Durante la década de 1960, Erasmo Silva Cabrera entrevistó a Juan
Antonio Magariños Pittaluga. Este hombre, que había sido representante
de artistas y corredor del Banco de Seguros del Estado, fue también
Secretario del Presidente de la República Oriental del Uruguay, Dr.
Baltasar Brum (1883-1933), durante el período en que éste ejerció la
primera magistratura (1919-1923).
Magariños Pittaluga (que tenía mucha amistad con Gardel y el cantor lo llamaba “Maga”) le contó al ya mencionado Silva Cabrera:
“Alrededor de 1921 cuando Gardel y Razzano vinieron a actuar a Montevideo, como tantas otras veces, estábamos en la tarde tomando mate en la pieza de una pensión de la calle Rincón (...) donde se encontraba también el boxeador José Lecture. En determinado momento Carlos me preguntó con uno de esos graciosos vocablos que él siempre tenía a flor de labios:
--Che, “Maga”, vos ¿en que te ‘revolvés’ ? (¿De que vivís?)
--Soy Intendente de la Intendencia General del Ejército y la Armada.
--Ahí tenés: vos trabajás allí y yo soy hijo de un militar.”
El 25 de octubre de 1933, en horas del mediodía, Gardel se hallaba en Paysandú en compañía del ya mencionado Magariños Pittaluga y del ingeniero José Fosalba conversando y mateando, según se puede observar en una fotografía donde el cantor aparece de traje y sombrero (como quien está de paso), sentado en una reposera y tomando mate.
El nombrado Magariños Pittaluga, en un momento dado de la conversación, mientras tomaban mate, interrogó a Gardel, refiriéndose a la gira que éste se hallaba haciendo por Uruguay:
--“¿Que vas a hacer ahora Carlos?
-- Mirá no se. Estoy esperando una llamada telefónica de Perico (se
refiere a su apoderado en Uruguay, Pedro Bernat).
-- Puede ser que vaya a un teatro de Rivera.
-- Entonces podés hacer doblete en Tacuarembó (sugiere Magari-
ños)
-- No, allí no voy (responde Gardel muy serio)
-- ¿Por que no, si te queda de paso?
-- Vos sabés porqué no voy”.
Y el cantor, dando por cerrada la conversación, continuó tomando mate.
Se debe tener en cuenta que en el año 1933 la única sala de espec-táculos en Tacuarembó era el Teatro Escayola.
El Gobierno, a cargo ahora del general Máximo Tajes responde:
“En atención a lo aconsejado por el Fiscal se resuelve acceder una
prórroga de dos años. Montevideo, 19 de octubre de 1888”.
Recordemos que Escayola, el 14 de noviembre de 1883, en Montevideo... “se presentó manifestando que varios propietarios y hacendados, habían concebido la idea de construir un edificio para Teatro en la Villa de San Fructuoso, cotizándose por acciones”.
En efecto, esto se llevó a cabo de la forma que el mismo coronel Es-cayola informa en una solicitada que fue publicada por el diario “El Comercio” el día 20 de junio de 1888; se había recolectado por 45 acciones, a 100 pesos cada una $ 4.500; que el interés producido por ese dinero en 4 años, colocado al uno y medio por ciento mensual y sin capitalizar sumaba $ 3.240, con lo cual sumaba un total de $ 7.740.
Con esta suma de dinero lograda a lo largo de cuatro años apenas si se podía iniciar la obra. Esta dificultad suscitó algunos inconvenientes pues ya se había obtenido la prórroga solicitada y el proyecto del Teatro no podía esperar más.
Hasta los amigos y partidarios del Coronel Escayola veían la construcción del Teatro como algo imposible de realizar.
Pero Escayola, sabiendo que el proceso político contra él, por el asesinato, en septiembre de 1886, de los hermanos Royano ya va llegando a su fin, y previendo que el Presidente de la Nación, lo menos que hará es pedirle la renuncia al cargo de Jefe Político de Tacuarembó y, con ello, perderá el de Jefe de Policía (cosa que ocurrirá en enero del próximo año), con el único fin de mantener en alto su reputación y prestigio de hombre fuerte e importante en San Fructuoso, poniendo todo su ímpetu y energía en la construcción del Teatro agrega, de su propio dinero, la cantidad que faltaba para poder iniciar la obra.
Con este prestigioso emprendimiento, Escayola logró enmudecer a sus enemigos mas declarados.
El costo total de la obra fue de $ 25.000, lo que representaba una suma fabulosa para la época.
Durante el transcurso de este año (1889), la Iglesia le otorga al coronel Carlos Escayola, que por entonces contaba con 44 años de edad, la autorización solicitada por él, durante el año anterior, para poder contraer enlace con su ahijada María Lelia Oliva, de sólo 20 años de edad.
De esta manera, y ese mismo año, María Lelia y el Coronel contraen enlace, siendo ésta la tercera y última boda de Escayola.
