Por aquellos años, y hasta
bien entrado el siglo XX, cuando una criatura no era reconocida por sus
padres, había dos caminos: el infanticidio o el torno. El infanticidio
llegó a ser tan grande que el Derecho Penal lo definía como: “Muerte
dada a un recién nacido por su madre o por sus abuelos maternos para
ocultar su deshonra”. Esta definición, nos da una idea bastante clara de
las cosas que ocurrían y de los motivos por los que ocurrían.
El
torno era, en cambio, una salida mas acorde con el sentido humano. Se
trataba de un dispositivo similar a una puerta giratoria (pero pequeña)
armado en madera, con un piso y un techo circulares, utilizado para
entrar bultos a los conventos sin que desde el interior se pudiera ver
al donante. Para ello, el torno, contaba con una cantidad de “aletas” o
“puertas” como para que al girar, en ningún momento quedara a la vista
la abertura en que se hallaba instalado el mecanismo. Se colocaba el
canastito con el bebé, se hacía sonar la campana y, desde el interior,
giraban el torno ingresando al bebé hasta su mayoría de edad y, algunas
veces, para toda la vida.
Debido a las circunstancias en que se
produjo el nacimiento de Carlos Gardel, los investigadores debieron
trabajar mucho durante largo tiempo con la finalidad de alcanzar a
conocer la mayor cantidad de datos y estudiarlos e interpretarlos
adecuadamente para arribar a conclusiones lo mas claras posibles de tan
sombrío origen. La total ausencia de documentos iniciales en la vida del
cantor, obligó a estudiar minuciosamente y con sumo cuidado los
testimonios dejados por aquellas personas que realmente lo conocieron e
inclusive contrastarlos con declaraciones realizadas por el propio
cantor que, aunque nunca supo con precisión cuando nació, afirmaba con
seguridad y muy naturalmente donde vio la luz por vez primera:
“Nací
aquí en Tacuarembó lo que por otra parte, por sabido, es ocioso
aclarar” dijo para el diario “La Tribuna” de Tacuarembó del 1º de
octubre de 1933.
Y, para “El Telégrafo” de Paysandú, el 25 del mismo mes y año, ante la insistencia del periodista, expresó:
“Un artista, un hombre de ciencia, no tienen nacionalidad, un cantor
tampoco, es de todos y, sobre todo, su patria es donde oye aplausos,
pero ya que insiste: uruguayo, nacido en Tacuarembó”.
Es
sorprendente, y sospechoso, que la Historia Oficial no repare en las
declaraciones que el cantor hacía al periodismo y en los documentos y
tramitaciones legales: compra y venta de inmuebles, cuentas bancarias en
nuestro país y el exterior, etc. Si el nombre Carlos Gardel, es un
seudónimo, como dice un testamento absurdo e infundado, ¿cómo es que
figura en sus documentos? o ¿cómo logró, en los Estados Unidos, por
ejemplo, tener cuentas bancarias?
Durante mucho tiempo se dijo
que Gardel ocultaba su “verdadero” origen por no haber cumplido con el
servicio militar en Francia. Pero, las nuevas generaciones de
investigadores, que observaron los hechos con mayor lucidez al no
encontrarse comprometidos sentimentalmente con el pasado, se volcaron a
averiguar, a partir de los años sesenta, cuanto había de cierto en
aquella premisa, tan difundida del “Gardel desertor” y estudiaron las
leyes y reglamentos del ejército francés de la época en que
supuestamente el cantor tenía que cumplir con el servicio militar.
Las leyes militares francesas
A comienzos del siglo XX, en Francia, el servicio militar era
“obligatorio para todos los ciudadanos aptos y residentes en su
territorio o en países vecinos” a los 18 años de edad. Es decir que la
obligación para cumplir con el servicio militar, por parte de Charles
Romuald Gardes, correspondía al año 1909. Con este dato, se le solicitó
al Consulado Uruguayo en Toulouse que informara si en el “Registro de
Reclutamiento” correspondiente a la clase 1890, de la mencionada ciudad,
figuraba Charles Romuald Gardes.
En respuesta a lo solicitado, el
vicecónsul uruguayo en Toulouse envió un informe fechado el 14 de
noviembre de 1961 diciendo que el mencionado Charles Romuald Gardes,
clase 1890, no figura en el “Registro de Reclutamiento”, observando
además que... “Desde el momento que no figura en el fichero de
reclutamiento es que no fue llamado a filas por no estar incluido en el
Censo General de la ciudad de Toulouse”.
