La ley 1420
En marzo de 1887, Charles Romuald Gardes, con seis años de edad, es inscripto en primer grado en la “Escuela Superior de Niñas Nº 1” de la ciudad de Buenos Aires, ubicada en Talcahuano 678 (casi Viamonte). Hoy esa escuela lleva el nombre de Nicolás Avellaneda.De acuerdo a las normas vigentes en aquella época en Buenos Aires, los varones podían cursar en las “Escuelas de Niñas” hasta cuarto grado o hasta los diez años de edad; cuando uno de estos dos hechos ocurría, se tramitaba el pase del jovencito a una escuela de varones. Esto se debía a que la cantidad de varones que estudiaba era mucho mayor que la cantidad de mujeres y, en consecuencia, mientras en las escuelas de varones no había vacantes suficientes, en las escuelas de mujeres sobraban. Esta situación tenía mucho que ver con el pensamiento de la época según el cual, no era necesario que la mujer estudiara. De esta forma, los varones anotados a último momento, cuando ya no había más vacantes en sus escuelas, podían cursar hasta el cuarto grado en las escuelas de niñas donde siempre había vacantes. Esta medida, tendiente a solucionar la falta de escuelas debido al rápido aumento de la población por la gran afluencia de inmigrantes, fue, en un principio, muy resistida por mucha gente que entendía que ambos sexos debían estar separados, y se consideraba una inmoralidad que el mismo gobierno propusiera semejante “indecencia condenada por la ley”.
Sin embargo, hacía ya casi tres años que estaba en vigencia el artículo 10 de la Ley 1420 (del 8 de julio de 1884) que establecía:
“La enseñanza primaria para los niños de 6 a 10 años de edad se dará preferentemente en clases mixtas bajo la dirección exclusiva de maestros autorizados”.
De manera que nada había fuera de la ley sino que se trataba de una nueva tendencia (muy resistida al comienzo) que consistía en que ambos sexos compartieran el nuevo sistema educativo que logró imponerse sin objeciones recién después de 1940.
Charles cursa primer grado
Se conserva una planilla de la “Escuela Superior de Niñas Nº 1” (Talcahuano 678), en la que constan los resultados del examen general efectuado durante el mes de diciembre de 1897, sin mención del día, o los días, en que el examen se llevó a cabo.
En el mencionado documento figuran la señorita Susana Cassinelli como Directora del establecimiento. Esta planilla es la segunda hoja de una lista de 67 alumnos del primer grado B, siendo su maestra la señorita Carmen Alegri, y en ella figuran inscriptos 9 alumnos que van anotados con los números 59 al 67, figurando con el Nº 61 Carlos Gardes, de 7 años de edad (recién cumplidos) y con nueve meses de permanencia en la escuela; esto significa que el mencionado alumno concurrió al establecimiento en forma regular durante todo el transcurso del período lectivo correspondiente al año 1897.
Aparecen, en esa planilla, las “calificaciones” de conducta y aplicación y la “clasificación” del alumno. La “clasificación” corresponde a la “clase” de alumno y la calificación, a la “calidad”.
Formas de evaluación
Básicamente el alumnado se dividía en siete “clases” y cada una de ellas tenía un nombre: malo, regular, bueno, muy bueno, excelente, sobresaliente y distinguido. Este alumno mereció la clasificación de “distinguido” lo que confirmaría que no se trataba de Carlos Gardel.
La “aplicación al estudio” se “calificaba” con números de 0 a 10 (del mismo modo que en la actualidad) y, según el documento que estamos comentando, la aplicación de este niño mereció 9 puntos con lo que se confirma nuevamente que no se trata del niño uruguayo, es decir, del futuro cantor. En el mismo casillero, y antes que la aplicación al estudio, se encuentra evaluada la conducta.
Esto es algo que ha desorientado a los investigadores debido a que la conducta aparece evaluada como 1 (uno), que corresponde a la peor del grado, pareciendo contradecir todas las apreciaciones anteriores. Es evidente que resulta imposible que un alumno con nueve puntos en aplicación y con notas elevadas en todas las materias durante todo el ciclo primario pueda ser el peor del grado en conducta.