De este matrimonio nacerán cinco hijos, algunos de los cuales, a pesar del gran hermetismo, reconocerían finalmente su parentesco con el cantor.
Durante el transcurso del año de la boda (1889), María Lelia Oliva da a luz a los mellizos Julio César y Juan Carlos.
Como es natural, todos los hijos de este tercer matrimonio del Coronel con María Lelia resultan ser hermanos enteros de Carlos Gardel.
Berta Gardes, en el cabaret “La Rosada”, se había relacionado sentimentalmente con Romualdo López, un lugareño que se desempeñaba como tipógrafo en el diario “El Heraldo” de Tacuarembó.
El dueño de la imprenta y director del mencionado periódico era Clelio Oliva, uno de los hermanos varones de las hermanas Oliva y, por lo tanto, cuñado de Carlos Escayola. De este dato han dado testimonios el escritor Francisco Pintos y sus primas Olimpia y Juana Pintos, dos hermanas que se desempeñaron como maestras y que fallecieron a los 90 y 91 años de edad respectivamente, en Montevideo. Estas tres personas fueron entrevistadas por el periodista Erasmo Silva Cabrera a lo largo del año 1960.
Otro indicio, sobre la existencia del tal Romualdo en la vida de Berta, lo dio Cátulo Castillo en una nota publicada en la revista mensual “Buenos Aires Tango”, de mayo de 1971, donde, hablando de Gardel, comenta que “...doña Berta, su madre (sic), respetaba un recuerdo elogioso de un famoso Romualdo -don Romualdo- ligado a su epopeya de allí en Tacuarembó, donde supo vivir en mocedades épicas”.
En 1960, el señor Estévez, ya anciano, al ser entrevistado por Silva Cabrera, declaró haber conocido a “Carlitos”... “Haciendo mandados de guricito por Curtina”.
Es importante aclarar que la localidad de Curtina, se halla ubicada a unos cuantos kilómetros al Sur de Valle Edén. Es muy posible que el chico recorriera esa distancia en carro, volanta o sulky e incluso que se alojara hasta finalizar con los mandados que se le encargaban en alguna estancia de la zona, tal como lo continuaron haciendo durante mucho tiempo (tanto en Uruguay cómo en Argentina) los chicos nacidos y criados en zonas rurales.
Magariños Pittaluga (que tenía mucha amistad con Gardel y el cantor lo llamaba “Maga”) le contó al ya mencionado Silva Cabrera:
“Alrededor de 1921 cuando Gardel y Razzano vinieron a actuar a Montevideo, como tantas otras veces, estábamos en la tarde tomando mate en la pieza de una pensión de la calle Rincón (...) donde se encontraba también el boxeador José Lecture. En determinado momento Carlos me preguntó con uno de esos graciosos vocablos que él siempre tenía a flor de labios:
--Che, “Maga”, vos ¿en que te ‘revolvés’ ? (¿De que vivís?)
--Soy Intendente de la Intendencia General del Ejército y la Armada.
--Ahí tenés: vos trabajás allí y yo soy hijo de un militar.”
El 25 de octubre de 1933, en horas del mediodía, Gardel se hallaba en Paysandú en compañía del ya mencionado Magariños Pittaluga y del ingeniero José Fosalba conversando y mateando, según se puede observar en una fotografía donde el cantor aparece de traje y sombrero (como quien está de paso), sentado en una reposera y tomando mate.
El nombrado Magariños Pittaluga, en un momento dado de la conversación, mientras tomaban mate, interrogó a Gardel, refiriéndose a la gira que éste se hallaba haciendo por Uruguay:
--“¿Que vas a hacer ahora Carlos?
-- Mirá no se. Estoy esperando una llamada telefónica de Perico (se
refiere a su apoderado en Uruguay, Pedro Bernat).
-- Puede ser que vaya a un teatro de Rivera.
-- Entonces podés hacer doblete en Tacuarembó (sugiere Magari-
ños)
-- No, allí no voy (responde Gardel muy serio)
-- ¿Por que no, si te queda de paso?
-- Vos sabés porqué no voy”.
Y el cantor, dando por cerrada la conversación, continuó tomando mate.
Se debe tener en cuenta que en el año 1933 la única sala de espec-táculos en Tacuarembó era el Teatro Escayola.
EL TEATRO ESCAYOLA
De acuerdo a una nota presentada ante el gobierno de la República Oriental del Uruguay por intermedio de su apoderado, el señor Pedro Castelli... “…el coronel Carlos Escayola solicita se den una prórroga a los años vencidos para la construcción del Teatro”.El Gobierno, a cargo ahora del general Máximo Tajes responde:
“En atención a lo aconsejado por el Fiscal se resuelve acceder una
prórroga de dos años. Montevideo, 19 de octubre de 1888”.
Recordemos que Escayola, el 14 de noviembre de 1883, en Montevideo... “se presentó manifestando que varios propietarios y hacendados, habían concebido la idea de construir un edificio para Teatro en la Villa de San Fructuoso, cotizándose por acciones”.
