BREVE HISTORIA DE LA HABANERA
Al promediar el siglo XIX aparece en Montevideo y Buenos Aires un género musical conocido con el nombre de habanera. Esta danza-canción, de origen cubano, llegó traída por los marineros (en su gran mayoría mulatos) de la mencionada isla caribeña después que España reconoció ampliamente la independencia de los nuevos países del Río de la Plata, lo que permitió el inicio de las normales actividades comerciales del tasajo y el charqui entre los puertos de ambas márgenes del Plata con Cuba que continuaba siendo colonia española.
Tanto el tasajo como el charqui eran el resultado de un proceso destinado a la conservación de las carnes en la época en que aún no existía la posibilidad de crear u originar frío, es decir cuando no había heladeras… Las carnes charqueadas se conservaban por un tiempo, estacionadas en lugares no húmedos y protegidas del mosquerío y no eran otra cosa que una manera natural de deshidratarlas dejándolas secar al sol, para volver a hidratarlas mediante el simple proceso de remojarlas antes de cocinarla.
Debido a que el charqui tenía una vida limitada, no rendía grandes utilidades para el comercio. Esta circunstancia determinó la aparición de saladeros para proveer de tasajo (carne salada) a la gran población de esclavos que España tenía en Cuba.
Los primeros saladeros aparecieron en el actual territorio uruguayo y como requerían muy poca inversión rápidamente se fueron multiplicando. Uno de los saladeros más importantes fue el que se instaló en el barrio de Montevideo conocido como La Teja que, durante la segunda mitad del siglo XIX, llegó a faenar 1.200 vacunos por día. Y ya hacia 1870 había 21 saladeros en todo el territorio uruguayo ocupando a casi 7.000 personas.
Al mismo tiempo, el número de saladeros que funcionaban en las inmediaciones de la ciudad de Buenos Aires, al promediar la segunda mitad del siglo XIX eran 20 y ya en la década de 1890 pasaban de 40.
Todos los marineros que iban y venían entre Cuba y las capitales del Río de la Plata concurrían para divertirse a locales portuarios donde bebían, cantaban y bailaban. La mayoría de aquellos locales, tanto en Montevideo como en Buenos Aires, eran prostíbulos y la gente lugareña se mostró, desde un primer momento, muy entusiasmada con la danza habanera.
Lo cierto es que durante la segunda mitad del siglo XIX, la habanera se impuso rápidamente en el gusto popular de ambas capitales del Plata manteniendo una gran difusión hasta finales del siglo y compitiendo en popularidad con la, por entonces, novedosa danza del lugar: el tango. Luego, durante el transcurso de la primera década del siglo XX se inicia la decadencia de la habanera en el gusto popular cautivado por el tango, aunque, como veremos, se continuaron cantando algunas habaneras hasta alrededor de 1930.
La habanera tuvo gran influencia en la formación del tango que se había comenzado a gestar en el Río de la Plata a fines del siglo XIX.
La difusión, a nivel mundial, de la habanera se debe al compositor español Sebastián de Iradier (1809-1865) cuando, después de vivir, desde muy jovencito, en Cuba, retornó a España donde dio a conocer muchas habaneras de su autoría siendo una de las más difundidas la titulada “La paloma”, que editó en España en 1840 y que ha llegado hasta nuestros días. Esta habanera, grabada por Libertad Lamarque, es la que ilustra la presente publicación para que podamos examinar la similitud entre la marcación rítmica de esta danza cubana y los tangos rioplatenses de la primera época, cuando aún, ambas capitales del Río de la Plata conservaban la influencia de la cultura afro e inconscientemente la expresaban, entre otras cosas, a través de la música. Si bien el ritmo, en general, es bastante más lento que el de los viejos tangos obsérvese la semejanza que tiene con el tango-milonga de la primera época (1880 a 1910).
La difusión que tuvieron en España las habaneras compuestas por Sebastián de Iradier (1809-1865) en una época en que era muy frecuente el analfabetismo en el pueblo y no había ningún medio de comunicación ni siquiera parecidos o rudimentarios como los que hoy conocemos (el disco, el cine, la radio, la televisión, etc, etc.), contribuyó a que su difusión, solamente estuviera a cargo de músicos y cantores del bajo pueblo que por lo general ignoraban quien era el autor de la obra que difundían.