Y no podía ser de otra
forma. Lo ilógico hubiese sido que figurara, porque el censo sólo
incluía a los residentes en Toulouse hasta 1908 que es cuando lo tenían
que citar para cumplir con el servicio militar en 1909 y Charles Romuald
Gardes vivía en Buenos Aires, con su madre, desde 1893.
El
silencio observado por la Historia Oficial, nos hace presumir que los
“investigadores” argentinos hicieron la misma averiguación y al
comprobar, ellos también, que no existió la convocatoria, prefirieron
cerrar la boca.
Las leyes militares francesas (y europeas en
general), establecían como condición necesaria para exigir el
cumplimiento del servicio militar, la residencia en territorio francés o
en países vecinos. Pero además, en todo esto, hay una cuestión mucho
mas elemental pues, si atendemos bien a lo que establecían las leyes y
tenemos en cuenta el simple hecho de que no existió la convocatoria para
cumplir con el servicio militar, el tal Charles Romuald Gardes, clase
1890, no era desertor. Para calificar a alguien como desertor se debe
tener la prueba de que existió la convocatoria o la incorporación y, a
pesar de ello, no se presentó o se fue sin que le dieran la baja, es
decir, se escapó.
De estas investigaciones, iniciadas a partir de
1960, Armando Defino se hallaba perfectamente enterado porque,
sabiéndose muy enfermo y próximo a su fin, tal vez temiendo lo que se
pudiera comentar después de su muerte, intentó deshacerse de sospechas
diciendo: “Nunca supe, porque mi discreción me impidió interrogar a
Carlos, sobre el motivo que lo llevó a alterar su nacionalidad”.
La legislación francesa establecía además que a los ciudadanos
residentes en países de ultramar se les postergaba el cumplimiento del
servicio desde los 18 años hasta un máximo de 29 años de edad. Esto
significa que Charles Romuald Gardes quedó exento de cumplir con tal
obligación a partir del 11 de diciembre de 1919, día en que cumplió los
29 años de edad. Por ello es que carece de toda lógica argumentar que
Gardel se hizo uruguayo para escapar a las sanciones que pudieran
corresponderle por eludir una obligación que tenía diferida desde 1909 y
de la cual quedaba libre a partir de 1919 cuando ni soñaba que algún
día pudiera cantar en Francia. Además, el cantor obtiene su
documentación recién en el año 1920, declarando ser uruguayo cuando ya
no existían las inventadas dificultades de la deserción.
No
obstante, la cuestión mas importante aún es que la legislación francesa
de entonces, eximía de cumplir el servicio militar a todo ciudadano que
fuese hijo único de madre viuda o soltera y, como ya se sabe, Charles
Romuald Gardes figura anotado en el acta de nacimiento de Toulouse como
hijo de Berta Gardes, soltera, y de padre desconocido. Por ello nunca
fue convocado.
Quienes desean la nacionalidad francesa para
Carlos Gardel argumentan, entre otras cosas, que el cantor llegó a
nuestro país con algo mas de dos años de edad y no tenía por qué conocer
las leyes militares de Francia y, ante el estallido, en 1914, de la
primera gran guerra, por las dudas, se cambió la nacionalidad. Quienes
ésto argumentan, si no ignoran la historia y evolución de la sociedad en
el Río de la Plata, sencillamente mienten a sabiendas. En efecto, todos
los extranjeros que habitaban nuestro país se hallaban muy preocupados e
interesados por las leyes de sus países de origen al estallar la
primera gran guerra europea y esto era el tema de conversación
cotidiana, especialmente, entre quienes habían llegado a nuestro país de
muy pequeños y no sentían ninguna inclinación por participar en
semejante contienda. Hasta los más incultos trataban de informarse si es
que podían o no ser obligados a pelear por su país natal. Por ello,
nuestro gobierno, para evitar el caos social (no olvidemos que por
entonces la mayor parte de la población de la ciudad de Buenos Aires era
extranjera y de origen europeo) dejó bien claro que el poder ejecutivo
no iba a intervenir en la decisión que cada cual tomara. De manera que
argumentar semejante tontería significa creer que Carlos Gardel era poco
menos que un botarate al desconocer (si es que era francés) las leyes
de su país en una situación tan particular como la que se estaba
viviendo y de la que todo el mundo hablaba.
Cabe ahora plantearse
que si, como lo pretende la Historia Oficial, el cantor necesitaba
esconder su hipotética nacionalidad francesa y vivía en Buenos Aires
donde había comenzado a desarrollar la parte mas importante de toda su
carrera ¿por que motivo entonces, no se declaró argentino?...
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