En efecto, esto se llevó a cabo de la forma que el mismo coronel Es-cayola informa en una solicitada que fue publicada por el diario “El Comercio” el día 20 de junio de 1888; se había recolectado por 45 acciones, a 100 pesos cada una $ 4.500; que el interés producido por ese dinero en 4 años, colocado al uno y medio por ciento mensual y sin capitalizar sumaba $ 3.240, con lo cual sumaba un total de $ 7.740.
Con esta suma de dinero lograda a lo largo de cuatro años apenas si se podía iniciar la obra. Esta dificultad suscitó algunos inconvenientes pues ya se había obtenido la prórroga solicitada y el proyecto del Teatro no podía esperar más.
Hasta los amigos y partidarios del Coronel Escayola veían la construcción del Teatro como algo imposible de realizar.
Pero Escayola, sabiendo que el proceso político contra él, por el asesinato, en septiembre de 1886, de los hermanos Royano ya va llegando a su fin, y previendo que el Presidente de la Nación, lo menos que hará es pedirle la renuncia al cargo de Jefe Político de Tacuarembó y, con ello, perderá el de Jefe de Policía (cosa que ocurrirá en enero del próximo año), con el único fin de mantener en alto su reputación y prestigio de hombre fuerte e importante en San Fructuoso, poniendo todo su ímpetu y energía en la construcción del Teatro agrega, de su propio dinero, la cantidad que faltaba para poder iniciar la obra.
Con este prestigioso emprendimiento, Escayola logró enmudecer a sus enemigos mas declarados.
El costo total de la obra fue de $ 25.000, lo que representaba una suma fabulosa para la época.
NUEVAMENTE LA FIEBRE DEL ORO
La Compañía Francesa del Oro del Uruguay nombra un nuevo director y administrador para trabajar en Minas de Corrales; se trata del ingeniero Juan Belquien quien, con maquinarias modernas, adquiridas en los Estados Unidos, intentará continuar con la explotación de las minas. Y, sorpresivamente, apenas instaladas las máquinas, comenzaron a dar excelentes resultados: en un mes se extrajo una cantidad tan abundante de oro que renació en la zona la fiebre del oro. Puede decirse, en general, que en todas las minas se obtenía una importante cantidad de oro. Con este golpe de suerte, San Fructuoso recupera su auge económico y el cabaret “La Rosada” vive una nueva época de éxito y esplendor.TERCER MATRIMONIO DE ESCAYOLA
En el mes de enero de 1889, tal como lo adelantáramos, el presidente Máximo Tajes, separa de los cargos de Jefe Político y Jefe de Policía al coronel Carlos Escayola, por el asesinato de los hermanos Royano, maniobra que el Coronel llevara a cabo en el mes de septiembre de 1886. Este hecho dio lugar a numerosas denuncias de importantes vecinos de Villa San Fructuoso lo que motivó la reapertura de un expediente para retomar el caso y efectuar las investigaciones correspondientes.Durante el transcurso de este año (1889), la Iglesia le otorga al coronel Carlos Escayola, que por entonces contaba con 44 años de edad, la autorización solicitada por él, durante el año anterior, para poder contraer enlace con su ahijada María Lelia Oliva, de sólo 20 años de edad.
De esta manera, y ese mismo año, María Lelia y el Coronel contraen enlace, siendo ésta la tercera y última boda de Escayola.
De este matrimonio nacerán cinco hijos, algunos de los cuales, a pesar del gran hermetismo, reconocerían finalmente su parentesco con el cantor.
Durante el transcurso del año de la boda (1889), María Lelia Oliva da a luz a los mellizos Julio César y Juan Carlos.
Como es natural, todos los hijos de este tercer matrimonio del Coronel con María Lelia resultan ser hermanos enteros de Carlos Gardel.
ROMUALDO LÓPEZ
Durante varios años, Minina Flor siguió al frente de “La Rosada”. Esta mujer y Berta fueron las protagonistas de un violento incidente cuando Minina amenazó a Berta con descubrir sus secretos amores con un tipógrafo del diario “El Heraldo” y Berta, le partió la cabeza con una plancha. La tal Minina Flor, a instancias de Escayola, no la denunció como pretendía hacerlo y el Coronel ocultó el suceso.Berta Gardes, en el cabaret “La Rosada”, se había relacionado sentimentalmente con Romualdo López, un lugareño que se desempeñaba como tipógrafo en el diario “El Heraldo” de Tacuarembó.
El dueño de la imprenta y director del mencionado periódico era Clelio Oliva, uno de los hermanos varones de las hermanas Oliva y, por lo tanto, cuñado de Carlos Escayola. De este dato han dado testimonios el escritor Francisco Pintos y sus primas Olimpia y Juana Pintos, dos hermanas que se desempeñaron como maestras y que fallecieron a los 90 y 91 años de edad respectivamente, en Montevideo. Estas tres personas fueron entrevistadas por el periodista Erasmo Silva Cabrera a lo largo del año 1960.