Se trata de algo carente de lógica y es un misterio que ha quedado sin develar. A punto tal que muchos investigadores no hacen referencia a este asunto prefiriendo pasar por alto la existencia del documento porque la planilla con estos datos, además, no está avalada por firma alguna.
Otros estudiosos señalan que al finalizar 1897, en otro registro de la “Escuela Superior de Niñas Nº 1” figura Charles Romuald Gardes, de 7 años, integrando una lista de 62 escolares de los cuales 50 son niñas y 12, varones. Es posible que estos 62 alumnos hayan sido sólo los aprobados en el “Examen General” del mes de diciembre de los 67 de la lista anterior y de la que sólo se conoció la segunda hoja.
Debemos tener en cuenta que este niño nada tenía que ver con el que luego sería el cantor uruguayo Carlos Gardel y que seguimos sus huellas para dejar bien en claro que se trata de dos personas distintas. Pues, para la misma época en que Berta cuenta que “Carlitos” se fue a Uruguay, su hijo, el francés, aparece cursando el primer grado primario en Buenos Aires.
Gardel continúa en el Uruguay
Durante el transcurso del año 1898, al parecer, Charles no concurre a la escuela. Se desconocen los motivos de esta posible deserción. Hasta el momento no se halló documento o testimonio que pueda demostrar su asistencia a clase a lo largo de dicho año.
Mientras tanto, ese mismo año, en Montevideo, a unas pocas cuadras del conventillo abandonado en el que Gardel se afincó, esto es en la calle Isla de Flores Nº 177 (si es que aún existe en la actualidad Nº 1174), entre las calles Cuareim e Ibicuy, en una casa donde habitualmente solían reunirse payadores y guitarreros, Gardel conoce al payador Arturo Navas por quien tiene una gran admiración, ya que sobresalía del común de los troveros de su tiempo debido a sus condiciones como cantor y a su voz cargada con ciertos matices un tanto abaritonados.
La tonalidad rioplatense
Por aquellos años, el canto popular en el Río de la Plata, entre sus más destacadas características, contaba con una gran preponderancia del registro de tenor debido a que en la llanura, al hallarse el hombre la mayor parte del tiempo en espacios abiertos, se habla en voz alta, lo que da la entonación muy propia del gaucho rioplatense. El gaucho, en general, no tenía una voz que contuviera matices con tonalidades bajas o graves, es decir, no tenía una voz “gruesa”. Los gauchos de voz grave, comenzaron a surgir, una vez iniciado el siglo XX, en las representaciones teatrales. Luego de 1930, cobraron gran difusión en las novelas radiales y en el cine sonoro. Durante esta época (décadas de 1930 y 1940), en la que culturalmente comienza el alejamiento entre el campo y la ciudad, se consolida, la irreal peculiaridad de representar al gaucho con voz grave.
Arturo Navas
Hacia fines del siglo XIX, era necesario ser un artista de muy buena calidad para que fuese aceptada una voz con matices de registro de barítono o graves más acentuados que lo habitual, en el canto popular. Arturo Navas, con su arte y su voz particularmente cargada con dichos suaves matices, sin pretenderlo, le señaló a Gardel el rumbo a seguir en el canto rioplatense. Y es precisamente este payador el que, por entonces, comienza a enseñarle al adolescente Carlos Gardel los secretos del canto criollo y algunos acordes para acompañarse con la guitarra.
Navas había nacido en Montevideo el 1º de mayo de 1876 y tenía 22 años de edad cuando, ya con cierto renombre y prestigio, se encuentra con el joven Gardel en 1898. “Carlitos”, un adolescente de 14 años, lo toma como modelo y ejemplo. Y es a partir de allí que nuestro personaje decide andar los caminos del canto criollo rioplatense y, de hecho, se transforma en el continuador de la escuela de Arturo Navas desarrollándola en tal forma que trascendió su propio tiempo y aún continúa vigente.
