jueves, 18 de agosto de 2016

LA MALA VIDA Y EL TANGO (III). LAS FICHAS DE PROSTÍBULOS

LA MALA VIDA Y EL TANGO (III) 
LAS FICHAS DE PROSTÍBULOS
Pichincha es un barrio de la ciudad de Rosario (provincia de Santa Fe, Argentina) que fue muy famoso por la cantidad de prostíbulos, muchos de ellos clandestinos. En ese barrio se vendían mujeres traídas con engaños, para ser prostituidas y explotadas. Según es dable apreciar había muchos locales destinados a ese “comercio” y la competencia hacía que los explotadores pudieran comprarlas a precios relativamente más bajos que en otros “mercados”. Esa circunstancia dio lugar a la aparición en el habla popular del vocablo “pichincha” cuando alguien había pagado poca plata por cualquier objeto que había adquirido. En los años de la década de 1940 y comienzos de la de 1950 era frecuente oír la palabra “pichincha” en boca de quienes compraban a precios relativamente baratos cualquier mercancía u objeto. Haber comprado algo barato era haber pagado una “pichincha”.
La palabra “pichincha” se había colado en el habla vulgar y era usada desconociendo que procedía de la trata de blancas.
La mayor parte de estos prostíbulos, y las mismas organizaciones, fueron despareciendo en la década de 1930. Pero el vocablo quedó en el lenguaje cotidiano de mucha gente durante largo tiempo.
La calle principal de aquel distrito prostibulario rosarino llevaba el mismo nombre que el barrio: Pichincha, en memoria de la Batalla de Pichincha, acontecida sobre las pendientes del volcán Pichincha en la actual República de Ecuador, siendo una de las más importantes batallas de las Guerras de Independencia Hispanoamericana.
Sobre esa calle principal también había muchos prostíbulos y uno de los más famosos fue el “Petit Trianón”.
Entre las fichas de prostíbulos que aún hoy se conservan están las de este burdel y una de ellas aparece en la foto (anverso y reverso) al pie de la presente nota.
Según se puede apreciar, el “Petit Tranón” se hallaba instalado en el números 78 de la calle principal del mencionado barrio rosarino.
En una de las caras de la ficha se asegura “discreción” y “seguridad” escritos en francés que era por entonces el idioma de moda en ciertos círculos sociales. Esta especie de moneda estaba compuesta por dos láminas metálicas muy finas prensadas sobre un cartón. Estas fichas, según el prostíbulo podían variar de tamaño y cuño, aunque sus dimensiones oscilaban entre 2 cm. y 2,5 cm. de diámetro. 
El reclamo que el explotador o canflinflero hacía a la mujer explotada o directamente a la que regenteaba el prostíbulo (cuando desconfiaba de la prostituta) era la frase, por todos conocida: “Dame la lata” refiriéndose a la rudimentaria alcancía de lata en que las fichas eran depositadas por los “clientes”. El explotador la habría mediante una llave que accionaba, supongo, una cerradura o candado pequeño, extraía las fichas y las cambiaba por dinero dejando para su pupila el porcentaje que habían convenido que, en el mejor de los casos podía alcanzar el 50 % de la recaudación.
(CONTINUARÁ)

A MALA VIDA Y EL TANGO (II). DAME LA LATA (Segunda parte).