Otro indicio, sobre la existencia del tal Romualdo en la vida de Berta, lo dio Cátulo Castillo en una nota publicada en la revista mensual “Buenos Aires Tango”, de mayo de 1971, donde, hablando de Gardel, comenta que “...doña Berta, su madre (sic), respetaba un recuerdo elogioso de un famoso Romualdo -don Romualdo- ligado a su epopeya de allí en Tacuarembó, donde supo vivir en mocedades épicas”.
PRIMERAS OCUPACIONES DE “CARLITOS”
Durante el año 1889, “Carlitos”, que era ya un pibe con alrededor de seis o siete años, comienza a realizar algunas tareas propias de su edad por la zona rural del Departamento de Tacuarembó. En forma casi permanente se lo puede ver haciendo mandados y diligencias según el testimonio de don Marcos Javier Estévez, antiguo vecino de la región que, además, fue uno de los testigos de la inscripción del nacimiento de Irineo Leguisamo en Arerunguá, localidad que se halla a unos 60 Km. al Oeste de la actual Ciudad de Tacuarembó, antes Villa San Fructuoso.En 1960, el señor Estévez, ya anciano, al ser entrevistado por Silva Cabrera, declaró haber conocido a “Carlitos”... “Haciendo mandados de guricito por Curtina”.
Es importante aclarar que la localidad de Curtina, se halla ubicada a unos cuantos kilómetros al Sur de Valle Edén. Es muy posible que el chico recorriera esa distancia en carro, volanta o sulky e incluso que se alojara hasta finalizar con los mandados que se le encargaban en alguna estancia de la zona, tal como lo continuaron haciendo durante mucho tiempo (tanto en Uruguay cómo en Argentina) los chicos nacidos y criados en zonas rurales.
Hacia el mes de marzo de 1890, cuando finaliza el mandato del general
Máximo Tajes, toca a su fin el triste y lamentable período militar
iniciado en 1876.
Durante estos desoladores catorce años de funestas dictaduras fue cuando surgió a la vida pública y se encumbró el coronel Carlos Escayola.
Ahora, ante los cambios que seguramente se avecinan en todo el Uruguay, una gran inquietud comienza a apoderarse del exhombre fuerte del Departamento de Tacuarembó al ignorar que posición ocupará en el futuro cuando se vaya normalizando la vida del país.
Escayola (refiriéndose al golpe que le dio a Minina Flor) amenaza a Berta con hacerla detener si es que no cumple con la condición de alejarse del lugar llevando con ella al niño nacido en la estancia “Santa Blanca” y que, desde hace algún tiempo, tiene a su cuidado.
Berta, amenazada de muerte, no debía revelar nunca el nombre de la madre de ese niño.
Por su parte, el joven Romualdo López, enfrenta el embarazo de Berta, recurriendo a su propio padre, en busca de ayuda, y éste amenaza a su hijo con quitarle la criatura ni bien nazca debido a la desordenada vida que lleva la futura madre.
Al mismo tiempo, Carlos Escayola deja de pagar el alquiler de la casa que Berta habita en 25 de Agosto y Treintaitrés, en Tacuarembó. Y así, ante tantos inconvenientes, totalmente desamparada, embarazada y amenazada con ser detenida, Berta decide alejarse de San Fructuoso con la idea de retornar a su Francia natal.
Berta se lleva al niño con la orden de hacerlo desaparecer no sólo de Tacuarembó sino también del Uruguay. Tengamos en cuenta que para la mentalidad y la situación que vivía el Coronel, era importante deshacerse de aquella criatura porque ahora se hallaba casado con la madre y él era el padre. Por todo ello es que Carlos Escayola le hace semejante propuesta a Berta quien, forzada por la situación que vive, acepta y viaja hacia Montevideo con el niño indocumentado.
En el libro “El tango y su rebeldía”, su autor, Andrés Chinarro, cuenta:
“Pepe Guerriero, flautista de la guardia vieja, me señaló hace muchos años con carácter de secreto, que doña Berta no era la madre de Gardel, sino su madre adoptiva...”
Las cuatro sopandas le otorgaban a la carrocería una cierta movilidad con respecto a las ruedas que seguían las imperfecciones del terreno. El uso corriente de vehículos con tales características dio lugar a que, por extensión, se los llamara precisamente con ese mismo nombre: sopandas. Y así, comúnmente, se hablaba de viajar en sopanda o abordar (o tomar) una sopanda para ir a tal o cual lugar.