Claudio González
Muchas evidencias sobre las andanzas de Carlos Gardel en Uruguay durante esta época, se deben al oriental Luis Villarrubí, maestro y estudioso de la cultura rioplatense que, a fines del siglo XIX, fundó en Tacuarembó la “Sociedad Uruguaya Criolla Elías Regules”.Contaba Luis Villarrubí (por entonces conductor de diligencias y cuarteador de volantas en la empresa de transportes de pasajeros de Escayola) que, entre 1898 y 1899, Gardel en Uruguay cantaba a dúo con un joven que la Historia ha olvidado. Coincidiendo con Luis Villarrubí, doña Tomasa Leguisamo, declaró que por esta época Carlos Gardel, formaba dúo “con un tal Claudio González”.
Charles cursa 2º grado
Mientras tanto en Buenos Aires, Charles cursa el 2º grado, según un Certificado del Consejo Nacional de Educación, fechado el 15 de noviembre de 1899, que Armando Defino donó, con pertenencias del cantor, al Instituto Nacional de Estudios de Teatro. Es decir que Armando Defino entregó varios efectos personales del gran cantor uruguayo, junto con un certificado escolar del hijo francés de Berta como si hubiesen pertenecido a una misma persona: a Carlos Gardel.
Armando Defino, en su libro “La verdad de una vida”, publica una nota de recibo y agradecimiento de aquellas pertenencias fechada el 8 de septiembre de 1943 firmada por José Antonio Saldías donde, entre otras cosas figura el mencionado... “Certificado de promoción de 2º grado del Consejo Nacional de Educación, noviembre 15 de 1899”.
El mencionado documento, no informa en que establecimiento educativo ocurrió el hecho; pero el investigador Héctor Julio Cantón ubicó el establecimiento y obtuvo otro certificado que asegura que…
“Habiendo el alumno Carlos Gardes cursado en la Escuela Elemental Nº 2 de este distrito el grado segundo y rendido examen de las ramas que comprende, mereciendo la calificación de bueno se le extiende el presente certificado de promoción que le servirá de título para ingresar en el grado inmediato superior”.
Esta escuela, del 6º Distrito del Consejo Nacional de Educación, se hallaba ubicada en la calle La Rioja N° 1845 y, para aquella época, representaba una enorme distancia del domicilio del niño debido al escaso desarrollo de los medios de transporte en aquel tiempo. Charles, vivía por ese entonces, en casa de doña Rosa Carrol de Vacca situada en Corrientes, entre Paraná y Uruguay y, salvo en el caso de que para el año 1899 doña Rosa se hubiera mudado, cuesta entender como hizo ese niño de 8 años para cubrir dos veces al día una distancia que para esos años, sin medios de transportes adecuados, resultaba ser muy extensa. Es este otro misterio más en la vida de Charles, más aún si se tiene en cuenta que por entonces muchísima gente nacía, vivía y moría en su mismo barrio sin haber conocido otro.
1900 - El fin del mundo
Finalizado el período escolar, según las propias declaraciones realizadas por Berta para la revista “Sintonía” del 23 de julio de 1938, Charles y su madre se embarcan rumbo a Francia con el objeto de visitar a sus familiares en Toulouse, y pasar junto con ellos las fiestas de fin de año. Lo más probable es que Berta haya decidido recibir junto a los suyos al nuevo año porque éste tenía connotaciones muy particulares, pues masivamente se creía que junto con el año 1900 llegaba “la fin del mundo” como vulgarmente se decía en medio de una psicosis colectiva de la cual recuerdo que todavía hablaban algunas personas mayores en la década de 1940.
Ante esta supersticiosa y fuertemente arraigada creencia, muchos inmigrantes, antes de finalizar el año 1899, comenzaron a retornar hacia sus lugares de origen. De acuerdo con las estadísticas de la época, en los dos últimos meses de ese año partieron de Buenos Aires poco más de 15.000 inmigrantes, hacia sus países de origen. Fue ésta, la más alta cifra registrada de inmigrantes que retornaron en tan breve lapso (sólo dos meses) a sus países. Entre los que no podían viajar, generalmente por cuestiones económicas, surgió el resignado y conocido comentario: “para morir, cualquier lugar es bueno”.
