue a entrevistarlo.
Carlos Segundo Escayola no negó conocer desde jovencito que sus padres eran también los padres de Carlos Gardel; pero siempre se mostró reacio a tratar el tema. En sucesivas entrevistas, a pesar de su hermetismo, brindó alguna que otra información y, al mismo tiempo, fue conectando al periodista con otros miembros de la familia que, a su vez, fueron aportando más datos.
Carlos Segundo Escayola falleció en 1978, cuando contaba con 77 años de edad; era viudo desde hacía varios años y tuvo una hija actriz que murió muy joven y un hijo que fue piloto y aviador militar.
María Lelia Escayola (1899- ?), hermana de Carlos Segundo y de igual nombre que su madre, contrajo enlace con Arturo Meneses.
Tuvieron un hijo del mismo nombre que el padre. Esta mujer, era la más pequeña de las dos mujeres nacidas en el último matrimonio de Escayola y la menor de todas las hijas que tuvo el Coronel.
Celia Escayola (1891- ?), según las declaraciones de su hermana María Lelia, ambas solían recibir entradas para asistir a las actuaciones de Carlos Gardel cada vez que el cantor se presentaba en un teatro importante del Uruguay. Celia contrajo enlace con Alberto Zufriategui y tuvieron sólo un hijo de nombre Carlos.
Julio César y Juan Carlos Escayola (1889- ?) los hijos mayores de este matrimonio, eran mellizos: Julio César, se casó con Aurea López y tuvieron dos hijos: Heber, músico que tras actuar un tiempo en Uruguay se radicó en Alemania, y César, que permaneció soltero, no tuvo hijos y fue profesor de Literatura en el Liceo Oficial de Tacuarembó y Jefe de Policía del Departamento desde 1947 hasta 1955. Este último, en una reunión organizada por Silva Cabrera en Tacuarembó en el año 1960 admitió que Gardel era tío suyo y que su abuelo, el coronel Escayola, era el padre del cantor.
César Escayola, por su parte dijo: “Cuando niño, como había oído decir en la familia que era sobrino de Gardel, recorriendo el dial en casa de mis tías, expresé que iba a oír a mi tío nombrándolo. Fue entonces que una de ellas, se levantó bruscamente del asiento y sin darme explicación alguna, apagó el receptor”.
Los datos aportados por esta numerosa familia, algunas veces en
forma espontánea y muchas otras con cierto recelo y cautela (cuando no se negaban a hablar), poco a poco fueron proporcionando los testimonios mínimos necesarios como para ir reconstruyendo gran parte de la primera etapa en la vida de Carlos Gardel, totalmente ignorada y desechada, sin ningún tipo de explicaciones por la Historia Oficial.
Amigos gardelómenos:
Con el capítulo 42 finalizaré esta serie de publicaciones tituladas “LOS ORÍGENES DE CARLOS GARDEL” en la que expuse lo que entiendo es el verdadero origen de nuestro máximo cantante criollo. Pero, si no se oponen, o no los canso, continuaré publicando todo lo concerniente a su vida y su carrera artística con cuanta aclaración haga falta (y yo conozca) acerca de sus grabaciones, actuaciones y circunstancias en las que le tocó desarrollar su maravilloso arte que aún hoy nos continúa deslumbrando a los amantes del canto criollo. Asimismo comentaré, con la mayor claridad posible, el significado de las letras de las obras que ha grabado en orden cronológico y el medio social y político en que se desarrollaron los hechos que tratan tales letras.
La comunicación permanente con mis semejantes, a lo largo de mi vida, me ha ido demostrando que es muchísima la gente que no entiende, o entiende a medias, el significado, el motivo y el mensaje de muchas obras registradas por el genial cantor. Todo esto hará que por momentos tengamos que viajar en el tiempo a través de la Histora, a veces muchos siglos, para captar el significado de ciertas expresiones o las diversas formas musicales que han dado origen a los distintos géneros que interpretó Gardel.
Por tal motivo me parece oportuno avisarles que después del capítulo 42 voy a iniciar lo que considero la etapa más interesante de nuestro relato por la cantidad de factores a tener en cuenta. A partir de entonces comenzará una nueva numeración de capítulos, que llegarán hasta la catástrofe de Medellín, bajo el título “CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA”. Este aviso lo repetiré, por las dudas, al publicar los capítulos 41 y 42 para que todos estén prevenidos.
Con la esperanza de haber sido lo suficientemente claro (caso contrario háganmelo notar) reúno a toda la barra gardelista derramada por el globo en un cordialísimo y afectuoso saludo. Sólo espero poder llegar hasta el final de esto que me he propuesto compartir, especialmente con los más jóvenes. Una persona es joven cuando sabe vivir plenamente cada etapa de su vida.