Tomando en cuenta lo reducido del país, los ferrocarriles, en el Uruguay no tuvieron un gran desarrollo, y mas aún en aquellos tiempos. De Montevideo a Tacuarembó hay algo mas de 400 Km. y el tren solamente llegaba hasta Paso de los Toros; pero además era cosa muy habitual que hicieran el itinerario con poca frecuencia y en forma irregular. Esto dio lugar, hasta bien entrado el siglo XX, a la permanencia de empresas dedicadas a llevar pasajeros, cargas generales, encomiendas y correspondencia, que funcionaban por medio del sistema de postas en las que se descansaba, se comía, se pasaba la noche o varias días (en caso de mal tiempo) y se renovaban los caballos por otros descansados para continuar el viaje que, desde Montevideo hasta Tacuarembó, en la época que estamos ubicados, solía durar alrededor de una semana; todo dependía del estado del tiempo y de los caminos. En las sopandas solían viajar generalmente las familias y las mujeres; los hombres solos, por lo general, cabalgaban utilizando las postas para descansar y renovar los caballos.
En Argentina, también existió el sistema de postas, aunque el vehículo más frecuentemente usado fue la diligencia, capaz de transportar una docena, o más, de pasajeros con sus equipajes, algunas encomiendas pesadas adicionales y gran cantidad de correspondencia. Estas diligencias, en general tiradas por seis o más caballos, solían cubrir largas distancias a gran velocidad, mientras que las sopandas al contar sólo con dos caballos, recorrían sus trayectos con cierta calma, tratando de conservar las energías.
Las postas argentinas estaban más alejadas entre sí y, este sistema, todavía en uso durante el período que estamos tratando, fue paulatinamente reemplazado por las líneas férreas.
En cuanto a las cargas pesadas, o de grandes dimensiones, eran trasladadas en enormes carretas tiradas por varias yuntas de bueyes (por lo menos tres) cubriendo grandes distancias (de 500 a 1.000 Km) y, llevando en arreo, una cantidad de bueyes, por lo menos, igual a los que iban uncidos para renovarlos todos los días.
En cambio, cuando se trataba de transportar elementos de menor tamaño y peso, el transporte que se utilizaba eran rústicos carros tirados por una sola yunta de bueyes siempre que el viaje no fuese muy extenso, por lo general, menos de 50 Km. Estos carros eran conocidos con el nombre de “carretones”.
“Carlitos” en Montevideo
Cuando Berta Gardes salió de Tacuarembó, llevando consigo al niño indocumentado del coronel Escayola y María Lelia, lo hizo con la aparente finalidad de viajar con él a Europa. Pero, al llegar a la capital uruguaya, tenía ya tomada la firme decisión de embarcarse sola hacia su país natal para que su hijo nazca en Francia. Por este motivo, intenta dejar al hijo del Coronel internado en alguna institución dedicada al cuidado y protección de la infancia. Sin embargo, Berta Gardes no puede lograr ese objetivo debido a que cuando pretende internar al pequeño en una organización oficial conocida como el “Consejo del Niño”, tropieza con serios inconvenientes ante la total ausencia de documentos y, tal vez, por sugerencia de algún miembro de la mencionada institución, Berta tramita desde la capital uruguaya un asentamiento parroquial en Tacuarembó que le permitirá obtener, cinco años más tarde, un certificado de identificación.
Ante la demora en las tramitaciones para obtener desde Montevideo el mencionado asentamiento parroquial en Tacuarembó, Berta Gardes deja el niño en manos de su amiga Anais Beaux, para que ésta continúe con las diligencias destinadas a su internación, y se embarca hacia Francia, donde desea dar a luz a su hijo.
El testimonio fundamental de que aquel niño quedó radicado en Montevideo a cargo de Anais y Fortunato, lo dio la señora Juana Gil de Daneri, que era la esposa del dueño del diario “La Democracia” (de la República Oriental del Uruguay). Esta mujer, de profesión mo-dista, al comenzar la década de 1960, ya nonagenaria, le contó a Sil-va Cabrera que atendió muchas veces a Berta quien le había confesado estos hechos aunque sin aclararle nunca que Gardel no era hijo suyo.
Todo parece indicar que Anais Beaux no estaba de acuerdo con Berta Gardes acerca de la idea de internar al pequeño en la por entonces muy prestigiosa institución oficial llamada “Consejo del Niño”.
Este desacuerdo se deduce fácilmente por la actitud que asume Anais; cuando Berta se embarca: no interna al niño y lo tiene a su cuidado esperando el regreso de su amiga.
El mismo día en que el niño nació fue bautizado, figurando, erróneamente, en el “Acta de Bautismo”, como fecha de nacimiento el día 10 de diciembre. Esta confusión entre 10 y 11 de diciembre, muy posiblemente se deba a que el parto se produjo a las dos de la mañana del día 11 y al bautizarlo se hayan tomado las dos primeras horas de ese día como pertenecientes a la noche del día anterior. Era éste un error frecuente por aquellos tiempos.