El hecho es que se llegó a creer que se trataba de obras del folclore español y que incluso la mayoría de ellas eran anónimas.
Una de esas obras titulada “El Arreglito”, en medio de esa creencia generalizada, fue tomada por el compositor francés Georges Bizet (1838-1875) quien la incluyó en su célebre ópera “Carmen” de cuatro actos estrenada en París el mismo año en que el prestigioso compositor falleció, en 1875 (diez años después que Iradier).
Se supo luego que no se trataba de una habanera anónima sino que era una de las tantas que compuso Sebastián de Iradier. Y el mismo Geoges Bizet alcanzó a declarar que él la tomó para incluirla en su ópera creyendo que se trataba de una pieza musical anónima del folclore español.
La habanera “El Arreglito” había sido editada por su autor, Sebastián de Iradier, en 1840 con el subtítulo de “Canción Habanera” siendo ésta la habanera más antigua que se haya publicado.
Por las referencias de distintos investigadores se sabe que Iradier era un hombre con fama de generoso, de espíritu aventurero, algo donjuanesco y muy pulcro y elegante para vestir, no en vano le llamaban el dandi vasco; tenía además un carácter muy simpático y una gran habilidad para las relaciones públicas, que aprovechaba para arrimarse a las personalidades más destacadas de su tiempo, tanto del arte y de la cultura, como de aquella gente habituada a tratar con las altas esferas de la sociedad. Sabía aprovechar las oportunidades que se le ofrecían para explotar su producción y era quizás un poco presuntuoso para dar la impresión de valer más de lo que realmente valía.
Su editor en París le recomendó (desconozco el motivo) cambiarse el apellido a Yradier, con “i griega”, como decimos acá en el Río de la Plata, o con “ye”, como dicen en otros países como es el caso de Venezuela, por ejemplo.
Por tal motivo aparece en muchas publicaciones mencionado de las dos maneras (Iradier o Yradier).
“La Paloma” y “El Arreglito” fueron sin duda las habaneras que hicieron enormemente popular a ese género musical en todo el mundo.
Para finalizar les dejo la habanera “El Arreglito” que fue incluida en la ópera “Carmen”, de ambiente español, por Georges Bizet, en este caso, según la interpretación que María Callas realizó en 1962. Me parece importante destacar (como lo hice en la entrega anterior) la notable marcación rítmica que, a pesar del lirismo y la lentitud de la obra, conserva en forma notable la marcación que usarían luego los tangos de la primera época en el Río de la Plata.
La habanera fue el primer género musical con canto que apareció en La
Habana y se extendió por el mundo fundamentalmente debido a la enorme
importancia que adquirieron las composiciones de Sebastián de Iradier de
quien hoy se puede afirmar, sin duda alguna, que este importante músico
fue el padre de la habanera. Ningún otro compositor ha dado a conocer
habaneras que tuvieran la fama y la popularidad como la que tuvieron las
suyas a pesar del gran prestigio y calidad de otros muchos compositores
que abordaron el género.
En 1932 Gardel filma en los estudios Paramount de Joinville (París) la película “Espérame” en la que también interviene Justo Ángel Azpiazú (1893-1943), un compositor y director cubano muy famoso que dirigía una importante orquesta típica de Cuba conocida popularmente como la orquesta Don Azpiazu (sin el acento en la u).
Esta orquesta fue muy célebre y admirada en América y Europa durante las décadas de 1920 y 1930.
La película “Espérame”, en la que intervino Carlos Gardel, llevaba música compuesta por el cantor, por Marcel Lattes (un pianista francés fallecido en el campo de concentración de Auschwitz) y por el músico cubano Justo A. Azpiazú.
En la mencionada película Gardel canta, entre otras cosas, una habanera de Azpiazú acompañado por la Orquesta Típica Cubana que el mismo dirigía.
Por aquella época el tango ya había triunfado ampliamente en el gusto del público francés y era en Paris dueño y señor. Muchos músicos de otros pueblos de la América latina llevaron sus ritmos también con el objeto de imponerlos, siendo, de todos ellos, los músicos cubanos los más afortunados que lograron imponer la música de su tierra.