Si de esta forma reconstruyéramos la historia de la llamada “Campaña del Desierto” en Argentina, por ejemplo, llegaríamos a la conclusión de que el general Roca no ha sido otra cosa que un extraordinario benefactor de la humanidad al terminar exitosamente con sus planes de genocidio, pues los testimonios (que no coinciden para nada con los partes de campaña e informes oficiales de los hechos) no deberían ser tomados en cuenta, según esta extraña clase de historia y de historiadores.
Otro ejemplo, mucho más reciente y conocido por todos, podría ser el de la banda de militares asesinos que tomó el poder en marzo de 1976, que no fue condenada por documentos, ya que, prácticamente, éstos no existían (los hicieron desaparecer), sino por los testimonios orales que, debidamente analizados, fueron las pruebas suficientes para su condena.
De manera que la Historia Oficial no es inocente toda vez que pretende hacernos creer que un testimonio oral no tiene el mismo valor que un documento. Tanto uno como otro tienen las mismas probabilidades de ser falsos (cómo el testamento que fabricó Armando Defino); por ello, uno y otro, siempre que se trabaje con seriedad, deben ser sometidos a los mismos procesos analíticos para poder darles o no credibilidad; tengamos en cuenta que al fin y al cabo un documento, que no es más que un testimonio escrito, puede tener los mismos errores y las mismas trampas o malas intenciones que un testimonio oral.
Claro está que siempre resulta mucho más sencillo y brinda una mayor tranquilidad coincidir con la Historia Oficial; especialmente porque los que adhieren a ella en forma incondicional, por las cuestiones más diversas, suelen ser los más incapacitados para obtener conclusiones por su propia cuenta e inclusive para investigar y, como consecuencia, sólo atinan a unir sus voluntades colmadas de intolerancia para formar una especie de inquisición en contra de la libertad no sólo de pensamiento sino también para establecer sobre qué temas se puede o no hablar y hasta que es lo que se debe, o no, decir en cada caso. Según esta arcaica filosofía, por llamarla de algún modo, lo que no se ajusta a lo que ha sido de antemano establecido, a veces hasta por la costumbre o la inacción, no es una interpretación distinta; para este tipo de “estudiosos”, simple y sencillamente, en el mejor de los casos, es una interpretación errónea.
No es posible considerar que los integrantes de la familia Escayola se hayan puesto todos de acuerdo para mentir a lo largo de tantos años. Los que no quisieron hablar, tampoco desmintieron a otros miembros y allegados a dicha familia que a lo largo del tiempo se fue ramificando, perdiendo contacto entre sí muchos descendientes que ni siquiera se conocen. Pero todos, de alguna forma, algunos con molestia otros con agrado, fueron asumiendo el hecho de que Carlos Gardel fue un antepasado suyo.
La madre de Carlos Escayola, Bonifacia Medina, había enviudado de su primer marido, Raymundo Jiménez, poco antes del nacimiento de su hija María Candelaria en 1839. Al año siguiente cuando se casa con Juan Escayola, éste le da su apellido a aquella hija que con los años pasaría a ser la esposa del general brasileño Antonio De Souza Netto con quien tuvo cuatro hijos según hemos visto ya. Estos hijos y los hijos de estos hijos, que forman una rama aparte, conocían, y conocen, que Carlos Gardel es un lejano pariente de ellos que integra el árbol genealógico de los Escayola.
Nadie podrá suponer que toda esta gente tiene algún interés en ésto, pues desde el punto de vista económico no son necesitados, y desde el punto de vista de la figuración social tampoco. Por otra parte, no sólo nunca se les ocurrió reclamar nada sino que debieron ser prácticamente obligados a hablar ante la presión ejercida en primer término por Erasmo Silva Cabrera y luego por todos los periodistas, investigadores, historiadores y estudiosos que continuaron el camino abierto por éste. Además, es imposible que todos los miembros de esta numerosa familia se hayan puesto de acuerdo, en forma tan rápida, cuando inesperadamente comenzaron a ser entrevistados. Inclusive, las declaraciones de unos y otros no suelen ser ni siquiera parecidas sino, más bien, complementarias ya que cada cual dio a conocer una versión acorde con la rama de su ascendencia. Dicho esto de una manera más sencilla: las declaraciones de toda esta gente (que no es poca) son lo suficientemente distintas, y al mismo tiempo complementarias, como para no desecharlas arbitrariamente.