En la actualidad, para poder afirmar que Charles Romuald Gardes y Carlos Gardel son una misma persona, en lugar de una copia fiel del “Acta de Nacimiento”, se muestra una copia literaria del Acta de Na-cimiento para no poner en evidencia que en el libro de actas no se asentó aún la fecha de su defunción. Y esta falta no es por un descuido del Registro de las Personas de Francia. La fecha de defunción no figura sencillamente porque para Francia, Carlos Gardel no es Charles Romuald Gardes de quien, hasta el día de hoy, se desconoce cuando y donde falleció.
Las copias literarias
Es muy importante dejar bien en claro que una copia literaria es aquella en la que se transcriben los datos de un documento, generalmente el mismo día en que es solicitada.
De esta manera, si bien nos confirman, en este caso, el nacimiento de Charles Romuald Gardes, no podemos enteramos de otros datos que pueden llegar a ser muy importantes y quedan ocultos. Por ejemplo, con una copia literaria del “Acta de Nacimiento” de Charles Romuald Gardes nos queda oculto que la fecha de defunción del mismo no figura anotada en el margen del documento original. Y no figura porque para Francia, Charles y Carlos, como ya dijimos, no son la misma persona. Si lo fueran, tal como lo pretende la Historia Oficial de Argentina, en lugar de una copia literaria del Acta debería ser exhibida una copia fiel donde debería constar la fecha de fallecimiento.
De ser así se podría (para completar la investigación) obtener también el “Acta de Defunción” en la que se establece que Charles Romuald Gardes, nacido en Toulouse el 11 de diciembre de 1890, murió en Medellín el 24 de junio de 1935.
Es cosa muy común y corriente que las publicaciones tendenciosas, cuando hablan de Gardel, no muestren jamás la copia del Acta de Nacimiento de Charles Romuald Gardes para no poner en evidencia lo que estamos comentando.
Los escribas de la Historia Oficial, para demostrar (lo indemostrable) que Gardel es francés, auto-titulándose investigadores, sin conocer nada sobre metodología de la investigación, solicitan en el Registro Civil de Toulouse una copia literaria como la que se muestra en la ilustación que sigue, en este caso, fechada el 6 de febrero de 1965.
Este, u otros certificados similares solicitados en distintas fechas, son presentados al público lector como si se tratara del “Acta de na-cimiento” del cantor. Debido a que rara vez alguien se pone a leer la escritura de esta supuesta “prueba”, y menos aún en francés. El hombre común cree que se trata de un documento importante sin sospechar, ni por asomo, que ha sido vilmente engañado.
Tras la muerte de Gardel, ni bien se le cambió la nacionalidad, fueron frecuentes los engaños, ocultamientos y falsificaciones.
Durante estos desoladores catorce años de funestas dictaduras fue cuando surgió a la vida pública y se encumbró el coronel Carlos Escayola.
Ahora, ante los cambios que seguramente se avecinan en todo el Uruguay, una gran inquietud comienza a apoderarse del exhombre fuerte del Departamento de Tacuarembó al ignorar que posición ocupará en el futuro cuando se vaya normalizando la vida del país.
Berta y Minina
Entre los meses de mayo y junio de ese año (1890), Carlos Escayola advierte las relaciones sentimentales que unen a Berta y Romualdo, el tipógrafo del diario “El Heraldo”, periódico dirigido por Clelio Oliva, cuñado del Coronel, e incluso se entera que Berta se encuentra embarazada.Escayola (refiriéndose al golpe que le dio a Minina Flor) amenaza a Berta con hacerla detener si es que no cumple con la condición de alejarse del lugar llevando con ella al niño nacido en la estancia “Santa Blanca” y que, desde hace algún tiempo, tiene a su cuidado.
Berta, amenazada de muerte, no debía revelar nunca el nombre de la madre de ese niño.
Por su parte, el joven Romualdo López, enfrenta el embarazo de Berta, recurriendo a su propio padre, en busca de ayuda, y éste amenaza a su hijo con quitarle la criatura ni bien nazca debido a la desordenada vida que lleva la futura madre.
Al mismo tiempo, Carlos Escayola deja de pagar el alquiler de la casa que Berta habita en 25 de Agosto y Treintaitrés, en Tacuarembó. Y así, ante tantos inconvenientes, totalmente desamparada, embarazada y amenazada con ser detenida, Berta decide alejarse de San Fructuoso con la idea de retornar a su Francia natal.
Berta se lleva al niño con la orden de hacerlo desaparecer no sólo de Tacuarembó sino también del Uruguay. Tengamos en cuenta que para la mentalidad y la situación que vivía el Coronel, era importante deshacerse de aquella criatura porque ahora se hallaba casado con la madre y él era el padre. Por todo ello es que Carlos Escayola le hace semejante propuesta a Berta quien, forzada por la situación que vive, acepta y viaja hacia Montevideo con el niño indocumentado.
En el libro “El tango y su rebeldía”, su autor, Andrés Chinarro, cuenta:
“Pepe Guerriero, flautista de la guardia vieja, me señaló hace muchos años con carácter de secreto, que doña Berta no era la madre de Gardel, sino su madre adoptiva...”