LA MALA VIDA Y EL TANGO (II) - 7 / 8 / 2016
DAME LA LATA (Segunda parte)
Según vimos en la entrega anterior, había todo un entramado que aseguraba al vividor o canfliflero que la mujer no pudiera quedarse con algunas fichas. Bastaba que el explotador simplemente sospechara que ella había metido LA MANO EN LA LATA, para que, sin mediar palabra, recibiera un castigo ejemplar con la finalidad de que no volviera a atreverse.
Estas mujeres muchas veces se fugaban y se unían con otro canflinflero que les diera más ventajas y/o las tratara mejor. Muchas letras de tango, tal como iremos viendo, documentaron este asunto.
A esta altura del relato, es de vital importancia tomar muy en cuenta la enorme marginación social, política, económica, etcétera, y muchos etcéteras más, que padeció la mujer en general hasta promediar el siglo XX (y en algunas regiones aún continúa padeciendo). La mujer era considerada por la sociedad (incluso por las mismas mujeres) de igual modo que un menor de edad; carecía de todo derecho tuviera la edad que tuviera.
Todavía, hasta bien entrada la década de 1940, muchos padres, por ejemplo, consideraban que no era importante que la mujer continuara estudiando más allá de la educación primaria. Tengamos en cuenta que recién en la mencionada década, en Argentina, la mujer conquistó el derecho a votar, a pesar de la resistencia de la sociedad (inclusive parte de la población femenina) que consideraba que eso era cosa de hombres.
Hasta casi la década de 1960, la mujer, a pesar de algunos avances logrados, era considerada por el hombre como un ser inferior, de escasas fuerzas, poca inteligencia destinada a tener hijos, educarlos, ocuparse del hogar y atender al marido. 
Era frecuente el uso y abuso de la mujer con el objeto de servir para satisfacer los placeres sexuales del hombre. En medio de una sociedad que veía y vivía con cierta naturalidad estas circunstancias, inclusive con la complicidad de políticos y el accionar corrupto de las fuerzas policiales, fueron surgiendo bandas de mercaderes del sexo que raptaban, compraban y vendían mujeres con la finalidad de explotarlas sexualmente. Las mujeres más bonitas y atractivas, en ese ambiente pasaron a ser denominadas MINAS por el mucho dinero que les producían a estos tenebrosos bandidos que comerciaban en medio de una sociedad tan desequilibrada (en cuanto a la abundancia de hombres) debido a la explosión demográfica producida por una apertura totalmente descontrolada sobre los inmigrantes europeos. Se creía que cuanto más hombres vinieran, más rico sería el país por la mano de obra que aportaban que, al ser abundante, con tal de trabajar, lo harían por sueldos miserables; pero no tomaban en cuenta que no había la cantidad de industrias necesarias como para absorber semejante cantidad de mano de obra.
El régimen liberal que se mantenía en el poder período tras período mediante el fraude, la trampa y la estafa, manejaba el país como si se tratara de una gran empresa donde lo único que interesaba era el rendimiento en pesos sin considerar nada sobre los peligros que representan los hombres desocupados:
Descanso cuando ando enfermo
Y después que me he sanao
Milonga del 900
Dice (entre otras cosas) una milonga que pinta al carácter, la vida y las preferencias de un desocupado del 900 que vive “descansando” ante la ausencia de posibilidad de trabajo y que algunos han interpretado que se trata de un haragán. Por esos años, hasta bien entrada la década de 1920, los hombres que se sometían a la explotación (12 a 14 horas de trabajo por una paga miserable) eran padres de familia que no tenían otra salida para alimentar a su mujer e hijos.
Los hombres solteros trataban de ganarse la vida de formas más rápidas y, supuestamente, más efectivas dedicándose a actividades que lindaban con la delincuencia cuando no eran delincuentes directamente. Todas estas actividades han quedado documentadas en las letras de los tangos de entonces,
En la época en que los tangos no tenían letra quedaron referidas en sus títulos las costumbres del bajo pueblo desocupado que pintaban el ambiente prostibulario en que comenzó a desarrollarse esta danza por la cual hoy nos conocen a los argentinos y uruguayos el todo el mundo.
Tomando en cuenta todas estas circunstancias se podrá comprender el motivo por el cual la frase “DAME LA LATA” era tan conocida popularmente ya al promediar la década de 1880 y porque muchos investigadores sospechan que el tango “Dame la lata” fue el primer tango que se conoció. Sin embargo ya en 1867 se había hecho popular el tango “El negro chicoba” (el negro escobero) de José María Palazuelos (1840-1893). Es que nos encontramos en una época en la que el tango todavía era “cosa de negros” según el decir del gran investigador uruguayo Vicente Rossi (1871-1945).
De manera que no debe sonar como cosa rara que el autor de “Dame la lata” haya sido Juan Pérez, un músico negro que tocaba el clarinete en los viejos prostíbulos de Buenos Airea y de quien nunca he encontrado otras referencias biográficas, pues, al parecer la única actividad que ha trascendido fue que era un músico que se ganaba mínimamente algún dinero ejecutando tangos en los únicos lugares en que se los oía por aquellos tiempos: en los prostíbulos.
En los últimos tiempos sólo he podido averiguar que a este negro descendiente de esclavos, lo solía acompañar el guitarrista Francisco Romero, algunas veces reemplazado por el violinista Severino Gómez o por el pianista Francisco Nicolini. Músicos de los que, al parecer, no ha trascendido más que sus nombres.
Por aquellos tiempos no existían las agrupaciones o conjuntos musicales más o menos estables y cada cual hacía lo que podía junto con el músico que ocasionalmente se topaba o simplemente tocando solo.
El tango “Dame la lata”, como muchos otros que iremos viendo a lo largo de esta serie, fueron calificados por los investigadores y estudiosos como “tangos prostibularios” debido a que nacieron en ese medio y sólo después de muchos años llegaron a oídos del pueblo en general a través de los organitos y músicos callejeros.
Este viejísimo tango se lo puede apreciar en la versión que dejó impresa el Cuarteto del Centenario
(CONTINUARÁ)