El enorme éxito de la Orquesta Típica Cubana Don Azpiazú fue lo que motivó a Gardel y a sus colaboradores a incluirlo en la película con su orquesta.
Si bien muchos músicos cubanos ya estaban actuando por Europa, Azpiazú fue el primero en lograr un éxito realmente resonante llevando una orquesta compuesta por más de 10 músicos con ropas coloridas que tocaban trompetas, trombones, saxos, tuba, piano, bajo y percusión típicamente cubana junto con otros instrumentos -maracas, claves, güiros, bongós, timbales- que para el público europeo resultaban exóticos.
El éxito de Azpiazú y su orquesta dio lugar al inicio del gusto popular por la música de Cuba, especialmente por la rumba que fue un verdadero furor durante los años de la década de 1930, al extremo de que muchas orquestas en Nueva York agregaban la palabra Habana a sus nombres, abriendo de esta manera el camino al famoso músico Xavier Cugat (1900-1990) que cambió su orquesta típica de tango por una orquesta típica de música cubana.
Para ilustrar esta publicación me hubiese gustado hacerlo con la versión que Gardel dejó en el film “Espérame” con el acompañamiento de la orquesta cubana de Azpiazú, pero la banda sonora de la película está demasiado deteriorada y me pareció más adecuado recurrir a la grabación que el cantor realizó para el disco en 1933 con la orquesta de Alberto Castellano.
Esta grabación la conocí en 1958 y desde entonces, a través de tantos años, se continúa anunciando en las etiquetas de los discos y en los catálogos que esto que vamos a escuchar es una rumba cuando en realidad se trata, sin lugar a dudas, de una habanera.
Considero muy importante volver a señalar no sólo la lentitud de la obra sino también la fuerza del ritmo “Caran-Can-Fun” similar al de los tangos de la primera época (1880-1910) que, como en todas las habaneras, se lo puede seguir fácilmente entonando a dúo con la marcación rítmica las sílabas de la expresión “Caran-Can-Fun”, voz onomatopéyica del ritmo, que nos sirve para destacarlo con mayor nitidez y comprobar con ello la extraordinaria similitud con el ritmo de los primeros tangos del Río de La Plata.
GARDEL Y LAS HABANERAS
En 1932 Gardel filma en los estudios Paramount de Joinville (París) la película “Espérame” en la que también interviene Justo Ángel Azpiazú (1893-1943), un compositor y director cubano muy famoso que dirigía una importante orquesta típica de Cuba conocida popularmente como la orquesta Don Azpiazu (sin el acento en la u).
Esta orquesta fue muy célebre y admirada en América y Europa durante las décadas de 1920 y 1930.
La película “Espérame”, en la que intervino Carlos Gardel, llevaba música compuesta por el cantor, por Marcel Lattes (un pianista francés fallecido en el campo de concentración de Auschwitz) y por el músico cubano Justo A. Azpiazú.
En la mencionada película Gardel canta, entre otras cosas, una habanera de Azpiazú acompañado por la Orquesta Típica Cubana que el mismo dirigía.
Por aquella época el tango ya había triunfado ampliamente en el gusto del público francés y era en Paris dueño y señor. Muchos músicos de otros pueblos de la América latina llevaron sus ritmos también con el objeto de imponerlos, siendo, de todos ellos, los músicos cubanos los más afortunados que lograron imponer la música de su tierra.
El enorme éxito de la Orquesta Típica Cubana Don Azpiazú fue lo que motivó a Gardel y a sus colaboradores a incluirlo en la película con su orquesta.
Si bien muchos músicos cubanos ya estaban actuando por Europa, Azpiazú fue el primero en lograr un éxito realmente resonante llevando una orquesta compuesta por más de 10 músicos con ropas coloridas que tocaban trompetas, trombones, saxos, tuba, piano, bajo y percusión típicamente cubana junto con otros instrumentos -maracas, claves, güiros, bongós, timbales- que para el público europeo resultaban exóticos.
