X- CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA
6- PALANGANEANDO
La sexta grabación fonográfica editada de Carlos Gardel corresponde a las décimas “Palanganeando”. Su autor, Ricardo García, que firmaba sus obras con el seudónimo “Caburé”, las escribió al comenzar la década de 1910 y fueron publicadas, como tantas otras obras suyas, en periódicos tradicionalistas como “El fogón”, “La pampa argentina”, “Canciones populares” y otros.“Palanganeando” se conoció también como “Mi china cabrera”.
En la etiqueta del disco grabado por Carlos Gardel, los versos figuran como pertenecientes al cantor, circunstancia esta que debió molestar bastante a su autor porque en el Nº 326 de la revista “La pampa argentina”, correspondiente a la edición del 28 de mayo de 1916, los versos son publicados con esta aclaración:
“Publicamos este verso a pedido del autor para hacerlo público, por causa de que varios cantores se titulan ser autores de estas décimas las cuales son propiedad del firmante”.
No conozco otros datos biográficos acerca de Ricardo García.
VOCABULARIO: “Palanganeando”
PALANGANEANDO: A lo largo del siglo XIX vulgarmente se le llamaba palangana a aquella persona pretenciosa y rezongona.Durante los primeros años del siglo XX era, ésta, una voz caída en desuso pero que de vez en cuando se oía en boca de algún viejo criollo. En la actualidad, el vocablo palangana aún se lo puede oír en la Provincia de Salta en boca de algún anciano mientras que en el Río de la Plata ha sido olvidado.
El dos veces presidente constitucional de Argentina, Hipólito Yrigoyen (1852-1933), solía calificar como “palanganas” a los políticos que criticaban su gobierno.
De la expresión palangana surgió el verbo palanganear, es decir, rezongar pretenciosamente con la finalidad de lograr alguna ventaja. Así, andar palanganeando significa andar protestando con la mencionada finalidad.
COMADRE: Al vínculo espiritual contraído entre la madrina de una criatura y la madre de la misma se lo llama comadrazgo. Ambas mujeres, hasta pasada la tercer década del siglo XX, se llamaban, una a la otra, con el vocablo comadre. Todavía hoy, en muchos pueblos de Hispanoamérica, subsiste el trato de comadre.
Originariamente, este trato era considerado de una gran importancia y respeto ya que su significado verdadero indica una coparticipación de ambas mujeres en la crianza y educación del niño, especialmente en las tareas y cuidados maternales cuando la madre es primeriza.
La amistad que se desarrollaba entre estas mujeres originaba una intimidad muy particular dentro de la cual se trataban temas que, fuera de ese vínculo, ni siquiera se mencionaban. Así surgió el verbo comadrear que, por extensión se aplicó toda vez que dos o más mujeres conversan con cierta intimidad, en voz baja o secretamente.
COMADREANDO: La idea muy generalizada de que esas charlas íntimas eran aprovechadas para criticar a otros semejantes, hizo que se llamara comadre a toda aquella persona, hombre o mujer, que critica por detrás. Andar comadreando pasó entonces a ser una expresión muy usada por el vulgo para significar que tal o cual individuo anda criticando sin fundamento que justifique nada de lo que dice.
Siempre andás palanganeando
Sin yo saber el porqué.
Me decís que se yo que
Y siempre andás comadreando
CARGANDO: Es ésta una expresión proveniente del vocablo latino “carrus” que, en español, significa carro. De esta manera, con el verbo cargar, se designaba a la acción de echar peso sobre una persona o animal para que lo traslade. Cuando el peso que se echa sobre el prójimo es una carga moral o espiritual que causa molestia, recibe el nombre de “pesadumbre”.
La acción de apesadumbrar a alguien, recibía antiguamente el nombre de cargar, expresión que ha caído en desuso y reapareció después de más de dos centurias, durante los primeros años del siglo XX, con un sentido algo diferente; cargar, a partir de esta nueva etapa que ha llegado hasta nuestros días, pasó a significar causar molestias con cosas que pueden o no apesadumbrar a la víctima, pues lo que importa es que momentáneamente perturben su paz interior lo suficiente como para provocar algún tipo de reacción que cause gracia frente a los demás.
AL CUETE: Las grandes borracheras que los hombres del bajo pueblo se agarraban desde tiempos remotos, inclusive hasta las primeras décadas del siglo XX, no tienen demasiados puntos en común con las borracheras que suelen experimentarse hoy día, salvo algún que otro caso insólito.
Durante siglos, un hombre borracho seguía bebiendo hasta perder totalmente el control y caer extenuado con su organismo descompensado. En tales circunstancias, no se podía tener en pie ni controlar sus movimientos; su cerebro no hilvanaba ninguna idea razonable y su lengua era incapaz de articular palabras con claridad; su vista se enturbiaba al no manejar el foco; y el cuadro se completaba con orines, vómitos, defecaciones diarreicas y abundantes gases.
