RÓMULO, REMO Y LA LOBA
No sé cuantos podrán creer aún esa leyenda según la cual los mellizos que fundaron Roma fueron amamantados por una loba.
Los lobos son animales salvajes y si la loba que amamantó a Rómulo y Remo disponía de leche era porque tenía cachorros que alimentar y en tal circunstancia es imposible que una loba con cachorros decida amamantar también a dos cachorros humanos.
Ocurre que en realidad la tal “loba” no era un animal sino una mujer que ejercía la prostitución. Tengamos en cuenta que, de igual modo que en España y otros países de habla castellana a las prostitutas se las llama “zorras”, en Italia se las llama, desde muy antiguo, “lobas”. Es importante tener en cuenta también que en la lengua italiana lobo se dice lupo y loba, lupa. De esta designación surge el vocablo lupanar para nombrar el lugar en que las lupas o prostitutas ejercen sus actividades.
Esta mujer, seguramente no habrá podido atender a los niños como se debe ya que concurría al lupanar para ejercer su, ya por entonces (siete siglos antes de Cristo), antiguo oficio, motivo por el cual los dejaba solos durante los lapsos en que se hallaba “trabajando”.
En las proximidades del lupanar o, tal vez, en las proximidades de la vivienda de esta mujer, había una especie de pequeña caverna en la que era frecuente que, de vez en cuando, se refugiara alguna loba real para dar a luz. En esa cueva, las lobas criaban sus cachorros y cuando estos crecían se independizaban de su madre y se marchaban para hacer sus vidas. Por su parte, las lobas, ya solas, como ocurre habitualmente en el mundo animal, abandonaban la cueva para continuar con su existencia. Esta cueva era muy conocida en esa zona con el nombre de Lupercal y toda la región estaba bastante poblada por lobos. Es probable que todo esto haya contribuido a crear la leyenda de la loba que amamantó a los futuros fundadores de Roma.
Es muy factible que en una de sus “escapadas” hacia el lupanar, la prostituta abandonara momentáneamente a los mellizos. Pues ocurrió que, por simple casualidad, pasó por allí un pastor llamado Fáustulo arriando sus ovejas y al escuchar el llanto de los niños fue a curiosear y al encontrarlos, rápidamente los recogió y los llevó a su casa donde su esposa los adoptó como propios y los crió. De manera que el único mérito (muy importante por cierto) de la “loba” fue rescatar del Tiber a los bebes (que venían navegando a la deriva dentro de un canastito) posiblemente cuando ella se estaba aseando y entre ese momento y el momento de la adopción, por parte se la mujer del pastor Fáustulo, tal vez ha pasado un día o, a lo sumo, dos.
Los primeros historiadores que documentaron estos hechos fueron anteriores a la era Cristiana. Pero hubo otros, ya en nuestra era, como por ejemplo Macrobio (que vivió durante el siglo IV) que influenciados por el Cristianismo no se atrevieron o no quisieron contar la verdad de los hechos y prefirieron dar como cierta la leyenda de una loba real amamantando a Rómulo y Remo.
Esto no debiera llamarnos la atención ya que en la era Cristiana (inclusive hasta el día de hoy) la historia pareciera tener vergüenza para contar ciertos sucesos; pensemos, por ejemplo que a Don Pedro de Mendoza le han inventado una “Primera Fundación de Buenos Aires” (de la que aún hoy se continúa hablando y enseñando), para mantener oculto el verdadero motivo de la llegada a estas tierras del pobre Don Pedro.
Pero volvamos a nuestro tema; para no documentar que los fundadores de Roma fueron recogidos por una “loba”, es decir, una prostituta, los historiadores de la era Cristiana afirmaron siempre que los mellizos Rómulo y Remo fueron recogidos y amamantados por una loba real. Para afirmar este hecho en la conciencia del pueblo Cristiano se presentó una escultura en bronce, de unos 75 centímetros de altura que fue realizada durante la Edad Media (período comprendido entre los siglos V y XV). Pero en rigor a la verdad, la simple presentación de dicha escultura no resultaba muy convincente. Por ello, sobre el final de la Edad Media, se le agregaron los niños Rómulo y Remo. Esta engañifa fue realizada en el año 1471. En ambos casos, la escultura de la loba sola y la de los niños agregados, se desconoce quienes fueron los autores. A la loba se le puso por nombre Luperca y así fue conocida hasta la actualidad.