Es perfectamente viable que Berta Gardes, influida por el ambiente que se vivía en Buenos Aires (y supongo que en muchas otras partes del mundo), sumado al deseo de visitar su lugar de origen, no sólo haya decidido viajar a Europa sino además hacerle tomar la primera comunión a su hijo Charles, hecho que tuvo lugar en Laubade, localidad vecina a Toulouse.
Por causa de aquella generalizada creencia acerca de “la fin del mundo”, tanto en el continente americano como en Europa, durante el mes de diciembre de 1899 se multiplicaron en forma alarmante los suicidios. Y no es de extrañar que ante ese clima de temor (e incluso ante la posible insistencia de sus familiares) Berta haya decidido quedarse en Francia puesto que no hay noticias de su presencia en Buenos Aires hasta comienzos del año 1901.
La razón de este viaje no es una especulación lejana a la realidad que se estaba viviendo en aquel momento puesto que la psicosis colectiva era muy grande y no hay motivo alguno para suponer que Berta fuese una excepción ya que se encontraba en la misma situación que la gran mayoría de los inmigrantes que partieron hacia Europa al aproximarse el fin del año 1899.
Gardel en Valle Edén
Mientras tanto, desde Montevideo, Carlos Gardel se va hasta el Departamento de Tacuarembó. Corría el año 1899 y el cantor, con alrededor de 16 años, andaba cantando por el pago de Tambores y lo llamaban “el zorzalito” según el testimonio de Tomasa Leguisamo.
El apodo “Zorzalito” no es una ocurrencia casual; aquella región se destacó siempre, por la gran cantidad de zorzales que allí habitan, e inclusive, en algunas épocas, llegaron a ser una verdadera plaga.
La localidad de Tambores, se encuentra ubicada, aproximadamente, a unos 15 Km. al Suroeste de Villa San Fructuoso. En línea recta, y entre ambas, se encuentra la localidad de Valle Edén, a sólo 5 Km. de Tambores y 10 de San Fructuoso (las distancias las he calculado mediante mapas, de manera que puede haber errores).
Este “retorno a Tacuarembó” el cantor lo realizó por su propia cuenta y determinación, y esto es un hecho muy, pero muy significativo pues nos indica que cuando lo sacaron de esa zona, ya tenía uso de razón y sabía perfectamente que era nacido en aquellos pagos.
Es importantísimo tomar en cuenta este detalle elemental debido a que muchos autores afirman que Gardel era un bebé cuando lo retiraron de Tacuarembó. Sin embargo, cuando alguien vuelve por su propia cuenta y, por sobre todas las cosas tan joven, al lugar en que nació, significa que allí echó raíces, es decir, vivió el tiempo suficiente como para ver y oír cosas que le quedaron grabadas en el alma para el resto de su vida. Tengamos en cuenta que cuando una persona es sacada de su lugar de origen aún sin uso de razón, si retorna, lo hace ya adulta y después de una larga elaboración intelectual, nunca en la primera oportunidad que se le presenta y menos aún si no se lo educó en un hogar en el que se le inculcara el amor por el terruño.
En Tambores, Gardel se aloja en el paraje “Laureles del Queguay”; allí viven tres de las cinco hijas del segundo matrimonio de Elodina Escayola, la hermana menor del Coronel, que había enviudado de su primer marido. Las muchachas tienen allí un almacén con despacho de bebidas, salón de baile y sala de juegos. Gardel canta en ese lugar y mantiene buena relación con sus primas: Amanda, Manuela y Elodina.
Gardel visita a Escayola
Después de varias semanas viviendo de las propinas que recibía de los parroquianos, “Carlitos” se larga a andar con rumbo a San Fructuoso con el propósito de pedirle ayuda a su padre. Éste lo recibe de muy mala gana aunque acepta darle una mano. La ayuda consiste en que Clelio Oliva, el cuñado de Escayola y director del diario “El Heraldo”, le enseñará al cantor el oficio de tipógrafo así, para cuando regrese a Buenos Aires podrá trabajar ejerciendo dicho oficio.