El éxito de Azpiazú y su orquesta dio lugar al inicio del gusto popular por la música de Cuba, especialmente por la rumba que fue un verdadero furor durante los años de la década de 1930, al extremo de que muchas orquestas en Nueva York agregaban la palabra Habana a sus nombres, abriendo de esta manera el camino al famoso músico Xavier Cugat (1900-1990) que cambió su orquesta típica de tango por una orquesta típica de música cubana.
Para ilustrar esta publicación me hubiese gustado hacerlo con la versión que Gardel dejó en el film “Espérame” con el acompañamiento de la orquesta cubana de Azpiazú, pero la banda sonora de la película está demasiado deteriorada y me pareció más adecuado recurrir a la grabación que el cantor realizó para el disco en 1933 con la orquesta de Alberto Castellano.
Esta grabación la conocí en 1958 y desde entonces, a través de tantos años, se continúa anunciando en las etiquetas de los discos y en los catálogos que esto que vamos a escuchar es una rumba cuando en realidad se trata, sin lugar a dudas, de una habanera.
Considero muy importante volver a señalar no sólo la lentitud de la obra sino también la fuerza del ritmo “Caran-Can-Fun” similar al de los tangos de la primera época (1880-1910) que, como en todas las habaneras, se lo puede seguir fácilmente entonando a dúo con la marcación rítmica las sílabas de la expresión “Caran-Can-Fun”, voz onomatopéyica del ritmo, que nos sirve para destacarlo con mayor nitidez y comprobar con ello la extraordinaria similitud con el ritmo de los primeros tangos del Río de La Plata.
Carlos
Gardel canta con su estilo extraordinario Por tus ojos negros.A pedido
de mi madre la Sra Graciela Soriano de Calvo de 99 años.Edita Guillermo
Calvo S...
En las etiquetas y catálogos de las grabaciones de Gardel nunca he
visto que se anuncie correctamente el género de la obra cuando se trata
de una habanera. Se me ocurre que tal circunstancia es debida al
desconocimiento generalizado que desde hace ya muchos años se tiene
acerca de este género. La habanera que hemos escuchado en la 3a
publicación de esta serie de notas, titulada “Por tus ojos negros”,
siempre fue presentada como una rumba… Soy una persona con más de 70
años y en mi vida solamente una vez he escuchado anunciar a esta obra
como lo que es, una habanera; lo hizo Alejandro Dolina, en su programa
radial “La venganza será terrible”.
Pero hay otras habaneras grabadas por Gardel que aparecen señaladas simplemente como canción a pesar de la lentitud y del notable “Caran-Can-Fun” de su ritmo.
La primer grabación de una habanera que realizó Gardel fue en 1912 y aparece anunciada en la etiqueta del disco como “canción”. El acompañamiento en esta versión es muy pobre ya que la única guitarra que trata de enmarcar el canto era ejecutada por el propio cantante. Esto, más el hecho de lo rudimentarias que eran las grabaciones de esa época, no me permiten utilizarla con sentido didáctico para demostrar cómo se ejecutaba la habanera por ese tiempo.
Los temas que tratan las letras de las habaneras, según lo vamos comprobando, son en general de carácter romántico y muy ligados al amor. Algunos autores españoles, además de los cubanos, también compusieron habaneras. Tal es el caso del pianista y compositor Torres Nin (1890-1964), que firmaba sus obras con el seudónimo J. Demon. Poco y nada se conoce de este músico; se sabe que es el autor de la opereta “Las pobres millonarias” además de otras obras de música incidental para escenas teatrales. Este autor español fue quien compuso la habanera “Por un cariño” que lleva letra de Gerardo Coll Jarque (1898-1975), también español, que utilizaba el seudónimo Gerardo Alcázar.
Esta obra, ni en las etiquetas de los discos, ni en los catálogos, es presentada como una habanera; en las grabaciones discográficas es anunciada simplemente como “canción” y unos pocos autores cuando se refieren a ella la mencionan como “tango”.
Nunca supe a ciencia cierta si esta habanera le fue entregada a Alcazar para que le ponga letra o si Alcázar le dio la letra a Demon para que le ponga música.