Armando Lofiego
No sé cuantos podrán creer aún esa leyenda según la cual los mellizos que fundaron Roma fueron amamantados por una loba.
Los lobos son animales salvajes y si la loba que amamantó a Rómulo y Remo disponía de leche era porque tenía cachorros que alimentar y en tal circunstancia es imposible que una loba con cachorros decida amamantar también a dos cachorros humanos.
Ocurre que en realidad la tal “loba” no era un animal sino una mujer que ejercía la prostitución. Tengamos en cuenta que, de igual modo que en España y otros países de habla castellana a las prostitutas se las llama “zorras”, en Italia se las llama, desde muy antiguo, “lobas”. Es importante tener en cuenta también que en la lengua italiana lobo se dice lupo y loba, lupa. De esta designación surge el vocablo lupanar para nombrar el lugar en que las lupas o prostitutas ejercen sus actividades.
Esta mujer, seguramente no habrá podido atender a los niños como se debe ya que concurría al lupanar para ejercer su, ya por entonces (siete siglos antes de Cristo), antiguo oficio, motivo por el cual los dejaba solos durante los lapsos en que se hallaba “trabajando”.
En las proximidades del lupanar o, tal vez, en las proximidades de la vivienda de esta mujer, había una especie de pequeña caverna en la que era frecuente que, de vez en cuando, se refugiara alguna loba real para dar a luz. En esa cueva, las lobas criaban sus cachorros y cuando estos crecían se independizaban de su madre y se marchaban para hacer sus vidas. Por su parte, las lobas, ya solas, como ocurre habitualmente en el mundo animal, abandonaban la cueva para continuar con su existencia. Esta cueva era muy conocida en esa zona con el nombre de Lupercal y toda la región estaba bastante poblada por lobos. Es probable que todo esto haya contribuido a crear la leyenda de la loba que amamantó a los futuros fundadores de Roma.
Es muy factible que en una de sus “escapadas” hacia el lupanar, la prostituta abandonara momentáneamente a los mellizos. Pues ocurrió que, por simple casualidad, pasó por allí un pastor llamado Fáustulo arriando sus ovejas y al escuchar el llanto de los niños fue a curiosear y al encontrarlos, rápidamente los recogió y los llevó a su casa donde su esposa los adoptó como propios y los crió. De manera que el único mérito (muy importante por cierto) de la “loba” fue rescatar del Tiber a los bebes (que venían navegando a la deriva dentro de un canastito) posiblemente cuando ella se estaba aseando y entre ese momento y el momento de la adopción, por parte se la mujer del pastor Fáustulo, tal vez ha pasado un día o, a lo sumo, dos.
Los primeros historiadores que documentaron estos hechos fueron anteriores a la era Cristiana. Pero hubo otros, ya en nuestra era, como por ejemplo Macrobio (que vivió durante el siglo IV) que influenciados por el Cristianismo no se atrevieron o no quisieron contar la verdad de los hechos y prefirieron dar como cierta la leyenda de una loba real amamantando a Rómulo y Remo.
Esto no debiera llamarnos la atención ya que en la era Cristiana (inclusive hasta el día de hoy) la historia pareciera tener vergüenza para contar ciertos sucesos; pensemos, por ejemplo que a Don Pedro de Mendoza le han inventado una “Primera Fundación de Buenos Aires” (de la que aún hoy se continúa hablando y enseñando), para mantener oculto el verdadero motivo de la llegada a estas tierras del pobre Don Pedro.
Pero volvamos a nuestro tema; para no documentar que los fundadores de Roma fueron recogidos por una “loba”, es decir, una prostituta, los historiadores de la era Cristiana afirmaron siempre que los mellizos Rómulo y Remo fueron recogidos y amamantados por una loba real. Para afirmar este hecho en la conciencia del pueblo Cristiano se presentó una escultura en bronce, de unos 75 centímetros de altura que fue realizada durante la Edad Media (período comprendido entre los siglos V y XV). Pero en rigor a la verdad, la simple presentación de dicha escultura no resultaba muy convincente. Por ello, sobre el final de la Edad Media, se le agregaron los niños Rómulo y Remo. Esta engañifa fue realizada en el año 1471. En ambos casos, la escultura de la loba sola y la de los niños agregados, se desconoce quienes fueron los autores. A la loba se le puso por nombre Luperca y así fue conocida hasta la actualidad.
Armando Lofiego