Los medios de transporte
Los viajes, por el interior de la República Oriental del Uruguay, por lo general, se hacían, por aquellos años, en carruajes cerrados de cuatro ruedas, tirados por dos caballos. Estos vehículos eran destinados al transporte de pasajeros y podían llevar hasta seis personas con sus equipajes. Si bien estos coches tenían cierta elegancia estética, el andar denotaba una gran rusticidad y dureza en su construcción. En efecto, en lugar de elásticos, el habitáculo en que se alojaban los pasajeros se encontraba montado sobre cuatro lonjas gruesas y anchas de cuero, una al lado de cada rueda; estos soportes de cuero recibían el nombre de sopandas.Las cuatro sopandas le otorgaban a la carrocería una cierta movilidad con respecto a las ruedas que seguían las imperfecciones del terreno. El uso corriente de vehículos con tales características dio lugar a que, por extensión, se los llamara precisamente con ese mismo nombre: sopandas. Y así, comúnmente, se hablaba de viajar en sopanda o abordar (o tomar) una sopanda para ir a tal o cual lugar.
Tomando en cuenta lo reducido del país, los ferrocarriles, en el Uruguay no tuvieron un gran desarrollo, y mas aún en aquellos tiempos. De Montevideo a Tacuarembó hay algo mas de 400 Km. y el tren solamente llegaba hasta Paso de los Toros; pero además era cosa muy habitual que hicieran el itinerario con poca frecuencia y en forma irregular. Esto dio lugar, hasta bien entrado el siglo XX, a la permanencia de empresas dedicadas a llevar pasajeros, cargas generales, encomiendas y correspondencia, que funcionaban por medio del sistema de postas en las que se descansaba, se comía, se pasaba la noche o varias días (en caso de mal tiempo) y se renovaban los caballos por otros descansados para continuar el viaje que, desde Montevideo hasta Tacuarembó, en la época que estamos ubicados, solía durar alrededor de una semana; todo dependía del estado del tiempo y de los caminos. En las sopandas solían viajar generalmente las familias y las mujeres; los hombres solos, por lo general, cabalgaban utilizando las postas para descansar y renovar los caballos.
En Argentina, también existió el sistema de postas, aunque el vehículo más frecuentemente usado fue la diligencia, capaz de transportar una docena, o más, de pasajeros con sus equipajes, algunas encomiendas pesadas adicionales y gran cantidad de correspondencia. Estas diligencias, en general tiradas por seis o más caballos, solían cubrir largas distancias a gran velocidad, mientras que las sopandas al contar sólo con dos caballos, recorrían sus trayectos con cierta calma, tratando de conservar las energías.
Las postas argentinas estaban más alejadas entre sí y, este sistema, todavía en uso durante el período que estamos tratando, fue paulatinamente reemplazado por las líneas férreas.
En cuanto a las cargas pesadas, o de grandes dimensiones, eran trasladadas en enormes carretas tiradas por varias yuntas de bueyes (por lo menos tres) cubriendo grandes distancias (de 500 a 1.000 Km) y, llevando en arreo, una cantidad de bueyes, por lo menos, igual a los que iban uncidos para renovarlos todos los días.
En cambio, cuando se trataba de transportar elementos de menor tamaño y peso, el transporte que se utilizaba eran rústicos carros tirados por una sola yunta de bueyes siempre que el viaje no fuese muy extenso, por lo general, menos de 50 Km. Estos carros eran conocidos con el nombre de “carretones”.
“Carlitos” en Montevideo
Cuando Berta Gardes salió de Tacuarembó, llevando consigo al niño indocumentado del coronel Escayola y María Lelia, lo hizo con la aparente finalidad de viajar con él a Europa. Pero, al llegar a la capital uruguaya, tenía ya tomada la firme decisión de embarcarse sola hacia su país natal para que su hijo nazca en Francia. Por este motivo, intenta dejar al hijo del Coronel internado en alguna institución dedicada al cuidado y protección de la infancia. Sin embargo, Berta Gardes no puede lograr ese objetivo debido a que cuando pretende internar al pequeño en una organización oficial conocida como el “Consejo del Niño”, tropieza con serios inconvenientes ante la total ausencia de documentos y, tal vez, por sugerencia de algún miembro de la mencionada institución, Berta tramita desde la capital uruguaya un asentamiento parroquial en Tacuarembó que le permitirá obtener, cinco años más tarde, un certificado de identificación.
Ante la demora en las tramitaciones para obtener desde Montevideo el mencionado asentamiento parroquial en Tacuarembó, Berta Gardes deja el niño en manos de su amiga Anais Beaux, para que ésta continúe con las diligencias destinadas a su internación, y se embarca hacia Francia, donde desea dar a luz a su hijo.