Lo cierto es que estando Gardel en la empresa Odeón de Barcelona, conoció a Gerardo Alcázar quien le entregó la partitura de la habanera “Por un cariño” y el cantor la estrenó a los pocos días en una de sus exitosas actuaciones teatrales. Y fue allí mismo, en Barcelona, que la llevó al disco con el acompañamiento de dos guitarras. Quiero destacar, de esta grabación, la suavidad y el romanticismo de la obra, muy propios de las habaneras y el “Carán-can-fun” que aquí no tiene esa fuerza vital que hemos escuchado en las habaneras anteriores debido a la delicadeza y dulzura sonora propia de las guitarras.
Armando Lofiego
Pero hay otras habaneras grabadas por Gardel que aparecen señaladas simplemente como canción a pesar de la lentitud y del notable “Caran-Can-Fun” de su ritmo.
La primer grabación de una habanera que realizó Gardel fue en 1912 y aparece anunciada en la etiqueta del disco como “canción”. El acompañamiento en esta versión es muy pobre ya que la única guitarra que trata de enmarcar el canto era ejecutada por el propio cantante. Esto, más el hecho de lo rudimentarias que eran las grabaciones de esa época, no me permiten utilizarla con sentido didáctico para demostrar cómo se ejecutaba la habanera por ese tiempo.
Los temas que tratan las letras de las habaneras, según lo vamos comprobando, son en general de carácter romántico y muy ligados al amor. Algunos autores españoles, además de los cubanos, también compusieron habaneras. Tal es el caso del pianista y compositor Torres Nin (1890-1964), que firmaba sus obras con el seudónimo J. Demon. Poco y nada se conoce de este músico; se sabe que es el autor de la opereta “Las pobres millonarias” además de otras obras de música incidental para escenas teatrales. Este autor español fue quien compuso la habanera “Por un cariño” que lleva letra de Gerardo Coll Jarque (1898-1975), también español, que utilizaba el seudónimo Gerardo Alcázar.
Esta obra, ni en las etiquetas de los discos, ni en los catálogos, es presentada como una habanera; en las grabaciones discográficas es anunciada simplemente como “canción” y unos pocos autores cuando se refieren a ella la mencionan como “tango”.
Nunca supe a ciencia cierta si esta habanera le fue entregada a Alcazar para que le ponga letra o si Alcázar le dio la letra a Demon para que le ponga música.
Lo cierto es que estando Gardel en la empresa Odeón de Barcelona, conoció a Gerardo Alcázar quien le entregó la partitura de la habanera “Por un cariño” y el cantor la estrenó a los pocos días en una de sus exitosas actuaciones teatrales. Y fue allí mismo, en Barcelona, que la llevó al disco con el acompañamiento de dos guitarras. Quiero destacar, de esta grabación, la suavidad y el romanticismo de la obra, muy propios de las habaneras y el “Carán-can-fun” que aquí no tiene esa fuerza vital que hemos escuchado en las habaneras anteriores debido a la delicadeza y dulzura sonora propia de las guitarras.
Armando Lofiego
Por
Un Cariño. (Cancion) Grabado el 17-12-1927. Guitarras; Barbieri y
Ricardo. Autor/Compositor; Gerardo Alcázar/J. Demon. (Salvo error u
omisión)
Armando Lofiego
Nota: quiero agradecer la amable y espontanea colaboración del señor Luis Gandulfo quien, conocedor del tema, me envió un mensaje justamente sobre lo tratado en la entrega anterior (la N° 2) acerca de la habanera de la ópera “Carmen”. Le comunico al amigo Luis que dicho mensaje lo vi recién ayer y que, por lo visto, coincidimos en cuanto a la mencionada cuestión. Junto con mi agradecimiento le dejo a Don Luis el más cordial saludo de este paisano bonaerense.
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Nota: quiero agradecer la amable y espontanea colaboración del señor Luis Gandulfo quien, conocedor del tema, me envió un mensaje justamente sobre lo tratado en la entrega anterior (la N° 2) acerca de la habanera de la ópera “Carmen”. Le comunico al amigo Luis que dicho mensaje lo vi recién ayer y que, por lo visto, coincidimos en cuanto a la mencionada cuestión. Junto con mi agradecimiento le dejo a Don Luis el más cordial saludo de este paisano bonaerense.
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