El día 11 de julio de 1960, la revista “Platea”, de Buenos Aires, publica una entrevista a Esteban Capot (amigo de la infancia del cantor). Cuando el periodista lo interroga acerca de si Gardel, antes de triunfar como cantante, tenía alguna profesión, Capot responde rápidamente:
“Sí, era tipógrafo”.
Luego al indagar si había trabajado alguna vez como tipógrafo, contesta:
“Sí, en la imprenta de Cúneo”.
Esta imprenta (en la que, según Berta, trabajaría luego Charles), tenía por nombre “An bon marché” y estaba instalada en la calle Florida; en ella se imprimía el periódico “El Heraldo” del que Clelio Oliva, según ya hemos dicho, era su director en San Fructuoso.
El regreso de Charles
Al comenzar el año 1901, llegan a Buenos Aires, procedentes de Europa, Berta Gardes y su hijo Charles quien, de esta forma, conoció y trató, durante todo el año 1900, a los familiares de la ciudad de Toulouse, según se desprende de las declaraciones de la propia Berta para la revista “Sintonía” del 23 de julio de 1938, escrita por su redactor Floreal Fernández Raja. Entre otras cosas, Berta dijo que llevó a su hijo Charles a Francia para visitar a sus familiares y, además, para que tomara la primera comunión, hecho que, como dijimos con anterioridad, tuvo lugar en Laubade, pueblo vecino a Toulouse.Al parecer, esta estadía en Francia durante todo el año 1900, no le permitió a Charles continuar con sus clases de nivel primario ya que no existen certificaciones ni testimonios de ningún tipo que, de alguna forma, puedan indicar su paso por algún establecimiento educativo de Francia.
Los hermanos Traverso
Para la época en que Berta Gardes y su hijo Charles llegan de regreso a Buenos Aires, retorna también Gardel, de su larga aventura por Uruguay. Se ignora donde se alojó el cantor a quien, algunos amigos, lo encontraron cantando por los cafés y despachos de bebidas de distintos lugares de la ciudad, muy especialmente, en el café O’Rondeman, del Mercado de Abasto, regenteado por los hermanos Traverso.Constancio Traverso, el mayor de los hermanos, nacido en 1867, era el hombre de confianza del doctor Benito Villanueva (1854-1933), abogado y hombre de negocios en la ganadería argentina, fue tres veces Diputado de la Nación Argentina por Mendoza, dos veces Senador de la Nación Argentina, Director del Ferrocarril Central Córdoba, Presidente del Frigorífico La Blanca, Director del Banco Hipotecario Nacional y Director del Banco Provincia de Buenos Aires.
Constancio Traverso estuvo durante mucho tiempo al frente del comité conservador que se hallaba ubicado en la calle Anchorena N° 666, al lado del Mercado de Abasto; en ese lugar fueron velados sus restos cuando falleció, el 31 de agosto de 1917, a los 50 años de edad.
José Traverso, apodado “Cielito”, había comenzado a forjar una gran amistad con Gardel y, debido a un asesinato, fue desterrado a la República Oriental del Uruguay donde hizo pareja con una de las primas del cantor.
Luis Traverso, el tercero de los hermanos, apodado “Yiyo”, era conocido también como Alberto y ejercía la función de encargado del café O’Rondeman. Este establecimiento se hallaba ubicado en la calle Laprida (luego Agüero) N° 254, lugar en el que Luis murió el 22 de julio de 1923. Fue gran amigo y protector del cantor.
Félix Traverso, al que apodaban “Felicín”, era el menor y el más problemático de los hermanos por los enredos que tuvo con la policía a causa de los numerosos muertos y heridos que produjo con su carácter agresivo.
Y cuatro hermanas: Luisa, Florinda, Benedicta y Palmira.