MÚSICA: dame la lata O famoso "Cuarteto Del Centenário", grupo que nas décadas de 60 e 70 gravou Tangos antigos com o estilo e a formação da…
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LA MALA VIDA Y EL TANGO (I) DAME LA LATA (Primera parte)

LA MALA VIDA Y EL TANGO (I) - 2 / 8 / 2016
DAME LA LATA (Primera parte)
Los hechos de los que me voy a ocupar a lo largo de los capítulos de LA MALA VIDA Y EL TANGO, que hoy comienzo a publicar, no sólo ocurrían en Buenos Aires. También se dieron en otros centros urbanos de gran importancia destacándose entre los más importantes las ciudades de Rosario (Provincia de Sante Fe) y Montevideo (República Oriental del Uruguay).
Cuando digo “MALA VIDA” me refiero al delito en general y a la droga y la prostitución en particular. La prostitución fue un fenómeno (por llamarlo de alguna manera) que existió en casi todo el mundo a lo largo de muchos siglos. En la región del Río de La Plata la “MALA VIDA” ha quedado documentada en muchos tangos. Los más antiguos, desde fines del siglo XIX hasta promediar la década de 1920 eran tangos en su mayoría sin letra, pero que tenían un mensaje y una connotación pecaminosa en los títulos. Con el transcurso del tiempo algunos de ellos llegaron a tener letra y a ser cantados e incluso registrados por los artistas del momento. Hoy en día, muchos de esos títulos han perdido su sentido original y otros han sido cambiados.
Al promediar la década de 1870, la población de la ciudad de Buenos Aires era de unos 200.000 habitantes. Hasta ese momento, la prostitución era considerada como un mal menor entre todos los males que padecía la ciudad. No creo que las cosas hayan sido muy diferentes en Rosario, en Montevideo y en muchos otros centros urbanos de Latinoamérica.
En Buenos Aires, las autoridades en general encarcelaban o podían encarcelar o enviar a las fronteras (para servir a las tropas), a las mujeres que eran sospechosas de llevar una vida obscena, es decir, vivir comerciando con su propio cuerpo.
El acelerado aumento de la población por la enorme cantidad de hombres jóvenes extranjeros que llegaban a Buenos Aires, en su mayoría de Europa, hizo que se hiciera necesario ejercer algún tipo de control para evitar la propagación de las enfermedades venéreas. Por tal razón, el 5 de enero de 1875 se dictó por primera vez una ordenanza reglamentaría sobre la prostitución.
A partir de entonces, los locales en que se ejercía esta actividad debían ser autorizados y registrados; caso contrario serían clausurados. La legalización de estos locales incluía un impuesto anual de 10.000 pesos más 100 pesos por cada mujer que ejercía la prostitución. Según parece la cantidad de dinero era muy grande por entonces y por tal motivo muchos se organizaron para continuar con la explotación, de tan antiguo “oficio”, en forma clandestina.
A partir de entonces se inicia la aparición de prostíbulos clandestinos a los que concurrían mujeres que “trabajaban” bajo el dominio, muchas veces despótico, que ejercían ciertos hombres que vivían con el dinero que producían las mujeres que tenían a su cargo. Por esa época (alrededor de 1885) se hizo muy popular lo que muchos estudiosos consideran el primer tango: “DAME LA LATA”.
La lata era una especie de alcancía donde se depositaban las fichas usadas en los prostíbulos en que se cobraba por adelantado y como comprobante el cliente recibía una ficha que debía entregar a la prostituta.
Había por entonces unos pocos prostíbulos de calidad y legalizados, cuyo precio era de unos 5 pesos; pero la mayoría eran clandestinos y costaban sólo 1 peso.
El cliente, ya con su ficha, pasaba al lugar en que se hallaban las mujeres y una vez elegida una, entraba al cuarto donde, antes del acto sexual, colocaba la ficha dentro de una rudimentaria alcancía de lata como forma de pago. Este complicado sistema tenía por finalidad impedir el acceso de las prostitutas al dinero por el temor a que escaparan con la recaudación.
No obstante, de vez en cuando, alguna prostituta, en complicidad con la mujer que regenteaba el prostíbulo, lograba abrir la alcancía de lata y extraer algunas fichas que eran cobradas por ella. De ese suceso tan particular surgió la frase “METER LA MANO EN LA LATA” que ha llegado hasta nuestros días sin la menor idea de su procedencia.
Después de una semana de trabajo, la mujer entregaba la lata o alcancía a un rufián que la protegía (conocido como el canflinflero) y este extraía las fichas y las cambiaba en el prostíbulo por dinero. En general, salvo raras excepciones, los canflinfleros explotaban a sus prostitutas quitándoles gran parte de lo recaudado y algunas de estas, precisamente, eran las que se animaban a METER LA MANO EN LA LATA.
Por extensión, en el ambiente prostibulario de aquel tiempo, también se comenzó a llamar latas a las fichas. Hasta alrededor del año1900 se cantaban coplas referidas a esta actividad; una de esas coplas decía:
Que vida más arrastrada
La del pobre canflinflero,
El lunes cobra las latas,
El martes anda fulero.
(CONTINUARÁ)