Con el capítulo 42 finalizaré esta serie de publicaciones tituladas “LOS ORÍGENES DE CARLOS GARDEL” en la que expuse lo que entiendo es el verdadero origen de nuestro máximo cantante criollo. Pero, si no se oponen, o no los canso, continuaré publicando todo lo concerniente a su vida y su carrera artística con cuanta aclaración haga falta (y yo conozca) acerca de sus grabaciones, actuaciones y circunstancias en las que le tocó desarrollar su maravilloso arte que aún hoy nos continúa deslumbrando a los amantes del canto criollo. Asimismo comentaré, con la mayor claridad posible, el significado de las letras de las obras que ha grabado en orden cronológico y el medio social y político en que se desarrollaron los hechos que tratan tales letras.
La comunicación permanente con mis semejantes, a lo largo de mi vida, me ha ido demostrando que es muchísima la gente que no entiende, o entiende a medias, el significado, el motivo y el mensaje de muchas obras registradas por el genial cantor. Todo esto hará que por momentos tengamos que viajar en el tiempo a través de la Histora, a veces muchos siglos, para captar el significado de ciertas expresiones o las diversas formas musicales que han dado origen a los distintos géneros que interpretó Gardel.
Por tal motivo me parece oportuno avisarles que después del capítulo 42 voy a iniciar lo que considero la etapa más interesante de nuestro relato por la cantidad de factores a tener en cuenta. A partir de entonces comenzará una nueva numeración de capítulos, que llegarán hasta la catástrofe de Medellín, bajo el título “CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA”. Este aviso lo repetiré, por las dudas, al publicar los capítulos 41 y 42 para que todos estén prevenidos.
Con la esperanza de haber sido lo suficientemente claro (caso contrario háganmelo notar) reúno a toda la barra gardelista derramada por el globo en un cordialísimo y afectuoso saludo. Sólo espero poder llegar hasta el final de esto que me he propuesto compartir, especialmente con los más jóvenes. Una persona es joven cuando sabe vivir plenamente cada etapa de su vida.
La documentación histórica
La Historia Oficial, basada exclusivamente en el acta de nacimiento de Charles Romuald Gardes y el falso testamento “ológrafo” que confeccionó (o hizo confeccionar) Armando Defino, ignora los testimonios que a lo largo de los años fueron brindando muchos componentes de esta familia que acabamos de examinar. Sin embargo, sin estudio previo, ni análisis comparativo, ni método investigativo alguno la Historia Oficial de mi país (Argentina) acepta cualquier afirmación verbal siempre y cuando ésta asevere que Carlos Gardel es francés y, además, se ocupa de difundir la inocente premisa de que el pasado solamente se reconstruye en base a documentos.Si de esta forma reconstruyéramos la historia de la llamada “Campaña del Desierto” en Argentina, por ejemplo, llegaríamos a la conclusión de que el general Roca no ha sido otra cosa que un extraordinario benefactor de la humanidad al terminar exitosamente con sus planes de genocidio, pues los testimonios (que no coinciden para nada con los partes de campaña e informes oficiales de los hechos) no deberían ser tomados en cuenta, según esta extraña clase de historia y de historiadores.
Otro ejemplo, mucho más reciente y conocido por todos, podría ser el de la banda de militares asesinos que tomó el poder en marzo de 1976, que no fue condenada por documentos, ya que, prácticamente, éstos no existían (los hicieron desaparecer), sino por los testimonios orales que, debidamente analizados, fueron las pruebas suficientes para su condena.
De manera que la Historia Oficial no es inocente toda vez que pretende hacernos creer que un testimonio oral no tiene el mismo valor que un documento. Tanto uno como otro tienen las mismas probabilidades de ser falsos (cómo el testamento que fabricó Armando Defino); por ello, uno y otro, siempre que se trabaje con seriedad, deben ser sometidos a los mismos procesos analíticos para poder darles o no credibilidad; tengamos en cuenta que al fin y al cabo un documento, que no es más que un testimonio escrito, puede tener los mismos errores y las mismas trampas o malas intenciones que un testimonio oral.
Claro está que siempre resulta mucho más sencillo y brinda una mayor tranquilidad coincidir con la Historia Oficial; especialmente porque los que adhieren a ella en forma incondicional, por las cuestiones más diversas, suelen ser los más incapacitados para obtener conclusiones por su propia cuenta e inclusive para investigar y, como consecuencia, sólo atinan a unir sus voluntades colmadas de intolerancia para formar una especie de inquisición en contra de la libertad no sólo de pensamiento sino también para establecer sobre qué temas se puede o no hablar y hasta que es lo que se debe, o no, decir en cada caso. Según esta arcaica filosofía, por llamarla de algún modo, lo que no se ajusta a lo que ha sido de antemano establecido, a veces hasta por la costumbre o la inacción, no es una interpretación distinta; para este tipo de “estudiosos”, simple y sencillamente, en el mejor de los casos, es una interpretación errónea.