Un hecho de sangre
Finalizando el año 1901, un hecho de sangre sacudió al salón de baile “El Tambito” y el 23 de diciembre de 1901 el diario “La Prensa” de Buenos Aires se refirió al suceso en estos términos:“Juan Carlos Argerich había salido de paseo la noche anterior con dos amigos y entró en la medianoche del día siguiente al café y quiosco del cruce de la avenida Sarmiento y Vieytes, propiedad del señor Aquiles Giardini. Les pidió a los músicos que tocaran un determinado tango, música sólo interpretada en algunos salones por entonces, y al contestársele que no podían ejecutarlo, se enfureció, los insultó, les tiró una copa y luego botellas y sillas, etc. Y que al retirarse, al cuarto de hora, lo hizo diciendo en voz alta: “¡El que sea hombre que me siga!”. Fue entonces que se produjo una batahola, el provocador cayó al suelo, en cuya circunstancia recibió una puñalada en el hipocondrio izquierdo”.
En términos más simples, la puñalada entró por el lado izquierdo de la parte superior del vientre.
Por su parte, el diario “La Nación” de Buenos Aires dio la noticia expresando que Juan Carlos Argerich fue internado en el Hospital Norte sin que aún se conociera la identidad del heridor. El “Vidalita” Argerich, de 21 años, víctima del no menos célebre “Cielito” Traverso, murió días después.
El 28 de diciembre, el diario “El Tiempo” de Buenos Aires anuncia que el homicida, una vez detenido fue condenado a prisión.
Según hemos comentado oportunamente, “Cielito” era uno de los cuatro hermanos que regenteaban un comité conservador y poseían además el café O’Rondeman donde solía cantar Gardel. Cuando se comprobó su culpabilidad y fue condenado a prisión, sus familiares comenzaron a mover sus influencias políticas.
El destierro de “Cielito”
En cada visita que le hacían a la cárcel, “Cielito” pedía a sus familiares y amigos que tramitaran su libertad políticamente. En 1904, próximo a las nuevas elecciones, su hermano Constancio Traverso encaró al Dr. Benito Villanueva para exigir la libertad de su hermano preso. Las condiciones impuestas eran claras:“O largan a mi hermano o me vuelco al otro partido”.
Obviamente, “el otro partido” era el Radical.
La influencia de Constancio Traverso, debido a la enorme cantidad de votos fraudulentos que lograba obtener a favor de los conservadores, seguramente habría de ser muy grande porque el Dr. Villanueva, durante muchos años Presidente del Senado, decidió entrevistarse con el Presidente de la República, el general Roca, para tratar el tema.
El general Roca, conocedor de los valores políticos de los hermanos Traverso para conseguir votos fraudulentos y contribuir a la victoria del Partido Conservador, después de muchos cabildeos, le conmuta al homicida la pena de prisión por el destierro.
Logrado esto, Carlos Gardel acompaña a José “Cielito” Traverso hasta el Departamento de Tacuarembó para darle alojamiento en la casa de sus primas.
Recordemos que estas primas son tres de las cinco hijas de Elodina Escayola (la hermana menor del Coronel) que vivían en el paraje “Laureles del Queguay”, en la localidad de Tambores, distante unos 10 Km. al Suroeste de Valle Edén y 30 Km., en la misma dirección, de Villa San Fructuoso (hoy ciudad de Tacuarembó). Estas muchachas, Amanda, Manuela y Elodina, tienen instalado allí un almacén de campaña con despacho de bebidas, pista de baile y sala de juegos.
Establecido allí, Traverso se enamora de Amanda. Otros historiadores afirman que “Cielito” Traverso y Amanda ya estaban relacionados sentimentalmente y que por ello el cantor pidió alojamiento para su amigo. Lo cierto es que Amanda y “Cielito” forman una pareja estable y, hacia el año 1905, se radican en la zona céntrica de la ciudad de Montevideo.
Tras muchas aventuras y enredos policiales en Uruguay, José “Cielito” Traverso murió en Santa Ana do Livramento, Brasil, a pocas cuadras del límite con el Departamento de Rivera, en el Norte uruguayo, el 8 de julio de 1921 a los 47 años de edad. Amanda se casó luego con el actor español Ricardo León y se radicó en Barcelona, donde Gardel, ya famoso, la visitaba cuando actuaba en España ya que, como veremos oportunamente, las grabaciones de los discos españoles, el cantor las efectuaba en Barcelona.