sábado, 13 de agosto de 2016

MI PALOMITA (1920)



CXVII- CARLOS GARDEL, SU ARTE, SU TIEMPO Y LA HISTORIA -117


MI PALOMITA


La cuarta sesión de grabaciones correspondiente al año 1920, se cierra con el registro de dos versiones llevadas al disco de la tonada “Mi palomita” interpretada por el Dúo Gardel-Razzano. Las dos grabaciones obtenidas se fueron publicando comercialmente a través de las distintas ediciones que se fueron haciendo de la placa discográfica.

La obra está firmada por Gardel y Razzano aunque ellos sólo la recopilaron. Nunca nadie hizo demanda alguna y, aún hoy, esta obra figura bajo la autoría del Dúo Gardel-Razzano.
Ambas versiones tienen la misma interpretación, esto es, sin cambio alguno ni en los versos ni en la música. De los dos registros, el que se escucha con mayor claridad es el efectuado en primer término y es el que publico al pie de la presente entrega.


La tonada “La palomita” trata acerca de un paisanito que constantemente recuerda a una chinita de la que se enamoró, pero que finalmente ella se fue con otro, circunstancia que expresa sobre los versos finales de la obra:

Conmigo están tus caricias,
Durmiendo estoy,
Con otro están tus amores
Más bien me voy…


Sin odio ni rencor, simplemente con una gran pena, tal como ocurre muchas veces cuando las cosas no funcionan, el abandonado queda muy dolido.

Por aquellos años (décadas de 1920 y 1930) estaban muy de moda en Buenos Aires los géneros musicales provenientes de Cuyo (Mendoza, San Juan y San Luis), en especial las tonadas cuyanas debido a la gran cantidad de migrantes que llegaban de aquellas tierras a la gran ciudad capital y sus alrededores con la finalidad de lograr un cambio que mejorara la calidad de sus vidas. Esta misma situación se repetiría a partir de la década de 1940, pero esta vez quienes vendrían con igual propósito pertenecían a las Provincias del Litoral Argentino: Corrientes, Santa Fe, Chaco, Misiones… trayendo con ellos la música propia de sus geografías, en especial el chamamé, género hasta entonces prácticamente desconocido por los porteños. A partir de la década de 1950 comenzaron a llegar también pobladores de Santiago del Estero, Catamarca, Córdoba, Salta, etc… y con ellos artistas que inundaron Buenos Aires con el estilo de la música del interior argentino, hasta entonces ignorado por los porteños.

Si bien se conocían algunos géneros musicales de muchas provincias, los artistas que los interpretaban lo hacían con el acento característico del Río de la Plata que, en el mejor de los casos, sonaban como una imitación más o menos aceptable. Carlos Gardel, por ejemplo, cantando chacareras le sonaba al público del interior argentino como lo que era, un rioplatense que pretendía hacerse el gaucho tratando de imitar la cadencia del hombre del interior.

A medida que avancemos con esta cronología irán apareciendo grabaciones que ilustrarán estas circunstancias y situaciones sociales que servirán para ampliar y aclarar más aún estas observaciones.

(CONTINUARÁ)
Mi palomita (tonada) Intérprete: Dúo Gardel-Razzano Más información: http://www.gardel.org/Mi%20palomita Letra y Música: Gardel-Razzano…
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