XIV- CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA
12- EL ALMOHADÓN
Andrés Cepeda escribía con gran sencillez y cualquier tema o asunto, por vulgar y cotidiano que fuera, podía servir para despertar su inspiración. En cierta oportunidad, en la que como tantas otras fue arrestado, queriendo conocer los motivos por los que se lo había detenido, escribió una nota dirigida al jefe de investigaciones, comisario José Rossi. Aquella nota tenía una particularidad que en Cepeda era cosa habitual, estaba redactada en versos y se expresaba con este tono y lenguaje:
Señor Rossi, Don José,
Jefe de Investigaciones:
¿Quiere darme las razones
Porque me detiene usted?
Quiere ganar un galón
Y me hace detener...
Y no hay nada que hacer
A su orden de mandón.
Me da de armas portación
Sin tener un alfiler.
Por aquellos años estaban en plena vigencia los movimientos anarquistas y, según se desprenden de sus obras, Andrés Cepeda simpatizaba con esos movimientos. Por lo pronto consideraba que la propiedad privada era un delito en un mundo de hambre y miseria generalizada; de ahí que jamás ocultó su inclinación por el robo e incluso solía burlarse de la función policial y, por la forma en que tal función era ejercida, siempre a favor de los poderosos y en contra de los más necesitados, pensaba seriamente que su condición de delincuente era una “profesión” de mayor jerarquía que la función policial, detestada por las clases populares.
Tan persuadido estaba de esta idea que se la expresó a un oficial de policía a través de una breve nota que le hizo llegar, redactada en versos tal como era su costumbre habitual:
Será mala profesión
Lo de ladrón, no lo niego,
Pero Oficial, yo le ruego
Que piense con atención:
Entre empleado policial
Y ladrón, si yo no erro,
El primero es un gran perro
Y el otro un profesional...
Por causa de ese desprecio popular, tan generalizado, que soportaba la función policial, aún hoy son admirados y hasta queridos, casi como santos, verdaderos delincuentes cuyas famas surgieron fundametalmente a expensas de la cobardía y los abusos de los, por entonces, mal llamados “guardianes del orden”.
En otra ocasión, Cepeda fue retirado, por unas horas, de su celda y al ser devuelto a ella se encontró con que alguien le había roto su almohadón.
No había mucho que pensar, seguramente un compañero de prisión, molesto por algo que había hecho o dicho Cepeda o, tal vez, por las envidias, temores o desconfianzas que despertaba entre la gente del ambiente en el cual se movía, debido a que parecía mas un intelectual de café que un delincuente. Lo cierto es que sin mostrar molestia alguna, meditó unos instantes y luego escribió la siguiente octava:
Una mano despiadada,
Tal vez con maldad profunda,
Vino a romperme la funda
De mi querido almohadón.
Me causó tanta tristeza
Al mirar esa rotura
Que se llena de amargura
Mi sensible corazón.
A partir de estos versos, el “loco” Andrés Cepeda, algún tiempo después, elaboró un sencillo poema de carácter popular que fue publicado, como casi toda su obra, estando entre rejas y, por muchos años todos sus versos se continuaron publicando, aún después de su muerte.
Gardel tomó aquellos versos y los llevó al disco en tiempo de vals con el título “El almohadón”.
La música que Gardel utilizó fue otra de las tantas melodías populares anónimas que andaban rondando por la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, aproximadamente desde la segunda mitad del siglo XIX.
Las últimas publicaciones de los versos del “Loco Cepeda” se efectuaron alrededor del año 1940 en la ciudad de Buenos Aires, mientras que en algunas poblaciones del interior del país, especialmente en las Provincias de Buenos Aires y Córdoba, todavía en los primeros años de la década de 1950 solían aparecer en algunas revistas y folletos de poesía popular.