El retrato de Charles
En 1901 (algunos historiadores aseveran que este hecho ocurrió un año antes), a Charles Romuald Gardes le es tomada una fotografía que doña Berta hizo ampliar y conservó enmarcada en un óvalo y colgada en la pared del dormitorio, en el domicilio de la calle Jean Jaures 735, sobre la cabecera de su cama. En aquel retrato se puede observar al mencionado Charles como a un niño de unos diez años de edad.
Después de la muerte de Carlos Gardel, erróneamente, doña Berta permitió a la prensa que publicara aquella fotografía, pues, confundida y desorientada, cuando le pidieron un retrato infantil de “su hijo”, la anciana, olvidando que le hablaban del cantor entregó el retrato de Charles. Luego, con la única pretensión de disimular el error (para que no quede al descubierto el fraude), seguramente por consejo de Armando Defino, doña Berta no sólo no dijo nada sino que continuó afirmando que ese niño era Gardel. Esta fotografía, aún en la actualidad, se la puede hallar publicada en libros y revistas como perteneciente a la imagen del cantor en su niñez. Sin embargo, se puede apreciar fácilmente que no existen en ese rostro, rasgos que permitan asociar la imagen de ese niño con Carlos Gardel.
El investigador Erasmo Silva Cabrera no se conformó con la simple observación y valoración personal del retrato. Aunque no le cabían dudas al respecto, prefirió darle a los resultados del examen de aquel rostro un respaldo legal y, para ello, sometió la fotografía en cuestión (perteneciente a Charles) a un peritaje policial junto con la fotografía del año 1893 donde aparece Gardel niño entre un grupo de escolares en la escuelita de Montevideo. La conclusión fue terminante: se trata de dos niños diferentes. El resultado obtenido del peritaje realizado sobre ambas fotografías, por especialistas en la materia, pertenecientes a la Policía de Montevideo, dice textualmente:
“Uno, el del cuadro ovalado, es de tez pálida, cráneo ovoide, labios finos y cabellos y orejas distintos a las del otro”.
Refiriéndose luego a la fotografía del grupo escolar, el informe agrega:
“El del núcleo, (tiene) cara y cabeza bombé, labios gruesos. Dese-mejanza en las barbillas, ya que una es puntiaguda y la otra oval. Por los rasgos que presentan los niños, podemos afirmar que se tra-ta de dos personas distintas”.
No era necesario ser un experto perito policial para poder apreciar que una de las fotografías muestra claramente los rasgos que desarrollaría el cantor y que aún en plena adultez serán fácilmente notables mientras que la otra foto, la del cuadro oval que colgaba de la pared en la habitación de doña Berta, pertenece a otra persona.
Para evitar que alguien pudiera decir o sospechar que las imágenes no fueron juzgadas con la debida imparcialidad, esas mismas fotografías, fueron también sometidas al peritaje de la Policía Federal Argentina y el veredicto, adelantado verbalmente por el comisario Juan Gaffuri, al recibir las fotos, fue coincidente con el de la Policía del Uruguay:
“Se trata de dos rostros morfológicamente diferentes”.
Sin embargo, todavía hoy quedan supuestos estudiosos que, tal vez, considerándose más capaces y autorizados que los peritos policiales de ambos países, continúan publicando las dos fotografías como pertenecientes a una misma persona. Incluso, han retocado el retrato perteneciente a Charles con la esperanza de obtener algún parecido con los rasgos del cantor.
No se conocen otras fotografías de Charles (al menos con la claridad de esta) posiblemente porque Armando Defino se ha esmerado en hacer desaparecer todo rastro del mismo. Esta circunstancia afirma aún más la convicción de que Berta, con más de 70 años de edad (y en aquella época), realmente cometió un grave error al entregar a la prensa la fotografía de su verdadero hijo cuando el periodista, creyendo de buena fe que Berta era la madre de Gardel le solicitó “alguna foto de su hijo en la infancia”.
(CONTINUARÁ)
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