jueves, 18 de agosto de 2016

A MALA VIDA Y EL TANGO (II). DAME LA LATA (Segunda parte).

LA MALA VIDA Y EL TANGO (II) - 7 / 8 / 2016
DAME LA LATA (Segunda parte)
Según vimos en la entrega anterior, había todo un entramado que aseguraba al vividor o canfliflero que la mujer no pudiera quedarse con algunas fichas. Bastaba que el explotador simplemente sospechara que ella había metido LA MANO EN LA LATA, para que, sin mediar palabra, recibiera un castigo ejemplar con la finalidad de que no volviera a atreverse.
Estas mujeres muchas veces se fugaban y se unían con otro canflinflero que les diera más ventajas y/o las tratara mejor. Muchas letras de tango, tal como iremos viendo, documentaron este asunto.
A esta altura del relato, es de vital importancia tomar muy en cuenta la enorme marginación social, política, económica, etcétera, y muchos etcéteras más, que padeció la mujer en general hasta promediar el siglo XX (y en algunas regiones aún continúa padeciendo). La mujer era considerada por la sociedad (incluso por las mismas mujeres) de igual modo que un menor de edad; carecía de todo derecho tuviera la edad que tuviera.
Todavía, hasta bien entrada la década de 1940, muchos padres, por ejemplo, consideraban que no era importante que la mujer continuara estudiando más allá de la educación primaria. Tengamos en cuenta que recién en la mencionada década, en Argentina, la mujer conquistó el derecho a votar, a pesar de la resistencia de la sociedad (inclusive parte de la población femenina) que consideraba que eso era cosa de hombres.
Hasta casi la década de 1960, la mujer, a pesar de algunos avances logrados, era considerada por el hombre como un ser inferior, de escasas fuerzas, poca inteligencia destinada a tener hijos, educarlos, ocuparse del hogar y atender al marido. 
Era frecuente el uso y abuso de la mujer con el objeto de servir para satisfacer los placeres sexuales del hombre. En medio de una sociedad que veía y vivía con cierta naturalidad estas circunstancias, inclusive con la complicidad de políticos y el accionar corrupto de las fuerzas policiales, fueron surgiendo bandas de mercaderes del sexo que raptaban, compraban y vendían mujeres con la finalidad de explotarlas sexualmente. Las mujeres más bonitas y atractivas, en ese ambiente pasaron a ser denominadas MINAS por el mucho dinero que les producían a estos tenebrosos bandidos que comerciaban en medio de una sociedad tan desequilibrada (en cuanto a la abundancia de hombres) debido a la explosión demográfica producida por una apertura totalmente descontrolada sobre los inmigrantes europeos. Se creía que cuanto más hombres vinieran, más rico sería el país por la mano de obra que aportaban que, al ser abundante, con tal de trabajar, lo harían por sueldos miserables; pero no tomaban en cuenta que no había la cantidad de industrias necesarias como para absorber semejante cantidad de mano de obra.
El régimen liberal que se mantenía en el poder período tras período mediante el fraude, la trampa y la estafa, manejaba el país como si se tratara de una gran empresa donde lo único que interesaba era el rendimiento en pesos sin considerar nada sobre los peligros que representan los hombres desocupados:
Descanso cuando ando enfermo
Y después que me he sanao
Milonga del 900
Dice (entre otras cosas) una milonga que pinta al carácter, la vida y las preferencias de un desocupado del 900 que vive “descansando” ante la ausencia de posibilidad de trabajo y que algunos han interpretado que se trata de un haragán. Por esos años, hasta bien entrada la década de 1920, los hombres que se sometían a la explotación (12 a 14 horas de trabajo por una paga miserable) eran padres de familia que no tenían otra salida para alimentar a su mujer e hijos.
Los hombres solteros trataban de ganarse la vida de formas más rápidas y, supuestamente, más efectivas dedicándose a actividades que lindaban con la delincuencia cuando no eran delincuentes directamente. Todas estas actividades han quedado documentadas en las letras de los tangos de entonces,
En la época en que los tangos no tenían letra quedaron referidas en sus títulos las costumbres del bajo pueblo desocupado que pintaban el ambiente prostibulario en que comenzó a desarrollarse esta danza por la cual hoy nos conocen a los argentinos y uruguayos el todo el mundo.
Tomando en cuenta todas estas circunstancias se podrá comprender el motivo por el cual la frase “DAME LA LATA” era tan conocida popularmente ya al promediar la década de 1880 y porque muchos investigadores sospechan que el tango “Dame la lata” fue el primer tango que se conoció. Sin embargo ya en 1867 se había hecho popular el tango “El negro chicoba” (el negro escobero) de José María Palazuelos (1840-1893). Es que nos encontramos en una época en la que el tango todavía era “cosa de negros” según el decir del gran investigador uruguayo Vicente Rossi (1871-1945).
De manera que no debe sonar como cosa rara que el autor de “Dame la lata” haya sido Juan Pérez, un músico negro que tocaba el clarinete en los viejos prostíbulos de Buenos Airea y de quien nunca he encontrado otras referencias biográficas, pues, al parecer la única actividad que ha trascendido fue que era un músico que se ganaba mínimamente algún dinero ejecutando tangos en los únicos lugares en que se los oía por aquellos tiempos: en los prostíbulos.
En los últimos tiempos sólo he podido averiguar que a este negro descendiente de esclavos, lo solía acompañar el guitarrista Francisco Romero, algunas veces reemplazado por el violinista Severino Gómez o por el pianista Francisco Nicolini. Músicos de los que, al parecer, no ha trascendido más que sus nombres.
Por aquellos tiempos no existían las agrupaciones o conjuntos musicales más o menos estables y cada cual hacía lo que podía junto con el músico que ocasionalmente se topaba o simplemente tocando solo.
El tango “Dame la lata”, como muchos otros que iremos viendo a lo largo de esta serie, fueron calificados por los investigadores y estudiosos como “tangos prostibularios” debido a que nacieron en ese medio y sólo después de muchos años llegaron a oídos del pueblo en general a través de los organitos y músicos callejeros.
Este viejísimo tango se lo puede apreciar en la versión que dejó impresa el Cuarteto del Centenario
(CONTINUARÁ)

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