No es posible considerar que los integrantes de la familia Escayola se hayan puesto todos de acuerdo para mentir a lo largo de tantos años. Los que no quisieron hablar, tampoco desmintieron a otros miembros y allegados a dicha familia que a lo largo del tiempo se fue ramificando, perdiendo contacto entre sí muchos descendientes que ni siquiera se conocen. Pero todos, de alguna forma, algunos con molestia otros con agrado, fueron asumiendo el hecho de que Carlos Gardel fue un antepasado suyo.
La madre de Carlos Escayola, Bonifacia Medina, había enviudado de su primer marido, Raymundo Jiménez, poco antes del nacimiento de su hija María Candelaria en 1839. Al año siguiente cuando se casa con Juan Escayola, éste le da su apellido a aquella hija que con los años pasaría a ser la esposa del general brasileño Antonio De Souza Netto con quien tuvo cuatro hijos según hemos visto ya. Estos hijos y los hijos de estos hijos, que forman una rama aparte, conocían, y conocen, que Carlos Gardel es un lejano pariente de ellos que integra el árbol genealógico de los Escayola.
Nadie podrá suponer que toda esta gente tiene algún interés en ésto, pues desde el punto de vista económico no son necesitados, y desde el punto de vista de la figuración social tampoco. Por otra parte, no sólo nunca se les ocurrió reclamar nada sino que debieron ser prácticamente obligados a hablar ante la presión ejercida en primer término por Erasmo Silva Cabrera y luego por todos los periodistas, investigadores, historiadores y estudiosos que continuaron el camino abierto por éste. Además, es imposible que todos los miembros de esta numerosa familia se hayan puesto de acuerdo, en forma tan rápida, cuando inesperadamente comenzaron a ser entrevistados. Inclusive, las declaraciones de unos y otros no suelen ser ni siquiera parecidas sino, más bien, complementarias ya que cada cual dio a conocer una versión acorde con la rama de su ascendencia. Dicho esto de una manera más sencilla: las declaraciones de toda esta gente (que no es poca) son lo suficientemente distintas, y al mismo tiempo complementarias, como para no desecharlas arbitrariamente.
Amigos gardelómanos:
Aquí finalizaré esta serie de publicaciones tituladas “LOS ORÍGENES DE CARLOS GARDEL” en la que expuse lo que entiendo es el verdadero origen de nuestro máximo cantante criollo. Pero, si no se oponen, o no los canso, continuaré publicando todo lo concerniente a su vida y su carrera artística con cuanta aclaración haga falta (y yo conozca) acerca de sus grabaciones, actuaciones y circunstancias en las que le tocó desarrollar su maravilloso arte que aún hoy nos continúa deslumbrando a los amantes del canto criollo. Asimismo tataré de comentar, con la mayor claridad posible, el significado de las letras de las obras que ha grabado en orden cronológico y el medio social y político en que se desarrollaron los hechos que tratan tales letras. La comunicación permanente con mis semejantes, a lo largo de mi vida, me ha ido demostrando que es muchísima la gente que no entiende, o entiende a medias, el significado, el motivo y el mensaje de muchas obras registradas por el genial cantor. Todo esto hará que por momentos tengamos que viajar en el tiempo a través de la Historia, a veces muchos siglos, para captar el significado de ciertas expresiones o las diversas formas musicales que han dado origen a las formas actuales de los distintos géneros que interpretó Gardel.
Por tal motivo me parece oportuno avisarles que después de este capítulo voy a iniciar lo que considero la etapa más interesante de nuestro relato por la cantidad de factores a tener en cuenta. A partir de entonces comenzará una nueva numeración de capítulos, que llegarán hasta el accidente de Medellín, bajo el título “CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA”. Este aviso lo repetiré, por las dudas, al publicar el capítulo 42 para que todos estén prevenidos.
Con la esperanza de haber sido lo suficientemente claro (caso contrario háganmelo notar) reúno a toda la barra gardelista derramada por el globo en un cordialísimo y afectuoso saludo. Sólo espero poder llegar hasta el final de esto que me he propuesto compartir, especialmente con los más jóvenes. Para mí son personas jóvenes todas aquellas que saben vivir plenamente cada etapa de su vida.
Armano Lofiego
Con la esperanza de haber sido lo suficientemente claro (caso contrario háganmelo notar) reúno a toda la barra gardelista derramada por el globo en un cordialísimo y afectuoso saludo. Sólo espero poder llegar hasta el final de esto que me he propuesto compartir, especialmente con los más jóvenes. Para mí son personas jóvenes todas aquellas que saben vivir plenamente cada etapa de su vida.
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