13- A MITRE
El día 19 de enero de 1906 falleció, en la ciudad de Buenos Aires el general Bartolomé Mitre. Este militar argentino fue además, estadista, poeta, historiador y periodista. Había nacido en 1821 en esta misma ciudad. Llegó a ser Presidente de la Nación, durante el período que va de 1862 a 1868. Fue fundador, director y propietario del acreditado diario “La Nación”, conocido primero como “La Nación Argentina”, periódico que fue utilizado fundamentalmente para exaltar su figura, en especial por parte de sus descendientes después de su muerte.
El 11 de diciembre de 1910, a punto de cumplirse cinco años de la desaparición del general Bartolomé Mitre, la publicación tradicionalista “La pampa argentina”, en su edición Nº 76, da a conocer unos versos titulados “Memoria a Mitre”, versos que evocan, precisamente, a este personaje de la historia y la política argentina.
El autor de estos versos fue Juan Bautista Etchepare, un cantor popular, hoy olvidado que había nacido en Buenos Aires el 14 de mayo de 1887, y falleció en la misma ciudad alrededor de 1920.
Quienes dan como autor de estos versos al escritor y político Belisario Roldán (1873-1922) es evidente que no han reparado en los escasos recursos literarios que la obra posee, recursos nada dignos del famoso orador, autor de “El rosal de las ruinas” (1916).
A pesar de no haber aparecido nunca el nombre de Belisario Roldán, en catálogos, o etiquetas de discos, todavía continúa la creencia de que el destacado escritor es el autor de estos versos que Juan Bautista Etchepare, bajo su firma, publicó en la revista tradicionalista “La pampa argentina” el día 11 de diciembre de 1910.
Carlos Gardel llevó al disco “A Mitre”, con una melodía en tiempo de vals que fuera muy conocida y que hoy se difunde como perteneciente a Enrique Caviglia, un editor musical que se apropió de la obra publicando como suyo un arreglo que en 1895 había realizado el payador Pablo José Vázquez sobre una antigua melodía de autor desconocido.
Pablo J. Vázquez realizó este arreglo para cantar sus propios versos titulados “Santos Vega”. Este popularísimo vals fue usado por muchos payadores y letristas para cantar otras obras: José Betinotti, por ejemplo, lo usó para sus versos titulados “In memorian”; Ángel Marino, le puso esta música a su poema “La muerte del zorzal”; Francisco Bianco, para su “Adiós viejo pago”; Juan Martínez, para “Memoria a Gabino”; y Ricardo Podestá para su famoso poema “La loca de amor”.
Pablo José Vázquez fue un payador nacido en Buenos Aires el 25 de enero de 1864. Hacia 1880, contando solamente con 16 años de edad, comenzó a ganar cierta popularidad y, al año siguiente, 1881 actuó con José Podestá en el teatro Politeama. Se presentó también en muchos otros teatros, incluso en los de la ciudad de Montevideo.
Los contrapuntos más importantes (que tuvieron gran resonancia en la época) los mantuvo con Nemesio Trejo en 1884. No obstante, su más célebre payada la mantuvo en octubre de 1894, en la ciudad de Pergamino, con Gabino Ezeiza.
Vázquez recorrió gran parte del país en busca de adversarios y haciendo desafíos que desataban un entusiasmo delirante en el público. Hizo también muchas giras como integrante del elenco de los circos “Carlo”, “Rossi”, “Raffeto” y “Anselmi”.
Pablo José Vázquez, que era maestro de escuela, fue uno de los más lúcidos payadores. En el año 1895 publicó el folleto “El payador argentino”. Dos años más tarde, más precisamente el 26 de junio de 1897, falleció en la ciudad de Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires; contaba tan sólo con 33 años de edad y quedó durante muchos años en el recuerdo popular.
La letra del vals “A Mitre”, ha sido estructurada en cinco octavas: tres de esas octavas llevan versos decasílabos (esto es, de diez sílabas) y dos con versos octosílabos. Estas estrofas se van sucediendo a lo largo de la obra, en forma alternada.
(CONTINUARÁ)
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