Anais tutora de “Carlitos”
Anais Beaux (recordemos que se trata de una de las dos amigas con las que Berta Gardes llegó de Francia) se encuentra radicada en un conventillo del Barrio Sur de la Capital uruguaya donde vive con Fortunato Muñiz, un argentino que habrá de ser el compañero de toda su vida.El testimonio fundamental de que aquel niño quedó radicado en Montevideo a cargo de Anais y Fortunato, lo dio la señora Juana Gil de Daneri, que era la esposa del dueño del diario “La Democracia” (de la República Oriental del Uruguay). Esta mujer, de profesión mo-dista, al comenzar la década de 1960, ya nonagenaria, le contó a Sil-va Cabrera que atendió muchas veces a Berta quien le había confesado estos hechos aunque sin aclararle nunca que Gardel no era hijo suyo.
Todo parece indicar que Anais Beaux no estaba de acuerdo con Berta Gardes acerca de la idea de internar al pequeño en la por entonces muy prestigiosa institución oficial llamada “Consejo del Niño”.
Este desacuerdo se deduce fácilmente por la actitud que asume Anais; cuando Berta se embarca: no interna al niño y lo tiene a su cuidado esperando el regreso de su amiga.
Nace Charles Romuald Gardes
Tas la muerte del cantor, Berta Gardes declaró al periodismo que en aquel viaje a Europa la acompañaba el futuro padre de la criatura. Lo extraño es que cuando el niño nació haya sido anotado como hijo natural, circunstancia ésta que torna más que dudosa su declaración. Lo cierto es que el hijo de Berta, según consta en el “Acta de Nacimiento”, llega al mundo en Toulouse, Francia, el día 11 de diciembre de 1890 y de inmediato es anotado, como hijo de padre desconocido, con el nombre de Charles Romuald Gardes.El mismo día en que el niño nació fue bautizado, figurando, erróneamente, en el “Acta de Bautismo”, como fecha de nacimiento el día 10 de diciembre. Esta confusión entre 10 y 11 de diciembre, muy posiblemente se deba a que el parto se produjo a las dos de la mañana del día 11 y al bautizarlo se hayan tomado las dos primeras horas de ese día como pertenecientes a la noche del día anterior. Era éste un error frecuente por aquellos tiempos.
En la actualidad, para poder afirmar que Charles Romuald Gardes y Carlos Gardel son una misma persona, en lugar de una copia fiel del “Acta de Nacimiento”, se muestra una copia literaria del Acta de Na-cimiento para no poner en evidencia que en el libro de actas no se asentó aún la fecha de su defunción. Y esta falta no es por un descuido del Registro de las Personas de Francia. La fecha de defunción no figura sencillamente porque para Francia, Carlos Gardel no es Charles Romuald Gardes de quien, hasta el día de hoy, se desconoce cuando y donde falleció.
Las copias literarias
Es muy importante dejar bien en claro que una copia literaria es aquella en la que se transcriben los datos de un documento, generalmente el mismo día en que es solicitada.
De esta manera, si bien nos confirman, en este caso, el nacimiento de Charles Romuald Gardes, no podemos enteramos de otros datos que pueden llegar a ser muy importantes y quedan ocultos. Por ejemplo, con una copia literaria del “Acta de Nacimiento” de Charles Romuald Gardes nos queda oculto que la fecha de defunción del mismo no figura anotada en el margen del documento original. Y no figura porque para Francia, Charles y Carlos, como ya dijimos, no son la misma persona. Si lo fueran, tal como lo pretende la Historia Oficial de Argentina, en lugar de una copia literaria del Acta debería ser exhibida una copia fiel donde debería constar la fecha de fallecimiento.
De ser así se podría (para completar la investigación) obtener también el “Acta de Defunción” en la que se establece que Charles Romuald Gardes, nacido en Toulouse el 11 de diciembre de 1890, murió en Medellín el 24 de junio de 1935.
Es cosa muy común y corriente que las publicaciones tendenciosas, cuando hablan de Gardel, no muestren jamás la copia del Acta de Nacimiento de Charles Romuald Gardes para no poner en evidencia lo que estamos comentando.
Los escribas de la Historia Oficial, para demostrar (lo indemostrable) que Gardel es francés, auto-titulándose investigadores, sin conocer nada sobre metodología de la investigación, solicitan en el Registro Civil de Toulouse una copia literaria como la que se muestra en la ilustación que sigue, en este caso, fechada el 6 de febrero de 1965.
Este, u otros certificados similares solicitados en distintas fechas, son presentados al público lector como si se tratara del “Acta de na-cimiento” del cantor. Debido a que rara vez alguien se pone a leer la escritura de esta supuesta “prueba”, y menos aún en francés. El hombre común cree que se trata de un documento importante sin sospechar, ni por asomo, que ha sido vilmente engañado.
Tras la muerte de Gardel, ni bien se le cambió la nacionalidad, fueron frecuentes los engaños, ocultamientos y falsificaciones.
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