Esto último, que siempre fue motivo de risa entre quienes atendían al ebrio, dio lugar a las expresiones estar en pedo o andar en pedo. El hecho de que, al hablar, el borracho dijera incoherencias dio lugar a la aparición de la expresión “hablar al pedo” para calificar las palabras de alguien que habla sin sentido. La expresión, en realidad, significa hablar al mismo tiempo que se está borracho y, aunque fue usada desde muy antiguo, en la segunda mitad del siglo XIX ya se había comenzado a emplear la palabra cuete, pronunciación vulgar de “cohete”, para reemplazar con ella al término pedo. Por ello es que la locución hablar al cuete contiene, todavía hoy, las mismas connotaciones peyorativas que “hablar al pedo”, esto es, decir palabras o frases con total incoherencia, no saber lo que se está diciendo o no ser escuchado, como se hace con los borrachos:
Mirá que me estás cargando
Con tu rezongar al cuete...
SIETE: En Argentina, Uruguay y Colombia, se llama siete a la abertura angular producida en la ropa al ser enganchada. Por extensión comenzó a llamarse siete a todo tipo de abertura u orificio.
Actualmente, en el Río de la Plata, también se le llama siete al ano y, hasta alrededor del año 1800, se le llamó también así al órgano sexual de la mujer. La creencia popular de la época era que las prostitutas tenían una vagina muy amplia y esa creencia originó la expresión gran siete para referirse a ellas.
Gran siete significaba “gran puta”, de ahí la expresión hijo de una gran siete que tanto el gaucho como el criollo, resumían diciendo "juna gran siete" ya que juna es una forma vulgar de contracción que significa hijo de una.
¡CANEJO!: Es ésta una expresión que aproximadamente equivale a ¡caramba! pero con una connotación mas aguerrida, combativa y hasta belicosa; fue muy utilizada por nuestra gente de campo en el Río de la Plata, y otros países de la América española como, por ejemplo, Puerto Rico y México.
Después de la década de 1950, esta expresión fue cayendo en desuso.
CHURRETE: Tomar a alguien para el churrete, en el Río de la Plata significa tomar en cuenta a alguien, sólo para hacerlo centro u objeto de churrias. La churria consiste en un tratamiento vulgar con el que, desde tiempos muy antiguos, se hacen burlas con el sólo propósito de divertirse a costas del malestar ajeno.
La churria, especialmente cuando va dirigida a personas de avanzada edad, puede alcanzar un nivel de insolencia tal que se convierte fácilmente en falta de respeto:
Decime juna gran siete
O que te crees pues canejo
Que porque me ves tan viejo
Me has tomo pa'l churrete.
PORRA: Los españoles llamaban porra a la desordenada cabellera del indio que, en la organización social, ocupaba el último lugar. De allí surge la expresión ser un porra para decir de alguien que es lo último a tomar en cuenta para algo. Aún en la década de 1950, los pibes gritaban ¡porra! cuando, por ejemplo, se disponían a jugar a las bolitas; el primero en gritar ganaba el derecho a participar en último término, cosa muy deseada por las ventajas que se obtenían durante el juego.
La expresión hija de porra, que hallamos en las décimas de “Palanganeando”, significa “hija de lo último”, es decir, hija de una prostituta.
SOTRETA: Al caballo que ya está muy viejo y tiene poca utilidad, en la campaña argentina se lo llamaba sotreta. También se llamaba así al caballo que no era dócil a las riendas y muy mañero para el trabajo. Por extensión, también se califica de sotreta a toda persona haragana y renuente a cumplir con sus obligaciones.
CHILLAR COMO COTORRA: Esta es una expresión utilizada generalmente para calificar a la mujer que anda rezongando y protestando con el único fin de molestar.
JETA: Con tono muy despectivo, el vocablo jeta se refiere a un rostro desagradable, y estirar la jeta significa alargar las expresiones del rostro, andar con cara de enojado o triste:
Que te crees hija de porra
De que soy algún sotreta
Pa que me estirés la jeta
Y chillés como cotorra.
Es importante aclarar que además, en el Río de la Plata, "estirar la jeta" es una expresión que también significa morir.
CHA DIGO: La antigua y tan conocida expresión cha digo, es en realidad una simplificación de otra expresión muy popular y, por lo tanto, no menos conocida: pucha digo. El tiempo presente del verbo decir (digo), después de pucha, indica que no se quiere manifestar otra cosa que eso, es decir, simplemente pucha. La aclaración digo, nos indica que no se pretendió decir ninguna otra cosa; y, esa otra cosa posible, muy usada entre hombres, es la expresión ¡puta!...
Cuando alguien expresa pucha digo o cha digo, no pone en tal expresión un sentido ofensivo sino que evidencia su contrariedad frente a alguna situación en particular:
Cha digo, si estoy sintiendo
El haberme acollarado.
La obra “Palanganeando” fue conocida también como “Mi china cabrera” y su letra, salpicada con expresiones y giros que por momentos parecen gauchescos y por momentos arrabaleros, pone en evidencia que el personaje central de su argumento es un orillero.
(CONTINUARÁ)
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